Beneplácito fugaz

"(...) Acercándome a ella, puse la mano en su pierna y sin dejar de ver su sonriente rostro, comencé a subir la mano hacia su vagina, lentamente, nadie nos veía; ella sabía lo que venía, así que no se movió, pero su rostro se abochorno, con mi mano me abrí paso entre su poca y holgada ropa (...)"

BENEPLÁCITO FUGAZ

Disfrutábamos de nuestras primeras vacaciones sin nuestros hijos, solo éramos mi esposa Karla y yo en un playa paradisiaca de Playa del Carmen, en verdad estábamos disfrutándolo, la comida y el hotel ambientado en una pequeña jungla tropical, hacían que no hubiera preocupaciones, solo diversión, tranquilidad y buen sexo, llevábamos dos noches hospedados ahí y seguíamos tan emocionados por esperar lo que nos deparaban los siguientes días y noches.

En nuestra tercera mañana salimos a caminar después de desayunar y de ahí terminamos en una de las tranquilas piscinas del lugar, la verdad es que aun y cuando sabía que mi esposa se conservaba en excelente estado físico debido a su trabajo, fue en ese momento cuando caí en cuenta que la edad le estaba sentando muy bien, pues era evidente que atraía la mirada de  los hombres jóvenes o adultos, y no precisamente por lo atrevido de su bikini o traje de baño, sino más bien por esa sensualidad innata que algunas mujeres expelen y no pueden evitar; así era ella, a sus 42 años, tenía el cuerpo de una chica de 25, más alta que el promedio de la mujer mexicana, delgada y con unos senos preciosos que entallaban su bikini de una manera excepcional, siempre atrayendo miradas por esa sonrisa que no puede ocultar…

La verdad es que el sexo vacacional fue estupendo, después de varios años de casados nos entendíamos bien en la cama, ella me pedía lo que le agradaba y yo a ella, nos complementábamos bien y ninguna práctica sexual nos intimidaba si los dos la deseábamos.

Ese tarde, después de cenar y tomar varias copas de vino, nos fuimos a la habitación y comenzamos a besarnos, ambos teníamos ganas de irnos a la cama y gozar; así que entre besos y caricias comenzamos a acostarnos en la cama, empezaba a quitarle la ropa cuando nos llegó un aviso a través del monitor que estaba en la habitación y desde el cual la administración del hotel enviaba recordatorios programados de actividades a llevarse a cabo en el resort, volteamos a ver la pantalla, pues ni mi esposa ni yo recordábamos haber programado algo, y ella dio un salto de alegría, al ver que se nos invitaba e un evento de baile en uno de los salones del hotel, desanimado por interrumpir nuestro momento, decidimos ir al a bailar un rato, bueno, en realidad mi esposa era la emocionada, ya que a ella le gusta el baile, y yo francamente, no soy muy bueno en eso, sin embargo accedí pues sabía que ella lo gozaba.

Llegamos al lugar donde sería el evento de baile y fuimos recibido por hostess muy bellas que ambientaban el lugar, también había varios chicos jóvenes que se robaban las miradas de las mujeres huéspedes, sin duda sabía que mi esposa miraba a uno que otro de esos chicos, pero sabiendo cuales eran sus debilidades, ninguno de ellos me preocupó; comenzamos a bailar y mi esposa lucia reluciente, se había cambiado y se había puesto un vestido corto, terminaba justo arriba de su rodilla, con un poco de vuelo que dejaba ver lo tonificada de su piernas y glúteos y que delineaba su silueta sensual, me sentía orgulloso de ella al ver como los demás hombres la veían con admiración y deseo, ella para mi regocijo me abrazaba y besaba con pasión, sin embargo mi condición física no es muy buena y después de dos o tres piezas de baile, debía detenerme para hidratarme y descansar, ella parecía que no tenía freno, solo se detenía a beber algún coctel que le pedía, pero de inmediato seguía bailando con alguno de los chicos del hotel que ambientaban, la verdad es que el calor y la alegría del momento, me hicieron beber más cocteles de los que pensaba y me sentí desinhibido, bastante más ebrio de lo que deseaba, sin embargo, mi esposa seguía divirtiéndose y pude notar que a pesar del baile ella también estaba bastante ebria, pues poco le importaba ya que al bailar salsa giraba y dejara ver a todos no solo sus piernas torneadas, sino la tanga que llevaba y que apenas se veía entre sus glúteos, así como el depilado que justo ahora se justificaba el habérselo hecho. Caí en cuenta que la mayoría de los hombres la estaba viendo bailar e incluso se habían sentado cerca de ella para verla girar y ver sus nalgas sensuales debajo de esa pequeña falda…

