Bea, morbo sin límites 3. Despedida de soltera

Bea organiza su despedida de soltera y va enseñando a su novio el camino que le espera a su lado

*Aclaración.- En los últimos párrafos del capítulo anterior tuve un lapsus y al amigo de los novios, Javier, lo señalé como Sergio. Seguramente algún lector ya se ha dado cuenta del error. Mil disculpas.

DISCUSIÓN DE NOVIOS

  • Eres un cabronazo! Confiaba en ti y mira lo qué me haces!

-Bea, yo te juro que no hice nada, la fiesta me la prepararon ellos. No hubo nada. Sólo fue un streptease. Yo sólo estuve sentado pero ni siquiera toqué a la chica.

-No me mientas! Mira la foto que me ha enviado Javier esta mañana – En la foto del móvil se veía a la stripper sentada en el regazo de Rober y cómo su mano sujetaba su dura polla por encima del calzoncillo. La chica sólo se veía de los hombros hacia abajo, pero la cara del novio se apreciaba perfectamente – Te está manoseando, y encima parece que estás empalmado.

Vaya putada le había hecho Javi, ahora tenía un problema serio con su amada Bea. Seguramente el hacerle la foto y enviársela a su novia había sido sólo una broma, pero le iba a costar un buen dolor de cabeza

  • Yo no quería, era todo un juego que los compañeros me organizaron. De verdad que yo no disfruté con el espectáculo.

-Cabrón. Dejarte manosear por una puta. Que sepas que ésta no te la perdono. Pasado mañana es mi despedida y te pienso pagar con la misma moneda.

-Por favor Bea, yo no soportaría que me hicieses algo así. Perdóname si hice algo que te molestó, pero entiende que no fue mi intención – Con el carácter que sabía que tenía su chica ya empezaba a sospechar lo peor. Ella era orgullosa y altiva. Algo maquinaría para reparar su orgullo herido y el chico sólo esperaba  que no lo maltratase demasiado.

No sabía por qué motivo, pero Roberto sentía que se excitaba cuando ella se comportaba de aquella forma, dominante, orgullosa y controladora. Todo aquello la hacían más seductora si cabe a los ojos del enamorado novio que, sin darse cuenta ya se había convertido en un pajarillo en manos de una pantera hambrienta.

-He dicho que te calles! No soporto que me mientas! – le gritó la rubia a la cara. Él sentado en el sofá con los ojos bajos. Ella de pie, con los brazos en jarra, un precioso vestido azul de fina tela cortado por encima de las rodillas realzaba su melena rubia y sus preciosos labios rojos. Las tetas moviéndose al compás de los gritos, pues no llevaba sujetador parecían querer romper la tela que las aprisionaba.  Bea era una diosa y Rober un perrito asustado – voy a hacer que te arrepientas de la putada que me has hecho! Esta te la pago! – gruñó Bea al tiempo que le llevaba el dedo índice a los labios a su novio en señal de que guardase silencio y no se atreviese a protestar.

PREPARÁNDOSE PARA LA DESPEDIDA

Cuando llamaron a la puerta de su apartamento, Bea se acicalaba frente al espejo del baño retocando cada mínimo detalle de su pelo y su maquillaje. Sólo una toalla anudada a la altura de las tetas cubría su hermoso cuerpazo.

-¿La se-se-señorita Beatriz Cortázar? – tartamudeó el chico de la empresa de mensajería al tiempo que levantaba hacia ella un gran ramo de rosas rojas.

-Sí, soy yo. Vaya. ¿Esas rosas son para mí?

-Sí se-se-señorita. ¿Puede firmarme el justificante de entrega po-po-por favor?

-Naturalmente, voy a por un bolígrafo y se lo firmo – al chico se le pusieron los ojos como platos cuando Bea se inclinó sobre la mesa para coger el bolígrafo dejando su culo completamente al descubierto, pues la toalla a duras penas le cubría sus preciosas nalgas. Obviamente lo había hecho adrede. No había nada en el mundo que le gustara más a la pícara rubia que calentar a los hombres.

-¿Dónde tengo que firmar? – inquirió la chica al tiempo que mordía el bolígrafo tras pasarle la punta de la lengua. El chico sacó un papel con una mano mientras sujetaba el ramo con la otra y se lo pasó a Bea.

-Aquí se-se-señorita – Bea cogió el papel y se dirigió de nuevo a la mesa para poder firmarlo más cómodamente. Esta vez fue más atrevida y además de ofrecer una perfecta visión de su trasero separó las piernas para que el joven pudiese apreciar con total nitidez la depilada rajita que se perdía entre sus nalgas.

