Bendito fútbol 5

Luis tardó poco en aceptar. Parece que no le desagradó la ocasión en su casa en la que le metí dos dedos y masajeé la próstata. Fede dudaba mucho más. Decía que...

La experiencia como prostituta había reforzado nuestro amor. David estuvo aún más cariñoso si eso es posible y me colmó de detalles. Yo estaba abrumada por sus atenciones y gestos amorosos. Por toda la casa me encontraba notas con mensajes amorosos. Era como volver a ser novios.

El sexo no solo era muy frecuente, sino variado y maravilloso. Unas veces David era muy acaramelado, romántico y otras sacaba su lado enérgico, follándome con fuerza, casi con violencia. No sé cuál de los dos me gusta más. Creo que lo que me gusta es precisamente esa diversidad. Es maravilloso el sexo “vainilla” en el que mi marido me colma de atenciones y prioriza mi placer, pero también me encanta cuando me ata y me folla agresivamente, con saña. En ambos casos tengo unos orgasmos riquísimos.

Si la aparición de Vanesa (nombre que usé como prostituta) había producido cambios positivos en David, también los había producido en mí. Estaba encantada con el comportamiento de mi marido, pero lo más importante es que le quería aún más. Le amo profundamente y lo que más temo en el mundo es perderle. Solo quiero hacerle feliz y estoy dispuesta a hacer lo que me pida. Soy suya y estoy muy orgullosa de ello. Somos muy felices.

Cada nueva cosa que introducimos en nuestra relación es para mejorarla, pero siempre se corre el riesgo de que pueda perjudicarla. Era arriesgado meter a Fede y Luis en nuestra cama, amigos desde hacía mucho tiempo. Afortunadamente salió muy bien, hemos aprendido a compartir y a perder todo rastro de celos logrando que nuestra relación sea más madura. Pero la experiencia de hacerlo con un extraño y además hacerlo yo sola… eso fue un paso muy arriesgado… para los dos.

Al final salió bien porque David comprobó que yo era suya, totalmente suya para lo que él quisiera y aquello le debió de subir la autoestima muchísimo. No solo podía hacer el amor conmigo cuándo y cómo quisiera, sino que podía compartirme con otros, tanto amigos como desconocidos. Aquello logró que perdiera sus miedos (si es que los tenía) y que confiara en mí.

Yo también aprendí a confiar en mí, en mi fuerza y decisión, y en mi marido, en su protección. Cuando me compartía lo hacía preocupándose por mi seguridad, y no por capricho absurdo, sino para reforzar nuestro matrimonio. Durante varias semanas solo fuimos el uno para el otro, sin interferencias externas.

-          L – Joder, Eva, ya era hora que te viéramos el pelo –dijo Luis cuando volvimos a tener una reunión en mi casa los cuatro.

-          D – Tú el pelo de Eva que querías ver es el de su entrepierna, golfo, jajaja –respondió mi marido.

-          Pues hay bien poco, como podéis comprobar -Yo estaba junto a ellos desnuda de cintura para abajo tal como había acordado con mi marido. Estaba decidida a lograr acabar con mi vergüenza.

Como siempre mi monte de venus estaba perfectamente depilado. En ocasiones me lo depilo completamente (como una bebé) y ese día lucía una delgada línea vertical, estilo “mohicano”.

-          F – Estás preciosa, te queda muy bien –dijo Fede alargando tímidamente la mano, acariciando suavemente mi vello púbico al comprobar que yo no evitaba su contacto-. Precioso y muy suave.

-          Gracias. Me alegro que os guste.

-          L - ¿Y cómo está tu culito? –dijo Luis acariciándolo animado por nuestra falta de rechazo al sobo de su amigo.

-          Con ganas de que se lo follen todos los que se porten bien.

-          L - ¿Qué quieres decir con eso?

-          Luego te digo. Ahora vamos a tomarnos una copa y a ponernos cómodos.

Nos sentamos en el salón para charlar y bebernos lo que David y Luis nos habían preparado. Por cómo se desarrolló la conversación resultó claro que ellos ya habían hablado entre ellos, ya que su interés se centró en lo que yo había experimentado y cómo me había sentido. Yo les dije que les respondería si ellos se desnudaban y se masturbaban entre ellos. No tuvieron la menor vacilación en desnudarse y agarrar la polla del compañero.

-          A ver, curiosos… ¿qué es lo que queréis saber?

-          F - ¿Cómo te convenció David de que hicieras de puta?

