Bellezón

Os cuento que conocí a una chica que estaba buenísima y que me hacía unas pajas sensacionales.

BELLEZON

Me llamo Juan Pardo.

En mi anterior relatos os conté que me gusta mucho la masturbación. Es cierto. Pero no sólo me gusta hacerme pajas sino que me las hagan.

La historia que os voy a contar os parecerá un poco extraña pero soy así.

Conocí en un disco pub a una chica verdaderamente guapa. Y conseguí ligármela. Me parecía increíble. Ella misma me decía que hiciese con ella lo que quisiera. Era alta, rubia, de ojos claros, de grandes pechos, de cuerpo duro. Todo un bellezón. Cuando digo esto es que se trataba de una chica verdaderamente diez. Era para volverse loco. La verdad es que tenía miedo de tener una eyaculación precoz. Con sólo apretar mi cuerpo contra el suyo, besarnos y aspirar su perfume podía mojar los pantalones.

Me la llevé al coche.

Efectivamente los besos, las caricias y sobre todo los abrazos me llevaban al borde del orgasmo. O eso creía yo. Y más todavía según nos íbamos quitando la ropa. Ella parecía una modelo de internet.

Le metí un dedo en la boca. Noté su saliva resbalando sobre mi pulgar. Ella estaba muy salidorra. Me bajo la bragueta y se puso a acariciarme el capullo con dos dedos volviéndome loco. Después agachó la cabeza para pasar la punta de su lengua pero le dije que no lo hiciese. Se detuvo y se quedó sorprendida.

No, no lo hagas.

¿Pero por qué?- me contestó.

Prefiero que me masturben.

¿No quieres que te la chupe?

Es que disfruto más con la masturbación.

No. Ya te entiendo. Como estoy tan buena tienes miedo a correrte y demostrarme lo poco hombre que eres... Eso es una majadería... Y si te corres puedes seguir haciéndome cosas...

Ella se había puesto grosera y le reconocí que tenía razón a medias.

Es que además las felaciones no me hacen disfrutar tanto como las pajas te lo aseguro.

Ella se quedo pensativa.

Oye y tampoco quiero follarte.

Vale- me dijo ella.

Lo que le decía insisto era cierto. Y no sólo eso sino que no tenía ninguna razón. El sexo oral no me suele llevar al orgasmo. En cambio el sexo manual es el que más me hace disfrutar. Más incluso que el coito vaginal o el anal. Pueden ser dolorosos.

Agarré con ambas manos sus tetas, masajeándolas. Ella soltó un suspiro. Y se metió de nuevo mi dedo pulgar en la boca. Aparte su rostro y tironee con suavidad de sus pezones. Me cogió de las manos y se las restregó por las tetas.

Le bajé los pantalones y las bragas y acaricié su clítoris con dos dedos. Se levanto acalorada y me obligó a lamerle el coño. Estaba como loca. También le metía uno o dos dedos.

Me encanta lo que me estás haciendo- me decía.

Hice más fuerza con los dedos dentro de la vagina meneando el brazo. Suelo hacer pesas. Y al mismo tiempo le metí un dedo por el culo con la otra mano. Saqué los dedos de su coño y cogí una de las tetas.

Con su mano me acarició de nuevo el capullo pasando el dorso con mucha suavidad. Hasta que la cogió con toda la mano y se puso a meneármela.

Tu me dirás el ritmo- me dijo.

Despacio, despacio.

Estaba tan caliente que me corrí soltando mucho semen caliente.

Pero no te pares. Sigue.

Una vez que me había corrido seguía teniendo la polla dura.

La chica no es que fuera una experta pero era tan guapa, estaba tan bien y su mano era tan calentita y suave que me gustaba un montón lo que me hacía.

La cogí de la mano y la acompañe subiendo y bajando hasta que encontramos el ritmo. Era un poco más rápido pero no mucho más. Ella tenía la mano pringosa. Mi polla sonaba.

Así, así, así, no pares alma de Dios- le dije.

Hasta que tuve otro corridón que me ensució a mí también.

La chica me llamó unas tres veces más para quedar.