BienveniDA A LA JUNGLA!

De como la visita de una aborigen me alegro las tardes

BIENVENIDA A LA JUNGLA!

La experiencia de cómo mi sirvienta Aborigen vino de la selva a vivir en una jungla de lujuria.

He leído estos relatos y me han parecido interesantes, las cosas que les llegan a ocurrir a personas comunes y corrientes, y me dio la idea de publicar algunas de mis anécdotas sexuales.

Me considero un chico común, aunque no me considero guapo, tampoco feo, nací en Cuenca, aunque mis antepasados provienen de un pueblo minero mas al oriente donde una empresa minera italiana se había asentado hace ya bastantes años atrás.

Tengo 28 años, soy profesional, cabello castaño claro, ojos verdes, tez blanca, de contextura delgada, pues me gusta correr y procuro alimentarme sano. Las personas me encuentran una persona divertida, alegre y las mujeres que les gusta como soy.

Hace años cuando estaba en la universidad estudiaba hasta muy tarde, me quedaba haciendo trabajos hasta amanecer, muchas veces vi el sol salir y mi angustia aflorar al ver que no terminaba algún trabajo que tenia que presentar.

Yo como la mayoría de los hombres, por mas que tengamos novia, no despreciamos jamás un culito nuevo ja ja ja, y como dice una canción de Mago de Oz, polla dura no cree en Dios. Así que tenia por costumbre comerme a las empleadas que podía que llegaban ami casa, claro que algunas se salvaron y otras no me gustaban.

Pero esta que cuento es especial, pues el día que llego se nos había ido la sirvienta anterior porque su marido se la llevo a Estados Unidos.

Mi madre se puso a buscar otra empleada que le ayude con los quehaceres domésticos pues ella trabaja, mi padre igual y yo estudiaba, yo le decía que contrate una sirvienta de la costa, que esas son mas calientes en la cama y les encanta culear.

Mi madre llevaba buscando varios días una sirvienta, entonces una tía que vivía en el Oriente le consiguió una sirviente aborigen y se la mando para la cuidad, mi madre fue a recogerla de la terminal de autobuses.

Yo me quede en casa en mis tareas diciendo, esta seguro será alguna india fea que no sirve para nada y capaz que no sabe ni lavar, sin esperanzas de que venga una sirvienta agradable.

Cuando mi madre estaciono el coche, ni siquiera salí a ver que tal era, no me interesaba para nada, lo único que pensaba era en hacerle la vida imposible, para que se vaya y mi madre contrate algo que valga la pena.

Cuando mi madre me llama y me la presenta diciendo que le indique yo lo que tiene que hacer porque ella se tiene que ir al trabajo, me dirigí a la cocina y cual fue mi sorpresa.

Una pequeñita muñequita, de piel tostada por el sol, con su mirada baja, asustada de todo lo que veía, todo era nuevo para ella, tenia los ojos negros y con rasgos asiáticos, su nariz chiquita y respingada, parecía una ardilla, su cabello lacio, negro que le llegaba  a su cintura, media no mas de 1,50, con unas tetitas ni muy grandes ni muy pequeñas, paraditas con sus pezones sosteniendo la tela de su camisa, se veía que no llevaba sujetador, pues en la selva no sabría que es eso, las aborígenes van con el pecho descubierto.

Tenia una falda celeste que le llegaba bajo la rodilla, peor dejaba ver unas pantorrillas torneaditas, carnosas y duras, producto de sus caminatas por la selva, su vientre plano, gracias a su alimentación sana y sin tanta grasa como la comida chatarra que comen las mujeres “occidentales”. Su falda por mas discreta que parezca no lograba disimular lo respingado de su trasero, se veía unas dos grandes y redondas nalgas atrapadas por esa falta descolorida.

Seguramente que para ella eran sus mejores ropas, pero estaba muy mal vestida, lo que no evito que mi verga se ponga dura.

Mi madre a modo de reprimenda me decía todo lo que le tenia que decir y las indicaciones que debía de darle y lo que tenia que hacer, y soltándome un montón de tonterías que ni le prestaba atención, solo respondía si a todo, mientras mis ojos disimuladamente se deleitaban con la aborigen.

Al fin mi madre se marcho y me dejo a solas, mi verga automáticamente se puso aun mas dura y después de cerrar las puertas, me dirigí de nuevo a la cocina y le dije que me acompañe a lo que será su nueva habitación, ella agarro en sus manos una bolsa con sus pocos trapitos y me seguía, alo que yo le decía que suba las gradas primero, pues no me quería perder detalle de ese lindo culo, así que atrás de ella iba viéndole y me agache a verla por debajo de la falda pero no vi nada, la cogi de la cintura para guiarle por la casa, a lo que ella salto del susto, la pobrecita estaba que temblaba como gelatina de los nervios.

