BIENVENIDA AL CONGRESO Capítulo 2
Cumplimos con encomienda durante la sesión, después tuvimos lo nuestro
Capítulo 2
BIENVENIDA AL CONGRESO. 5-1-2020
La ‘Hospitality Suite’ que Horacio había contratado se veía hermosa. Una sala enorme, en donde ya había escritorios y mesas para trabajar durante el tiempo del congreso, adornada con muchas plantas, con un bar abierto ya surtido con todas las bebidas, a los lados puertas a cada una de las recamaras privadas, con sus baños propios, que iban a ser nuestras. En la principal, la más grande, el baño, rodeado de espejos, hasta tenía un jacuzzi.
Dejamos nuestras pertenencias en el hotel, Horacio fue inmediatamente a revisar el auditorio en donde se iban a realizar las sesiones del congreso y nosotras a dedicarnos a encontrar el vestido que fuera a complacer el gusto y deseo de Horacio. Al salir Gloria y yo discutimos cómo imaginarnos que deberían ser los vestidos, muy descubiertos, enseñando pechos y las colas, hasta barriguitas y cintura. Y emprendimos camino.
Preguntando y preguntando fuimos a muchas tiendas, en todas ellas buscamos lo apropiado. No lo encontrábamos, pero era placentero el estarnos probando muchos vestidos en cada una de ellas, en donde siempre nos atendían maravillosamente algunas dependientas hasta excitadas por lo que les explicábamos que debería de ser el vestido. Eso ayudó a que de ellas salieran más ideas o recomendaciones. A ratos encontrábamos algo, pero había un pretexto el por qué no era lo deseado. Lo primero fue que la mayoría de los vestidos dejaban ver los pantis casi todas mínimas, así que decidimos que lo primero que había que hacer era dejarnos depilar, se nos veían feos nuestros pubis. Fuimos a un salón, nos metieron a una sauna y después nos intervinieron. No se sienten molestias, es agradable y extraño el sentir a las chicas manosearte indiscriminadamente. Hay momentos en que se siente un cosquilleo dentro de la vagina, que la pone a una muy excitada y le vienen pensamientos lujuriosos, a pesar del ligero ardor.
Les explicamos que debíamos aparecer muy sexis y lo más parecida una a la otra, así que desde el corte de pelo y el color debían ser iguales. Quedamos en regresar al día siguiente ya cuando fuéramos vestidas, ellas nos iban a dar los toques finales.
Ellas mismas nos recomendaron una tienda en que sí deberíamos encontrar los vestidos apropiados, tal como sucedió.
Fuimos a esa tienda, enorme, elegantísima, con todo el surtido de vestidos de fiesta o coctel necesario, para escoger. Nos probamos muchísimos vestidos y al final escogimos uno para cada una. Algo translucidos, pero solo a contraluz, con luz por detrás. El mío enseñando verticalmente la mitad de mis pechos, abierto hasta debajo de la cintura, sobre las caderas y hasta el pubis. Por detrás la espalda casi totalmente descubierta, solo los tirantitos deteniendo la falda que me quedaría embarrada sobre mi cadera y mis muslos, hasta abajito de las rodillas, abierto por enfrente, así que mis muslos quedarían visibles a ratos, un color azul muy claro.
El de Gloria, que a mí me gustó muchísimo y además de cómo se le veía, color beige muy claro, la falda también se le embarraba sobre sus caderas y gran parte de sus muslos, también abierta de enfrente, todo lo largo desde su cintura. Empezaba en sus caderas, bajaba hasta el pubis. Por la espalda y por el frente le pasaban unas cintitas que le detenían la falda y éstas se detenían del brasier, o sostén, un brasier especial, que también se tuvo que comprar. Las cintitas no se veían, estaban cubiertas por la tela lisa que bajaba desde su sostén al lado de sus pechos, hasta la cintura. El brasier, que hacía juego, estaba muy bonito. Gloria podría haber dejado de ponerse brasier, sus pechos, aunque un poco más grandes que los míos, están muy firmes y se le ven muy bien paraditos, envidiables, si no que le pregunten a Horacio, que son su delirio. Aceptamos el brasier, le quedaba muy bonito y elegante, solo dejaba ver la mitad superior de sus pechos. En la parte de atrás, la parte que equivale a la cintura, suelta, de tal manera que cualquiera podría verle hasta sus pompas casi completas, asomándose de arriba hacia abajo.
