Bébete mi sudor.
El trio de Jaime y Antonio con su entrenador Marcos.
Jaime, mi amigo hetero, pasó muy pronto a convertirse en mi amante secreto. Seguíamos entrenando juntos casi a diario en el gym y dos veces a la semana, Marcos nos entrenaba a los dos: nos pesaba, nos medía, repasaba la dieta y la tabla. Siempre apuntaba los datos con satisfacción, como si fuéramos su pequeño proyecto de “cuerpo escoria” a “pibón”. En mi caso, era así. En muy poco tiempo me habia puesto bastante mejor, más tonificado. Aunque aún tenia un poco de tripita.
Yo estaba obsesionado con la polla de Jaime. Y con su piel. Y con el olor de su sobaco después de entrenar. Intentaba por todos los medios contenerme, pensando que Jaime tenía novia y que era ella con la que pasaba la mayoria de las noches. Pero como el único sitio donde pasábamos tiempo juntos era el gym, cuando terminábamos de entrenar y me proponía un poco de Sauna seca y de otro de Vapor, yo no lo dudaba.
Con las toallas anudadas en la cintura, primero ducha caliente para abrir los poros y nos metimos en la sauna de calor seco. Yo no le quitaba ojo a su cuerpo. Me encantaba que fuera tan masculino, tan tío.. tan capaz de follarse a su novia y todavía tener ganas de darme a mi por el culo. La polla se me ponía morcillona, sin llegar a empalmarme, porque el calor fuerte de la sauna me lo impedía.
Jaime no paraba de hablar de idioteces del dietas, pesas o de una peli, o de la ultima inversión que había hecho, o que si nos íbamos de compras que tenía que renovar camisas para el traje… o que quería cambiar la lampara de la entrada de su casa. Yo le oía parlotear, y me parecía todo bien. Recorría su anatomía con la mirada como si fuera la lengua. A los 12 minutos exactos, salimos fuera , ducha fria, y a la sauna de vapor. la nube me permitía ser más indiscreto, y si estabamos solos alguna vez le rozaba la piel. Y le miraba deseoso. Si no había nadie alguna vez me cogía del cuello y me enchufaba la polla en la boca. Que yo relamía encantado. Me daba igual que supiera a sudor, a su ultima meada o a jabón. Era su polla y me alimentaba de ella. El sentido común ese que me decía que eso no era normal: ni enrollarse con tu amigo hetero ni follar en las duchas del gym, con el riesgo de que nos pescaran y nos echaran.
Una mañana recibí en el chat de los tres un mensaje de Marcos: que no nos podía entrenar el viernes, pero que el Sábado sí. Que si no nos importaba. Que además, el gym estaba muy vacío a mediodia los fines de semana. Prácticamente estaríamos solos. Al ser un gym metido en la zona de negocios, los fines no iba nadie. Tanto Jaime como yo contestamos que nos parecía bien.
El sábado a la una, efectivamente, no más de diez personas estabamos entrenando. Nos dio una inmensa paliza de hora y media, combinando superseries con cardio intenso. Yo notaba todos los músculos tonificados e hinchados. Jaime tenía hasta los abdominales marcados… y mis brazos estaban inmensos. Cuando nos poníamos así, me encantaba remeter las mangas de mi camiseta hacia dentro y ver mi hombro definido. Me encantaba verme tan machorro.
Camino de la ducha, Jaime, como siempre, me propuso “una sauna y un vapor, pero sin prisas, que hoy tenemos tiempo”. Sin prisas, pensé yo, ¿querrá decir que me va a follar?
En la sauna seca, nuestros cuerpos relucían… el sudor los hacía brillar , y tanta testosterona de las pesas me tenía salidísimo. La sauna tenía forma de U, con dos alturas de banco de madera. Jaime estaba en el de arriba y yo en el de abajo. Se abrió la toalla y me cogió la cabeza y me soltó un anda, chúpamela. Me muero por tu lengua en mi polla ya. Me sorprendió esa petición, tan directa. Pero estaba tan caliente que me importó un carajo. Me di la vuelta, me puse de rodillas y me la metí entera hasta la camapanilla. La sacaba, le lamia el rabo, y miré su cuerpo lleno de sudor. Una gota salió de su clavícula y recogió otras gotitas, descendiendo por su esternón, haciendo un poqueño río, parando en sus abdominales. Jaime me cogio de la barbilla y de susurró: anda, bébete mi sudor. Ni lo dudé: saqué le lengua y le lamí su piel: saciaba mi sed con él. Le morí el pezon derecho y guié mi lengua hasta la axila. Levantó el brazo y yo absorbia con mi boca todo lo que habia en ese hueco. Estaba como loco de placer.