-Muchas gracias guapo – se acercó a él para darle un leve beso en la mejilla entregándole el papel firmado y cogiendo el ramo de rosas – La de pajas que vas a hacerte por mi culpa – pensó la perversa rubia al cerrar la puerta.

-“El amor verdadero es más fuerte que todos los contratiempos que la vida pone en su camino” “Roberto”- pudo leer Beatriz en la nota que acompañaba al ramo de rosas y una media sonrisa picarona se dibujó en su rostro – ya es completamente mío – pensó la pérfida rubia.

-Mmmmmmm, huelen genial estas rosas. ¿Para qué podrían servir?

LA ESPERA

Las diez de la noche. Roberto había pedido una pizza para cenar, pero el desasosiego que le causaba saber que esa noche su preciosa Bea saldría de despedida le habían quitado el hambre. Se tumbó en el sofá a ver la TV y al rato sonó el móvil. Acababa de entrar un mensaje de watssap.

-“Que sepas que un ramo de rosas no arregla nada. ¿Crees que con dinero se puede comprar todo? Yo no soy una puta barata que se vende por un ramito de rosas. Te dije que pagarías tu error y lo pagarás” – A continuación del mensaje llegó una fotografía. En ella aparecía Bea de cuerpo entero en el dormitorio de su apartamento, de espaldas a la cámara, las manos en la cintura y las piernas separadas. El vestido negro no podía ser más sexy. Dejaba completamente al descubierto la preciosa espalda de la chica y contrastaba espectacularmente con la larga melena rizada y rubia de su amada. Unas medias negras de fantasía se perdían bajo el cortito vestido y unos taconazos de escándalo completaban el conjunto.

¿Quién le habría hecho la foto? Seguramente una amiga con la que había quedado para salir

Roberto estaba todavía en proceso de asimilar los detalles de la imagen cuando una nueva foto apareció en la pantalla de su móvil. En ésta Bea aparecía de frente, también en su dormitorio, al pie de la cama. La postura era la misma; manos en la cintura, mirada altiva con la barbilla levantada lo que le daba aires de dómina, y piernas separadas haciendo pose como de actriz de Hollywood al llegar a la alfombra roja.

La parte delantera del vestido era más escandalosa si cabe que la trasera. Escote de vértigo que dejaba a la vista hasta el precioso ombligo de la rubia, a la altura del cual podía apreciarse una cadenita dorada que le rodeaba la cintura y se perdía entre los laterales de la fina tela del vestido. Una corta cadenita, que hacía juego con la anterior y acababa en unas pinzas para sujetar la tela unía el vestido a la altura de las tetas de la chica. Sin esa cadena las tetas se saldrían al más mínimo movimiento. Las pequeñas pinzas que sujetaban los laterales para cubrir al menos los pezones de la rubia invitaban a desengancharlas para descubrir los hermosos tesoros que se adivinaban tras la delgada tela negra.  Debajo, las largas y torneadas piernas de Bea embutidas en las sexys medias negras de fantasía se perdían bajo la cortísima parte baja del vestido que, si subiese dos céntimetros más seguramente dejaría al descubierto los elásticos de las medias o, si era un panty, cosa que no se acababa de apreciar bien, incluso aquella parte donde las piernas se juntan para ocultar el preciado tesoro de su amada.

Rober sintió que se quedaba sin respiración. Allá donde fuese su novia sería el centro de atención de todas las miradas masculinas. Todo ello añadido al terrible enfado de la chica hacía que el inocente novio presintiera lo peor para aquella noche. Seguramente no iba a poder conciliar el sueño.

-“Por favor, perdóname cariño, todo lo hago con la mejor intención. Te quiero como a nada en el mundo. Dime que me quieres, por favor” – El mensaje le aparecía como leído, pero no obtuvo respuesta.

Las once

Las doce

La una de la madrugada. Imposible dormir. ¿Dónde estaría ahora su princesa prometida?