Al regresar, cargadas de bolsas con las prendas que habíamos comprado pasamos por el auditorio de la sede. Encontramos a Horacio que todavía hacía arreglos, empapado en sudor pues no había aire acondicionado ese día en ese salón.
Caminamos hasta nuestra suite y todos nos dimos un baño, cenamos juntos y nos dirigimos a la suite. Horacio nos pidió le posáramos con nuestros vestidos nuevos, así que nos los pusimos. Quedó pasmado, emocionado y feliz, pero también le entraron pensamientos de que nos podrían llegar, por lo menos, a ofender alguno a los que les gustáramos y no les hiciéramos caso.
“¡No te preocupes mi amor, a ninguno le haremos caso y sí nos sabremos defender sin ofender! ¡Te lo aseguro!” Le dijo Gloria.
Con esas palabras, Horacio quedó más calmado y le pidió que me cuidara porque yo no sabría cómo defenderme, que yo exageraba en bondades y cortesías, pero resultaba grosera cuando sospechaba a alguien que me molestaba.
La primera sesión del congreso sería la apertura, ese jueves a partir de las 5 de la tarde. Tuvimos tiempo de ir al salón. Efectivamente, después de hacernos unos cortes nos pintaron el pelo y nos peinaron, yo creí que habíamos quedado igualitas de color, para parecernos más. Nos hicieron pedicur respectivamente y prácticamente nos vistieron y nos dieron los últimos toques de maquillaje. Quedamos verdaderamente glamorosas, muy felices las dos.
Fuimos directo al salón, ahí nos presentaron a Chris y a Ashley. Chris es la gerente del hotel, se ve muy joven para ese puesto, pero es muy estricta y ordenada. Ashley es su asistente y con ella tendríamos que estar en contacto para cualquier asunto relacionado con el congreso. Muy joven y muy bonita, delgada y parece muy alta, pero es un poco más altita que nosotras, después nos enteramos que estaba en capacitación, pero ella nos arreglaría todo lo que íbamos necesitando. También a ella le obedecían, es muy callada y solo sonríe.
Empezó la ceremonia de apertura, impresionante, más de unos dos mil asistentes. Terminando ésta y los discursos de bienvenida se sirvieron bocadillos y bebida y fue en ese momento en que deberíamos de hacer nuestra aparición, movernos entre la multitud y repartir instructivos y folletos entre los asistentes. Antes, Horacio nos había dado unas listas de personas o empresas más importantes que atender y fue a esas a las que procuramos avocarnos.
Todo el mundo nos volteaba a ver. Algunos nos decían cosas amables, otros lujuriosos y algunas cariñosas, como lo que nos dijo la esposa del director del congreso, pero estábamos seguras que no hubo persona alguna que no nos haya visto.
Fuimos la mayor atracción, nos sentimos abejas reinas. Estábamos algo cansadas, fuimos al baño y Gloria dijo que le molestaban las cintas de su vestido.
“¿Quieres que probemos cambiárnoslos?” Le pregunté. Desde un principio me gustó mucho su vestido y aceptó. En el baño nos cambiamos de vestidos, ella se quedó sin brasier, feliz, provocando con sus hermosos pechos que ahora sí enseñaba bastante bien y yo, con su brasier, que más que brasier solo era un sostén, no me había dado cuenta que me quedaba super excitante y muy bien. Se me bajaba de enfrente y enseñaba mis pechos más de lo acostumbrado, sin éstos ser vulgares. Gloria me arregló las cintas y salimos.
