Betsi -La secretaria- 2

Si a la tarde Betsi fue una puta desaforada, no se imaginan lo que pasó a la noche en su partamento...

BETSY "LA" SECRETARIA

Parte dos

Eran más o menos las 10 de la noche cuando toqué al portero eléctrico del departamento donde habita Betsi. Escuché su voz y enseguida tras identificarme sonó la chicharra de la cerradura. Fui en el ascensor los cinco pisos y busqué el departamento "B".

Toqué timbre, se abrió la puerta y apareció Betsy envuelta en un camisolín semi transparente de color rojo. A través del vislumbre que venía del interior noté que tenía puesta ropa interior oscura. Pasé, se me colgó del cuello y besándome sobre los labios me dijo: "Creí que no vendrías después de la paliza que nos dimos esta tarde", "Paliza es la que nos daremos más tarde", le respondí pellizcándole la cola. Dio un respingo y me cedió el paso hacia un coqueto living. "Vení, estoy con una amiga muy querida".

Casi me caigo de culo. La amiga "tan querida" no era ni más ni menos que Kenya ¡otra de las secretarias!

Kenya lucía formidable: apenas cubierta por un deshabillé muy corto que dejaba a la vista el nacimiento de unas tetas pequeñas pero turgentes y hacia abajo, siendo corto como digo, se podía ver un par de piernas soberbias. ¡Dos minas sensacionales! Ambas estaban descalzas y todo indicaban que se habían preparado "para la guerra". Betsi me convido con un trago y acomodados en el living charlamos sobre cosas diversas hasta que Betsi dijo: "Para una cita informal te has venido muy bien vestido"; lucía yo un pantalón sport, remera al tono y calzaba sandalias. "No sabía que íbamos a estar tres". "¡Sí!, lo que tenemos que hacer aparte de charlar, lo vamos a hacer los tres juntos" –respondió a boca de jarro Betsi- y tomándome de la mano y a Kenya con la otra, comenzó a conducirnos hacia una habitación al final del corredor interno. Era una habitación pequeña con un colchón de doble plaza tendido en el piso, dos banquetas y una mesa ratona sobre la cual pude ver un consolador de cintura bastante respetable, cremas o geles lubricantes, profilácticos y toallas de papel. Me di cuenta de que todo estaba listo para una pequeña "fiesta de a tres".

Betsi se acomodó sobre el colchón e invitó a Kenya a hacer lo propio. La recibió abrazándola y se comenzaron a besar de lengua y a tocarse por todos lados, en especial las tetas y se despojaron rápidamente de los camisolines y la ropa interior quedando totalmente desnudas ante mi vista. ¡Eran unas bestias infernales en bolas!... la piel les brillaba y los poros parecían exhumar sexo por todos lados... estaban alzadas y sin dudas querrían pija enseguida. Me preguntaba cómo iba a satisfacer a ambas a la vez, pero eso lo arreglaría llegado el momento...

Cuando estuvieron bien calientes y excitadas se lamieron las conchas y el culo y se toquetearon las tetas, las piernas, estaban como idas de calentura y mi verga se había endurecido con ese show lesbio que tenía a escasos centímetros de mis ojos.

No me aguanté más, avancé sobre el colchón, me arrodillé y di caricias a ambos cuerpos, tratando de ser lo suficientemente equitativo. Kenya me manoteó la pija y se la embuchó, pero Betsi le dijo: "¡Ah, no!, A esta la vamos a disfrutar las dos juntas", y arrodilladas se turnaban para chupármela. Kenya mamaba la verga en la punta y Betsi lamía mis bolas, las tironeaba, subía Betsi a chuparla y Kenya pasaba su lengua por toda la parte baja del tronco. La pija estaba que me explotaba y clamaba por una concha, pero las chicas seguían dándole lengua y labios como preparando "el chiche" para lo que seguramente vendría.

Me dieron un respiro que Betsi aprovechó para ir por unos tragos. Le pregunté a Kenya, cómo era que estaba ocurriendo todo esto y muy suelta de cuerpo me respondió:

"Mirá nene, hace un tiempo que las dos te tenemos hambre. Te digo que fue desde el primer día en que pasamos a tu área. Nos impresionaste con tu vos, tu figura... bueno eso nos recalentó y pactamos que te íbamos a tumbar en cuanto nos fuera posible, por eso Betsi lo hizo esta tarde y ya teníamos preparado lo de ahora".

Quedé helado por la confesión. Yo que no cortaba ni pinchaba en la empresa había calentado los ratones de dos potranquitas, teniendo en cuenta que los jefes son mucho más pintones que yo y por supuesto ¡con guita de todo color!