Debo admitir que eso me erotizo a mil, saber que mi esposa en ese momento era deseada por chicos y grandes, fue sensacional.

Entonces las cosas cambiaron de momento, de no sé dónde, se acercó a la pista uno de los chicos del hotel, pero este era justo lo que mi esposa llamaba un “chocolate pecaminoso”, si, a ella le gustaban los hombres negros, siempre hablaba de cuanto admiraba su resistencia física, la belleza del tono de su piel, y aunque no lo decía mucho, seguro pensaba en sus penes generalmente grandes; así que este chico comenzó a bailar junto a ella, justo en un grupo de personas que estaban bailando sin pareja, pero como en todo baile cuando dos personas sobresalen al bailar por la cadencia y sensualidad, son como polos opuestos que se atraen, así que en muy poco tiempo el  chico sujetó a mi esposa de la cintura y comenzó a bailar con ella.

Era un sujeto jovial y musculoso de no más de 27 años. Enseguida que comenzaron a bailar se sincronizaron, comenzó a girarla y hacerla comparsa de sus mejores movimientos de baile, Karla se veía extasiada, su rostro irradiaba alegría, de pronto, la pieza de salsa se convirtió en una bachata lenta, y comenzaron a bailar muy pegados, de forma muy sensual, las luces del salón comenzaron a ser tenues y todos alrededor de ellos hicieron espacio para que bailaran acorde al momento, todos guardaban silencio, yo solo veía con interés el rostro de mi esposa, se notaba abochornada, algo le decía ocasionalmente al oído ese chico, seguro en algún momento le pregunto si iba sola o acompañada, lo note, pues de inmediato su mirada comenzó a buscarme y sus movimientos en el baile se hicieron más distantes, nos vimos a los ojos y solo le sonreí; en ese momento una  de las chicas que ambientaban el lugar me jaló a la pista y comenzamos a bailar, yo no le quitaba la vista a mi esposa, ella y el chico se intercambiaban comentarios y sonreían, pero ella siempre me buscaba la mirada, como en búsqueda de aprobación, yo solo sonreía, mostrándole que no me inquietaba la situación…

Después de una pieza más, nos fuimos a la barra a beber un coctel, mientras el baile seguía, esta vez pedí bebidas con tequila, necesitaba algo fuerte en la cabeza después de todo esto; en algún momento platicamos del chico y ella se sonrojó, al notar eso le pregunte si le gustaba el chico, ella solo me miro sonriendo y diciéndome que no, pero era evidente le había gustado, era un tipo de mas de 1.80, de complexión musculosa, atlético, rostro agradable y joven, no la podía culpar, se veía era un tipo de los que miles de mujeres desean; así que seguimos bromeando sobre ese tema y lo mucho que se habían acoplado en el baile, entonces me acerque a mi esposa y en un momento de silencio, sin saber porque, le pregunte al oído:

-          ¿te lo cogerías?”

Ella se apartó un poco y viéndome sonrió nerviosamente diciéndome que estaba loco, solo sonreí y me acerque a ella, y sonriendo le pregunte nuevamente:

-          ¿No te prendió el chico?

Nuevamente sonrió, negándolo, diciéndome que no era así, entonces le dije, que apostaba a que si estaba excitada, a lo que ella nuevamente negó riendo a carcajadas, la música ocultaba nuestra platica ante los demás, así que aprovechando que estábamos sentados en la barra, le dije:

-          Te lo puedo demostrar en éste mismo instante…

Mirándome a los ojos, con sonrisa pícara me aceptó la apuesta, pidiéndome que se lo demostrara. Acercándome a ella, puse la mano en su pierna y sin dejar de ver su sonriente rostro, comencé a subir la mano hacia su vagina, lentamente, nadie nos veía; ella sabía lo que venía, así que no se movió, pero su rostro se abochorno, con mi mano me abrí paso entre su poca y holgada ropa y llegue a su tanga, con un solo dedo la jale e hice a un lado e introduje apenas mi dedo índice, era más que evidente que estaba muy lubricada, su excitación había sido total, así que saque mi dedo y mi mano debajo de su falda y llevándome el dedo a la boca, lo chupe, preguntándole

-          ¿Necesitas otra prueba?