-          Para la primera vez no le costó mucho. Habíamos hablado con anterioridad de lo que sentirían las putas y de que me gustaría saberlo. Eso, unido a las ganas que tengo de superar mi vergüenza, hicieron que estuviera dispuesta a asumir el papel de prostituta.

-          L - ¿Qué era, como una fantasía?

-          Más o menos. Cada mujer tiene sus fantasías propias pero también hay algunas cosas que todas pensamos, como que nos tomen a la fuerza (tipo violación), sentir que nos desean tanto que harían lo que fuera incluso pagar, hacerlo con una mujer… Algo parecido a lo que os pasa a vosotros con la atracción por la madre, ¿no?

-          F - ¿Y la segunda?

-          ¿Convencerme la segunda, dices? Bueno… tampoco le costó mucho porque le quiero tanto que haría lo que me pidiera… pero esa vez me resultó más difícil.

-          L - ¿Difícil, cómo de difícil?

-          Joder, no es lo mismo simular que eres una puta que realmente SER una puta. Aunque fuera amigo o conocido tuyo, Fede, para mí realmente era un desconocido que estaba pagando por follarme. Él era el cliente y yo la puta. No es fácil hacerse a la idea de que un hombre te va a follar sin más y que solo importa su placer, que da igual si te apetece o no o si te da asco o no, tienes que follártelo y punto. Y hacer que se vaya contento. ¿Os hacéis una idea de lo que es eso? ¿Os dais cuenta que si alguna vez alguien quiere insultarme y me llama puta… tiene razón? Eso es jodido.

-          D – Lo siento, mi amor. No pensé que sería tan duro para ti.

-          No te preocupes –le interrumpí-. Me costó mentalizarme, pero lo hice y lo haría mil veces si me lo pides porque soy tuya y te quiero –le dije dándole un gran beso evitando que siguiera hablando.

-          Vosotros tampoco os preocupéis. Casi fue más duro el antes que el durante. Roberto se portó aceptablemente bien. No sabe comerse un coño y folla muy mal, pero era lo que me esperaba. Ya pasó, ahora estamos aquí.

-          L – Me has dejado de piedra. Sabía que querías mucho a David, incluso hasta para acostarte con otro. Pero has dicho que lo harías mil veces…

-          Luis, eso es una forma de hablar, pero sí lo haría porque le amo. Solo espero que no lo pida, jajajaja.

David me abrazó y me dio un beso como de película.

-          ¿Más preguntas sobre aspectos escabrosos o ya os vale?

-          L – No, jeje, ya hemos visto tu vídeo con el cliente?

-          ¿Qué vídeo? ¿Lo habéis grabado? No me jodáis.

-          D – Tranquila, lo tengo solo yo. Se lo enseñé pero nada más.

-          F – Sí, nos lo enseñó porque le insistí.

-          Y a mí no me lo enseñaste, ¿por qué? ¿No tengo derecho? Soy la protagonista.

-          D – Es que no sabía cómo te lo tomarías, pero luego te lo enseño, tranquila.

-          Vale, dejémoslo. ¿Qué, queréis follarme o no?

Los dos afirmaron vehementemente y David asintió también.

-          Os dije que hoy solo follarían los que se portaran bien, ¿recordáis? Pues eso, tenéis que portaros bien y hacer lo que os pida.

-          L - ¿Y qué es lo que quieres que hagamos? ¿Comerte el coño, chupársela a David?

-          No son malas sugerencias, pero no. Esa barrera ya la hemos cruzado y bien que os lo pagué en vuestras casas. No, lo que quiero es follaros yo el culo a vosotros.

Los dos se quedaron callados, estáticos, inmóviles.

-          Sí, follaros con mi arnés igual que se lo hago a David. ¡Vamooos! Nosotros estamos rompiendo todas nuestras barreras y vosotros tenéis que hacer lo mismo. Nos bastamos el uno para el otro, pero nos abrimos a vosotros para ser más felices todos juntos. Si no queréis abriros estos tiene poco futuro –dije poniendo encima de la mesa de que estas sesiones se acabaran.

-          D – Venga, chicos, que no pasa nada. Eva es muy delicada. Ya veréis que no está tan mal.

-          El que quiera follarme tiene que pasar por ello. Esto no tiene por qué ser todas las veces, pero hoy sí. Prometo ser muy buena y suave. Os dilataré poco a poco y usaré el arnés más pequeño. Os gustará, ya lo veréis. Luego os dejaré hacerme lo que queráis toda la tarde. E incluso me lo tragaré si os apetece ¿Trato hecho?

