Bendito fútbol
Un partido de gran rivalidad, una apuesta y consigo que una fantasía me haga disfrutar
Bendito fútbol
No sé por qué pero ese viernes me levanté juguetona. Me levanté llena de energía y con ganas de hacer cosas. No es frecuente, pero hay días en los que me apetece cambiar, modificar, explorar, ordenar… Esos días me voy a la peluquería, ordeno armarios, practico deportes nuevos, empiezo aficiones y cosas así.
Pasé la mañana trabajando de muy buen humor. Me cundió mucho, saqué el trabajo que tenía pendiente e incluso puse ayudar a mi compañera. Durante la pausa del café nos lo pasamos muy bien e hicimos unas risas. En resumen, un día muy agradable.
Llegué a casa y después de comer seguía con ganas de hacer cosas. Recordé que por la noche tendríamos invitados. Había partido de fútbol importante para mi marido y sus dos amigos, Fede y Luis. Los tres eran amigos desde la infancia, una especie de tres mosqueteros inseparables. Los dos están solteros con relaciones breves, incapaces de lograr que una chica se interese por ellos. David iba por el mismo camino, pero tenía algo que me atrajo. Aún no sé cómo pude meterme entre ellos y lograr que se fijara en mí. Bueno, en realidad sí que lo sé, estoy muy buena y las mujeres sabemos usar nuestras armas de mujer para conseguir al hombre que queremos. De esto hace cuatro años, uno de novios y tres que llevamos casados.
Con mis veintisiete años estoy en mi plenitud física y sexual. Soy muy activa en la cama porque me gusta disfrutar del sexo y porque pienso que es básico para la estabilidad de la pareja. Un marido “hambriento” es peligroso. Se pondrá a mirar a otras mujeres y puede cruzarse con una que esté dispuesta a darle lo que la esposa le niega. Y si lo que le da le gusta, puede desembocar en la ruptura.
Además David es muy guapo y lo quiero para mí. Lo hacemos casi a diario y no le niego nada. Habitualmente tenemos sexo convencional, sexo “vainilla” como ahora lo llaman, pero también hemos explorado algunas variantes. Hemos jugado a amo-sumisa y también a ama-sumiso, con participación de azotes suaves, cuerdas e inmovilización. Hemos practicado muchas de las cosas que aparecen en el libro de las “50 sombras”. También encontramos divertido cuando adoptamos papeles como médico-paciente, profesora-alumno, cosas así.
Recuerdo la primera vez que David aceptó que le feminizara. Al principio era reticente, pero luego le encantó. Esa primera vez tan solo le vestí con mi ropa (tenemos casi la misma talla incluso de zapatos) le maquillé, pinté las uñas y terminé con una peluca rubia que tenía de un disfraz de enfermera. Le gustó la imagen suya que devolvía el espejo. Y, sobre todo, lo que más le animó fue que no perdió nada de su atractivo para mí. Algo que me confesó le aterraba (y parece que a muchos hombres) es que sus mujeres o novias piensen que si ellas les ven de mujer no les consideren muy “machos”. Yo le dejé muy claro que me seguía atrayendo porque estuvo follándome durante más de dos horas y tuve un montón de orgasmos.
En ocasiones posteriores hemos llegado a depilarle completamente (no es muy velludo) y a comprar una peluca de mejor calidad. El resultado es muy bueno, está “guapísima” y se siente muy a gusto llegando a pasarse el día completo vestido y comportándose como mujer. En esas ocasiones termino follándole con mi arnés. Una cosa que me sorprendió fue que en una visita al sex-shop él decidió que lo compráramos. Estoy encantada por varios motivos: él disfruta del sexo anal, me encanta la sensación de ser yo la que folla y, sobre todo, de que lo use para hacerme una doble penetración. Sí, se lo pone y me lo mete por el culo mientras me folla la vagina. Me siento completamente llena y me encanta. Me gusta más cuando simplemente me da por el culo, pero esto es una variante agradable.
Como ves, somos muy activos y no nos negamos nada. Tampoco lo hemos probado todo, pero ya llegará. David fantasea con hacer un trío. Yo le sigo la corriente pero no concreto nada porque me da un poco de… digamos dudas. Somos una pareja y meter una/un tercero me preocupa porque es una variante difícil de controlar. Dentro de la pareja David puede hacerme o pedirme que haga lo que quiera, pero lo otro me pone un poco nerviosa.