Ella en tono de protesta y riendo, se negaba a aceptarlo, diciendo que era por el baile, obviamente no era así, pero no quería aceptarlo, nos paramos a bailar nuevamente y por momentos ella giraba a ver al chico de ébano, yo cada que la sorprendía me llevaba el dedo a la nariz, como limpiándome el labio, pero aspirando el aroma; ella entendía y se reía, estaba divertida por la situación, estaba muy desinhibida, pues sabía que contoneándose como lo hacía estaba dejando ver su cuerpo a los presentes, y creo que era con dedicatoria al chico de ébano.

A media pieza del siguiente baile se acercó el chico a mí y con un acento africanizado me pidió respetuosamente bailar con mi esposa, cuando le dije que si ella aceptaba no tenía inconveniente, él se despidió de mí, diciendo una frase que me dejo pensando: “gracias por compartírmela amigo”

Comenzó a bailar con mi esposa, esta vez Karla se mostraba menos eufórica, más controlada, pero más torpe debido al alcohol que ya tenía en la sangre, el chico le hablaba constantemente al oído y ella reía, ocasionalmente me buscaba con la mirada; al finalizar la pieza acompaño a mi esposa hasta donde estaba, y pidiendo un refresco se sentó junto a nosotros en la barra, ahí conversamos un poco, le pregunte más sobre él, mi esposa seguía atenta la conversación, aunque por pudor casi no intervenía, pero sabiendo que era de su interés yo le seguía interrogando, en un momento llegue a su estado civil y el sonriendo me dijo que era muy joven para atarse, que prefería “la vida loca” a lo que riendo le dije que le entendía perfectamente; durante toda la plática él miraba a mi esposa, pero no decía nada, cuando se veía sorprendido por mí solo bajaba la mirada y seguía conversando animadamente, pero era evidente que le atraía mi esposa.

Lo cierto es que mi esposa y yo ya antes habíamos conversado sobre invitar a un tercero o tercera a nuestra cama, pero solo había quedado en conversaciones de alcoba que solo nos excitaban al momento, nunca habíamos pensado en concretar esa fantasía común, así que cuando este chico nos seguía haciendo charla, la verdad es que vi la oportunidad y decidí dar un paso más y ver como se daban las cosas; pedí otras bebidas para mi esposa y para mí, y otro refresco para el chico, pues tenían prohibido consumir alcohol mientras trabajaban, así que después de unos quince minutos de platica y alcohol, el chico me pidió permiso de bailar nuevamente con mi esposa, ella gustosa lo tomo de la mano y comenzó a bailar, se notaba más desinhibida y el chico más en confianza para bailar intensamente con mi esposa; pero cuando más intensa parecía que se pondrían las cosas, la administración agradeció el tiempo del evento y se despidieron, invitándonos a pasar al bar del hotel en caso de querer continuar tomar un trago más. Con desilusión terminaron de bailar mi esposa y el chico y tomando esta vez a Karla de la mano, la llevo hasta donde me encontraba y llevando su mano hacia mí, me la entrego diciéndome:

-          “Gracias por prestármela, ojala se pueda repetir en algún momento”

Solo atine a decirle:

-          “Quizá”

