Bebiendo en el váter (2)
Ese lunes fue el principio de mi nueva vida, el comienzo de una vida soñada y llena de placeres, sufrimientos, sexo, lujuria, obediencia y ausencia de sed, gracias a mis compañeras de trabajo y su néctar dorado.
Ese lunes fue el principio de mi nueva vida, el comienzo de una vida soñada y llena de placeres, sufrimientos, sexo, lujuria, obediencia y ausencia de sed, gracias a mis compañeras de trabajo y su néctar dorado.
(Olga) Ya puedes ponerte a trabajar, enciende el ordenador y rapidito que hoy has llegado dos horas tarde y tu trabajo no lo vamos a hacer nosotras.
Era Olga, la encargada de una de las dos secciones de la empresa, la que me sacaba de mis pensamientos y me ponía con los pies en tierra: ese día empezábamos campaña, todos teníamos mucho trabajo y yo había llegado dos horas tarde, obedeciendo sus órdenes, para que ella y Carla, la jefa, pudiesen reunirse con las otras 7 trabajadoras para explicarles lo que había pasado el viernes antes de plegar, y las consecuencias y cambios que habría en la empresa a partir de ese día, principalmente conmigo, ya que yo pasaba a ser el “váter portátil” al servicio de las 9 mujeres de la empresa, para beber su agüita amarilla sin que ellas tuvieses que levantarse del sitio, con el embudo que les habían suministrado, si ellas quería, claro está.
En cuanto terminó de abrirse mi ordenador, pude ver que ya tenía tres mensajes requiriendo de mis servicios como váter, así que me dispuse a atenderlas rápidamente, ya que no quería que mis jefas se enfadasen conmigo, por lo que pudiera pasar. Las tres compañeras que requerían mis servicios eran Carla (la jefa), Olga (una de las dos encargadas) y Silvia (con la que se originó todo, al entrar yo en el váter a mear justo después de haberlo hecho ella y haberse olvidado de tirar de la cadena, encontrándome su agüita amarilla, lo que provocó un corto circuito en mi cerebro, hincándome de rodillas para beber de ese néctar). Supongo que Carla y Olga querían dar ejemplo a todas, romper ellas el hielo, para que a las demás les fuese más fácil utilizarme; y Silvia simplemente se quedó con ganas el viernes anterior de darme de beber y ya expresó sus ganas de utilizarme.
Fui por orden de rango, primero a Carla, no hay que hacer esperar a los jefes, y menos si es tu jefa. Entré en su despacho y cuando iba a meterme debajo de la mesa:
(C) No, debajo de la mesa no, vamos fuera, quiero que todas vean cómo te utilizo de váter.
Así que salimos de su despacho y me ordenó tumbarme en mitad del pasillo
(C) Quiero que todas veáis cómo utilizo a este cerdo y cómo vosotras podréis utilizarlo a vuestro gusto; como podéis comprobar por el bulto en su pantalón le encanta que le utilicen, así que sed libres de utilizarlo tantas veces como queráis, a él le gusta y a vosotras os encantará.
Dicho esto se quitó el tanga antes de levantarse la falda y poner sus pies a ambos lados de mi cara, se agachó, puso el embudo en mi boca y doblando un poco las rodillas empezó a mear dentro del embudo. Aquella visión era maravillosa, ver a mi jefa con el coño rasurado, abierto con dos de sus dedos, con ese chorrito amarillo saliendo de su interior, haciendo diana en el embudo que tenía sobre mi boca, compartiendo conmigo su néctar dorado, ummmm, ambrosía me pareció saborear en mi paladar, era un sabor suave, un poquito amargo, en cierto momento incluso me pareció que estaba bebiendo caldo de sopa, su caldo, el cual había cocinado para mí en su interior, a fuego lento por varias horas. Tenía una erección tan grande, estaba tan absorto en beber ese néctar, en saborear la situación, que ni cuenta me di de que todas estaban de pié a nuestro alrededor observando cómo ella meaba en mi boca, mostrando a todas su coño como quien enseña una mano. Casi todas prestaban gran atención haciendo comentarios de todo tipo, desde “que asco, eso jamás lo haré” hasta “yo quiero probar a mearle directamente en la boca”, o “vaya bulto que se le ve en el pantalón, se nota que está disfrutando”, o “viéndole así tumbado, me están dando ganas de darle un pisotón entre sus piernas, con el odio que he cogido a los hombre desde que me dejó mi marido por una jovencita de 20 años”.