Luis tardó poco en aceptar. Parece que no le desagradó la ocasión en su casa en la que le metí dos dedos y masajeé la próstata. Fede dudaba mucho más. Decía que eso era demasiado para él, que aceptaba que otros lo hicieran sin ser por eso maricones pero que él…

Se puso a presenciar lo que yo hacía para dilatar el ano de Luis. Con mucho cuidado fui masajeando toda la zona e introduciendo un dedo bien untado en lubricante. Cuando Luis tenía ya dos dedos en su interior y comenzaba a gemir de gusto, Fede aceptó someterse.

Luis se negó a cederme por lo que tuvo que ser David quien se ocupara de hacerlo. Estuvimos un buen rato y logramos que ambos estuvieran relajados (Fede solo más o menos) y receptivos.

-          Ya estáis listos. Puedo follaros a los dos uno tras otro o…

-          L - ¿O qué? –preguntó Luis con temor.

-          Pues que tenéis la suerte de contar con una polla de verdad, la de David. Es mejor una polla de verdad que una de goma, pero lo que queráis.

-          F – Yo quiero el arnés. Así es Eva la que me folla.

-          L – Pues… yo voy a elegir a David. ¿Pero vas a ser cariñoso, mi amor? –dijo Luis imitando a un homosexual de manera cómica para quitar hierro a la situación.

Cuando me coloqué el arnés y nos pusimos preservativos (no olvidemos que no se habían puesto enemas) se pusieron ambos a cuatro patas sobre la cama. Me coloqué tras Fede y le acaricié dándole palabras de ánimo. Introduje mi dedo en su ano y comencé a masajear suavemente su próstata. Tras unos minutos, puse más lubricante en el arnés y comencé a meter suavemente la punta de goma del arnés.

Apenas había metido más que la punta cuando miré a David y comprobé que ya tenía toda la polla dentro de Luis.

-          L – Uf, despacio, que soy virgen, poco a poco.

-          D - ¿Pero qué poco a poco si ya la tienes toda dentro?

-          L - ¿Toda? ¿Pero toda, toda?

-          D – Del todo y ni te has enterado. Esto te va a encantar.

-          F - ¿A mí también me la has metido toda? –preguntó Fede.

-          No, pero la punta ya está dentro –confirmé. ¿Qué tal, te hago daño? ¿Un poco más?

-          F – No, no duele mucho, solo se siente raro… Supongo que voy bien. Mete un poco más pero despacio, te lo ruego.

Poco a poco el arnés fue entrando en el dilatado y bien lubricado ano de Fede. Paré cuando logré introducirlo todo para que terminara de acostumbrarse. A esas alturas David follaba suave pero constantemente el culo de Luis.

-          Ya está, ya lo tienes dentro. Relájate, ¿cómo te sientes?

-          F – Raro. Eso ahí dentro hace que sienta como que tengo ganas de cagar.

-          Eso es lo normal. Lo peor ya ha pasado, ahora viene lo bueno. Lo mejor es que empieces tú a moverte… cuando quieras.

Muy poco después Fede comenzó a moverse ligeramente adelante y atrás. Como no se detenía consideré que no le dolía, así que le agarré de las caderas y comencé a ser yo la que le follara.

Fede se dejaba hacer con la cabeza colgando entre sus brazos. No gemía ni protestaba, eso era buena señal. A nuestro lado David se follaba a Luis con buen ritmo. Luis gemía y tenía cara de placer con los ojos entrecerrados.

Fueron pasando los minutos de la misma manera, yo follando suavemente a Fede y mi marido a su amigo Luis, quien había aflojado los brazos y reposaba los hombros sobre la cama. Ellos habían aumentado el ritmo y ambos gemían. Los gemidos fueron aumentando y poco después Luis se corría sin haberse tocado en absoluto.

-          D - ¡Vaya con Luis! ¡Cómo ha disfrutado! Me alegro. A mí me falta poco. ¿Fede quieres que siga yo? –ofreció mi marido sin dejar de follarse el culo de Luis.

-          F – No sé… No me gusta mucho esto…

-          Deja que se ponga David. Ya te dije que una de verdad es mejor que una de goma –sugerí.

Al final aceptó. David se colocó detrás de Fede y le penetró. Afortunadamente su preservativo estaba limpio y no tuvo que cambiárselo. Yo procedí a quitarme y a limpiar el arnés. Cuando volví David follaba enérgicamente a Fede quien se dejaba hacer sin protestar.