Salimos de nuevo al escenario, recibimos muchos buenos comentarios y al pasar por un grupo, uno de los señores nos preguntó si éramos edecanes, y les dijimos que no, Gloria, que siempre llevaba la voz, dijo que ella era la esposa de Horacio que nos había pedido le ayudáramos y nos preguntaron por qué habíamos cambiado de vestidos. Nos reímos y una de las señoras dijo que nos había descubierto por el color diferente de pelo, que como ahora llevábamos los vestidos, en esos colores, nos quedaban mejor. Nos volteamos a ver, nos disculpamos y continuamos acercándonos a prospectos. Creemos que todos se interesaban por vernos de cerca, especialmente los señores, pero creemos que eso era lo que Horacio deseaba, atraerlos, así nos tendrían en cuenta y se acercarían a su empresa.
La sesión de apertura terminó, muchos de los asistentes se dirigieron a las suites de las compañías que les interesaban. Horacio y sus ayudantes se fueron a nuestra suite y él nos dijo que nos entretuviéramos un rato fuera, por ejemplo, en el bar para que gozaran más los asistentes al vernos. Él nos localizaría cuando estuviera libre.
Fuimos al bar. Claro, estaba repleto de asistentes al congreso que nos miraban, muchos de ellos con la intención de que fuéramos a sus habitaciones. Decidimos ir a algún bar fuera del hotel, salimos y estaba lloviendo, nuestros vestidos era lo único que llevábamos puesto, además que por nuestro vestir hasta nos podrían confundir con chicas callejeras.
No sabiendo qué hacer caminábamos por un pasillo del hotel cuando nos encontramos con el grupo de personas con las que habíamos platicado en el congreso, aquellos que nos preguntaron por nuestras actividades y con la señora que dijo que los colores de nuestros peinados eran diferentes.
Nos saludaron y nos invitaron a su suite, que no tenían huéspedes, que todos se los habían robado Horacio atrayéndolos con sus preciosas edecanes, que fuéramos con ellos, al fin Horacio iba a tardar mucho.
Nos consultamos con la mirada entre nosotras dos, y aceptamos ir con ellos. En la suite conocimos a varios de ellos, al jefe de esa empresa, Paul, a su socio en Quebec Pierre y a su esposa Madelaine y a varios más.
Estando en la reunión tuvimos que ir al baño. Por el vestido que llevaba, el que originalmente era el de Gloria, ella tenía que ayudarme. Estábamos luchando cuando entraron dos señoras, una deteniendo a la otra que estaba muy pasada de copas y solo hablaba francés.
Callamos, yo estuve poniendo atención a lo que decían mientras Gloria se encargaba de mi vestido. Terminamos y al salir tuvimos que ayudar a la señora con la compañera pasada de copas, a que ésta recogiera sus cosas y se fuera.
Gloria, muy curiosa, me preguntó si había entendido, le dije que la borrachita decía que tenía intenciones de confirmar si Paul tenía un pene muy grande.
“¿Tu qué crees, será verdad? Yo nunca he sabido de alguno con una más grande que lo normal.”
“¡Yo creo que sí, lástima que no podemos confirmar si este señor Paul la tiene grande, como lo está diciendo esta señora!” Le dije.
“¡Ni me lo imagino que pueda metérselo a alguna chica normal, ni que ella lo sienta bonito dentro!” Comentó.
“¡Claro que si los hay y si se ha de sentir tremendo el tenerlo dentro!”
“¿Has visto, o sabido de alguno que tenga un miembro enorme? Sabes, se me antoja, pero yo no podría, eso sí me da miedo. A ti, ¿no?”
Ya no le contesté, se me hizo que comentarle más al respecto iba a llevar la plática a más detalles.
“¿De veras, quieres averiguarlo? Tendrás que ingeniarte, siempre tienes ideas sorprendentes.”