-Biiiipppp…Biiiiippppp – acababa de entrar un mensaje en el watssap. Roberto se apresuró a coger el móvil. La imagen era clara y apuntaba al busto de su querida Bea. Una de las pinzas de la cadena que sujetaba los laterales del vestido había sido desenganchada, por lo que aquélla colgaba hacia abajo sujeta por la otra pinza a la tela y el vestido había sido apartado a los lados. Dos fornidos antebrazos descendían desde la parte de atrás de los hombros de la rubia entre sus cabellos y las manos del afortunado cubrían la parte superior de sus pechos. Los yemas de los dedos de aquél chico parecían acariciar los ocultos pezones. También desde atrás, pero por debajo otras dos manos sujetaban los senos de la chica desde abajo, haciéndolas levantarse como para que las manos de arriba pudieran sentir en su plenitud el tacto de aquellas increíbles tetas. Las manos de ella se posaban sobre las de los hombres como atrayéndolas más hacia sus tetas. No había duda de que era ella, pues podía verse claramente el anillo de compromiso que le había regalado con el gran brillante lucir en el dedo anular de la chica.

Roberto se excitó al instante. El dolor de sentir que otro hombre acariciaba la piel de su amada se unió al deseo de que fueran sus manos las que tocaban esos pechos y a la desesperación e impotencia de no poder hacer nada para evitarlo. Aquél precioso manjar que eran sus pechos coronados por rosados y erectos pezones (Roberto había tenido oportunidad de verlos cuando habían acudido a alguna fiesta juntos y ella había aparecido con un vestido similar al que esta noche vestía) era disfrutado en aquél preciso instante por unas manos que no eran las suyas.

-“Mira, yo también sé dejarme sobar”

-“Por favor, ya te he pedido perdón, no me hagas sufrir más, jamás volveré a hacer algo que te ofenda”

Otra vez el silencio

Roberto escudriñó cada detalle de la imagen. Cada lunar, cada centímetro de la piel de su amada. Su novia era tan cruel que no le permitió ni siquiera ver sus pechos en la foto que le enviaba. Cuando quiso darse cuenta se había bajado los pantalones del pijama y estaba acariciándose el pene. Estaba como hipnotizado por la imagen de su chica dejándose sobar por dos desconocidos. Se masturbó desesperadamente hasta correrse en su probia barriga tumbado en el sofá.

Ni aún después de correrse podía conciliar el sueño. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Bea semidesnuda siendo acariciada por cuatro manos extrañas. La noche iba a ser más larga aún de lo esperado.

LA DESPEDIDA DE SOLTERA DE BEA

Los dos conocían a Bea desde hacía tiempo. Tanto Francesco como Javier sabían de sus andanzas y disfrutaban cuanto ella les permitía de sus encantos y de sus ocurrencias en el sexo. La chica parecía superarse cada día en cuanto a las fantasías que era capaz de idear y llevar a cabo. Sentían pena por Roberto pero, seguramente sería feliz a su manera al lado de la rubia. Les había pedido un trío para su despedida de soltera y, naturalmente, ellos aceptaron encantados.

Sentados en el sofá del salón de la chica desnudos y con las pollas mirando al techo habían seguido las instrucciones de ella para hacer las fotos que le enviaría a Roberto. Lo que no podía apreciarse en la última foto es que ella estaba en ese preciso instante clavada en la polla de Francesco cuyas manos venían desde abajo, mientras Javier le acariciaba sus erguidos pezones desde atrás de pie.

Ya le habían hecho un sandwich en la cama de la rubia llenándola de leche por delante y por detrás. Para ella era lo más. Sentir como dos hermosos sementales llenaban de polla sus dos agujeritos (quizás uno más para la boca hubiese sido perfecto). Si su coño estaba acostumbrado a follar pollas de más de 20 centímetros, su culito no le iba a la zaga y también estaba bien entrenado. Aquél culito que se escondía entre las magníficas nalgas de la yegua rubia había catado ya muchas pollas y había recibido muchos litros de leche.

La rubia abrió el envoltorio de dos condones tamaño XL. Los había comprado para la ocasión. Sus amantes no entendieron bien. Ellos la conocían y sabían que le encantaba follar a pelo, por lo que era extraño que trajese condones a su despedida de soltera y encima con ellos dos que ya eran como de la familia.

-Ahí…sentaditos…esperad…que ahora mismo estoy con vosotros – les ordenó la rubia completamente desnuda ya (sólo los tacones y las preciosas medias negras cubrían una mínima parte de su piel) Fue hacia el florero donde había dejado el ramo de rosas. Cogió una de las rosas. Debido a su frescura, los pétalos estaban bastante unidos, lo que les daba el aspecto de un glande. Puso la punta del preservativo en el extremo de la rosa y empezó a desenrollarlo sobre la flor cuál si de un miembro masculino se tratase. Cuando los pétalos estaban ya cubiertos por el envoltorio los arrancó del tallo, dejándolos dentro del extremo del preservativo.