Le decía que no tenia que tener miedo y le pregunte como se llamaba, de donde venia, cual era su edad?. A lo que respondió que se llamaba Ángeles, que venia de una comunidad shuara de Macas, y que tenia 16 años.

Mi verga me reventaba al oírla, me sorprendí al ver que con tan corta edad se cargaba semejante culo. La lleve a su habitación que daba  a la terraza y a una escalera que bajaba directamente a la cocina, sin pasar por el resto de la casa.

Le enseñe la casa, de las cosas que se tenia que encargar y le enseñe a manejar la cocina, porque pensé que no sabría encender la vitrocerámica.

Entonces en mi se prendió el foco y me surgió una idea, al verla recien llegada de viaje le dije que en casa somos bastante limpios y que antes que nada se debe de bañar y que luego de ello se ponga con sus tareas. Abrió los ojos asustada, pero no alego nada y obedeció.

La deje que se duche y yo me fui al estudio a hacer mis cosas pero no lograba sacar de mi mente la calentura, mi verga pedía a gritos sexo. Y no conseguía concentrar meen mis actividades, estaba pendiente de ella, y cuando escuche apagarse el calefón de gas, subí al estar simulando que veo una revista para verla salir del baño, salio envuelta en una toalla que yo mismo se la di, pero es que le tapaba todo, solos se veía su linda carita y su cabello mojado, y se dirigió a su habitación regalándome apenas una sonrisa nerviosa.

Baje  continuar con mis tareas resignado a que tenía que esperar y fraguando la estrategia para llevármela a la cama lo antes posible.

Después de unos minutos la escuche bajar las gradas, la llame al estudio y comencé a interrogarla y contarle de mi y de cómo es la familia, de que se sienta acogida y con toda confianza, que no vea en mi al hijo de la jefa sino  aun amigo, ella se intereso mucho por las cosas que hacia y me preguntaba, luego conversamos de música y tonterías varias para ganarme su confianza.

Así pasaron los días, aprovechando yo que mi madre se marchaba de casa dejándonos solos para ir a por ella cada mañana. Veía como a poco ella también dejaba su desconfianza y ya bromeaba conmigo.

El primer contacto que se genero entre los dos, surgió una mañana cuando volvía de correr y me disponía  a desayunar, mi madre que ya había desayunado se marcho de casa diciéndome que no olvide ir a clase.

Estaba yo en la cocina tomando agua después del ejercicio físico mientras se calentaba mi desayuno, al tiempo que Ángeles estaba fregando los platos. En ese instante mis instintos despertaron poniéndome dura la verga y yo solo contemplaba como Ángeles de espaldas a mi fregaba los platos vestida de un pantalón deportivo negro con una línea blanca a lado, que le dibujaba muy bien esas nalgas respingadas, que “sabrosa que se veía”, me estaba poniendo mas y mas caliente solo con verla mientras tomaba agua, y sin poder contenerme me acerque por detrás de ella con el pretexto de coger mas agua, me apreté tanto a ella para que sienta como mi verga le abría las nalgas, ella no hizo nada para apartarse solo sonrío al verme aparecer por su hombro con mi mano extendida con el vaso de agua y ella con sus manos llenas de jabón.

Llene el vaso y me aparte, pues tampoco deseaba asustarla y que se vaya de casa, me tome el vaso de agua mientras seguía contemplando su culo, sus caderas, su cinturita, en fin mis ojos se  estaban dando un festín que provocaba que mi verga se llene de sangre.

Me termine el otro vaso y me dije a mi mismo es ahora o nunca, disimuladamente me baje el pantalón dejando apenas libre mi lanza, me acerque de nuevo a ella con el vaso en la mano, pero esta vez me agache un poco y sentí como mi verga se abría paso entre sus piernas, al tiempo que decía que necesitaba otro vaso de agua, ella no se movió, solo me veía nerviosa pero sonriente con sus manos llenas de jabón.

Le bombeaba unas tres veces y al ver que no se hacia a lado ni nada, y mirándole a los ojos que me contemplaban bien abiertos, solté el vaso y deslice mi mano por su abdomen que estaba mojado y frío por las salpicaduras de agua del grifo.

Le acariciaba y ella no se hacia a lado y yo como gilipollas me llene de remordimiento y me retire de nuevo. Ya en la mañana en mi estudio mi cabeza no dejaba de pensar que ella no se había asustado de mi acoso, sino mas bien continuaba ahí, dispuesta a ver que sucede, mas bien soy yo el cobarde que no supo que hacer.

Pase la mañana atormentado por la idea de que ella no se negaba a mis instintos y que era cuestión de que le ponga mas ganas y lograría mi objetivo, pero la universidad también molestaba mis pensamientos, pues esa mañana tenia que entregar uno de los trabajos, por lo que subí a mi habitación a bañarme y me fui a clases, pero aun así no me quitaba de la mente la imagen de su carita sonriente cuando la punteaba en el lavaplatos.