“Ya verás, se me ocurre provocarlo entre las dos. Me di cuenta desde el salón que no nos quitaba la vista de encima, sobre todo cuando dejábamos ver un poquito más de pierna. Hubo un momento en que enseñaste los calzones al estirarte y entregar unos folletos, inmediatamente descubrió que a ratos enseñabas algo que a él le interesaba disfrutar, le seguí la vista y era claro lo que buscaba, fue entonces que yo busqué la manera de que descubriera los míos, así que tuvimos el privilegio de que nos fijara la vista desde ahí, en todo momento. Hasta ahora, hace un momento lo descubrí, se dio cuenta, me sonrió [HL1] y descaradamente continuó sin quitarme la vista de mis pechos y de mi cadera, notándosele claramente sus sentimientos lujuriosos. Te acercaste tú y nos veía a las dos, descaradamente buscando que más podía ver debajo de las telas de nuestros vestidos.”
“¡Mira, en las macetas hay pequeños reflectores que alumbran hacia arriba, si pasamos enfrente de ellos nos alumbrarán desde abajo! ¡Hagamos la prueba con discreción, y lo observamos!” Lo propuso Gloria que ya estaba más que excitada, consideraba que ya tenía la solución e iba a poder confirmar que tal estaba dotado Paul.
Efectivamente, hice la prueba, pasé enfrente de las luces, que inclusive busqué el haz más directo hacia arriba y que me alumbrara desde mis piernas, Gloria soltó la risa, me hizo la seña de ‘a todo dar’ y caminó lentamente hasta el lugar en donde estaba yo, exponiéndose a las luces. Dando el espectáculo más completo y hermoso, se le acentuaba la redondez de su trasero.
Madelaine nos había estado observando y entendió nuestra jugada. Buscó que todo mundo se retirara y a nosotras dos nos propuso nos quedáramos hasta que Horacio nos llamara. Supuestamente ella y su marido se iban a quedar con Paul para platicar con nosotras, pero, sin darnos cuenta no vimos cuando se retiraron así que quedamos a solas con Paul.
Gloria, con más experiencia, buscó la manera de provocarlo más. Se puso de pie y propuso servirnos unos tragos. Paul pidió lo suyo y ella caminó exactamente enfrente de la luz. Se le veía todo su interior, sus pantis, perfectamente, como si fuera transparente la tela, sus senos y hasta se podía distinguir el pequeño lunar que tiene cerca de su seno, igual al que yo también tengo y que nos había descubierto Horacio la noche anterior.
Le entregó su bebida a Paul, inclinándose de manera que parecía que le ofrecía sus senos. Luego fui yo a servirme algo de beber y también para Gloria. Pasé por enfrente de las luces y también ofrecí el mismo espectáculo que había ofrecido Gloria.
“¡Que bárbara, te viste deliciosa!”, me dijo
“¿Te gustó, Paul?” le preguntó Gloria. Que complementó
“¡El Cocktail que te preparó Gloria!”
“¡Maravilloso, maravilloso! ¿pueden repetirlo para mí?” pidió Paul.
“¿Otra bebida, claro ésta te la preparé especial?” Le dije,
pero entendíamos muy bien lo que quería y nos pusimos de pie y, abrazándonos de la cintura, caminamos lentamente frente a las luces. Ahí permanecimos unos segundos y Gloria hizo como que me arreglaba algo de mi vestido, me acarició el cuello y algo de mi espalda, suavemente y muy sugestiva. Paul, que casi todo el tiempo había estado callado, solo a la expectativa dijo
“¡Son hermosas, tienen unos cuerpos deliciosos, las quisiera ver totalmente desvestidas!”
“Ya nos estás viendo, con la luz desaparecen los vestidos.” Le dijo Gloria.
“¡Si, pero mejor totalmente desnudas, quiero ver cómo se cambiaron los vestidos en el congreso!”
