Beatriz 12

Nuestra violación sigue, Braulio y sus 2 hijos hacen con Gisel y conmigo lo que se les da la gana. Pero algo nuevo está pasándome, un nuevo poder está naciendo en mi interior y mientras más me someten siento que se hace más grande. (Sexo no consentido de una madura y una jovencita).

Beatriz

Capítulo XII

Entraron a la sala los 2 hijos de Braulio, Braulio Jr. y Benedicto, con Gisel en 4 patas y jalada de una correa. Lloraba en voz baja, la dejaron sentada en el suelo frente a mi, se tapaba la cara con las manos. No sabía, no tenía ni idea de lo que ese degenerado estaba dispuesto a hacernos.

Bueno Gisel, empezá de una maldita vez… y esto va para las dos, ¡si no hacen todo lo que les ordene de ahora en adelante, van a pagarlo caro!

Ella, hecha un mar de llanto, se arrodilló frente a él, le abrió la bragueta y le sacó la paloma semi dormida, pero grande de todas maneras. Recordé las sensaciones que me provocó las 2 veces que me violó, estaba segura que fue él quien me atacó bajo la regadera. Era una paloma de longitud y grosor impresionantes, me llenó por completo, mucho más que mi esposo, Fernando… y gocé con él también mucho más de lo que gozaba con mi amado, a pesar de lo mucho que sufrí. Sentí una rabia y un odio tan grandes y profundos hacia ese tipo como nunca los había sentido.

Gisel chupaba esa verga, que poco a poco crecía en el interior de su boca hasta legar a su tamaño normal, hacerse inmensa, 26 cm de carne dura, venosa y palpitante, tan gruesa que no podía metérsela entera. Tomaba el grueso capullo en forma de hongo y lo chupaba en largas e intensas succiones, para luego pasarle la lengua como si fuese un helado. Él cerraba los ojos y respiraba despacio, profundamente. Estiró una mano y la tomó de sus cabellos rubios, metiéndole la verga más adentro en su boca. Luego hizo que se pusiera detrás de él, ella, como si ya lo supiera de antemano, desabrochó su cinturón y le bajó el pantalón, para meter su lengua y boca en medio de las 2 nalgas del degenerado ese, lamiéndole y chupándole el culo.

Dale… dale perra, dale… chupame el culo como a mi me gusta

¡si, oh si!… chupame el culo y disfrutalo, perra… ¡Mirá Beatriz, como es de puta tu nena, tu protegida, je, je, je!

Estaba aterrada y con un asco indecible, sentía ganas de vomitar. Entre tanto, Braulio terminó de desnudarse, mostrando su imponente cuerpo, fuerte y con una musculatura recia y desarrollada, un torso peludo, ancho y duro, brazos fuertes y poderosos, piernas gruesas como árboles. Aunque ya acusaba el paso del tiempo, aun seguía bien hecho el maduro viejo asqueroso de Braulio. Agarró a Gisel del pelo y comenzó a cogérsela con violencia por la boca, la niña ni siquiera trataba de oponer resistencia, en sus ojos leía que le faltaba el aire, que le dolía… y algo más.

¡La vas a ahogar animal! – le grité a Braulio.

¡Callate estúpida! – me gritó y me pegó un manotazo que casi me tira al suelo – Te voy a desatar y no quiero que hagás nada estúpido, sino que tomés parte en esto. De todas maneras ya sabés cómo funciona todo esto, ¿o no, puta? Si tratás de hacer algo, me las vas a pagar como no tenés una idea… – ante estas amenazas no tuve opción.

Entonces la agarró de la cabeza y le comenzó a dar más duro, al mismo tiempo Braulio hijo vino de atrás y me liberó. Yo la oía gemir adolorida, como pidiendo compasión sin palabras, así que me arrodillé a su lado y la abracé, susurrándole palabras de aliento al oído, acariciándole la espalda y lo senos. Si, los senos, hasta yo misma me sorprendí. Minutos después (que a nosotras se nos hicieron eternos) Braulio alcanzó el clímax y eyaculó dentro de su garganta, ella empezó a toser y a escupir semen por la comisura de sus labios. Luego que él se retirara, ella seguía tosiendo, expulsando de su interior todo el semen que le dejó, ese degenerado montó en cólera.

¡Cómo se te ocurre dejar caer mi semen, perra! – la comenzó a azotar con su cinturón, ella se apresuró a recogerlo con la boca, seguida por mi, pues también había empezado a azotarme; de todas maneras nos dejó feas marcas rojas a lo largo de nuestras grupas – Así está mejor… perra, enseñale a tu patrona como te gusta el sabor del semen… yo sé que le encanta, se le nota… se le nota… – las 2 nos miramos a los ojos, llorando y sin palabras, ya no había nada que hacer, nos pusimos a jugar con el semen con nuestras lenguas frente a el, ambas con la mirada en el suelo, estábamos a punto de llorar – Ahora compartan el semen entre ustedes

¿Qué? ¿Cómo? – pregunté.

