Bautizo anal de un jovencito gay.
Esta es una historia real, de cómo llegó el día que Perdí la poca inocencia virginal que me quedaba. Por fin llegó el día que estrenaron mi pequeño pero redondito y respingón culito.
Esta es una historia real, de cómo llegó el día que Perdí la poca inocencia virginal que me quedaba. Por fin llegó el día que estrenaron mi pequeño pero redondito y respingón culito.
Soy un jovencito delgado de estatura mediana, de la zona de Carballo, La Coruña, aquí hay una amplia zona de dunas entre Razo y Baio.
Espacio natural de Razo Baldaio, compuesto por una de las playas más grandes de Galicia y una antigua ensenada, separada actualmente del mar por un cordón de dunas litorales, donde desembocan varios ríos locales como el San Miguel o el Castelo, formando una marisma de más de cien hectáreas sometida al ciclo de las mareas.
En esta amplia zona, suele acudir gente a tomar el sol en bolas, es decir desnudos por completo, y algunos a realizar cruising. Aquí fue donde me inicie en el sexo, solía acudir al llegar el verano a hacer cruising, en dichas dunas. Hasta este día, solo había ido a chupar pollas y dejarme chupar, pero ya tenía muchas ganas de que llegara el día que perdiera la poca inocencia virginal que me quedaba. Solo faltaba que me abrieran de piernas y me dieran por el culo, perdiendo así la poca inocencia virginal que me quedaba.
Y ese día estaba por llegar. Ese día tenía muchas ganas de encontrar a un buen macho que me hiciera pasar un buen día. Necesitaba un rato agradable de morbo y cariño, por lo que me encaminé a la zona de dunas que ya conocía.
Llevaba un buen trozo caminando y de momento no se veía a nadie entre las dunas, cuando al seguir caminando a lo lejos pude ver a un hombre, iba desnudo, solo llevaba un gorro de tela y una mochila.
Viéndolo así a lo lejos, no me parecía muy atractivo, vamos que no era que me llamara mucho la atención, pero la verdad es que no se veía a nadie más y yo ese día estaba muy caliente y llevaba muchas ganas de follar.
Me paré y después de desnudarme quedándome en bolas, me hice un porro decidiendo no sacar el encendedor, así con la disculpa de pedirle fuego, podría entablar conversación con aquel hombre.
Me fui acercando, y a cada paso que iba dando, podía ir deslumbrando que realmente era más guapo de lo que se podía apreciar a lo lejos. Parecía un hombre de unos 40 años, pero se le podía ver un buen cuerpo, era de estatura mediana y estaba fibrádo, vamos que no tenía ni un solo gramo de grasa.
Sonriendo y mirándole a los ojos oscuros y brillantes que tenía, me acerqué a decirle si tenía fuego, para poder encender el porro que acababa de liar, él con una amable sonrisa me dijo que sí tenía y luego de darme fuego, nos quedamos charlando un poco. Cada vez me encantaba más, se veía una persona agradable y de fácil palabra. Me tenía hipnotizado con su charla y sobre todo con la polla que le veía. Mientras hablábamos, yo me moría por lanzarme a él y empezarle a comer la polla, pero tenía algo de miedo, no sabía si él estaba simplemente tomando el sol como solían hacer algunos, o estaba en plan cruising y buscaba algo.
Seguimos un buen rato hablando y yo ya me encontraba hechizado por aquel macho, no dejaba de mirar de reojo para aquella verga que le colgaba. Poco a poco mi polla me fue descubriendo y la cabrona no paraba de ponérseme dura, cada vez me estaba empalmando más, ya era imposible disimular mi erección.
Él sonriendo y viendo el empalme con el que yo me encontraba, señaló mi pene, diciéndome, veo que te estoy excitando, a ver que tienes pensado para solucionar eso, me dijo sin inmutarse un pelo.
Yo no pudiendo aguantarme más, me puse de rodillas frente a él, empezando a chuparle la polla. Nada más dejarme caer de rodillas en la arena, agarré aquella verga que me tenía hechizado, llevándola a mi boca, mmm, que sensación más placentera sentí al saborear aquella polla.
Empecé a chupar y succionar el glande, pasándole la lengua por todo su prepucio, le metía la lengua por este parándome en su frenillo, cosa que al parecer le estaba gustando ya que se le notaba como le hacía estremecer cada vez que mi lengua frotaba aquella parte de su polla, ¡ohhh! Gemía sujetando mi cabeza con sus manos, ¡ooohhh ohhh! ¡ooohhh Que gusto! Gemía enredando sus dedos en mi pelo viendo como yo le chupaba la polla.
Poco a poco fui metiendo aquel rabo en mi boca, hasta tenerlo tragado casi por completo. Al principio tenía la polla solo algo morcillona, pero con la chupada que le estaba dando, aquello empezó a ponerse dura y crecer cada vez más. No se realmente lo que le mediría, pero el rabo aquel estaría muy fácilmente rondando los 20 centímetros, era bastante más grande que la mía, la mía es de tamaño promedio, unos 15 a 16 centímetros, pero el macho aquel tenía un buen cipote, se veía una polla larga y un poco curvada, con unos huevos pequeños que cada vez se ponían más duros y pegados a su verga.
Yo chupaba como si me fuera la vida en ello, estaba muy pero que muy caliente. Cuando de pronto mientras le estaba chupando la polla, vimos a un viejo que se encontraba desnudo por completo entre las dunas, viendo como yo le chupaba la polla a aquel macho.
Nos están mirando, ¿te molesta? Me preguntó al ver al viejo entre las dunas como no apartaba la vista de nosotros.
Que va, todavía me da más morbo, le contesté sacándome la polla de la boca.