“Es muy complicado, nos quitamos los vestidos solamente si tú te desnudas para nosotras.” Le dijo Gloria
y esperamos su respuesta que tardó unos segundos solamente, mientras tanto Gloria me abría el vestido entre las piernas, dejándole ver mis pantis y me dio la vuelta para que viera mi trasero, los pantis me quedaban a la mitad de las pompas, como traje de bikini. Todo como maña para excitarlo más.
¡Al fin de cuentas la respuesta anhelada!
“¡ESTOY DE ACUERDO! ¡Vamos, déjenme quitarles yo los vestidos, pero también tengo curiosidad de saber quién de las dos es la esposa de Horacio!”
Gloria saltó de repente y dijo que ella era Silvia, su esposa, contoneándose muy sugestivamente.
Después de esa pausa Gloria empezó a quitarme el vestido, a bajarme los listoncitos que eran trabajosos. Me quitó el sostén y Paul me detenía de la cintura, apretándomela y haciéndome sentir un cosquilleo irresistible y metiéndome dedos en los lados de la cadera, ¡QUE MARAVILLOSO SENTIR MANOS EXTRAÑAS TOCANDOME!, me bajó los pantis que ya se veían húmedos, los aventó al lado y empezó a desvestir a Gloria, que fue muy sencillo, solo le bajó el tirante y dejó caer el vestido, en una sola pieza, un solo movimiento, éste quedó hecho bola en el suelo. Ella se veía despampanante, un cuerpo hermosísimo, su pubis abultadito debajo de la seda de sus pantis, marcándole sus labios y su rajadita. ¡Para comérsela con la lengua!
Pero como Paul seguía ocupado conmigo, ya alocado, super excitado, entre los dos le bajamos los pantis a Gloria que ya estaban empapados, la traicionaban, se les notaba. Los ojos de Paul, y creo que también los míos, estaban atentos a tanta belleza que emanaba de Gloria, su pubis invitando, y esos labios que cubren la entrada a su vagina.
Como Paul seguía vestido, Gloria fue y le bajó los pantalones, como para despertarlo de su sueño, él se quitó la camisa y ya yo le quité sus calzoncillos, dejándolo totalmente desnudo y fue cuando pudimos apreciar su bello miembro.
“¡QUE BELLO, BELLISIMO PENE, REDONDITO Y LISO CON UNA CABEZA ENORME!”
Que Gloria había dudado existiera de ese tamaño y grosor. Cuando lo descubrimos y se lo tentamos creíamos que ya estaba bien paradito, pero, o sorpresa, después se le paró bastante más al sentir el calor y humedad de nuestras manos y descubrir nuestras pepitas deseándolo.
“¡QUE RICO!” gritó Gloria.
Él se sonrió, nos acostó sobre la mesa central, una junto a la otra y se dedicó a comernos las pepitas. Nos las dejó bien ensalivadas.
Nos acariciaba nuestros muslos que a ratos besaba, los lamía y a ratos nos abría con las manos las asentaderas.
Debido a su seriedad nos abstuvimos de hacer algún comentario, pero nos moríamos de ganas de decirle algo por la admiración que sentíamos al tenerlo para nosotras.
Nos bajó de la mesa y nos pidió nos recostáramos sobre un sofá muy ancho, una junto a la otra. Nos dijo que sabía que nos gustaría sentirlo todo adentro, pero que tuviéramos cuidado, que solo lo dejáramos entrar hasta que nos fuera confortable, que de todas maneras él iba a procurar nos gustara. Que lo iba a ir metiendo lentamente para darnos tiempo por si nos provocaba algún dolor o molestia.
En ese momento no supe por qué inició conmigo, después nos dijo que me escogió porque como era la soltera yo tendría menos experiencia y tendría que meterla con más cuidado.
Me detenía de las caderas e inició ensalivándome más, Gloria coopero metiéndose el pene en la boca, solo le cabía la cabeza, llenándolo más de saliva.