Yo me dediqué a beber rápido, ya que ya me había advertido el viernes anterior que si le tocaba parar de mear por llenarse el embudo sufriría su ira en mis pelotas, así que no quise comprobarlo, pero aprovechaba para saborearlo y disfrutar. En cuanto ella terminó de vaciar su vejiga otra ocupó su lugar, esta vez era el turno de Olga, así que adoptando la misma posición que Carla, empezó a vaciar su preciado líquido dorado, y yo a bebérmelo como si llevase varios días sin beber. Sabía algo distinto al de Carla, era algo sabrosón, más fuerte su sabor, pero igualmente divino. Los comentarios seguían por el mismo camino, algunas diciendo que eso era una guarrada, una cochinada, una asquerosidad (pero no se marchaban a sus respectivas mesas, se quedaban mirando cómo un hombre era dominado por varias mujeres, siendo medado en su boca para que se lo bebiese todo, esa preciada y sabrosa agüita amarilla), y otras diciendo que querían probar, o que se estaban poniendo muy cachondas pensando que me iban a usar de esa misma manera, o que en alguna ocasión habían oído de éstas prácticas pero que nunca se habían imaginado participando ellas.
Mi estómago empezaba a llenarse de los meados de mis compañeras, ya llevaba dos vejigas llenas en menos de una hora que llevaba en el trabajo y eso no había hecho más que empezar, ya que en cuanto Olga terminó de vaciar todo el dorado néctar que guardaba para mí en el interior de su depilado coño, otra compañera ocupó su lugar, no dejándome mover, en mitad del pasillo; esta vez fue Silvia, la tercera que me había mandado un mensaje para hacer uso de mis servicios. Yo ya había probado su orina, pero había sido de forma muy distinta, bebiéndolo del váter, después de haber meado ella y haberse olvidado de tirar de la cadena, ese acto fue el comienzo de mi actual vida. Me quitó el embudo de la cara y me gritó con voz autoritaria:
(S) Abre bien la boca, quiero ver cómo te lo bebes todo.
Ella también tenía el coño depilado aunque tenía una mata de pelo en su pubis. Esta vez no me fijé bien, pero más tarde pude apreciar que no era una mata de pelo normal, ya que lo tenía bien recortadito y en forma de flecha señalando a su coño, como si quisiera indicar a cualquiera que la mirase que dirigiese su vista o atención a su gruta.
Se separó los labios mayores con dos dedos, dejando a mi vista su húmedo y rosado interior, y a la voz de “Bebe” se puso a mear directamente en mi boca. Era una maravilla, era mucho mejor que unos días antes, ya que aquello estaba aguado, pero esto era puro, esencia de Silvia pura. Y siguió meando y meando, hasta que yo ya no podía beber más, momento en el que intenté hacérselo saber, abriendo mis ojos al máximo e intentando emitir sonido alguno por mi garganta.
(S) Ni se te ocurra cerrar la boca, sigue tragando que llevo más de una hora aguantándome las ganas de mear y no me vas a quitar este placer.
Luego me contó que nada más llegar al despacho se había bebido una botella de agua de litro y medio, suponiendo que tardaría bastante en filtrar todo, pero habían pasado las horas y no había tenido ocasión de vaciarlo aún, ya que quería reservarse para mí, que desde el viernes que se lo había visto hacer a nuestra jefa había pasado todo el fin de semana pensando en hacerlo ella y se había vuelto una obsesión.
(S) Límpiame con tu lengua cerdo.
