Becaria de verano (1)
Un caluroso verano de Madrid me proporcionó la mejor experiencia bisexual de mi vida.
BECARIA DE VERANO (1)
Un caluroso verano de Madrid me proporcionó la mejor experiencia bisexual de mi vida.
Nunca pensé que mi vida pudiera cambiar en un verano. Tal vez no cambió, pero si viví una de las experiencias más maravillosas de mi vida, una de las más eróticas y excitantes... Pero vayamos por partes.... Me presentaré: me llamo Marta, soy una estudiante de derecho, de 22 años, de Madrid. Soy morena, con el cabello largo y liso, mido 170, flaca y con los pechos erguidos. La cara y el escote lleno de pecas. No me gusta llevar sujetador, y casi todos los tíos tienen que hacer esfuerzos para no mirarme directamente a las tetas, cosa que me encanta. He estado tanto con chicas como con chicos, aunque no me considero promiscua, solo disfruto de mi edad y mi cuerpo.
Como explicaba, el verano pasado comencé unas prácticas en un pequeño despacho de bogados del centro de la ciudad. No me hacía ni gracia pasar todo el verano en Madrid, con un calor asfixiante y casi sin amigos. Pero me dije que era lo mejor para mi carrera, y acepté.
Allí conocí a Marcos, uno de mis jefes, que me gustó casi desde el primer día. Es un hombre alto, moreno, fuerte pero no gordo, de casi 40 años y muy seguro de si mismo. En seguida nos llevamos bien, y pasábamos parte del día juntos, redactando memorandos, demandas y cosas así. Sabía que estaba casado, aunque casi nunca hablaba de su esposa, y estaba totalmente convencida de que era una mujer vieja y fea, que no le satisfacía. Me costaba concentrarme en el trabajo, sobre todo cuando estaba junto a él, lo que era casi siempre. Me lo imaginaba desnudo, con un enorme pene en erección, follándome como loco. Empecé a vestir de forma más provocativa, con blusas muy abiertas, sin sujetador, marcando mis pezones. Muchas veces me acercaba a él, esperando alguna reacción... Pero nada. De vez en cuando le veía mirándome el pecho, o las piernas ( casi siempre llevaba minifalta muy corta)... Pero nunca se decidía a hacer nada. Incluso un día, comiendo juntos, le dije que llevaba mucho tiempo sin novio, y que estaba a mil, ya que no me gustaba ningún chico de mi edad... Pero nada, en seguida cambió de tema. Estaba desesperada.
Entonces conocí a la mujer, un viernes, en una cena con todos los compañeros. Era preciosa. No tendría ni 30 años, bajita, rubia, ojos azules, muy parecida a Scarlett Johansson, la protagonista de "Lost in Translation". Nada más verla me excité. Era una de las mujeres más atractivas que había conocido en mi vida. En seguida comprendí que Marcos no me hiciera ni caso. Nos presentaron. Ella me miró de arriba abajo, y por un segundo creí ver deseo en sus preciosos ojos azules. Por mi parte, esa noche, en mi cuarto, me masturbé hasta quedarme dormida, imaginándome a los dos follando como locos.
Pero fue una semana después, cuando ocurrió lo verdaderamente importate. Estábamos gran parte de la oficina en otra cena de empresa, y luego decidimos irnos a bailar, a una disco con terraza, a las afueras de la ciudad. Allí apareció Carla. Iba con un vestido negro, largo y con mucho escote. Casi todos los hombres del local la miraron al entrar. Aunque yo tampoco iba mal... Llevaba una faldita escocesa corta, con una camiseta negra, de tirantes, que marcaba mis pezones (no llevaba sujetador, por supuesto). Al poco se acercó Carla, y comenzamos a charlar y bailar, mientras tomábamos unas copas. De cerca era mucho más guapa. Cuando Marcos se marchó a por otras bebidas, ella me dijo al oído, muy cerca:
-Joder niña, a ver si te lo follas de una vez.... No deja de hablar de tí desde hace semanas, y siempre que hacemos el amor me cuenta lo que te haría....
Aquello me dejó desconcertada.
-La verdad es que ahora que te conozco comprendo por que mi marido está siempre tan excitado- continuó mientras miraba fijamente mis pezones marcándose a través de la camiseta.
Al volver Marcos de la barra, con unas copas, parecía que había estado escuchando ya que, nada más acercarse, me besó apasionadamente. En unos segundos estaba con sus manos en mis nalgas y frotándose entre mis piernas.
-Chicos, creo que debíamos ir a algún lugar más íntimo, ¿no? dijo Carla, mientras dejaba las copas en una mesa.
Nos fuimos casi corriendo a la calle, donde Carla había dejado el coche. Allí nos metimos en el asiento trasero, y el matrimonio me desnudó en unos segundos. Mi camiseta, la falta, el tanga... todo... Carla comenzó a comerme el pecho, que se puso duro como un roca. Marcos metía dos dedos en mi coñito, totalmente depilado, mientras me besaba como si quisiera quitarme los labios. No tardé en correrme ni dos minutos, dejando su mano empapada de mis fluidos, gritando como una histérica. ¿Hace mucho que no follas?, preguntó Carla con una sonrisa en los labios, satisfecha de lo que estaba logrando. Entonces decidí pasar a la acción. Desabroché el vaquero de Marcos y metí la mano por debajo de su slip, dejando libre a una polla larga y erguida, con el glande cubierto de líquido preseminal. Le pajeé un rato, antes de metérmela en la boca. Mientras, Carla no dejaba de acariciar mi pechos, diciendo que era toda una putita, que estaría contenta de estar follando con su marido.