Si, que lo compartan… Gisel sabe cómo, ¿no perra?, ¿te acordás cuando contraté a aquellas putas? Hacé con Beatriz lo miso o me desquito con ella luego. – Gisel me vio como diciéndome "perdón", y yo, estática y sorprendidísima, recibí en mis labios los de la niña.

No podía creer como me besaba tan apasionadamente, ni tampoco el poco tiempo que me tomó corresponderle la caricia. Breves momentos después estábamos entrelazadas en un profundo beso de lengua y todo, intercambiando el semen de Braulio con lujuria y avidez. Y cuando desunimos los labios, gruesas líneas de esperma quedaban adheridas en el camino. Nos olvidamos de todo a nuestro alrededor, pero cuando volvimos a nuestros cabales, rompimos en llanto.

¡Ja, ja, ja, ja, ja!… ¡no se hagan las moscas muertas, si las 2 son una putas sucias, unas grandes rameras, ja, ja, ja, ja!… ahora, viene el final. – dijo Braulio, poniéndose de pié y mostrando que no había perdido ni un ápice de su erección.

Agarró a Gisel de los hombros y la empujó violentamente contra la pared, la agarró de los muslos y la levantó en el aire, clavándole de un sólido empellón toda su voluminosa talega. Ella pegó un grito que trató de ahogar mordiéndose los labios, no estaba lubricada, le había dolido horrores.

¡Ella todavía no estaba lista! – protesté.

¡Ella siempre está lista! ¿No lo sabías Bea?, tu nena es una puta viciosa, se le puede penetrar en seco, que en apenas minutos se moja hasta empaparse.

Le comenzó a dar duro, su carita de ángel estaba deformada en una fea mueca de dolor, todo su cuerpo tensado, mordiéndose los labios y la lengua y tratando de evitar gritar o gemir, seguramente un último destello de dignidad. Veía como sus pequeños y hermosos senos se estremecían a cada embate, como todo su cuerpo temblaba, mientras yo no podía hacer otra cosa que ver la manera tan salvaje como la violaba… y restregarme los senos. No esperaba eso, no esperaba nada de lo que estaba ocurriendo ese día, lo cierto es que de repente, mi gesto, además de ser preocupado y temeroso, era también de vergüenza y excitación.

Volteé hacia atrás, allí estaban aun los hijos de ese desgraciado, sobándose sus prominentes paquetes mientras veían con atención a su padre violando a esa criatura. Pero aunque estaban visiblemente excitados no participaban, me pregunté si su viejo no les prometió un festín conmigo luego, yo solita para esos 2. Mientras tanto, frente a mí, Gisel era tomada como una piñata, los golpes de la pelvis del tipo sobre su sexo parecían puñetazos en una bolsa de arena y su cuerpo menudito se sacudía de una forma terrible. Ese pene gordísimo le entraba una y otra vez sin compasión, lacerando salvajemente su delicada vagina. No pudo más y perdió la compostura

¡¡¡¡AAAAARRRRRGGGGGHHHHH!!!! – berreó desesperada.

¡¡SIIIIII PERRA!! ¡¡GRITAAAAA… GRITAAAAA!!… ¡¡SOS MI PERRAAAAAA!!

¡¡¡¡AAYY!!!!… ¡¡¡¡AAYY!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGHHHH!!!!… ¡¡¡¡ME ESTÁ HACIENDO PEDAZOOOS!!!!

¡¡ASI TE GUSTA PERRA!!… ¡¡DECILO PERRA, DECÍ COMO TE GUSTA QUE TE COJAN!!

¡¡¡¡COMO A UN ANIMAAAAAAAYY!!!!

¡¡¡SIIIIII!!!… ¡¡COMO A UN ANIMAL!!… ¡¡SOS UN ANIMAL, UN ANIMAL!!

¡¡¡¡UN ANIMAL SIIIIIIII…AAYY!!!!… ¡¡¡¡BEEEAAAGGHHH, PERDONAMEEEEEEE!!!!… ¡¡¡¡DELE AMO, DELE!!!!… ¡¡¡¡PÁRTAME A LA MITAAAAAAAADDDDD!!!! – ¡¿Cómo podía ser eso?!, la violaba de la manera más brutal, la humillaba como a un animal, ¡y ella se regodeaba de ser precisamente eso en sus manos, un animal!