"Bueno, no deja de ser un halago lo que me decís..." –y me interrumpió- "Más que halago a tu persona, es un halago a tu pija a la que nos imaginábamos buena, pero no que tenías semejante pijón" –replicó- y tomándola por el medio me la sobó mientras pegábamos los labios y las lenguas danzaban de una boca a la otra. Aferrados como algas nos encontró Betsi que volvía con los tragos. "Epa... no te lo comás sola", Kenya se soltó y dando vuelta la cara le respondió "¿Te parece que me voy a poder comer toda esta vergota?", y se rieron.

Betsi distribuyó los vasos, y sentados en círculo sobre el colchón nos despachamos la rica y refrescante cerveza.

"Mirá vos –dijo Betsi a Kenya- lo que vamos a compartir" y me agarró la verga meneándola; " ¡Es preciosa y qué cabezona!", "No te imaginás lo rica que es adentro! –respondió Betsi-

A la vista, el cuerpo de Kenya era realmente muy bien formado. Sus hombros eran altos y firmes, sus tetas –quizá no exhuberantes como las de Betsi-, eran pequeñas, muy firmes y de grandes pezones y se elevaban como dos grandes aceitunas en medio de unas areolas marrones que se destacaban plenamente en esa piel, sin bien dorada por el sol, no dejaba de ser blanca. Su cintura espléndida, no más de 70 centímetros y un vientre plano y sedoso que desembocaba en una pelvis coronada por un breve triangulito de pelos renegridos, que sin dudas significaba un cuidado al menos, semanal. Debajo y entre las piernas anidaba una concha perfectamente depilada, con labios gordos que escondían a los menores entre pliegues de un verdadero nido para el amor y que era toda una promesa erótica. Sus piernas largas y finas finalizaban en unos pies delgados cuyos dedos mostraban uñas cuidadas y pintadas de color perla. ¡Una fiera de mujer en lo físico!

No tardó Kenya en darme una mamada, se puso de pie y fue hacia donde estaban los artilugios que cité más arriba. Tomó el consolador de arnés y se lo colocó. La verga plástica imitaba casi a la perfección una pija e al menos 18 ó 19 centímetros. Por entre las tiras del arnés se podía ver su concha húmeda y hábida de sexo. Vino hacia nosotros y le colocó a Betsi la verga sobre los labios. Ella no se hizo esperar y lamió y chupó la verga plástica hasta dejarla lubricada con su saliva, se tiró boca arriba el colchón, recogió sus piernas sobre el pecho y aguardó el ataque de Kenya. Ella se puso casi en cuatro y enfiló el torpedo hacia la oquedad húmeda de Betsi que comenzó a recibirla en medio de gemidos y contoneos de pelvis. Kenya cuando había enterrado más de la mitad el vibrador, comenzó a entrar y salir de la concha de Betsi, lo que hacía arrancar gemidos a mi amiga. Ante esta vista, mi pija se paró aún más y decidí buscar calmarla. Aprovechando que Kenya me daba la espalda me le acerqué, ensalivé la pija y tenté esa concha desconocida. "Guauuu", se escuchó y Kenya fue traspasada por mi pija hasta la mitad en una sola estocada. Cogíamos a dúo sobre el cuerpo de Betsi que recibía la garcha plástica mientras la mía entraba y salía rítmicamente en la vagina de una Kenya ahora enfervecida del gozo. Así nos estuvimos un largo rato hasta que Betsi pidió ocupar la posición de su amiga. Kenya se despojó del arnés y se lo pasó a Betsi quien tras colocárselo se apoderó de las nalgas de Kenya que se había puesto en cuatro esperando el ataque. La envaginó de un golpe y mientras la cogía cimbraba ese divino culo como gritando que quería la sirviera. Unté de saliva mi glande y sin más la penetré. Repetimos ese coito triple y los gemidos y gritos ahogados de gozo se escuchaban en la habitación. "Por el culo, metemela por el culo" me pedía Betsi. Saqué mi verga mojada de su cofre vaginal y sin más lubricante que sus propios jugos presioné el glande contra su anillo marrón. "Ayyy" –gritó- pero la pija ya se me iba adentro de ese canal que horas antes había transitado tan gozosamente. Betsi al sentirse enculada, enterró más el consolador en la concha de Kenya que se quejaba y levantaba y bajaba su pelvis tratando de llevar el mismo ritmo de su invasora. Era una orgía de aullidos, gemidos y suspiros. Nuestros cuerpos estaban brillantes de sudor y el olor a sexo invadía el ambiente. No hablábamos, cogíamos.