Retomo el hilo, acababa de recordar que esa noche había partido con sus colegas. Me dispuse a preparar unos aperitivos para que tomáramos durante el partido y me fijé que la despensa necesitaba reposición. Hice una lista con lo que necesitaba y bajé al super. A continuación pasé un rato preparándolo todo. Después me fui a la ducha.
Seguía hiperactiva y extrañamente excitada. Logré calmarme un poco dirigiendo el chorro de la ducha hacia mi clítoris y logré un orgasmo aceptable. Tras secarme, repasé mi depilado pubis y me apliqué mi loción corporal. Miré en mi armario y me puse un bonito conjunto de lencería que tenía sin estrenar. Era muy cómodo por el tejido y elegante porque tenía unos detalles de encaje que me gustaron cuando lo compré. A continuación me puse una blusa normalita, ligeramente transparente y la abroché de manera sugerente. Una minifalda negra que le gusta mucho a David y unas sandalias cómodas pero con un poquito de tacón completaban el conjunto. Me miré en el espejo y me gustó lo que veía. Me sentía guapa.
Miré un rato la tele y al rato oí la llave en la cerradura. Las voces me confirmaron que David venía con sus amigos y estaban muy animados. Aparecieron vestidos con las camisetas y bufandas de su equipo, muy blancas. A mí no me gusta el futbol pero, si he de mostrar preferencia, siempre me ha gustado el otro equipo, el que es rojiblanco. No solemos hablar de fútbol, primero porque en realidad no me interesa, pero sobre todo porque es un tema sensible para David sobre el que se exalta en ocasiones.
Me abracé a David para darle un beso y noté su mano bajo mi falda. Le quité la mano y le recriminé su acción con una mirada de ligero enfado indicándole que sus amigos estaban presentes. Me dio un nuevo piquito en los labios y se marchó hacia el frigorífico. Fede y Luis me besaron las mejillas y me felicitaron por lo guapa que estaba. Al momento David les entregó sendas cervezas. A mí me entregó un refresco y una caricia.
Estaban muy animados y se sentían seguros de su fácil victoria sobre sus vecinos rojiblancos. Eso es lo único que no me gusta de mi marido, sus amigos y todos los seguidores de ese equipo: su absoluta prepotencia y su marcado desprecio a los demás. La soberbia es algo que siempre he odiado cada vez que me la he encontrado y he disfrutado mucho bajándoles los humos cuando he podido.
Traje los aperitivos que había preparado y enseguida comenzó el partido. Los chicos estaban concentrados en el partido, yo no existía en esos momentos. Comentaban las jugadas con las bocas llenas y gesticulando entre ellos. Yo les miraba más a ellos que al partido.
El partido llevaba casi 30 minutos y nada había cambiado en el marcador. Las jugadas se sucedían en las inmediaciones de ambas áreas pero sin meter gol. Ellos seguían muy confiados en sus jugadores elevando el tono de sus fanfarronadas. Entonces comenzaron a discutir entre ellos sobre quién de sus jugadores sería el primero en meter gol. Su chulería era insufrible y terminaron por hartarme.
- Calmaros que el primero que va a marcar no será de vuestro equipo –les dije.
Me dijeron que no tenía ni idea, que era una traidora a mi marido y me menospreciaron. Aquello me encendió aún más. Y el peor de los tres era Luis.
- A ver, Luis, que estás muy chulito, ¿qué te apuestas a que el que marca no es vuestro equipo? –insistí.
- L – 100€ - contestó Luis.
- D – No –dijo mi marido muy chulo también- dinero no. Mejor un reto. Si marca nuestro equipo me la chupas aquí delante de ellos.
- Te veo muy seguro, maridito – En ese momento me hirvió la sangre-. Me parece bien. Si marcáis te la chupo aquí mismo, pero si marcan los míos me vas a comer el coño hasta que termine el partido.
David se quedó callado mirándome fijamente y con una sonrisa en los labios.
- L – Y David se perdería todo el partido. No, hasta que marquen los nuestros. Y además te lo comemos entre los tres por turnos. ¿Te parece David?
- D – Por mí de acuerdo. Voy a disfrutar mucho más viéndote como nos comes la polla a los tres que por ganar el partido.