Luego se arrodilló delante de Javier con el condón en una mano y empezó a pasar su gran lengua por el glande del chico mientras restregaba sus magníficas tetas contra sus cojones para hacerlo excitar más aún. Cuando consideró que la polla había conseguido la dureza y el tamaño suficientes se puso de pie y se dio la vuelta, dándole la espalda y el trasero al chico que acariciaba y pellizcaba aquél magnífico par de nalgas que se le ofrecía. Bajó un poco sólo para llevar el glande del chico a su coñito y restregarlo. Gruesos goterones de semen chorreaban de la rajita de la rubia sobre la polla del chico. Ya estaba bien. La lubricación era perfecta para colocar el condón. Se volvió a dar la vuelta para ponerse en cuclillas delante de él de nuevo y empezó a colocarle el condón con los pétalos de rosa en la punta. Al encontrarse completamente mojada de semen  la polla del chico, el condón deslizaba con suavidad y fácilmente terminó en su sitio como la chica pretendía. Debido al enorme tamaño del condón, que era talla especial, los pétalos y la enorme polla quedaron casi cubiertos por la envoltura. Había quedado perfecto.

-Mmmmmmm….te ha quedado precioso. Espera guapito, que ahora vengo a por ti – dijo a Francesco, el cuál esperaba impaciente que fuera desvelada la nueva ocurrencia de la rubia.

Hizo la misma operación con Francesco, no sin fijarse y hacer algún comentario picante sobre la “B” que todavía aparecía marcada en su glande.

Cuando tuvo bien colocados los preservativos con sus pétalos en el interior fue a por unas tijeras y cortó la punta del preservativo que debería encargarse de guardar el semen de los hombres. Luego se puso de pie, de espaldas a los chicos y se sentó a hocajadas sobre el que le quedaba más cerca (en este caso Francesco) para bajar lentamente hasta empalarse aquella tranca que apuntaba al techo con orgullo.  Su coñito ya había recibido aquella noche una descarga de cada una de las pollas de los chicos, por lo que todavía chorreaba leche y estaba bien dilatado. De esta forma no le fue difícil que entrara al primer sentón. Los pétalos apretujados en el condón daban un tacto especial a la follada. Además conforme ella cabalgab a sobre la polla los pétalos iban saliendo por el agujerito que había hecho al preservativo y pasando a su coñito que, poco a poco se convirtió en una hermosa cueva empapelada de pétalos de rosa.

Finalmente el italiano no pudo aguantar más y terminó corriéndose lanzando grandes chorros de esperma que dispararon los pétalos que quedaban fuera del condón cuál si de un bote de serpentina se tratase y rellenando completamente aquella preciosa gruta.

Cuando fue a sentarse sobre Sergio, el coñito de la rubia era una fuente de esperma y pétalos de rosa. Ya los tenía enseñados. No tuvo ningún problema en penetrar a la chica mientras todavía chorreaba el semen del otro hombre. El final fue el mismo; un torrente de leche y pétalos que terminaron de inundar la vagina de Bea.

Entonces se levantó y se dirigió a la cocina moviendo el culazo mientras los hombres veían como su ereccion iba perdiendo intensidad tras la tremenda corrida que acababan de echar. Regresó al salón con un vaso ancho en la mano, lo puso en el suelo y ofreció a los hombres el más morboso espectáculo que habían visto en su vida. Se agachó completamente abierta de piernas de cara a los muchachos y, a horcajadas, dejó gotear todo lo que salía de su coñito al tiempo que los miraba con lujuria pasando la punta de la lengua por sus labios y acariciándose las tetas con la mano que le quedaba libre. Hasta medio vaso pudo llenar de semen y pétalos de rosa. Era realmente excitante ver cómo salían los pétalos de su linda rajita. Incluso tuvo que meterse el dedo corazón hasta el fondo para dejar su rajita limpia de pétalos.

-Venid campeones, mead en el vaso, lo quiero completamente lleno – los hombres obedientes fueron al centro del salón de pie. Ella subió el vaso, cogió la polla morcillona de Francesco y dirigió la punta al vaso para que pudiera mear sin salirse. No quiso que lo llenara. Tenía que dejar un poco de espacio para Javier, con el que hizo la misma operación.

Acababan de echar dos polvos cada uno y sólo con sujetarles la polla y rozarla con aquelas espléndidas tetas, ya estaban de nuevo excitados.

La noche sería larga.

Después de guardar el vaso en la nevera, Bea fue camino de su habitación seguida por sus dos machos que ya estaban listos de nuevo para seguir la juerga.

CONTINUARÁ……….