Bendecida por el cirio del Padre Leandro

Me quede relamiendo las ultimas gotas mientras el guardaba sigilosamente su vástago divino entre las túnicas y a la espera de su bendición.

Tras mi encuentro con los expertos samuráis en lo que fui tan sabiamente fui agasajada con sus espadas y con comida nipona, necesitaba para reponer fuerzas, echarme a la boca pronto un producto típico de la tierra, y catar un buen chuletón, por lo que me dirigí a un restaurante donde me di una copiosa comida.

Los efectos por la pesadez de tan fuerte comida me hicieron efecto rápido y un modoso sueño recorría ya el cuerpo, pidiendo reposo en mi cama, pues los ojos se me entornaban, aunque también por el cansancio de esos últimos días tan bien ajetreada por los japoneses.

No sé como, pero un sentimiento por confesarme antes de dormir recorrió mi mente al pasar por una templo, por lo que decidí entrar y tras dirigirme a un espigado y robusto sacerdote que andaba en la puerta, le dije si podía confesarme.

El apuesto y maduro eclesiástico, ya entrado en años pues sus canas lo delataban, me dijo que lo acampanara amablemente hasta el confesionario y tras los preámbulos típicos, me invito a comenzar siendo todo lo sincera que pudiera, pues mi alma lo agradecería.

Le dije padre .. Últimamente me acompañan deseos y sueños impuros y cuando veo a un hombre que me gusta solo pienso en fornicar con el salvajemente, deseo me cubra, deso ser su concubina durante días.

Hija, hija, me corto el padre Leandro como antes me había dicho se llamaba, tienes que moderar esos deseos y pensar en otra cosa… dime como te llegan y que es lo que haces para reprimirlos..

Mire padre, me llegan constantemente, ¿quiere sea sincera y le diga los que tengo ahora mismo?...

El me contesto.. Si claro hija, estoy aquí para ayudarte, cuéntame que estás pensando.

Mire que igual se escandaliza y me tacha de depravada sexual…

No te preocupes hija, respondió nuevamente el, estoy acostumbrado a escuchar innumerables pecados y no me escandalizo ya por nada.

Pues mire padre, cuando fui a entrar por su templo y lo vi allí plantado en la puerta con su alta y fornida figura dentro de esa túnica, que lo hace tremendamente atractivo, me lo imagine sin su ropa interior dentro de ella, imaginándome un enorme y grueso cirio moviéndose entre sus piernas, pidiendo a gritos ser tratado con dulzura por mi boca.

Con sus pasos el enorme cirio se balanceaba rozando sus peludas y gordas pelotas que protegidas con su abundante bello amortiguaban los golpes del tremendo badajo que usted tiene.

Me imagine que me daba su bendición posando su mano sobre mi cabeza y yo me agachaba para meterme debajo de su túnica y agarrando con sendas manos, pues con una era imposible sujetar el peso de ese enorme colgajo, comenzaba a besarlo y testarlo, iniciando el acoso por su enorme capullo gordo y rodado que acompaña al tremendo grosor de ese vástago divino que solo unos afortunados tienen en posesión.

Por dios hija mía, que sueño más lujurioso tienes, pero sigue que te liberes de él.. Contesto el padre…

Si mire, seguí una contando… rápidamente eso enorme y grueso cirio cogió forma con las acometidas de mi boca a la que intentaba meter, no sin dificultad pues casi desgarraba la comisura de mis labios por tan escandaloso grosor… pues sus venas se habían llenado y ahora miraba recto desafiando la gravedad y luciendo sus veintitantos centímetros de longitud.

Lo deje libre de mis manos a merced de mi boca donde solo su enorme capullo, la llenaba haciendo las delicias de mi lengua, que se recreaba con el tacto tan agradable de esa punta divina, mientras mis manos ahora sobaban sus enormes pelotas intentando ordeñarlas.

Su gemido y su fuerte respiración masculina, denotaban que estaba disfrutando usted mucho, y tras sentir como por su la punta de tan majestuosos falo asomaban ya los primeros líquidos que eran el preludio de un rico manjar, usted me tomo entre sus fornidos brazos, levantándome y apoyándome sobre una columna, para subir mi falda y ver que mi sexo andaba libre sin ninguna prenda que lo tapara, y tras pasar su fuerte mano por él y ver lo mojado que estaba, introdujo uno de sus grueso dedos y testo el diámetro de mi asustado conejito que temía pero a la vez deseaba sentir esa protuberancia divina dentro de él.