- F – Sí, no tienes ni idea de fútbol, “come-pollas” –apostilló el tonto de Fede, que de los tres siempre ha sido el más idiota.
- Pues trato hecho. Sois unos bocazas. Veremos quién se lo come a quién –apostillé.
Ahora sí que mirábamos los cuatro el partido con interés. Apenas habían pasado cinco minutos cuando un delantero rojiblanco lanzó un fuerte disparo desde fuera del área que se coló por la escuadra de la portería blanca. Mientras en la tele aparecían los abrazos en la celebración al jugador que había marcado, en mi salón mis tres muchachos se miraban con incredulidad.
- Bueno, chicos, ¿quién va a ser el primero? –dije mientras metía los dedos por los laterales de la minifalda y dejaba que las bragas cayeran al suelo.
Las caras de los chicos eran un poema. Fede y Luis miraban las bragas que estaban en el suelo junto a mis pies con dos bultos importantes en sus pantalones. La cara de David era de preocupación…
- D – ¿Pero iba en serio? Serás guarra, ¿ya te has quitado las bragas?
- Pues claro, queda una hora además del intermedio. Quiero correrme tantas veces como pueda, listillos –y me senté en el centro del sofá levantando la falda-. Tú, Fede, eres el primero. De rodillas aquí, ¡ya!
Fede no se hizo de rogar y rápidamente se arrodilló entre mis piernas. Aunque su equipo fuera perdiendo, el poderse comer un coño delante del marido no era algo que les pase todos los días.
Fede no lo hacía mal. Le faltaba práctica pero no lo hacía mal del todo, me empezaba a gustar. Tan solo yo miraba el partido, porque Fede claramente no podía, Luis no podía apartar la vista de la escena y David me miraba disfrutar lleno de celos.
- Espero no te enfades, cariño. Fue tuya la idea de apostar –le dije.
Entrecerré los ojos para centrarme en las sensaciones mientras me pellizcaba los pezones. Poco después me corría suavemente y apartaba a Fede de mi entrepierna. Cuando me recuperé del orgasmo, hice señas a Luis de que era su turno. Tampoco se demoró en acudir a lamer mi sexo y comenzó a hacerlo justo cuando el árbitro indicaba el intermedio.
Luis era un poco más hábil con la lengua. Le fui indicando con mis gemidos donde quería que me lamiera y él se aplicó con esmero. David y Fede se sentaron junto a mí a ambos lados y sacaron sus pollas. David cogió mi mano y la llevó a su sexo.
- No, cariño, vais perdiendo y soy yo a la que se lo estáis comiendo. Perdona pero tengo que concentrarme –le dije cerrando los ojos y sonriendo, con buen mosqueo por su parte.
Ellos siguieron masturbándose. Entre lo morboso de la situación (no olvidemos que dos hombres me estaban comiendo el coño delante de mi marido), la satisfacción de haber ganado la apuesta y el placer que la lengua de Luis me proporcionaba volví a correrme con grandes suspiros de placer.
- Maridito, te toca –dije cuando recuperé el aliento.
David se colocó en posición y comenzó su tarea. A pesar de que estaba enfadado (supongo que por haber perdido y porque sus dos amigos me estaban viendo sin bragas) pronto empecé a sentir su habilidad oral. La verdad es que practicaba mucho. Los domingos le gustaba despertarme así y a mí me gustaba mucho que a él le gustase.
Comenzó la segunda parte del partido mientras mi David se encontraba entre mis piernas demostrándome su valía. Yo gemía fuertemente por el tercer orgasmo cuando Luis y Fede gritaron de alegría porque sus jugadores habían metido el gol del empate. David se incorporó y se abrazó a ellos.
- D – ¿Qué te parece, “amor”? – dijo mi marido con tono de burla-. Ahora viene la remontada. ¡Os vamos a machacar!
- Tal vez… o tal vez no –dije yo-. Podéis meter otro o pueden meterlo ellos. Recuerda que saben el camino a vuestra portería porque ya os han metido uno.
- L – Pues claro que os lo vamos a meter, ¡y más de uno!
- ¿Queréis volver a apostar? No me importaría que siguierais comiéndomelo.
- D – Estás muy chulita. Que hayas ganado no quiere decir que no puedas perder. ¿Qué quieres apostar ahora? –dijo mi marido. Se le veía con ganas de revancha.