Efectivamente inició muy lentamente, sentí una descarga eléctrica al sentir su glande que me rosaba la piel de mis muslos, desde ese momento perdí la noción del tiempo, ya no sabía si tenía miedo o si el tamaño me molestaba. Me fue entrando sin molestias, sí sentía que me estiraba fuertemente la piel de mis labios y la sensación de como entraba en mi vaginita, sentía el rose de su carne sobre la piel de mi interior, causándome un estado de locura. Lo sentía entrarme y entrarme más y más, sin sentir el fondo de mi vulva. Yo me sobaba el vientre por fuera, para ver si sentía hasta donde iba, pero no podía concentrarme. Llegó un momento en que sentí que había llegado hasta el fondo, hice movimientos de vaivén y de arriba para abajo, como ya había aprendido en una ocasión anterior, y me entró toditito este miembro. Increíble la sensación de tener ese pedazo de carne todo dentro de uno. Se quedó quieto dándome oportunidad de recuperar el conocimiento y de sentir el inicio de un orgasmo interrumpido que me enloquecía.
No eyaculó, se dejó salir también lentamente, dejándome gozar mucho más tiempo, siempre paradito, y sobre todo gordito y muy duro. Mientras tanto Gloria estaba atenta a todos mis movimientos y a cualquier muestra de dolor. Se fijó también que ya cuando parecía estar todo adentro, yo hice unos movimientos ¡Y ME ENTRÓ MÁS, EL POQUITO QUE FALTABA! Ya sentí el roce de sus huevos en mi piel entre las piernas, ¡SEGURO AHÍ ESTABA BIEN ACOMODADO!
¡YO ME SENTÍA FELIZ!, ¡LLENA, COMO MUJER COMPLETA, REQUETEBIEN ………! COGIDA!
“¡Que linda te ves, contentísima, que rico, ahora me toca a mí, ojalá y también yo termine así!” me alcanzó a decir mi amor de amiga.
A Gloria, que se le notaba el miedo que tenía, abrió sus piernitas, me abalancé a chuparle su pepita y de esa manera calmarla y también diciéndole lo hermoso de la aventura que yo acababa de vivir y que ahora ella iba a experimentar.
“Ahora gózala y guárdala como un precioso recuerdo, te vas a sentir muy bien después y no te va a doler.”
“¡ABRE LAS PIERNAS!”
Le ensalivé muy bien el pene y él le ensalivó sus labios. Al tocarle con el glande su vagina, Gloria, que yo ya sabía que es muy ruidosa, dijo fuerte, casi gritando
“¡AAAYYYY!”
“¿Te lastimé?” pregunto Paul.
“No, ella es así, se emociona mucho” le dije, “¡y no para de hablar, se emociona!”
“Es como a mí me gustan” dijo Paul satisfecho y en ese momento inició su penetración.
Esta vez lo hizo con menos cuidado que conmigo, considerando que Gloria debería de tener más experiencia y haber aprendido en el matrimonio. De todas maneras, se la metía un poco y paraba. Cada vez se escuchaban sus rugiditos y sus pujidos y expresiones, respiraba muy fuerte, algunas veces Paul le preguntaba si quería que siguiera o ya se sentía molesta, pero como siempre ella le contestaba que más y más y continuaba con sus sonidos, entonces Paul seguía y al final ya sin preguntar, disfrutando los gritos de mi amiga que gritó
“¡OOUUGH! ¡¡¡¡MÁS MMMMMM MÁS, MÁS!!!!” bien fuerte. Como indicándole que ya había sentido un orgasmo, o su límite.
Él lo noto y continuaba metiéndosela hasta que le llegó a algún lugar en donde Gloria sí consideró que era su límite, y le pidió que esperara. Le recordé los movimientos, los hizo y continuó pidiéndole a Paul que siguiera para hacer la prueba, pero ya más despacito y con puro pujido
“¡MMFFMMMMFFFF!”
Paul paró y se quedó quieto, sin movimiento, dice Gloria que sentía muy claro cómo le pulsaba su pene dentro. Ya confirmé que su pene estaba casi todo dentro de ella, solo dejaba ver una pequeña parte del grueso de un dedo. El cuerpo de Gloria había aceptado todo ese pitote.