Hombreeeee… ya sabía yo que os habíais hecho muy amigos…. La puerta de la sauna se abrío y se cerró de golpe, dejando dentro de aquel recinto a Marcos. Pillada histórica. Entraba en la sauna con la toalla su cintura. Yo me giré e intenté taparme con la mía, pero la erección que teníamos no dejaba duda de lo que estaba pasando. Empecé a notar los latidos de mi corazón en la sien, y juro que creo que dije un no es lo que parece, te lo puedo explicar. Pero las risas de Jaime estallaron en toda la caja de madera. Que hijo de puta, le oí decir. Anda, que menuda pillada nos has hecho. Y se miraban y se descojonaban. La polla de jaime se bajó un poco, y la mía ya era un garbanzo. Bah, si me da igual. A mi me parece muy bien que mis chicos se hagan amigos y que sigáis perdiendo calorías después del entreno. Con esa frase, Marcos, se sentó frente a nosotros, se quitó la toalla y apoyó los codos en las piernas, y dejó tranquilamente sus huevos y la polla descansando sobre la madera. Y bien, nos dijo… ¿qué? ¿Es cierto que los gays la comen mejor? La pregunta era para Jaime, porque además le mantenía la mirada sin desplazarla ni un milímetro.
Yo empecé a flipar mucho, pero cuando escuché a Jaime decir un pues sí tio, no veas como la chupa , mientras me acariciaba el pelo, ya el corazón me latía como el de un caballo desbocado.
Oye, que no os cortéis… vamos, seguid. que siempre me ha dado morbo pensar en que os estabais enrollando sin decirme nada. Marcos nos soltó esto y echó la espalda para atrás, apoyándola contra la madera. Mientras su mano derecha se dirigió hacia su rabo, para ir descapullandolo lentamente.
No te importa, ¿no? Le dijo jaime, pasando de acariciar a empujarme la nuca hacia su otra vez morcillona polla. Yo estaba fuera de mi. Fuera de la lógica, de lo normal, de lo correcto. No solo me estaba dejando follar con regularidad por un hetero con novia, sino que en el entrenador que compartimos, que también era hetero, se estaba empezando a hacer una paja en la sauna de nuestro gym, mientras veía como nos lo montábamos. Muy loco todo.
Pero el rabo me puede. Una vez que lo tengo duro, dejo de pensar. Y Jaime y su olor y su sabor me tenían borracho. Me tenía ido. Me tenía en cuerpo y alma. Y se la empecé a comer como sé que le gusta. Le cojo los huevos con la izquierda, pero el dedo índice, extendido, le acaricio el agujero del culo. Empujo con la mano la zona del perineo y me encajo bien el prepucio en la garganta. Entonces trago. Mi glotis le ordeña el rabo, sacando cada gota de líquido que tiene. Esa pequeña gota le da sabor a mi boca. Paladeo con mi lengua todo él. Y noto que le gusta. Que lo disfruta. Y mi placer aumenta. Porque se que me goza. Me goza a mi y no a su novia.
No sé el tiempo que estuve en esa posición. Pero oí un, bueno ya, que te quiero follar. Y me desencajó, girándome. Fue entonces cuando crucé la mirada con Marcos. Su pupila clavada en la mía. Su cuerpo brillaba como los nuestros, empapado de sudor. Tenía la toalla arrugada sobre la pierna izquierda. Con la mano derecha se hacía una paja, lentamente, mientras que con la mano izquierda se castigaba el pezón. Tironeaba de él y nos miraba.
Jaime se removió del banco de arriba, empujando mi cuerpo hacia donde se encontraba Marcos. Y escuché cómo hacía saliva, recogía con los dedos y me la aplicaba al ojete. Otra vez más, y fue su polla la recibió la dosis de lubricante natural. ¿Me vas a dejar que te la meta bien, verdad? Vamos, abre el culo.