Como digo me presiono sobre la columna y con sus fuertes y musculosas piernas abrió la mías, agarro mis manos con una de ellas y las subió sujetándolas unos centímetros sobre mi cabeza, besándome ahora apasionadamente, mientras con la otra guiaba hacia mi gruta su enorme pollon que guiado por ese faro que es su enorme cabeza, comenzó a entrar dilatando como nunca antes había sido mi asustado conejito.

Cuando estuvo dentro todo, sentí como sea abría la puerta del paraíso, y aunque mis ojos se nublaron por tanto placer, me sentía flotar sobre un mar de nubes, mientras solo oía su agitada y masculina voz que me guiaba por tan grato lugar.

Mi cabeza se apoyó sobre su musculoso hombro, buscando reposar ante las embestidas de su cirio que gratamente ocupaba todas mis entrañas, deslizándose por su interior aunque fuertemente abrazado por las paredes de mi estrecho chochito, gracias al manantial de efluvios que manaban de mis múltiples orgasmos que iba teniendo.

Su ritmo iba creciendo con el ardor del momento al igual que la dureza de su grueso rabo, que ahora insultantemente me taladraba levantándome del suelo, estando solo sujeta por tan tremendo ápice,… me libero de mis manos y estas recorrían ahora su espalda para bajar a su fornido trasero que bien musculado era una delicia acariciar mientras no cesaba en sus acometidas.

Una de mis manos se deslizo hacia su pecho buscando entre la frondosidad del mismo su fornido pectoral, entrelazando mis dedos en la maraña suave y sedosa de vello del mismo.

Me pareció en ese momento que me hablaban los ángeles en el paraíso, pero rápidamente distinguí su voz que me avisaba pronto iba a recibir el agua vendita dentro de mí, y esta llego en una abundancia insultante, en forma de ráfagas que descargaban con intensidad el pastoso manjar en forma líquida, que mitigaba junto a mis jugos el ardor de mi interior.

Fue un último minuto colosal, donde los golpes secos de su cadera hicieron en estas últimas penetraciones las delicias de este colofón divino, hasta que sentí como se desenganchaba su enorme falo de mí, pues el ruido al sacar fue un símil del desencoche de una botella de vino.

Recree mi vista hacia ese enorme y deseado cirio y le vi gotear por esa bella y colosal cabeza, aun alguna gota de su manjar, por lo que me agache desesperadamente a tomarlo mientras con mis manos testaban aun la dureza que levemente iba aflojando en toda su longitud.

Igualmente acaricie sus ardientes huevos, que con una templanza fuera de lo normal, reposaban ahora cálidos sobre la palma de mis manos, mientras daba cuenta de sus últimas gotas en mi boca.

¿ Hija! respondió, el padre en tono exclamación…. Me tienes sin respiración, a la vez que a través de la pequeña ventana del confesionario, vi como su mano acariciaba a través de su túnica un enorme y rígido bulto que me hizo estremecer en deseos de entrar allí y ver cómo era.

Lo único que puedo darte para tu penitencia hoy , es hija mía, mi bendición con este cetro asi como un poco de agua vendita, mientras a su vez se ponía de pies y subiendo los baldones de su túnica, me mostro rígido y duro, su cirio , este con un grosor y tamaño superior al de mi imaginación, me hizo casi desmayar, pero al verlo asomar desafiante a través de su la pequeña ventada del confesionario, me tire como una posesa a devorarlo y comerlo, y tras unos agónicos y placenteros minutos tome sus jugos divinos en tal cantidad que casi me atraganto.

Me quede relamiendo las ultimas gotas mientras el guardaba sigilosamente su vástago divino entre las túnicas y a la espera de su bendición.

De golpe sentí un escalofrió en mi cuerpo y un intenso sudor, que me hizo estremecer, despertando y observando que me había quedado dormida en la cama con el ordenador portátil encendido entre mis piernas, mientras escriba un relato de mi última vivencia en esta página, dándome cuenta que todo había sido un dulce sueño producido por la copiosa comida que había tendido, sintiendo como mi sexo entre sueño si había disfrutado, pues estaba mojadita como en mis mejores momentos… por lo que decidí cambiar mi historia y contarles este erótico sueño que quisiera se hiciera realidad.