Bendito error

Lo recuerdo perfectamente, era viernes a principio de primavera. Estaba muy agobiado, la chica de mis sueños me había dado calabazas con el tipo más sórdido y "asqueroso" de toda la ciudad; y para colmo aquel intercambio entre grupos de tiempo libre.

Lo recuerdo perfectamente, era viernes a principio de primavera. Estaba muy agobiado, la chica de mis sueños me había dado calabazas con el tipo más sórdido y "asqueroso" de toda la ciudad; y para colmo aquel intercambio entre grupos de tiempo libre.

Apoyado en la ventanilla del autobús y tras 5 horas en el mismo comencé a darme cuenta de la situación:

la única chica que me había gustado realmente en toda mi vida pasaba de mi,

estaba en medio de un viaje de autobús de unas 20 horas,

mis mejores amigos del grupo no habían podido ir al intercambio

...y para colmo mi excusa de última hora para no ir no sirvió más que para cabrearme y que los demás me miraran con cara "rara"

Con estos presagios el fin de semana se presenta bastante negro para cualquier ser humano, pero el destino hay veces que salva dos días de fiesta. Llegamos a nuestro destino bastante tarde (más o menos a medianoche), y allí estaban los integrantes del club anfitrión, que para amargarme más el fin de semana tenían como un par de años menos que nosotros.

No metieron en un salón de actos bastante reducido, en el cual cabíamos bastante justos y allí comenzaron a repartirnos entre las familias que nos iban a acoger. Primera sorpresa del fin de semana: debido al parecido de apellidos me mandaron a la misma casa que Teresa, creyendo que éramos hermanos. Yo me di cuenta del error, pero no estaba de humor como para indicarlo. Teresa es una chica bajita, ancha de caderas y de amplia delantera, quizá un poco rellenita pero aceptable en toda regla. Cuando salimos con nuestro "contacto" hacia la casa íbamos comentando lo extraño del reparto, pero lo dejamos estar.

Hablando del "contacto", resulto ser una pequeña rubia llamada Nuria, con unos enormes ojos azules y bastante formada para su edad, tenía un marcado acento regional y era extremadamente simpática, de esas chicas que te dejan completamente atontado porque siempre están con una enorme sonrisa en la cara. Cuando llegamos a la casa, la familia pensó que éramos hermanos, y nos dieron una habitación con literas para los dos, nos miramos y decidimos no decir lo del error, más que nada por no molestar.

El primer problema llegó a la hora de irnos a la cama, lo solucionó Teresa rápidamente, pasando al cuarto de baño a ponerse el camisón. Cuando volvió yo ya me había puesto el pijama, y no pude reprimir un silbido al verla entrar con ese "semitransparente" atuendo que dejaba ver únicamente sus piernas, ya que como precaución traía un jersey sobre los hombros. Apagó la luz, se quitó el jersey y se metió en la cama. Quede claro que no dormí pensando en las redondeces que me había ocultado la lanosa prenda.

Por la mañana me levanté temprano y salí a airearme al balcón, Teresa seguía durmiendo, tapada hasta el cuello. Procuré no hacer ruido para no despertarla y fui a darme una ducha. Cuando volví continuaba en la cama, sólo se había dado la vuelta y dormía contra la pared. Llegué a la habitación con el albornoz como única vestimenta y como suponía que ella dormía decidí cambiarme allí mismo, cogí un par de calzoncillos, acabé de secarme con el albornoz y me lo quité. Cuando iba a ponérmelos sonó clara la voz de Teresa a mi espalda:

  • Tienes un culo precioso, pero me encantaría que te dieras la vuelta para ver algo más interesante.

Levanté la cabeza y poco a poco fui dándome la vuelta para ver como Teresa miraba fijamente mi pene mientras seguía en la cama, tumbada, mirándome, con la cabeza apoyada sobre la mano.

Lentamente acabé de vestirme mientras ella continuaba mirándome el paquete y volví al cuarto de baño a peinarme. Cuando llegue me lleve una gran desilusión al ver que ya se había vestido (muy rápidamente, por cierto). Ninguno de los dos dijo nada.

Paso el día y por la noche entre tras ella en la habitación. Cogió su erótico camisón y se dirigió a la puerta como el día anterior, pero nada más salir volvió a entrar, cerró la puerta y paso ante mi, se sentó en la litera y me dijo que me pusiera el pijama, léntamente me desnudé mientras ella me observaba, y como me había pedido me puse el pijama mientras la miraba fíjamente a los ojos; cuando me metí en la cama fue ella la que comenzó a desnudarse, se quedó sólo en ropa interior y sensualmente soltó el sujetador mientras me miraba. Este cayó al suelo libre del enganche y dejó al descubierto dos pechos duros y redondos, culminados por unos pezones rojos y erizados.

Rápidamente se puso el camisón y se acercó a la cama. Se agachó en mi litera, de manera que pude observar su maravilloso canalillo y me dijo:

  • Tengo sueño y no quiero que veas nada más, duerme mucho.

Así tuve que aguantarme hasta la mañana siguiente… otra noche de insomnio pensando en el cuerpo que dormía en la litera de arriba.

Me levanté y vi como dormía, esta vez las mantas solo le tapaban hasta la cintura y pude observar perfectamente sus maravillosos pechos entre los pliegues de su transparente camisón.

