Besos y caricias, el amor
El relato más sencillo, sólo besos, sólo caricias, sólo amor.
Entro a la habitación y te veo ahí, con esa camisa que sabes que me encanta, abrochada sólo en algunos botones —que no tardaré en terminar de desabrochar— y con un montón de pétalos de rosa extendidos sobre la cama.
Que fantasía verte así, con ese sujetador morado que me encanta, descalza sobre el suelo de mármol, mirándome de una forma que me precipita hacia ti sin retorno.
Te beso intensamente, como tú sabes bien que sé hacerlo, luego nos separamos, lentamente voy desabrochando los botones que dejaste destinados a ese propósito, y besando levemente cada parte de tu piel que queda al descubierto. Una vez he desabrochado completamente la camisa vuelvo a besarte con pasión.
La camisa cae al suelo, al cabo de muchos besos y caricias el sujetador lo hace también. Mi ropa desaparece casi al unísono y nos deleitamos pasando suave y lentamente los pétalos de rosa por el cuerpo de la otra.
Sin embargo, cuando parece que ya todo ha acabado, tú me das una nueva sorpresa. Me tumbo en la cama boca abajo y descubro que un pincel impregnado de pintura de chocolate comestible se desliza por mi espalda creando formas y dibujos. No es un adorno, no es un cuadro. Es un conjunto de figuras que te encargas de borrar con la lengua.
Por si fuese poco, aún sigues con ganas de más. Me echas un poco de agua en la espalda para quitar los restos que pudiesen quedar y luego me secas con una toalla. Pero todavía seguimos.
Me doy la vuelta, y una vez boca arriba te beso de nuevo. Me separo y me levanto de la cama, yo también tengo una sorpresa para ti hoy. Te pido que te levantes y que cierres los ojos hasta que yo te indique, tú lo haces. Cojo un bote de aceite de masaje y decido pintar con él sobre tu cuerpo. Una vez te digo que abras los ojos tú me abrazas y aprovechas para coger el bote.
Yo te dejo jugar hasta que al final dejas el bote donde estaba. Entonces nos besamos, pero de un modo diferente, el aceite hace que estemos resvaladizas y cueste más unir nuestros cuerpos, por ello nos besamos mucho más pegadas y usando nuestras manos y brazos para acercarnos. Seguimos de pie y vamos repartiendo besos y caricias por el cuerpo de la otra. Al final volvemos a tumbarnos en la cama, y tras besarnos y abrazarnos otro rato más acabamos durmiendo enganchada a la otra.