“¡HAY HERMANITA, QUE RICO! ¡LO TIENE BIEN PARADITO Y TODO DENTRO DE MI! ¡NO QUIERO QUE SE ACABE! ¡COMO LE HAGO PARA QUE DURE MUCHO!”
¡Ya no pudo decir más!, explotó con un
“¡OUGH!”
Y me jaloneó. Paul se enderezó con toda calma y como yo había permanecido junto de ellos, boca arriba, me jaló de mi pierna y materialmente me hizo que me montara sobre de la pobre de Gloria, quedando con ella vientre contra vientre, pero nuestras pepitas expuestas a su disposición muy cerquita una de la otra.
Todo el tiempo había permanecido con el pene dentro de Gloria, dándole empujoncitos suaves a ratos, manteniéndola perdida en su orgasmo, pero de repente se estremeció, me abrazó y me dijo que lo quería mantener dentro.
“¿Cómo le hago?” me preguntó, ya perdida en su inconciencia.
“¡APRIÉTALO CON LA VULVA!” le dije, imaginándome que el pene ya había pasado de la vagina.
No me oyó, pero Paul se lo fue sacando lentamente y eso la provocó más enloquecimiento. Se veía hermosa, cerraba los ojos y apretaba sus labios y me besaba y arañaba violentamente.
En eso Paul se la sacó y me la metió sorpresivamente,
¡¡¡QUE MARAVILLOSO!!! ¡¡¡DE REPENTE, HASTA DENTRO Y DE UNA SOLA EMBESTIDA!!!!
¡Se salió de mí de nuevo e inmediatamente se lo volvió a meter a Gloria!
¡¡¡Dos o tres bombazos hasta lo más profundo de ella, y en eso inició su eyaculación y, aun chorreando, se lo saco y de un solo golpe, me lo volvió a meter!!!
¡¡¡De nuevo con toda su fuerza, hasta dentro, esta vez completando su eyaculación, pero ya dentro de mí!!! ¡¡¡Que rico, que calientito y sabroso!!!
Y en eso me tocó a mí decir en voz alta, casi gritando:
“¡¡¡¡MÁS, MÁS, ¡¡¡¡MI AMOR!!!!” Seguramente es lo que le digo a Horacio, pero es lo que sentí en ese momento.
¡¡¡A LAS DOS NOS DEJÓ DENTRO PARTE DE SU SEMEN, MUY DENTRO!!!
Antes de que Paul llegara ya a su límite y cuando ya estaba a punto de explotar en este orgasmo, cuando dejó ir saliéndosele el pene, suavecito, le preguntó a Gloria si no tenía miedo de quedar embarazada. Ella le contestó
“¡VEN PAPITO!, VACÍATE TODOTO DENTRO DE MÍ, ¡SOY TODA TUYA! ¡POR FAVOR ÉCHAMELO!” para animarlo a que se vaciara dentro de ella.
Bombeó un par de veces más dentro de Gloria y dejó le saliera algún otro resto de su semen que ya le había dejado dentro, pero antes de terminar de vaciarse bien en ella me la volvió a meter, otra vez repentinamente, muy fuerte y muy adentro y terminó de explotar completamente, también depositando algún resto de su semen. Nos lo dejó a las dos, nos quedamos con su lechita escurriendo, abundante, ¡MUY RICA!
Gloria me detenía abrazándome y él jugando y amasándome mi trasero. Mi parte del semen me escurría, lo sentía calientito que le caía a Gloria directamente en su pepita, que me quedaba debajo. Gloria pasó una mano y comenzó a embarrarse el semen en la piel de su pubis. Yo lo sentía y busqué hacer lo mismo con lo que a mí me quedaba.
Nos preguntó si nos había gustado, ya le contestamos efusivamente que inmensamente y, claro, Gloria con un grito le expresó lo que ella sintió.