- ¿Quieres la misma apuesta? Estoy segura de ganar y si tuviera que chupároslas, tampoco sería grave porque estos seguro que las tienen pequeñas.
Aquello les encendió. Nada cabrea más a un hombre que eso. Todos la tienen enorme aunque no sea cierto.
- D – ¿Y por qué no la subimos? –propuso mi marido-. Si la tienen tan pequeña no será un problema que te la metan por el culo…
- ¡Vaya! El señor va a por todas. ¿No te importa que tus amigos disfruten de lo que solo has disfrutado tú? Vale, acepto. Si ganáis el partido dejo que me deis por el culo… digamos… ¿una hora? Y si perdéis el partido os doy por el culo a los tres con el arnés que ya conoces, “cariño” –dije con tono de burla.
Fede y Luis se quedaron callados porque acababan de descubrir que su amigo era follado por su esposa, ¡y porque ellos corrían el riesgo de recibir el mismo tratamiento!
- D - ¡Aceptamos! –dijo David acallando los gestos de sus amigos-. Vas a saber lo que es que te porculicen. Tranquilos chicos que lo vais a disfrutar.
- Si les gusta tanto como a ti, seguro que sí lo van a disfrutar –repuse.
David me miró realmente enfadado. No solo había descubierto que le había follado con el arnés, sino que además le gustaba. Estaba que echaba humo y seguro que quería vengarse.
El partido estaba abierto. Los rojiblancos atacaban mucho, pero los ataques blancos eran muy peligrosos. En un contra-ataque los blancos metieron un gol y los tres se abrazaron mientras saltaban de alegría. Puedes imaginarte los comentarios que me dedicaron. Pero esos no fueron nada con los que me dedicaron cuando cinco minutos después metieron otro más.
La prepotencia “blanca” alcanzó niveles épicos. No había quien les aguantara, así que decidí dejarles e irme. Los jugadores blancos estaban subiditos y sus ataques llegaban una y otra vez. Estaba más cerca de que metieran el cuarto de que los míos acortaran distancias. La cosa pintaba mal, así que recogí las bragas que todavía estaban en el suelo y me fui al cuarto de baño a prepararme para lo que parecía me esperaba.
Me di una ducha y me apliqué un enema. Eso es algo que solemos hacer, la limpieza ante todo. Tras limpiarme, me apliqué un poco de lubricante y me introduje un plug anal con vibración por control remoto. Es muy divertido y a veces me lo pongo solo por gusto. No me lleva al orgasmo pero es placentero.
Volví al salón junto a los chicos. Apenas me miraron y siguieron concentrados en el partido. Miré la pantalla y comprobé que el partido estaba 3 a 2. Los míos habían metido gol y los muy cabrones no habían dicho nada.
Cuando faltaban cinco minutos para finalizar los míos metieron gol. 3 a 3, la cosa estaba al rojo vivo. Sus caras eran de preocupación. Pero, como es tradicional en ellos, penalti a su favor en el último minuto. Y por supuesto marcaron, como no. Apenas habían sacado de centro cuando el árbitro pitó el final del partido.
- ¡Ganamos, ganamos! –gritaban los tres al unísono.
- De penalti injusto en el último minuto, como siempre –les dije yo.
- L – Eso decís vosotros, pero solo es la suerte del campeón, jajajaja. Ahora tienes que pagar la apuesta.
- F – Sí, sí, a pagar, a pagar. Vas a saber lo que es que te den por culo de verdad, jajaja.
- D – Sí, listilla. Ahora no estás tan chulita, ¿verdad? Venga, prepárate que soy el primero.
- Tranquilo, guapetón. Yo seré quien decida quién va primero y quién el último –sentencié-. A ver, vosotros, pantalones fuera que quiero ver vuestras herramientas.
Ambos se quitaron al instante toda la ropa quedándose en pelotas. Debo reconocer que sus penes estaban bien pero eran normalitos, algo más pequeños que el de mi David. Los cogí con mis manos y los arrastré hasta el dormitorio. Ellos se quejaron pero me siguieron docilmente.
- Tranquilos, sementales, que no pasa nada. Luis, tú primero, ponte este lubricante, luego Fede y por último el cornudín –dije para fastidiar un poco a mi esposo mientras le guiñaba un ojo.