Mi esposa solo se sonrojo, nos fuimos Karla y yo al bar del hotel y ahí nos tomamos un trago más, los dos sonreíamos y hablábamos de tonterías, pero en nuestras mentes estaba el chico, así que le pregunté directamente si se animaría a invitar al chico a nuestra cama, ella se sonrojo, pero no me dijo nada, solo decía que no lo sabía, era evidente que si lo deseaba, pero no sabía cómo afrontarlo, así que pensé que tenía que alentarla, rápidamente encontré la solución, le pregunte si ya quería descansar, a lo que me dijo que sí; ella jugueteando me dijo quería terminar lo que habíamos dejado inconcluso en la habitación, a lo que yo acepté; espere a que se terminara su trago y justo cuando nos disponíamos a caminar hacia el cuarto, que estaba como a trecientos o cuatrocientos metros, vi que cerca de ahí estaba el chico, le hable mientras mi esposa me veía confundido, cuando se acercó el chico le dije que necesitaba un favor, le dije que mi esposa ya quería irse a la habitación, pero que yo aún tenía ganas de caminar por la playa, así que le pedí acompañara a mi esposa, el chico de inmediato asintió, Karla  me veía con asombro, no sabía que decir, ni que hacer, a lo que le dije, que no había ningún problema, ella solo asintió, le pedí revisara en su bolso si llevaba la tarjeta de acceso a la habitación y me dijo que si,; yo sabía que mi tarjeta de acceso la llevaba conmigo, así que sin más demora, le pedí al chico la llevara, di la vuelta como bajando hacia la playa, y cuando vi que ellos seguían caminando con dirección a la habitación, corrí a donde estaba el servicio de transporte interno del resort, unas motonetas o cuatrimotos que hacían las veces de transporte para aquellos que no deseaban caminar tanto hacia las habitaciones, de inmediato pedí que me llevaran con rapidez a mi habitación, así lo hicieron, llegue antes que mi esposa y el chico a la habitación, así que rápido entre y me escondí en el closet, tenía puertas tipo persianas y dejaban ver desde dentro; espere dos minutos o cinco, no lo recuerdo con exactitud, en mi cabeza estaba la idea de ver que era lo que hacia mi esposa, en algún momento, escuche que estaban afuera de la habitación pero sin saber que era lo que exactamente decían, Karla abrió la puerta y le agradeció, entonces, él le pregunto si necesitaba compañía en lo que yo llegaba, a lo que mi esposa  guardo silencio, el chico le dijo que entraría solo si ella quería, y entonces el chico le dijo que yo tardaría más de media hora, pude ver el rostro de indecisión de mi esposa, hubo un silencio largo y entonces mi esposa le dijo que pasara, de inmediato el chico entro y sin más comenzó a besarla, mi esposa de inmediato le correspondió, el chico con sus manos le recorría el cuerpo, le apretaba las nalgas y le subía el vestido, llegaba a su espalda y le trataba de quitar el vestido, mi esposa solo se dejaba hacer, estaba agitada y dejó que el tomara la iniciativa, le desabotono la parte superior del vestido y sus tetas saltaron aunque contenidas aun por el bra, el torpemente jalo el bra para liberarlas y sus tetas quedaron presionadas y juntas, el chico las lamia con desesperación, mi esposa con un poco más de control se bajó el vestido hasta su abdomen y libero sus tetas del bra.

Me excito ver como ese chico seguía lamiéndole las tetas, chupándolas y mordiendo sus pezones, se hincó ante ella y le quito la tanga, estando ella aun de pie, enterró su rostro entre las piernas de mi esposa, al parecer la lastimo o fue muy brusco con su vulva porque ella lo retiro, lo comenzó a besar en la boca, pero el chico quería penetrarla, dio un paso atrás y se desnudó, Karla solo lo miraba fijamente, el chico era sumamente musculoso, delgado, se notaba una vida de trabajo arduo, al menos esa impresión me dio cuando se quitó la camisa. Continuo desnudándose y al quitarse las bermudas dejó ver un bóxer de licra, que contenía un miembro de evidente gran tamaño; Karla se hinco ahora frente a él y le bajo el bóxer; de golpe salto una verga de tamaño descomunal, era demasiado larga, no muy ancha, pero fácilmente media el triple de la mía, francamente me quede en shock, por un lado sentí el impulso de salir de ahí y detener esa situación, pero por otro lado el morbo y la excitación me invadió solo de pensar en ver que reacción tendría Karla.