Su cuerpo terminó de empujarme hacia Marcos y mis manos terminaron a la altura de los pies de nuestro entrenador. Yo miraba las maderas del banco de la sauna, intentando pensar en cómo abrir y eliminar cualquier resistencia de mi culo. Para mi sorpresa, el sudor ayudó a lubricar todo y el rabo de Jaime sencillamente entró. Sin popper. Sin más ayuda. Despacio. Pero entró. Noté la piel de sus piernas contra mis glúteos. Empujó un poco más. Me hizo perder el equilibrio y tuve que agarrarme a los gemelos de Marcos. Levanté la mirada y me crucé con su cara, que ahora mismo era de puro vicio. Deseo. Necesidad. Su boca abierta no emitía ninguna palabra. Pero no hacia falta. Miró hacia abajo, hacia su entrepierna, y yo entendí lo que quería. Y a mi ya me daba igual todo. ¿Quién podía esperar que pensara de manera lógica en una sauna donde había de todo menos oxígeno? Abrí la boca y el rabo de Marcos empezó a entrar. Y yo empecé a tragar. Estaba empapado de sudor y babas. Jaime batía mi cuerpo. Y me acorde que se me había olvidado mi polla. Miré hacia abajo y vi que tenía el rabo durísimo y cada vez que Jaime me la clavaba, de la boquita de mi prepucio salía una gota de precum, que caía en las maderas de la sauna. Decidí seguir chupando a Marcos. Ya me masturbaría. Ahora no podía pensar salvo en su sabor.
No duramos mucho. No sé cuanto fue, pero fue poco. Jaime sencillamente gritó un me voy a correr, me voy a correr dentro. Y yo asentí con la cabeza porque quería tener su lefa en mi culo. Me la imaginaba en mi recto, alimentando a mis células. Siendo los dos uno en mi. Y quería que Marcos se corriera también. Los gemidos de Jaime aceleraron los de nuestro entrenador, que sujetaba mi cabeza con sus manos para marcarme un ritmo que a él le gustaba. Tragaba y tragaba pero pensé que era mejor recibir su corrida fuera, en mi cara. Demasiado intenso todo la primera vez para tragarmelo. Me la saqué y puse la lengua fuera, pegada a su prepucio. El primer trallazo llegó. Me cruzó la frente. Lo noté en el pelo, en los labios. La saboreé un poco y pensé que me gustaba más la de jaime.
Buff, bufffffff. Dios, que bueno. Que bueno todo como os lo montáis de bien. Mi team favorito sin duda. De pie ya, Jaime, aun con su polla en mi culo, me sujetó por las axilas y Marcos me acariciaba el pecho, la cara, el pelo, el estómago. Yo me hacía una paja casi frenéticamente. Necesitaba correrme y hacerlo rápido y salir de ahi porque me iba a desmayar del calor y de la falta de aire.
No tardé nada y vi como los chorros salían disparados contra la madera. Los latidos y apretones de mi ano le dieron un placer extra a Jaime que gemía cada vez que me vaciaba y mi ano apretaba su polla.
Madre mía ¡qué cerdada todo! Mientras decía esto sin parar, con una sonrisa, Marcos pasó su toalla por cada lamparón de corrida de no se sabe muy bien quién. Abrió la puerta y el frío me abofeteó en la cara con alivio. Chicos, me voy duchando. Muy buen entreno y muy buena recuperación. Jajajaja. ¿Quedamos el lunes, ok? Misma hora. Ahora os veo en el vestuario, y si no, buen finde.
Jaime estaba sentado en el banco, cogiendo aire. Me miraba sonriente. Divertido. Sin ningún tipo de muestra de culpabilidad en su cara. Como lo más normal del mundo. Yo le miraba extasiado y preocupado. Lo que estaba pasando no era normal…
Nene, me voy duchando. Dios, que polvazo. Que guay todo. Que hambre. Ni batido ni pollas. Necesito comer. ¿Te apetece una burguer? ¿Y un cine? No sé si mejor pizza y peli en casa... ahora lo pensamos. No te entretengas.
Y se fue hacia las duchas, sin ponerse la toalla en la cintura, dejándome ver ese culo blanquito que tenía. Esa espalda ancha de ese cuerpo que yo ya necesitaba abrazar.
Me senté en el banco un segundo, y noté como la lefa de jaime se me escurría de mi cuerpo Coloqué mi mano en mi ano y la recogí con los dedos y la miré, fijamente, jugando con ella con mis dedos.