Bastards 6ª parte

Tiró de mi mano hacia su entrepierna, lo que me hizo perder un poco el equilibrio y con su otra mano sujetó mi espalda juntando mi cuerpo al suyo besándome de forma muy ardiente, su lengua penetraba constantemente dentro de mi boca con pasión

BASTARDS  6ª PARTE

Tanto Miguel como Isabel, no se acostumbraban al clima, idioma y costumbres inglesas a pesar de estar rodeados de amigos que hablaban su mismo idioma, pero yo me encontré con problemas, cartas de Otto, con nuestro juego de palabras, me advertía que sus padres habían sido acusados de colaborar para atentar contra Hitler y habían huido, el castillo (Schloss) se iba a subastar por alta traición, él estaba aterrado por todo, ignorando lo ocurrido yo tenía que partir de nuevo, hable con los recién llegados y ellos querían regresar a Francia, habían seguido casi todos mis pasos y creo que sospechaban algo, hablé con mis superiores, contándoles lo del castillo y las ganas de ambos jóvenes de regresar, tras arduas negociaciones llegamos a un acuerdo.

Antes de partir de nuevo los había llevado a mi sitio preferido Escocia, allí conocieron a Maureen, que les agasajó de forma inusual, sobre todo a  Isabel ambas fueron de compras y volvió vestida de mujer, estaba más hermosa que nunca y se lo dije en varias ocasiones, Miguel estaba asombrado del cambio de su prima dijo, que parecía otra, tal vez más mujer, os preguntáis si me acosté de nuevo con ella y así ocurrió, pero aclaré mi posición al respeto, entonces ella llamó a Miguel y rebosantes de felicidad tuvimos sexo los tres, mientras yo la penetraba, Miguel me penetraba a mí, más tarde yo penetraba a Miguel por primera vez, tras sus violaciones en el campo de refugiados y disfrutó con mis arremetidas, mientras yo lo penetraba, Isabel chupaba su verga causándole más placer, al terminar agotados los dos se acurrucaban a mi lado. Maureen les hizo una de sus revisiones físicas, a Isabel le dijo, que tendría buena suerte añadiendo que no intentara retenerme a su lado por el bien de ambos acabando diciendo que yo era un espíritu libre y sin ataduras podía hacer el bien, pero no añadió nada más.

Reuní a todos los jóvenes seleccionando a los más expertos en el idioma alemán, disciplinados en sexo y los más hermosos, además con buen entrenamiento táctico militar. Albert Weiss también vendría a Francia con nosotros quedándose allí con Miguel e Isabel con pasaportes suizos, irían a la finca cerca de Niza para llevar a cabo las reformas, nosotros continuaríamos hacía Berlín.

Una vez hube acomodado a los jóvenes viajé a Ginebra, necesitaba dinero en efectivo y cambié algunas gemas por metálico en la banca de los Rothschild, después de hablar con el jefe de la familia sobre los Weiss emparentados y sobre una posibilidad de guerra, él alegó que toda la familia estaba en alerta al respecto dada la situación de ser judío-alemanes, fue un viaje relámpago y regresé a Berlín, los chicos habían localizado un local, que íbamos a utilizar, llevaba poco tiempo cerrado y había sido un prostíbulo de chicas, la dueña fue detenida como judía y a las chicas las echaron a la calle, hablé con el dueño del local y lo compré, lo acondicionamos ligeramente quedando listo en pocos días, alquilé un gran garaje y compré tres camiones de mudanzas de una empresa muy conocida y que iban a ser desechados por su antigüedad, uno de nuestros chicos les echó un vistazo y comenzó a ponerlos a punto, con ayuda de otros chicos.