-          Luis, me alegra mucho que te haya gustado pues te has corrido y eso no es fácil. ¿Te importaría comerme el coño? El arnés me masajeaba el clítoris pero no lo suficiente y quiero correrme.

Luis rápidamente se puso entre mis piernas y se puso encantado a comérmelo. Así estábamos cuando David se corrió dentro del culo de Fede. Cuando se separaron…

-          F – Eva, yo estoy igual que tú, tampoco me he corrido y lo necesito.

-          No hay problema, lo que quieras. ¿Qué prefieres, boca o culo? –le ofrecí.

-          F – Me da lo mismo, tú eliges.

-          Vale. Luis, túmbate en la cama que vas a tener butaca de primera fila. Fede ponte detrás de mí.

Me coloqué sobre Luis en posición de 69. Luis continuó comiéndome el coño y Fede me penetró por el culo. Luis tenía un primer plano de la polla penetrando mi ano.

La sensación fue fantástica. Luis estaba haciendo un buen trabajo con su lengua y la polla en el culo elevó aún más mi calentura. Muy poco después me corrí con gran satisfacción. Le pedí a Luis que dejara de torturar mi clítoris con su lengua y dejé que Fede siguiera follándome a su gusto. Me agarró con fuerza por las caderas y aceleró el ritmo corriéndose un par de minutos más tarde.

Durante un buen rato estuvimos los cuatro sentados y tumbados en la cama comentando cómo había sentido la experiencia cada uno.

David era la primera vez que se follaba a un hombre. Explicó que la sensación era la misma que follarme a mí, pero que me prefería “porque estoy más buena”. Todos nos reímos con ganas. A la pregunta de si dejaría que alguno le follase, dijo que sí porque le había dado envidia de la forma en que Luis se había corrido.

Fede reconoció que no estaba mal, pero que no le gustaba. No le había dolido en absoluto (gracias al tratamiento preparatorio que le había dado) pero que la sensación de que algo “entraba” por donde solo debía “salir” era demasiado extraña para su gusto. No puso problemas a mamar (siempre que no fuera hasta el final) pero no hubo forma de que aceptara en el futuro ser sodomizado por Luis o David y con muchos reparos aceptó que tan solo con mi arnés pero con poca frecuencia.

Luis reconoció abiertamente que había disfrutado mucho y que le había encantado. A pesar de que no le gustaban los hombres, estaba dispuesto a que le follaran siempre que quisieran. Puso su culo a disposición de los dos.

Continuamos un rato más tomándonos el pelo hasta que otra vez se nos despertó la libido.

-          D - Pues yo tengo ganas de saber lo que se siente con una polla de verdad. El arnés está bien, pero… ¿Quién se apunta?

-          L – Yo mismo. ¡Te voy a follar como tú me has follado a mí!, jajaja

-          D – Pues a ver si logras que me corra como lo has hecho tú.

Fede se acercó a mí y comenzamos a besarnos y a acariciarnos. Yo tomé su verga y comencé a masajearla. Él metió un par de dedos en mi vagina y comenzó a acariciar mi clítoris con su pulgar. En ocasiones anteriores Fede me había masturbado aceptablemente, pero esa vez fue maravillosa. Tal vez fue la postura o el ambiente relajado, no sé, pero tenía sus dedos en los puntos adecuados y en pocos minutos yo gemía de placer.

Creo que me desmayé, porque de repente me encontré con Fede follando mi vagina.

-          Aaahh, ha estado fantástico, gracias. ¿Me estás follando? Te habrás puesto condón, ¿verdad?

-          F – Tranquila, sí. Ya sé que tu culo y tu boca no lo necesitan, pero que tu coño es “territorio comanche”, jajaja.

Luis también estaba follando a mi marido. Era raro para mí ver a David en esa postura, pero me gustó ver que tenía los ojos cerrados y que su expresión no era de dolor. Se lo debía de estar pasando bien.

Follé con Fede en un montón de posturas. Nos lo pasamos muy bien y disfrutamos juntos. Logró que tuviera un orgasmo suave antes de que él tuviera el suyo.

Luis seguía follando a David, por lo que me acerqué, metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a mamar la polla de mi marido. No había pasa ni tres minutos cuando David me llenó la boca con su semen. Se ve que al correrse debió de apretar el culo y logró que Luis también se corriera. Cuando la sacó de su ano, el semen resbaló por las piernas de David. Pudo follarle sin condón porque tanto David como yo nos habíamos limpiado previamente a la sesión.