En unos segundo el pene de Marcos creció y creció: estaba a punto de correrse, pero lo impidió, justo cuando estaba esperando la descarga en mi boca. No es aquí donde quiero correrme, guapa. Dijo, mientras se apretaba fuertemente la polla, y se subía los pantalones.
-Nos vamos a casa. Os dejo aquí detrás, para que sigáis jugando nos dijo mientras corría hasta el asiento del conductor, y ponía el coche en marcha.
En el camino hacia su casa, Carla y yo nos besamos y acariciamos casi con locura. Le quité el vestido, viendo sus pechos desnudos por primera vez. Grandes y con los pezones muy pequeños. Los besé y lamí hasta dejarlos cubiertos de mi saliva. Dijo que le encantaban mis tetas, llenas de pecas, que había hecho el amor con algunas mujeres, pero desde que me vio quiso follarme como a ninguna otra. Según me decía eso metió tres dedos en mi coñito, ya empapado, aunque me dolió un poco, dándose cuenta:
-Espera a que te la mete Marcos: te va a reventar.... Todos los tíos con los que has estado te parecerán niños....
Nada más entrar en su casa, un chalet adosado a las afueras de la ciudad, entramos en su habitación. Allí Marcos me tumbó en la cama, boca arriba, se desnudó y, casi sin decir palabra, puso mis piernas sobre sus hombros y me metió su polla hasta el fondo, de un solo golpe. Mi vagina ardía. Carla se puso a nuestro lado, mientras seguía con un actividad favorita: comerme las tetas, de tal forma que creía me iban a estallar.
Marcos me bombeaba como loco: hacía semanas que lo deseaba, que no pensaba en otra cosa. Creí que no iba a tardar más que segundos en correrse. Me dí cuenta de que no se había puesto condón, ni yo se lo había pedido. No importaba, quería sentirle dentro, quería sentir su semen en mi interior.
-Putita, estarás contenta, ¿eh? Marcos lleva todo el mes follandome pensando que lo hace contigo, te gusta su polla, ¿verdad? Seguro que eres la típica putita de barrio que se ha follado a todo el vecindario. No te irás a correr otra vez, ¿verdad putita? ¿Con cuantos tíos has follado? Seguro que con un montón, y te habrás tragado un montón de pollas.... Y tú Marcos, todas las noches pensando en esta putita, solo porque tiene buenas tetas, si con que te hubieras acercado a ella, te la habrías follado, no ves que es una zorra, que le gusta cualquier polla...
Estos comentarios parecían excitar a Marcos, que hacía verdaderos esfuerzos por no eyacular. Date la vuelva, casi gritó.
Me colocaron a cuatro patas, y me penetró como la primera vez, de un solo golpe y sin condón. Cogió mis caderas con fuerza, y comenzó a bombearme, sacando casi todo su pene, en cada embestida. Carla se situó detrás suya, totalmente pegada a su espalda, marcando el ritmo de cada embestida, susurrándole al oído.
-Vamos cielo, córretela ya, llenala de leche, hazlo todo dentro...
Yo no podía aguantar más. Iba a volver a correrme, pero quería que él lo hiciera antes.
-Uffff .... Puede ser peligroso.... Correrme dentro....
-No se te ocurra sacarla.... Es una putita, seguro que folla con todos así, si se queda preñada no sabrá ni quién es el padre.... Vamos cielo, termina, deja preñada a esta putita... Vamos cielo, vamos...
No podía más.
-VAMOS, CORRETE DE UNA VEZ MARCOS grité.
Me clavó los dedos en la cintura y dio dos o tres golpes de cadera, aumentados por Carla, que le acaricia los testículos con ambas manos, desde atrás, que fueron suficientes para alcanzar el orgasmo.
Se arqueó hacia adelante y un torrente de calor me atravesó por todo el cuerpo. Mi vagina quedó totalmente inundada en unos segundos, y gotas de semen empezaban a salirse, cayendo entre mis piernas y por la cara interna de mis muslos. Justo en ese momento, alcancé mi orgasmo.
Marcos quedó tumbado encima mío, sudando, con su polla todavía dura, en mi interior. Recordé que acaba de menstruar hacía unos días, pero aquella corrida había sido un torrente, y existían riesgos de quedarme embaraza. Pero no me importaba. Había sido la mejor experiencia sexual de mi vida.
Esa noche follamos como locos. Marcos estaba obsesionado (según me comentó Carla más tarde) con hacerse una paja cubana entre mis tetas. Y efectivamente que se la hice, con la colaboración de Carla. Se ve que había estado pensando en ello bastante, ya que la cantidad de semen que expulsó, cubriéndome casi todas mis pecas, fue descomunal.
Al despertar al día siguiente, casi al mediodía, todo el dormitorio olía a semen fuertemente. Nos separamos, aunque durante todo ese año nos vimos varias veces, repitiendo memorables jornadas de sexo. Afortunadamente no me quedé embarazada, y siempre que volvimos a follar, lo hicimos con preservativo. Hace unas semanas me llamó Marcos y, aunque yo casi no nos vemos, me alegré al volver a tener noticias suyas. Me dijo que acababa de entrar en su despacho una becaria para 6 meses, y que era un auténtico bombón.
-¡Que la disfrutes! .
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