Aquello era demasiado para mi y me tapé la cara con las manos para llorar, no lo podía entender. Pero tampoco podía quedarme sin hacer nada, hice esfuerzos para recobrarme e hice algo para acabar con esa escena de una vez, me coloqué detrás de ese desgraciado y le comencé a besar el culo, al tiempo que le trataba de meter un par de dedos. Le gustó, contraía el ano lleno de gozo con esa caricia. Pero más aun, sentí que su excitación subía, ¡hasta podía jurar que oía su corazón latiendo cada vez más rápido! Y cuando logré meterle mi dedo, lo comencé a mover en círculos, entonces percibí cuando su placer alcanzaba niveles máximos, sinceramente no sabía lo que estaba pasando pero sí que no era normal, pero sentí todo el inmenso placer de Braulio cuando reventó en un intensísimo orgasmo como si lo hubiese tenido yo. Al hombre no le dio ni tiempo a sacar su macana del interior de la niña, inundándole el interior de su vagina mientras bramaba y maldecía en voz alta. Le quedó encima, sostenido con los brazos a los lados de ella.

Beatriz, tengo que admitir que nunca me imaginé que fueras tan puta, tan perra, vas a ser una ramera magnífica… je, je, je… – me dijo mientras yo lo miraba llorando y aterrada – perra… perra mía… –apenas podía hablar, estaba jadeando – sos una maestra, cabal me tocaste el punto exacto perra… pero ni creás que con hacerme acabar así esto se va a terminar rápido

¡Pero ya la violó como a un animal! ¡¿Qué más quiere?! – le reclamé con nuevas energías.

¡La violé, ja, ja, ja, ja! ¡Cómo tanto que sufrió ella!… decile perra, decile cuánto sufriste… – Gisel no me pudo sostener la mirada, solo se volteó hacia el lado opuesto de donde yo estaba, se tapó el rostro y se puso a llorar… solo se puso a llorar

El resto de la tarde fui testigo y víctima de las violaciones consentidas más salvajes y brutales, pero también de un cambio inimaginable en mi propio ser. Después de cogérsela así, Braulio la obligó a chuparme el sexo hasta hacerme acabar. Gisel se esmeraba en darme placer y lo lograba, pero también algo más, cuando cerré los ojos empecé a escuchar en mi mente su voz, diciendo cosas como "soy una perra… cójanme duro… soy una perra viciosa y sucia…". Pero cuando los abrí veía su rostro brillante de fluidos y de semen, pero totalmente entregado al cunilingus que daba, no era posible que pudiera hablar con claridad y hacérmelo al mismo tiempo.

Luego nos violó varias veces, la arrodillaba sobre mi cara para que, mientras me barrenaba con furia las entrañas, le chupara ávidamente la vulva. Luego nos cambió e hizo lo mismo, pero con ella sentada sobre su miembro, frente a mi, y yo arrodillada en el suelo con la cabeza metida entre sus piernas. Nuevamente escuché sus voces con total claridad, diciendo cosas como "…perdón señora, pero soy una perra sucia, una ramera cochina…" y a él diciendo otras como "…qué perras, que deliciosas, me las voy a coger… ¡soy la Bestia de las Montañas Nubladas!…".

Lo malo es que era imposible que ellos estuviesen diciendo esas cosas, pues al mismo tiempo que las oía los escuchaba gimiendo y gritando de placer. Y cuando Braulio volvió a terminar dentro de su vagina una increíble oleada de placer me invadió, pero era un placer extraño porque de alguna manera sabía que no era mío, yo estaba teniendo mi propio y violento orgasmo en ese momento. Y mientras le estaba limpiando el semen que se escurría a través de su vulva ella estalló en otro orgasmo tan extraño como el de Braulio, pues además de que también lo sentí, estalló al mismo tiempo que yo estaba llegando al punto máximo del mío.

De ahí en adelante las cosas se pusieron más raras aun, Braulio y Gisel cada vez actuaban más violenta y descontroladamente, cayendo poco a poco en un furioso frenesí sexual que no podían controlar, solo había una idea fija en sus cabezas, más placer, más placer. Pero directamente proporcional a ese frenesí sexual estaba la energía que les quedaba a los 2, cada vez parecían más cansados a pese a que estaban más calientes. Yo me sentía más fuerte a cada minuto.

Nos obligó a hacer un 69 hasta que acabamos, y esta vez si quedé plenamente segura que podía sentir el placer que le estaba dando a mi niña y que cuando la oía decir cosas sucias y obscenas eran en realidad sus pensamientos que lograba escuchar, era increíble. No lo entendía cómo podía ser eso posible, pero la respuesta vino a mi, ¿será que las palabras de Vorandemur eran ciertas, sería posible que yo fuera más parecida a él de lo que pensaba?