Regrese ya en la tarde a clases con la mala noticia de que debíamos presentar un trabajo al siguiente día, por lo que llegue, salude a mis padres y me lleve algo de comer al estudio.

Mas a la noche mis padres terminaron de cenas y subieron a dormir y Ángeles se quedo en la cocina lavando y limpiando y mi mente pensaba en el trabajo de la universidad pero mi verga pensaba en Ángeles.

Aprovechando que ella estaba en la cocina, subí a su habitación y le quite el seguro a su ventana que daba a la grada de la terraza, le deje entreabierta pero sin que ella se diera cuenta.

Baje de nuevo y me regrese al estudio, cuando ella termino sus tareas me trajo un vaso de le he que le había ordenado mi madre y me hizo un rato compañía mientras yo hacia el trabajo, peor no me concentraba, con pretexto de enseñarle a usar la computadora deje mi trabajo y me dedique a lanzarle piropos sobre su belleza, mas después ella dijo que no me molestaba mas y que se iba  a descansar.

Ya todos  dormían, solo yo estaba despierto haciendo ese maldito trabajo que logre terminarlo a eso de las 12:30 de la noche,  faltando solo imprimir, lo que haría mañana, pues a esa hora mi mente pensaba en todo menos en el trabajo.

Subí a mi habitación, me cambie de ropa, poniéndome apenas una camiseta y cerré la puerta de mi habitación, pero conmigo afuera de ella, para que nadie sospeche nada si se levantaba en la noche al baño.

Baje las gradas sin hacer ruido y en penumbras, me fui por el comedor  ala cocina y de ahí subí a la terraza por la grada de atrás, llegaba como un delincuente hasta la ventana de Ángeles y despacio la recorría tratando de no hacer ruido, me escabullí en la ventana y cerré de nuevo la ventana lentamente.

Al abrir las cortinas vi ese hermoso espectáculo, su cuerpo que apenas se divisaba en la oscuridad tapado por las mantas de la cama, me saque la camiseta y me metí por debajo de las sabanas lentamente intentando quedar frente  a su cara, mas no fue así, me encontré con su espalda, estaba totalmente desnuda, apenas llevaba un calzoncito pequeño, claro que no veía dentro de las sabanas ni un carajo, pero mis manos que acariciaron su espala bajaron hacia sus nalgas y no encontraron ropa alguna, mas yo pensando que dormía con una bata.

Me acerque mas a ella y la abrace, sintiendo su espalda desnuda contra mi pecho y en mis manos sus duras tatas que delicadamente la acariciaba para que no despertase, baje mi mano por su vientre que ardía al cercarse a su conchita. Metí mis manos dentro de sus calzones esperando ser recibidos por un espeso pelaje negro como su cabello, mas no fue así, (después me entere que las indígenas casi no tiene vello pubico). Mis dedos se abrieron paso entre sus labios vaginales acariciando su clítoris una y otra vez, logrando que se excitara y e ponga cada vez mas húmeda y de sus sollozos arrancar gemidos suaves y su cuerpo se comience a mover, lo hacia delicadamente tratando de no despertarla pero fue inevitable, se despertó asustada se dio la vuelta y al verme ahí me dijo:

-          ¿Qué hace aquí? Esta loco!

En la oscuridad lograba ver le blanco de sus ojos que se abrieron asustado al verme ahí. No dije nada solo intente besarla pero ella retrocedió su cabeza, haciendo que mis labios se estrellasen contra sus mejillas, pero lo volví a intentar y esta vez me correspondió, dio la vuelta su tronco y me abrazo, continuábamos besándonos y mi mano derecha continuaba entre sus calzones acariciando su clítoris. La bese  el cuello, las orejas, y baje a sus pechos los que al besarlo provoco que ella arqueara su espalda de excitación mientras mi manos seguía jugando con su vulva.

Nos besábamos cada vez mas intensamente, me logre desprender de mi boxer y escabullirme entre sus piernas que abiertas me esperaban, sentía como la piel interior de sus muslos calidos acariciaban mis costillas, al tiempo que mi cuerpo ascendía entre  sus piernas con mi boca buscando la suya, no sin antes lamerle sus pechos, sentí como mi verga besaba la humedad de su conchita húmeda.

De nuevo volví a descender pues una de las cosas que mas me encanta es chuparles el coño, así que no podía dejar pasar esta ocasión, descendí y puse sus piernas sobre si hombros, sus muslos apretaban mis mejillas y mi lengua bailaba salsa con su clítoris, como la chupaba, metía mi lengua lo mas profundo posible, le relamía como si fuera un niña con un helado, entre las comisuras de sus labios vaginales, me bebía sus jugos que cada vez eran mas.