“¡ME ENCANTÓ, RIQUISIMO, QUE LINDO ERES!”
Sonrientes y felices las dos, él se puso feliz de que le agradeciéramos lo que nos dio y dijo que era la primera vez en su vida que veía haber complacido plenamente a alguna mujer, que nos quería a las dos y que no sabía cuál había sido mejor, sobre todo cuál de las dos le había succionado su pene al tenerlo dentro de nosotras.
Le agradecimos lo que nos había dado y contestó que él nos agradecía a nosotras porque nosotras habíamos sido las que habíamos hecho todo y le habíamos dado un recuerdo que nunca olvidaría.
“Las sentí felices a la hora que me dejaba ir dentro de ustedes, siempre me dejaban ver sus caritas sonrientes y felices, pidiendo más. Ojalá y lo pudiéramos repetir otra vez, ¿Cómo la ven ustedes? ¿Creen que se podrá?”
“¡FELICES LAS DOS DE REPETIRLO CADA VEZ QUE SE PUEDA!”
“¡CUANDO QUIERAS Y CUANTAS VECES TE GUSTE!” Le contestamos con mucha alegría.
“Nosotras pedimos permiso, no te preocupes, ya nos ingeniaremos, somos mujeres.”
Y nos le abalanzamos a abrazarlo y besarlo y le besamos y chupamos su pene, ya con sabor y olor a nosotras. Lo acostamos boca arriba y le acariciamos sus pechos y sus huevos se los acariciábamos, nos los metíamos en la boca, alternadamente y se los besamos, lo que pareció que le encantó. Él no dejó de besarnos y, de vez en cuando, de meternos dedos en nuestras vaginas dedos que le chupábamos, también él, después de meternos sus dedos, se los chupaba.
Por un rato nos dejó boca arriba y se dedicó a vernos, a admirarnos y a estudiarnos nuestras vaginas, nos succionaba nuestros clítoris y relamía nuestros labios. Nos ensalivaba el pubis, nos volteó boca abajo y nos lamió los anos que, por lo menos el de Gloria, ya estaba completamente lubricado con el semen que se nos había escurrido, aunque poco, yo también se lo lamí y sentí mucho placer hacerlo junto con Paul. Él le acarició sus nalgas y a mí me entró la locura y se las mordí, aunque suavemente.
Pasamos el tiempo y gozamos su plática y jugueteando con sus huevos, pero él no nos dejaba nos vistiéramos, nos seguía acariciando apasionadamente, nos sentíamos muy bien y relajadas, aunque cansadas y un poquito lastimadas por el esfuerzo, tratábamos de mostrar aún alegría y felicidad, lo que también lo complacía, pero no nos dejaba que regresáramos a nuestra suite, en eso llamó Horacio para que regresáramos, ya no le quedó otra.
Tanto Gloria como Paul se preocupaban por el qué le íbamos a decir a Horacio, qué habíamos hecho y en donde habíamos pasado el tiempo.
Gloria, confundida, calló, pero yo, creo que como no aparecía como la esposa, opiné libremente que él se iba a alegrar y que le gustaría vernos ensartadas juntas.
Me gustó mucho que se preocuparan, sobre todo Paul. No quise decir nada en ese momento, primero para no echar de cabeza a Gloria, como su esposa y luego para conservar el respeto que le deberían de tener a Horacio.
Nos vestimos a medias, a la carrera, o mejor dicho, nos echamos encima los vestidos con los que llegamos, salimos y en el camino Gloria insistía en saber que se le iba a decir a Horacio. Le contesté que todo, aunque sí me preocupaba
“¿Cómo, que vas a decirle?”
“Todo y con detalles, así acostumbramos nosotros y así hemos sido felices, no te preocupes, a él le encanta saber lo que hace su mujercita. También a su mujercita le encanta saber lo que él hace. Lo malo es que yo he abusado porque él me ha dado más oportunidades.”