Me pregunté entonces, "puedo sentir el placer de Gisel y de Braulio, pero ¿también lo puedo controlar?". Lo intenté con ella, traté de hacerme una con el orgasmo que estaba a punto de tener y lo logré, fue un orgasmo violentísimo que hizo que hasta se orinara ante el asombro y éxtasis de los Juárez, que estaban maravillados de las 2 perras que su padre se había conseguido.

Bien hecho mi señora

¡Vorandemur, está aquí! ¡Usted es el responsable!

No, no señora, ya le dije que yo no hago esto!

¡Sáqueme de aquí entonces y mate a estos desgraciados!

Todo eso lo puede hacer usted mi señora

¡Pero me están violando, ¿qué no lo ve?!

Si, puedo verlo, y también que le está gustando… escúcheme Beatriz, a veces debemos encontrar fuerzas donde solo hay debilidad, o recursos donde no queda nada y usted está en una de esas situaciones. Usted sabe que le dije la verdad, sabe que no es normal y que nunca lo fue… ¡acaba de aprender a controlar el placer de la muchacha!… y ha sido capaz de escuchar sus pensamientos mientras la violaban… ha llegado mucho más lejos que la mayoría de mortales y de lo que yo esperaba. Además, se ha hecho más fuerte, mientras que ellos solo se han ido debilitando cada vez más.

¿Estoy quitándoles energía?… pero… ¿y qué más puedo hacer?

Nada, solo resista más y goce, que mientras más goce más fuerte se volverá y más débil dejará a Braulio Juárez, La Bestia de las Montañas Nubladas… lo demás, déjemelo a mi. – aunque no me fuera a liberar en ese instante, saber que ya estaba dentro de mi cuerpo me daba un gran alivio, además de una honda satisfacción y una extraña sensación de poder.

Braulio continuó violándonos cegado de placer y lujuria. Nos puso en 4 con los culos en pompa e hizo que a sus hijos nos metieran objetos entre la vagina, vibradores o lo que tuvieran a la mano. Remataron con una última cogida en la los 2 jovencitos nos pusieron como quisieron, tomándonos como muñecas de trapo. Nuestros gritos y súplicas ya eran por completo ininteligibles, solo roncos berridos de mujeres desesperadas, que, cubiertas de sudor y semen, con los ojos casi saltados y el corazón a punto de salírseles del pecho, eran sometidas a una tortura salvaje e inhumana.

Pero aun así Gisel y yo lo gozamos como un par de degeneradas, a mi me cogía Braulio hijo y a ella Benny. La nena ya casi no podía reaccionar, estaba total y completamente agotada, la estaban llevando al límite y yo temía por ella. En cuánto a mi cada vez me sentía más fuerte, no así Braulio Jr., que me daba y me daba enloquecido de placer, pero cada vez se sentía más cansado. "¿Estaré chupándole la vida?" me pregunté, lo cual sería excelente si fuera verdad.

La imagen final que retengo en mi memoria de esa aberrante experiencia es la de Benny detrás de mi, sujetándome con fuerza frente a la verga tiesa de su padre, que se pajeaba ansioso por acabarme encima. Estalló con potentes y largos chorros que su talega expulsó y que se estrellaron contra mi rostro, en donde mi boca abierta buscaba recoger todo lo que podían. Y luego, me vi relamiéndome y devorándole por última vez la vergota con lujuriosa pasión, manoseándole los huevos y el culo, totalmente fuera de mis cabales.

En realidad lo que estaba haciendo era chupándole la vida, esa energía vital de la que Vorandemur se alimenta. Y ese día la probé y paladeé su sabor, caté su insuperable y maravilloso gusto por primera vez, un gusto a vida y poder. Sin darme cuenta Braulio pegó un grito y volvió a eyacular de nuevo, en un flujo constante que se prolongó por casi un minuto, al final ya no le quedaba semen qué echar y comenzó a orinarse.

Algo no andaba bien, y él lo sintió en ese momento, lo estaba drenando. No era tonto, la Bestia de las Montañas Nubladas era muy listo de hecho. Trató de separarme pero no pudo, estaba adherida a él con firmeza, como una lamprea chupasangre. Sus hijos no se dieron cuenta que algo malo pasaba hasta que lo vieron ponerse pálido, y luego derrumbarse al suelo sin fuerzas y casi sin vida. Pero para entonces, cualquier reacción de su parte llegaba ya demasiado tarde, estaban en mis manos sin alternativa… habían despertado un poder dentro de mi que debieron dejar en paz

CONTINUARÁ

Garganta de Cuero

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