Subí entonces hacia ella y con la punta de mi verga ascendiendo por su ombligo, le puse entre sus pechos y los cariaba con la punta de mi mástil, pero cuando quise que ella se lo tragara, no lo quiso, no accedió y no insistí pues ya era mucho lo que estaba recibiendo como para cagarle la noche.

Al ver que su boca se rehusaba a albergas mi verga busque otro orificio donde albergarlo y con sus pequeñas manos que no alcanzaban a cubrir el perímetro de mi verga ella lo agitaba suavemente, soltándolo solo para abrazarme cuando estaba de nuevo entre sus piernas. Me sobe con mi verga sobre los labios de su concha, estaba roja, hinchada, sus movimientos cada vez eran mas intensos indicándome ser penetrada. En postura de misionero con sus piernas abiertas abrazadas a mis costillas, procedí a introducirle lentamente contemplando desde arriba como sus ojos se blanqueaban mirando al infinito, sus manos se clavaban en mi espalda aumentando mi excitación, sus piernas me abrazaban mas fuerte como si de una anaconda constrictor se tratara. Mi verga iba entre sus humedades penetrando mas y mas adentro de sus entrañas, ella levanto su cabeza y me mordió el pecho y su pelvis se presionaba contra la mía deseando que le meta hasta las pelotas.

Comencé las embestidas rítmicamente, a veces lento a veces rápido pero cada vez mas intensas, nuestros cuerpos comenzaban a traspirar y nuestras bocas no dejaban de besarse, nuestras lenguas eran presas de una danza lujuriosa llena de pasión desbordante. La humedad desprendida por su excitación comenzaba a mojar las sabanas y hacer sonoras las chapoteadas en cada embestida.

Para no hacer mas ruido tuvimos que bajar un poco la intensidad, pues no vaya ser que despierte a mi padres y ahí si que la liábamos. Ahí fue cuando mejor decidí botar una manta la suelo para poder dar rienda suelta sin tener temor a los sonido.

Ya en el suelo, cambiamos de posición y ella su subió encima, comenzó lentamente a moverse pero su excitación o le cabía en ese pequeño cuerpo, pues sus jugos empezaban a descender mojando mis caderas y alguna que otra gota saltaba a mi rostro y me pecho producto de su enérgico cabalgar que cada vez iba subiendo de intensidad, sus manos apoyadas sobre mi pecho me introducían las uñas aforrándose a mi salvajemente, entre las penumbras sus cabellos se alborotaban al ritmo de sus embestidas. Sus caderas se agitaban para atrás y volvían para adelante con mas fuerza, mientras mis manos se agarraban a sus nalgas, a esas ricas y grandes nalgas indígenas. Alce mi rostro y con mi boca atrapaba de cuando en cuando sus pezones para chuparlos, cosa que provocaba en ella mas furia, lo que le provoco el primero de sus orgasmos, se había mojado tanto que parecía que se había orinado sobre mi y cayo sobre mi pecho rendida besándome, pero yo aun no estaba saciado, por lo que la acosté boca abajo y acostándome sobre ella, metí mi verga entre sus nalgas hasta llegar  a su conchita que húmeda me esperaba, seguí y seguí dándole ahora yo con fuerza, devolviéndole en algo la emergía por ella desbordada. No tarde mucho en venirme pero sabia que entre la excitación que tenia y que no lleva protección la iba a llenar de leche, por lo que cuando estaba terminando saque mi verga de su coño y lo regué en sus nalgas y su espalda, fue un torrente que sentí reventarse mis bolas.

Acostándome sobre ella extasiado y nos quedamos abrazaditos besándonos como si se tratara de dos enamorados, ella no hablaba mucho pero que bien culeaba, eso era lo que mas me importaba en esos momentos. Me pregunto de cómo había ingresado a la habitación y de lo mucho que le gustaba, le dije que también me gustaba mucho peor que quisiera que esto quede entre los dos para que mi madre no la mande y así poder seguir estando juntos, que ese seria nuestro secreto.

Luego volvimos a hacerlo de nuevo y esta vez si que demoramos mucho mas, pues terminamos mojados de sudor, estábamos empapados, nuestros cabellos estaba húmedos de tanto sudar, pero que rico que nos habíamos pasado esa noche tan intensa y yo con la tranquilidad de poder hacerlo sin preservativo pues al ser una indígena esta es sana y no tiene ninguna enfermedad rara que suelen tener las occidentales.

Luego me regrese por el mismo camino y con el mismo cuidado de no ser descubierto, con la verga ya exprimida y adolorida e tanto culear, llegue ami habitación  y me bañe nuevamente para quitarme el sudor y el intenso olor a sexo que bañaba mis bolas y mi verga.

Ya les contare como siguieron el resto de días.