Me quité el plug y me puse a cuatro patas sobre la cama. Luis se colocó a mis espaldas y al instante noté la punta de su polla junto a mi ano.
- Despacito, por favor. Como me hagáis daño se acaba, os aviso. David, mi amor, vente aquí.
Le indiqué que se tumbara en la cama con su polla al alcance de mi boca. Comencé a mamársela y Luis lentamente me introdujo la suya en el culo. El plug había hecho su cometido y mi ano estaba dilatado. Mi gemido fue solo para que siguiera tratándome con suavidad. Poco a poco Luis fue tomando confianza aumentando el ritmo. Me tenía cogida de las caderas y me follaba a su antojo.
- L – Joder, David, como folla tu mujer, es una diosa.
- D – Pues no te olvides que es mi mujer. Hoy vale porque es una apuesta, pero que nadie se le acerque mañana, ¿Entendido? Os capo como alguno se acerque sin que yo esté presente, ¿estamos? –amenazó mi marido.
Reconozco que en ese momento (a pesar de tener la polla de otro en mi culo) me sentí halagada y orgullosa de mi marido y su protección. Ambos le aseguraron que esto no saldría de aquí y que ni se les ocurriría llamarme ni nada. Poco después Luis se corría y noté los chorros de su semen en mi interior. Al instante Fede ocupó su lugar. No necesitó lubricante porque el semen de Luis que comenzaba a salir de mi ano realizó la función.
Mientras Fede me follaba bien follada, mi esposo elevó el tono de sus gemidos. Su orgasmo estaba próximo por lo que profundicé en mi mamada y al instante se corría en mi boca. El mío fue casi al mismo tiempo. Como comenté, me gusta que mi hombre esté satisfecho sexualmente y que se corra abundantemente en tu boca en una gran prueba de ello. Entre la satisfacción de sentir su corrida y las sensaciones de la gran follada anal (segunda de la tarde) me corrí con grandes gritos por mi parte ahora que tenía la boca vacía.
Fue un buen orgasmo porque Fede siguió dándome por culo enardecido por mis gritos. Su polla se sentía muy bien y logró que tuviera un orgasmo largo e intenso.
Siempre me ha gustado el sexo anal. Si te preparas y te limpias antes, es fantástico. A mí me cuesta más lograr el orgasmo porque tardo más en llegar, pero cuando llego suelen ser más placenteros. A David también le gusta metérmela por el culo y siempre está dispuesto a hacerlo, así que lo practicamos bastante, pero como mi culo está más apretado se corre antes y me deja a medias.
Reconozco que me he preguntado con frecuencia cómo sería tener una polla real (los dildos no me gustan tanto) follando incansablemente mi culo, si tendría orgasmos en cadena o no. Y en ese momento lo estaba experimentando. No tenía una polla incansable, pero sí que se turnarían durante la hora que les había prometido… o más si yo se lo pedía, jajaja, porque los hombres no suelen decir que no a follarse a una “tía buena” como yo y menos a follarse su tierno culito.
Un rato después Fede se corrió llenando de nuevo mis intestinos. Su corrida comenzó a resbalar por mis muslos cuando la sacó. David quería follarme también, pero su polla no se había repuesto todavía. Mientras me limpiaba un poco les dije,
- David, ¿qué te parece si mientras te recuperas hacemos un 69 y Luis me la mete? Te gusta el morbo y así podrás ver en primer plano como me folla. ¿Qué te parece?
Los dos estuvieron de acuerdo y se colocaron como les había sugerido. Comencé a chupársela a David mientras su lengua jugaba con mi clítoris y la polla de Luis penetraba mi dilatado ano. Fede se sentó en la cama junto a nosotros y se puso a acariciar mis pechos y pezones.
Yo estaba en la gloria. La polla me penetraba a buen ritmo e incansable, la lengua de David estimulaba mi clítoris y las caricias de Fede en mis pezones eran el punto que faltaba. Llegué a un punto de placer tal que encadené una serie de orgasmos que fueron aumentando de intensidad hasta que mi cuerpo comenzó a temblar y agitarse de manera incontrolada. Los chicos me dejaron tumbarme en la cama hasta que los temblores cesaron. Tardé varios minutos en recuperarme. Cuando lo logré, les pedí a los chicos que se fueran a tomarse una cerveza y que luego trajeran otra para David y un refresco para mí. Y me quedé con David para hablar un momento.