Me desnudé y comencé a acariciarla suavemente, notando una fuerte erección. Abrió los ojos poco a poco y me miró con cara de pocos amigos al principio, pero sonrió al ver la erección de mi pene. Bajó de su litera y comenzó a acariciarlo, mientras yo bajaba su camisón y pasaba mis manos por su espalda, hasta bajar sus braguitas y dejar al descubierto un chochito completamente rasurado.

En esto estábamos, con la luz encendida, cuando Nuria abrió la puerta de la habitación. Yo me quedé paralizado, pero Teresa no se cortó, le dio los buenos días y le pidió que cerrara la puerta al salir. Me empujó sobre la litera, empezó a besarme el pecho y bajo, poco a poco hasta mi miembro.

En medio de todo este placer, todavía fui capaz de agarrarla por la cintura y, más bruscamente de lo que hubiera querido la coloque sobre mí y empecé a pasar la lengua entre sus piernas hasta llegar a la base del placer, introduje mi lengua en su vagina y se estremeció repentinamente, se tumbó a un lado y no hizo nada más. A partir de aquí sólo yo actué, estuve un buen rato acariciando todo su cuerpo, notando como cada zona de su piel que tocaba por primera vez producía en ella vibraciones de placer.

En un momento dado, nos besamos, nos miramos y con una sonrisa compartida nos levantamos, nos vestimos y nos fuimos a desallunar.

Esta experiencia se repitió por la noche, con la salvedad de que nos quitamos la ropa mutuamente y Nuria no nos interrumpió, las caricias se repitieron igual que por la mañana, pero esta vez continuamos bastante más lejos.

Jugue con mi lengua entre sus piernas, estaba muy húmeda y cada vez que la mía su entrepierna, ya fuera sólo ligeramente o de manera apasionada todo su cuerpo vibrava y se retorcía mientras ella cerraba los ojos. También ella jugó conmigo, lamió todo mi cuerpo hasta llegar a mi miembro y me masturbó hasta que pensó que era suficiente, en ese momento se sentó encima mío y realmente me folló... y de qué manera, sus pechos se movían ferozmente y sólo pude acarciar sus caderas mientras me montaba alocadamente… de repente, se paró, saco mi excitado pene, me dio un beso que casí me deja sin sentido y comenzó a masturbarme mientras miraba alternativamente a mis ojos y a su mano subiendo y bajando sobre mi miembro.

  • Nunca he visto a un tío correrse… quiero ver salir su semen…. – ese susurro en mi oído, acompañado de una lengua que se introducía ligeramente en mi oreja me dejó descolocado y aún más excitado. No pude más cuando volvió a mirarme a los ojos y se fijó en mi pene… me corrí de una manera bestial mientras ella seguía masturbándome.

Cuando ya pensó que era suficiente me besó otra vez apasionadamente y lamió todo el semen que había sóbre mi piel. Se tumbó a mi lado y me susurró un gracias al oído que me volvió a dejar descolocado. ¡¡¡Yo debía darle las gracias!!! Nos domimos abrazados.

La mañana del domingo nos despertaron de madrugada; la hija pequeña de la familia tenía un ataque de apendicitis y los padres la llevaron al hospital, por lo tanto me quedé sólo en casa con Nuria y Teresa. Como era muy pronto volvimos a la cama, y nos domimos de nuevo abrazados.

Teresa fue la primera en levantarse, seguía desnuda, y verla bajar así de la litera me produjo una enorme sensación, sobre todo cuando apoyo sus tetas sobre el borde de la litera y me besó, entrecruzando su lengua con la mía mientras su mano se deslizaba hacia mi pene y me acariciaba.

Volvió a sorprendernos Nuria, estaba en la puerta, mirando como nos besábamos y Teresa la invitó a entrar. La acercó a la cama y se quedó mirando mi desnudez, mientras Teresa la desnudaba lentamente y comenzaba a acariciar su joven pero formado cuerpo.

Cuando acabó de desnudarla la tumbó encima de mi, sobre la cama y comencé a acariciar sus juveniles pechos mientras notaba como Teresa me agarraba el miembro, ya erecto y se lo introducía a Nuria, que vibraba de placer. Una vez que empezamos a hacerlo Tere se retiró y comenzó a masturbarse mientras nos miraba.

Cuando consideré que Nuria ya tenía suficiente giré la cabeza y vi a Teresa metiéndose cuatro de sus largos dedos y gimiendo. Levanté a Nuria y la llevé al pasillo, donde le pedí una cuerda. Entre los dos cogimos a Teresa, que nos dejó hacer sin oponerse, y la llevamos al salón, donde la atamos en el suelo, entre el sillón y la mesa. Entonces la comenzamos a masturbar entre los dos y la hicimos sufrir de placer, besos, lamidos, carcicias… y sin posibilidad de defenderse.

Pasamos el resto de la mañana jugando sexualmente, de mil y un formas y haciendo el amor en todas las habitaciones de la casa ...horas más tarde estaba de nuevo en el autobús, apoyado en la ventana, igual que al principio del viaje, pero esta vez tenía apoyada sobre mi miembro la mano de Teresa, con la que volví a hacer el amor en la parte trasera del autobús;... quien lo hubiera dicho de un fin de semana tan negro... el destino es capaz de todo.