De pronto él sacándome la polla de la boca y sin importarle que el viejo nos estuviera mirando, se colocó detrás mía, y abriendo mi culo con sus manos, llevó su boca a la entrada de mi ano, empezando a darme la primera de mis comidas de culo. Hasta ese día, nadie me había lamido el culo ni nadie me lo había follado.
Sentir aquella lengua recorrer mi ano, me hizo llegar al cielo. Notaba como lamía e iba lubricando mi ojete, metiendo a la vez un dedo, luego llegó a meterme un segundo dedo, haciendo que me estremeciera y que soltara unos escandalosos y muy ruidosos gemidos, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí fuertemente notando como aquella lengua hurgaba tiernamente mi ojete. Dios que sensación más rica y placentera estaba sintiendo, desde ese día que me abrieron el culo y estallé con aquellos ruidosos y escandalosos gemidos, siempre que me hacían sexo anal, estallaba en unos ruidosos gemidos.
También le debió gustar lo que veía y escuchaba al viejo que nos estaba mirando desde la duna, porque pude ver como se corría y luego de eyacular copiosamente sobre la arena de aquella duna, se fue. Ya iba satisfecho, eso que se perdió lo mejor, que era lo que faltaba por venir.
El macho que me estaba lamiendo y lubricando el ojete, después de abrirme bien el culo con sus dedos, cogió la mochila, sacó una toalla, la estiró sobre la arena, me hizo poner a 4 patas sobre ella, luego él se colocó detrás mía y haciendo que abriera bien las piernas fue introduciéndome por primera vez en mi vida la polla por el culo, ¡ohhh que gusto! Dios que sensación más rica, no paraba de gemir fuertemente, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía notando como aquella tranca entraba por mi culo.
Ya por fin, había perdido la poca inocencia virginal que me quedaba. Aquello era simplemente maravilloso, aquello era sublime. Dios que gusto y placer estaba sintiendo.
El macho que me estaba dando por el culo por primera vez en mi vida, me sujetaba por las estrechas caderas bamboleándome al ritmo de la follada, de vez en cuando llevaba sus manos a mi entrepierna, acariciaba mi polla y huevos, luego mordía mi nuca y oreja mientras me tenía ensartado en su verga, yo reaccionaba echando mi culo hacia atrás, gozando de aquella enculada que me estaba dando.
Me decía lo vicioso y entregado que era, mientras me acariciaba la polla y huevos.
Que gusto da follarte, joder que vicioso y entregado me saliste para lo jovencito que eres, me decía volviendo a bambolear sujetándome por las estrechas caderas, follándome a todo trapo.
Yo no podía parar de gemir ruidosamente, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba notando como aquella verga se introducía en mí, haciendo que me entregase a él mientras me daba por el culo.
Él poco a poco se fue echando más sobre mí, hasta quedar por completo sobre mi espalda mientras yo terminaba totalmente recostado sobre la toalla, hasta que por fin el macho que me estaba dando por el culo por primera vez en mi vida, después de unas inacabables y fuertes arremetidas, empezó a eyacular dentro de mi culo, dejándome preñado por primera vez.
¡Ohhh me corro! Me corro, me corro, gritaba él, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gritó derramando todo su semen dentro de mi hasta ese día virgen culito, dejándome preñado con su leche.
Una vez se repuso de la salvaje y agresiva follada que terminaba de darme, fue sacando su verga de mi culito, mientras por este iba rezumando el esperma con el que me había dejado preñado.
Se quedó tumbado a mi costado, y mientras nos reponíamos, me propuso que ahora lo follase yo a él.
La verdad es que yo todavía no me había corrido, estaba con la polla tiesa y bien dura, eso sí, la tenía toda pringada de liquido preseminal, la pobre no había parado de soltar pequeñas gotas de semen, mientras me estuvo dando por el culo.
Deseando eyacular y poder vaciar mis huevos de la leche que tenía acumulada en ellos, hice lo que él me había hecho a mí, y luego de ponerlo a 4 patas sobre la toalla, empecé a comerle el culo igual que él me había hecho a mí, y una vez lo tuve bien lubricado y abierto el ojete, le enchufé mi polla por el culo, empezando a cabalgarlo.
El gemía de placer, pero la follada que yo le di, poco tiempo duró, estaba tan pero que tan caliente y salido, que enseguida acabé.
¡Ohhh me corro! Me corro, me corro, gritaba yo preñándole el culo con mi semen.
Solté una gran cantidad de semen, era tanta la calentura y excitación que tenía, que le dejé el culo bien llenito de leche.
Cuando terminé de correrme, saqué la polla de su culo y luego de descansar unos minutos, nos limpiamos y nos vestimos marchando de allí.
Ya habíamos cumplido nuestro objetivo, y cansados y deslechados como íbamos, con el culo bien preñado de leche y bien satisfecho, nos fuimos cada uno para su casa.
Esta es mi historia, historia real que sucedió el día que por fin perdí la poca inocencia virginal que me quedaba, y que para quien le interese, sucedió en:
Espacio natural de Razo Baldaio, compuesto por una de las playas más grandes de Galicia y una antigua ensenada, separada actualmente del mar por un cordón de dunas litorales, donde desembocan varios ríos locales como el San Miguel o el Castelo, formando una marisma de más de cien hectáreas sometida al ciclo de las mareas.
En este espacio natural y maravilloso, fue donde me inicié sexualmente y donde perdí mi virginidad y la poca inocencia que me quedaba.
Espero que os haya gustado, y que imaginando como sucedió esta bonita historia del día que terminó de perder su virginidad, un lector de los relatos de esta página, no digo el nombre porque así me lo pidió, deseo que os haya gustado como me gustó a mí, y que no solo os guste, sino que además os haya puesto bien calientes y excitados, y si por encima habéis tenido que pajearos leyendo este auténtico relato, me alegro.