Eso sí que no me lo esperaba, poder lamer el coño de mi compañera de trabajo. No tuvo que decímelo dos veces, en cuanto terminó su frase me puse como loco a lamerle el coño, la excusa era limpiárselo, pero la verdad es que lo tenía bastante mojado y no precisamente de orina, así que me dediqué a pasarle mi lengua y saborear sus fluidos vaginales y aunque ella intentaba disimularlo, estaba muy cachonda, ya que su botoncito del placer lo tenía bien duro y crecidito y…
(O) Mírala, con lo modosita que parecía y lo desinhibida que está, incluso gimiendo mientras le limpian los bajos jajajajajajaja
El tema estaba bien claro, ella estaba tan cachonda que no podía parar, tenía los ojos cerrados y no existía nadie a su alrededor, sólo ella, su coño y mi lengua. Y explotó, otro chorro de líquido inundó mi boca, pero esta vez no era orina amarilla, era su corrida. No fue abundante, pero suficiente como para notar que me llenaba la boca con su líquido. Era la primera vez que conseguía que una mujer se corriese y eso me subió mucho la moral. No sólo me estaban utilizando como objeto de desecho, como váter o retrete, sino también como objeto sexual, le estaba haciendo un cunnilingus a mi compañera delante de todas las demás y parecía que no le importase. Más tarde me confesó que era exhibicionista, por eso lo de su pubis tan bien recortadito con la flecha.
Acto seguido se levantó, se arregló la falda y se marchó a su sitio.
(O) Cerdo, ahí tienes nuestros papeles, deshazte de ellos
Yo no me había dado cuenta, pero las tres se habían limpiado su coño con papel higiénico al terminar de mearme, tirándolos al lado de mi cabeza.
Me incorporé, cogí los papeles mojados y los tiré a la papelera del váter, algo que desde ese momento me tocaría hacer muchas veces.
Las demás compañeras no estaban por la labor de darme de beber, así que pude pasar el resto de la mañana trabajando sin más interrupciones, pensando en cómo había cambiado mi vida, en cómo había llegado a ese punto, en cómo había aceptado convertirme en el váter portátil de mis compañeras de trabajo.
Las horas fueron pasando y llegó la hora de parar para comer. Todos cogimos nuestras neveritas con la comida y nos fuimos a la sala que teníamos para comer, a calentar las fiambreras o boles con comida en los microondas.
Yo creía que la comida sería tranquilita pero no fue así, en cuanto saqué una lata de Fanta que tenía en la nevera para beber, en seguida saltaron:
(C) ¿Sigues teniendo sed? Eso lo podemos arreglar rápidamente. Chicas, ya sabéis lo que hay que hacer.
Todas, salvo las tres que estaban casadas o con pareja, se levantaron de su silla, fueron a su mesa, cogieron su embudo y se marcharon al lavabo, saliendo al poco con dos botellas de litro y medio casi llenas de su agüita amarilla, con su espumita en la parte de arriba. Me las pusieron en la mesa y me quitaron la lata de Fanta.
(C) Esta es tu bebida desde ahora y para siempre, mientras que estés con alguna de nosotras olvídate de beber ninguna otra cosa. Venga, bebe y come rápido que tienes que volver al trabajo a recuperar las horas que has llegado tarde esta mañana. Y por cierto, en el lavabo te esperan nuestros embudos para que los limpies, no pensarás que los vamos a limpiar nosotras cuando son para darte de beber a ti.
Por la tarde todos nos dedicamos a trabajar como posesos, sin hablar entre nosotros; el único que se levantaba de su mesa era yo, para ir al baño a mear todo lo que había bebido, que en esa mañana habrían sido unos cuatro litros de preciado néctar de mujer destilado para mí.
Ese fue el comienzo de mi nueva vida, una vida pasada por agua, bueno, más bien, pasada por agüita amarilla. Desde ese día ya no necesité volver a comprar refrescos ni agua para el trabajo. Cada día salía del trabajo con el estómago bien lleno de líquido dorado, destilado por mis compañeras de trabajo.
Esa primera semana transcurrió sin demasiados cambios más, el resto de días fueron casi una copia del lunes, las únicas que me daban de beber directamente o con sus embudos eran Carla, Olga y Silvia, el resto llenaban una botella y me la daban para beber.
La única variación fue Ainós, la mujer de la limpieza. Pero eso queda para el siguiente relato.
Continuará…
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