- Mi amor, me está encantando todo esto y espero que a ti también.
- D – Ya lo creo. Reconozco que estaba un poco cabreado por lo chulita que te pusiste y que quería hacértelo pagar, pero esto ha sido increíble.
- Vosotros sí que os pusisteis chulitos y quería bajaros los humos. Pero también estaba caliente… y además quería hacer realidad el trío que a menudo me pides. No ha sido un trío sino un cuarteto, pero seguro te vale, ¿verdad?
- D – Ya lo creo. Mi idea era más la de hacer el trío con una chica o, si acaso, con un chico pero desconocido. El compartirte con mis amigos no me gustaba pero las ganas de hacerte callar fueron más fuertes… y me alegro, porque ha estado fantástico.
- Ha estado o está, lo que quieras. La hora que os prometí no ha pasado del todo pero los dos se han corrido en mi culo, no creo que tengan queja. Pero ahora depende de ti. Podemos seguir los cuatro hasta que queráis o podemos seguir tú y yo, los dos solos. Lo que quieras. Te quiero muchísimo, soy tuya, tú decides.
David se quedó pensativo. Dudaba entre seguir compartiéndome con sus amigos y tenerme solo para él.
- D – Pueeess, creo que prefiero que sigamos solos. Los chicos están alucinados del pedazo de mujer que tengo (y ya sabes lo que me gusta presumir), pero también estoy un poco celoso. Te he visto disfrutar como nunca con sus pollas y me ha dado miedo –dijo riéndose y dándome un besito en los labios-. Además tu culo tiene que estar un poco dolorido después del trato que le han dispensado estos dos, ¿no?
- Un poco sí me molesta, pero seguro que aguantará que lo uses tú, jajaja. Me parece bien que sigamos solos, pero no debes estar celoso. Solo te quiero a ti, y ningún orgasmo por fuerte que sea haría que te cambiara por otro… u otros –le dije dándole otro besito-. Es cierto que me ha gustado y también que me gustaría repetirlo, pero tú decides. Soy tu esposa y siempre te seré fiel, nunca haré nada sin que esté presente.
- D - ¿Y si te digo que hagas algo con alguien sin estar yo?...
Dejó la pregunta en el aire con un gesto de picardía, esperando mi reacción. Yo me quedé helada aguantando la respiración…
- D – Jajajaja, tranquila que eso no pasará. Pero sí que lo repetiremos con ellos… si tú quieres.
- Vaya susto que me has dado. No me gustan esas bromas. Pero sí que quiero repetir la experiencia con ellos.
En esas estábamos cuando oímos que los chicos se acercaban por el pasillo.
- D – Chicos, ¿lo habéis pasado bien?
- F – Ya lo creo. Vaya culo apretadito que tiene Eva. Me ha costado muchísimo no correrme enseguida.
- L – Es una chica increíble. ¿Te duele, te hemos hecho daño? –preguntó Luis con tono de auténtica preocupación.
- No, me escuece un poco pero apenas. A mí también me ha gustado. Tenéis unas buenas pollas y sabéis moverlas, gracias.
- D – Ya lo habéis oído, le escuece, así que ya vale, ¿de acuerdo?
- F – Sí, sí, por supuesto. La apuesta está muy bien pagada, nada que objetar…
- L - ¿Y… y no os gustaría repetirlo? –preguntó Luis con temor a la reacción de mi esposo.
- D – Luis, eres un… Bueno, depende de vosotros. Hay dos condiciones, que esto no puede salir de nosotros cuatro y que le debéis sobre todo a Eva (y a mí) el mayor de los respetos. ¿Está claro?
Ambos asintieron efusivamente y prometieron que nunca se sabría nada. Les creímos porque sus miradas reflejaban las ganas que tenían de que aquello durara para siempre.
- D – De acuerdo, repetiremos. Para la próxima vez, estoy pensando en algo que creo que nos gustará a todos.
- Yo también tengo cosas nuevas que quiero probar… si me dejáis…
Luis y Fede se miraron… y apretaron el culo. Jajajaja, los hombres son muy básicos.
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La historia puede continuar si me lo pedís. Espero vuestros comentarios.