Por un momento Karla se quedó sin aliento al ver el tamaño de aquel miembro, pero enseguida tomo aquel descomunal miembro con ambas manos y lo exploraba, era un pene circuncidado y eso seguro le atrajo a mi esposa, pues yo sabía que ella prefería la limpieza de un miembro así; pronto lo llevo a su boca y comenzó a chuparlo, el chico decía algunas palabras en su idioma nativo que no entendía, pero era evidente gozaba, ocasionalmente le decía palabras dulces a mi esposa, diciéndole que la chupaba muy rico, que lo hacía bien, sinceramente me agrado el trato que le estaba dando; cuando pensé que aquel chico seguiría disfrutando de esa mamada y se correría en la boca de mi esposa, sin decirle nada se apartó y la recostó en la cama, le separo las piernas y se las elevó sobre sus hombros, coloco su enorme miembro en la entrada de la vagina de Karla y con pequeños movimientos de su cadera deslizaba su glande por los labios vaginales de ella, mi esposa gozaba, era evidente que necesitaba ser penetrada ya, pues sus piernas temblaban cada que el miembro de aquel chico se deslizaba por las zonas más sensibles de sus pliegues vaginales; de momento, el chico pronuncio una frase en su idioma nativo y seguro que sin entender lo que decía, mi esposa le contesto con un sí, entonces el chico comenzó a meter su miembro lentamente. Calcule que ya le había metido una primera parte que quizá era la del tamaño de mi miembro, pero el chico siguió penetrándola, ahí fue cuando mi esposa comenzó a gemir de placer como nunca antes le había visto, eran pequeños gritos de dolor y placer mezclado, el chico sólo logro meter tres cuartas partes de su imponente miembro, pero era evidente que para mi esposa era suficiente, pues a cada embestida del chico su rostro mostraba un rictus de placer sublime.

Era intenso para mi ver como mi esposa trataba de sujetarse de la espalda de aquel chico, verla moverse, como si estuviera posesa en la cama al soltar su cuerpo y gozar a cada embestida, fue maravilloso, por algún motivo ella no lo miraba a los ojos, los mantenía cerrados, el chico seguía embistiéndola, hasta que llegó el momento de su orgasmo, sinceramente, me decepciono lo poco que duró el chico en el acto; comenzó a respirar agitadamente como una bestia y sin más, comenzó a mostrar en su cuerpo los espasmos del placer, mi esposa al verlo se sincronizo a él y también logró alcanzar su orgasmo, el cual fue distinto a todos los que le había visto, pues acompaño con pequeños gritos a sus espasmos.

Quedaron tendidos en la cama por dos minutos, el chico de momento se levantó y tomo su ropa, se la coloco rápidamente y cuando mi esposa lo vio de pie junto a la puerta, el chico solo hizo una seña como un marino despidiéndose, no pronunció nada, solo se fue, mi esposa, quedo ahí tendida en la cama, había sido cogida bestialmente, se levantó y pausadamente se dirigió al baño, cuando cerró la puerta, salí del pequeño armario, abrí la puerta del cuarto y cerré para que me escuchara, como si apenas llegara, me senté en la cama, la espere en silencio, ella salió pronto, apenas si pudo acomodarse la ropa, estaba ahí, en el marco de la puerta del baño, a pesar de haberse arreglado rápidamente el cabello y la ropa, se mostraba su rostro congestionado por el orgasmo recién recibido, le pedí se acercara y se recostara, ella en silencio lo hizo, no dijo nada, se recostó y no me veía, solo miraba el techo de la habitación, me acerque a ella y le bese, ella correspondió, llorando me siguió besando, le pregunte entonces si estaba bien, ella me respondió que sí, me siguió besando y poco a poco dejó de llorar; se recostó en mi pecho y me dijo cuanto me amaba, yo de eso no tenía duda; y aunque pensé que no tendría animo ni ganas de hacer el amor, fue lo contrario, fue el inicio de una nuestras mejores noches de sexo…

Nunca hablamos de lo que pasó esa noche, creo nunca sospecho que lo vi todo, ella nunca me preguntó porque fui a caminar a la playa y yo nunca volví a tocar el tema de ese chico, pero aquella noche especial algo provocó en nosotros que no solo nos amamos más desde ese día, sino que desde entonces somos verdaderos esposos y amantes…