Kenya se contoneó como enloquecida cuando le sobrevino el orgasmo y Betsi que tenía, mi pija metida en el culo hasta las bolas, al ver como acababa Kenya, sintió como mi pija descargó tanta leche, que pensé que me estaba orinando. La clavé como animal varias veces más y cuando terminé de vaciarme los testículos, la saqué de un tirón y, dándole una tremenda palmada en las nalgas (como castigándola por ser tan puta) se hechó un polvo de locos. Más leche recibía, ¡mejor acababa! Quedamos deshilachados de la acabada y nos recostamos uno al lado del otro respirando agotadamente. Betsi estaba boca abajo y podía ver como con la agitación el culo le temblaba. Kenya temblaba también y su vientre parecía tener electricidad. ¡Había sido un polvo más que formidable!

Tardamos en recomponernos y fue Kenya quien recomenzó el juego. Mi pija fue su objetivo: inició una mamada tímida pero a medida en que se iba erectando, puso mayor denuedo y así unos instantes después ya podía chupar una pija bien dura. No se aguantó más y subiendo sobre mi vientre, abrió las piernas y acomodó mi pija en la puerta de su concha hambrienta. Levanté levemente mis caderas y el glande entró con facilidad para paulatinamente ir el resto desapareciendo tragado por esa vagina voraz, que no tardó en menearse de una manera revoltosa y delirante como evidente signo de que su dueña gozaba a pleno con mi mástil ensartado hasta el final. Betsi, en tanto se entretenía con sus dedos que jugueteaban en la concha y culo como plato previo. Cuando Kenya lazó un alarido contenido en el fondo de su garganta, supe que estaba orgasmando. Se batía para arriba y abajo y hacia delante y atrás sin dejar lo que tenía en la concha. Cuando acabó, se retiró lentamente como disfrutando de los últimos segundos de mi pija que pese a la paliza que acababa de darle Kenya se mantenía dura y amenazante. Betsi no desperdició un instante y se abalanzó y tras darle una mamada, se ubicó de espaldas y apoyando el culo sobre el glande inició un lento y cuidado descenso mientras se iba ensartando la pija en su aro que no ofreció mucha resistencia y prontamente se estaba cabalgando mi verga casi hasta los pelos en medio de gemidos y aullidos y hechando su cabeza hacia atrás. Era una orgía de tres y nada indicaba que pararíamos allí.

Como yo estaba acostado boca arriba, Kenya vino directamente y sentándose sobre mi cara restregó su concha en mi boca la que la recibió con sendas lamidas. Por su parte, ella apretaba las tetas de Betsi provocándole oleadas extras de placer. El culo de Kenya estaba a sólo unos centímetros de mi boca y no desprecié para darle soberanas lamidas e introducirle la punta de la lengua en ese soberbio ojete. Se sintió culeada de manera oral y no dejó de ofrecérmelo entero para mi gusto. Betsi estalló en un orgasmo incontenible y se salió hacia delante, Kenya no desaprovechó esa oportunidad y mientras le chupaba el culo, ella se prendió de mi pija y la degustó casi hasta los pelos. Con ese ritmo no aguanté más y le descargué leche dentro de su boca. Creí que escupiría hacia un costado pero, lejos de ello jugó dejándola correr por mi tronco y lamerlo por entero. ¡Eran unas putas soberanas!

Quedé casi exhausto con la acabada, descansé unos instantes y me encaminé hacia el baño donde mientras me duchaba descargué orina pues me reventaba por mear.

Cuando regresé las dos estaban fumando y mirándome, ambas me preguntaron: "¿Cómo estás papi?. Las nenas siguen con muchas ganas". "A las nenas las voy a atender como se merecen", les respondí y me tiré sobre un costado del colchón que estaba empapado en el centro por sudor, jugos y hasta semen. Las dos pícaras compañeras se levantaron y corrieron hacia el baño donde seguramente se quitarían los rastros del sexo compartido. Desde la habitación podía escuchar -aunque sin entender lo que decían-, sus murmullos y de pequeñas risas ahogadas, teniendo como fondo el chorro de la ducha.

Cuando regresaron, se estaban secando sus cuerpos esculturales. ¡Lucían espléndidas!, nadie podría afirmar que momentos antes habían participado de una tórrida sesión de sexo casi salvaje. Los cabellos húmedos caían sobre sus hombros dándoles un aspecto especial que invitaba a tomarlas por asalto en cualquier momento. Las vulvas con pequeñas gotas de agua eran toda una tentación. Terminaron de secarse, Betsi fue por más cerveza y esta vez le sumó algo para masticar pues los cuerpos pedían reponer fuerzas.