Decidimos hacer un alto en la sesión y nos preparamos unas bebidas y algo de picar. Nos sentamos. Yo me coloqué en el sofá entre los chicos. Me gustaba la sensación de estar desnuda en medio de ellos y seguía cachonda, por lo que tomé las manos de Fede y Luis y las coloqué sobre mi sexo.

-          F - ¿Podemos tocarte ahora?

-          ¿Por qué no? Acabamos de estar follando todos juntos –repuse.

-          L – Ya, pero lo mismo a David no le gusta que nos tomemos esas libertades contigo…

-          D – No soy celoso porque sé que Eva me quiere y no cambiaría por dos perdedores como vosotros, jajaja. Me mola ver cómo le metéis mano. Además ella lo quiere así.

Los chicos siguieron acariciando mi sexo suavemente, tanto por fuera como por dentro. Resultó muy agradable.

-          D – hay una cosa que quiero proponeros… Hagamos un tren.

-          ¿Un tren? ¿Qué quieres decir con un tren? –pregunté porque no tenía ni idea.

-          D – Pues que te pones a cuatro patas y Luis te la mete por detrás, yo se la meto a Luis y Fede me la mete a mí…. Todos enganchados es un tren.

-          L – Parece divertido. ¿No será complicado organizarnos?

-          D – Puede serlo al principio pero si no lo probamos no lo sabremos.

Lo hicimos como había dicho mi marido. Me coloqué y Luis me la metió en mi dilatado ano. Tras él se colocó David y por último Fede ya que no quería que le follara ninguno de ellos. Nos costó bastante organizarnos porque al movernos se salían las pollas. Al final la solución llegó cuando Luis dejó quietas sus caderas permitiendo que David fuera el que se moviera para penetrarle, Luis tiraba hacia atrás de mis caderas para empalarme y Fede se limitaba a dejar que mi marido se la metiera al echarse hacia atrás. Follamos en esa postura acrobática un rato.

-          Chicos, esto me aburre. ¿Qué os parece si os la chupo a todos y me lo trago?

-          F – Me parece muy bien, secundo la propuesta. Esto no me va demasiado.

-          D – Me vale, pero lo vamos a hacer mejor –dijo acercándose a la mesa y tomando un vaso pequeño-. Lo vamos a echar todos en el vaso y luego te lo bebes. ¿Ok?

-          Me lo pones difícil… Solo me he tragado el tuyo y directamente de la polla, de un vaso nunca. Y ahora quieres que lo beba de los tres y de un vaso… Prefiero no pensarlo, de acuerdo, vamos. Hacedlo antes de que me arrepienta.

Me puse de rodillas sobre un cojín y los tres me rodearon. Comencé a chupar una de las pollas y a masturbar a las otras dos. Fui girando para chupársela a los tres por turnos. Me costó bastante porque ya se habían corrido varias veces, pero poco a poco logré que los tres se corrieran dentro del vaso. Algunos goterones que habían caído sobre mis tetas fueron recogidos por ellos y metidos también en el vaso. Un líquido blancuzco llenaba el fondo del vaso.

-          D – Ya está, ahora tienes que bebértelo.

-          No sé, huele raro –dije arrugando la nariz-. Creo que no es buena idea…

-          L – Eva, dijiste al principio de la tarde que te tragarías nuestro semen si lo queríamos. Pues lo queremos. Y también aceptaste la propuesta del vaso. Ahora no te puedes echar atrás.

-          Sois unos cabrones. Yo me he portado bien con vosotros –dije con un gesto infantil.

-          D – Venga, no lo pienses. Tápate la nariz y adentro.

-          No puedo. Creo que vomitaré si lo hago.

-          F – Tengo la solución, lo mezclamos con un poco de refresco de limón del que te gusta. ¿Os parece?

-          Es posible que así esté mejor… Hazlo.

Fede cogió la botella del refresco y vertió un poco en el vaso. Eso tenía mejor cara, pero el problema es que yo no podía quitar de mi mente que algo más de la mitad de lo que había en el vaso era semen. Removí el contenido con mi dedo… tomé aire… y lo tragué sin pensar. El líquido pasó rápido por mi garganta sin quedar tanto del rastro pegajoso que tiene el semen solo, directo de la polla.

-          Uaaaghh… ¡Qué asco! Me debéis una.

-          L – No, no te debemos nada porque tú te habías comprometido. Además seguro que no ha sido para tanto.

-          Vale, con el limón no ha sido para tanto, pero no me gusta.

-          D – Tranquila, con el tiempo te acostumbrarás.

No estaba de acuerdo con la frase lapidaria de mi marido, pero no pude protestar porque selló mis labios con un beso.