Mientras bebíamos y comíamos, nos hacíamos bromas sobre cuestiones sexuales de los tres e hice alusión a lo curioso que era esta reunión estuviera conformada por dos empleadas a mi cargo y ellas agregaron que era el resultado de una calentura que habían estado padeciendo a medida que pasaban los días en mi sección, e incluso llegaron a confesar que cada una por separado se habían hecho la paja imaginando en cómo sería el tamaño de mi aparato viril, sabor y disposición para trabajarles los orificios. Les confesé a mi vez, que en lo primero que me había llamado la atención eran esos casi perfectos culos, que podrían ganar netamente cualquier concurso de belleza. Se sintieron halagadas y dando muestra que de verdad estaban entrando en "trance" para otro round, dijeron "Estos culos están ansiosos de comer tu pija, ¿los vas a dejar con las ganas?". "Para nada" –respondí- imaginando la estrategia que debería usar con estas perras en celo.

Nos enjuagamos las bocas a las apuradas y volvimos al trajinado colchón. Las hice colocar en cuatro una al lado de la otra y dándome la espalda, de modo que quedaron con el culo en pompa. Les abrí las piernas y alternadamente enterré mi boca en cada hueco marrón. Chillaron de gusto y contonearon esos culazos. Mi lengua no les daba descanso, no solo lamiéndolos sino que hasta entraba unos milímetros hasta dejarlos bien lubricados. Betsi fue la primera en ser "apoyada" y después de traquetearle el ano fue el momento de Kenya, quien respiraba agitadamente esperando la penetración tan anhelada pero tan retrasada, quizá por que no quiso antes o por no haber dado con la verga deseada, pero el hecho que allí estaba en presencia de su mejor amiga y lista para la enculada. Sabiendo que la mía era más grande que su orificio, actué suavemente con uno, dos dedos y esparcí saliva y jugos vaginales hasta que consideré oportuno manipular con el glande la "resistencia" de ese beatífico hoyo. Cuando la sintió avanzó hacia adelante quitando el hueco. Me reacomodé y repetí la operación, mientras Betsi le acariciaba entera para mantenerla caliente. Mi glande se apoyó en su aro y pujé levemente. Gimió "Hummgggmmmgg...", pero la pija había iniciado su entrada en ese culo virgen. "Uauuuu, despacio... aghhhggg..." se quejaba mientras Betsi estaba como hipnotizada con las tetitas de su amiga y no dejaba de lamerles los turgentes pezones. Kenya no soportó mi siguiente embestida y bajó las caderas desacoplándose hacia delante y se desacopló de mi verga. "Flopp" hizo el glande al salir y pude ver el dilatado hueco de la joven. Se puso de costado en el colchón y se pasaba la mano por el culo diciendo "Ay, ¡me arde! ; la tenés regruesa, no sé como Betsi te la aguanta", y seguía tocándose el hueco.

"Vení, no seas tontita, vamos a probar de costado y vas a gozar como yegua", le dije. Medio rezongando se puso de costado. Betsi le levantó la pierna izquierda y me acomodé con la punta de la pinchila lista a entrar nuevamente. Le tanteé el orto y di un ligero empujón. Como lo tenía dilatado le entró rápido, se quejó un poco pero no se salió. Al estar con la pierna levantada el culo estaba muy expuesto y así fue como al ratito le había entrado la mitad y me hamacaba lentamente entrando y saliendo. Se quejaba y gemía y de a poco comenzó a pedir un poquito más. Obvio que no me negué y pausadamente le fui introduciendo lo que tanto le agradaba. Betsi por su parte la pajeaba dándole dedo al clítoris y Kenya acusaba el doble tratamiento. Cuando menos se lo pensó le encajé toda la verga y dio un grito al sentirse empalada por completo. ¡Ahora sí ya sos mía! Le grite y la culeé con fuerza arrancándole bufidos de placer y dolor a un mismo tiempo.

Le entraba totalmente y Betsi más la pajeaba. De tanto darle bomba me empezó a subir la leche y entre gemidos le anuncié que ya la enlechaba. Betsi tomó mi verga y tironéo hasta sacarla del ojete de Kenya y comenzó a mamarla presa de una fiebre incontenible. Le descargué leche que la cochinita retuvo en su boca para ir de inmediato a besar de lengua a su amiga y traspasarle la lechada. La degustaron por completo terminando Kenya por tragar más de lo que suponía.

Fue una noche sensacional y como ellas lo dijeron ¡me secaron las bolas! Era casi el amanecer cuando abandoné el departamento. Estábamos ojerosos y demacrados de tanto coger y acabar, pero muy felices. Me estoy preguntando ¿cuándo repetiremos?