Mientras yo me fui paseando por los locales que frecuentaba con Manfred, Otto, Dima y Roichi, mantuve conversaciones con bastantes conocidos y les comenté la adquisición del prostíbulo esta vez para homosexuales, hablando con unos y otros me enteré de la subasta del schloss de los padres de Otto, con todo dentro, muebles obras de arte, antigüedades, en total con todo el contenido, al día siguiente de madrugada los tres camiones fueron al castillo, yo sabía dónde encontrar la llave de repuesto y entramos de forma furtiva, fuimos retirando todo, me dirigí al despacho y  tras varios intentos desesperantes pude encontrar los documentos de la familia, el título de la propiedad y los terrenos correspondientes, luego ayudé a embalar cajas y más cajas con todo el contenido, incluyendo la ropa, subí a la buhardilla y bajé algunas cosas más de valor más sentimental, finalmente dimos una batida por todas las estancias que habían quedado totalmente vacías solamente las paredes, las impresionantes lámparas de bohemia, los apliques de cristal Swarovski y Baccarat, cerramos de nuevo dejando el castillo de forma silenciosa, el último camión arrastraba detrás unas ramas borrando cualquier indicio de haber pasado por allí.  Así mismo desaparecieron tras los camiones tres coches de lujo con rumbo desconocido, una vez cerca de la frontera otros jóvenes se hicieron cargo de los camiones, nosotros volvimos en tren de forma animada, pero nadie hablaba de lo ocurrido, sabían guardar silencio, al llegar a Berlín nos duchamos y fuimos al local para dejarlo en mejores condiciones y dos días más tarde ya teníamos clientes, corrió la voz rápidamente y día a día se llenaba con más clientes, nuestros atractivos chicos sirviendo semidesnudos incitaban a beber y llevárselos a los reservados, yo como anfitrión iba de smoking, saludaba a los conocidos y a los nuevos que se presentaban, hablaba casi con todo el mundo.

Pero desde el primer día me fijé en un hombre bastante atractivo pese a una fina cicatriz que le cruzaba una parte de su ojo desde la ceja hasta por debajo del mismo, su mirada era magnética e intensa, notaba esa mirada sobre mí mientras hablaba con unos y con otros, mientras que en el pequeño escenario se producían secuencias sexuales con sombras chinescas, tras la tensa cortina blanca muy iluminada dos chicos se desnudaban, se besaban y tenían diversas posturas sexuales, eso calentaba el ambiente ya caldeado, me acerque a la barra casi al lado del desconocido pidiendo una copa a Jasón ( el tatuador de las “B”) y ahora era el camarero luciendo su espectacular cuerpo, iba con un taparrabos de piel como Tarzán, llevaba sandalias de cuero sujetándose a la pierna con tiras trenzadas de piel remarcando sus bien moldeadas piernas, en el cuello un colgante de falsos colmillos con plumas, unas muñequeras de piel y por debajo del bíceps otra tira de piel, cuando me puso la copa le dije que estaba esplendido, él sonrió agradeciéndolo. Y en ése momento la voz del desconocido dijo: ¡Tratas a todos de una forma exquisita, tienes “clase” y con eso se nace, no se hace! Le miré a los ojos sonriendo y respondí: ¡Gracias pero trato a todo el mundo, como me gusta que me traten a mí! Entonces él sonrió dejando ver una dentadura perfecta y junto a los labios se le formaban unos hoyuelos, añadió: ¡Touché, por cierto mi nombre es Matthias Hersch! Yo estreché su mano respondiendo: ¡Neil Weiss, encantado Sr. Hersch! Pero no soltaba mi mano añadiendo: ¡Me gustaría que me llamaras Matt o Matthias!

Tiró de mi mano hacia su entrepierna, lo que me hizo perder un poco el equilibrio y con su otra mano sujetó mi espalda juntando mi cuerpo al suyo besándome de forma muy ardiente, su lengua penetraba constantemente dentro de mi boca con pasión mientras su mano sujetando la mía frotaba el abultado pantalón sobre su verga muy hinchada, cuando conseguí separarme de él lo miré a los ojos, iba a decirle algo, pero él se adelantó diciendo: ¡Aún recuerdo los bailes sensuales en Londres, que me calentaban hasta los riñones y eres Noel Weiss, mi obligación es saber todo al respecto de los extranjeros que nos visitan, has comprado viñedos en Francia, tienes pasaporte diplomático de Suecia, te relacionas con banqueros de casi toda Europa, con militares de Alto rango y también con aristócratas, todos hablan maravillas de ti! Continuó: ¡Desde la primera vez no podía quitarte de mi cabeza, hasta me masturbaba pensando que yo era tu pareja de baile y me corría notando tu boca sobre mi verga!

Cuando finalizó su retahíla, lo miré directamente a los ojos sin apartarlos ni un ápice enfrentándome a él y entonces soltó una ligera carcajada, en todo momento Jasón estaba pendiente de nosotros, se acercó con otra copa para ambos y yo dije: ¡A mí nadie me impone nada, que yo no quiera! Matt dijo: ¡Los tienes bien puestos, pareces una pantera defendiendo a sus cachorros y lamento haberte forzado con mi beso, pero estos días viéndote me calentaba, lo siento y te pido perdón por mi fanfarronería! Sus ojos no mentían puse mis manos sobre su cara acercando mis labios a los suyos, pero la ferocidad de mi lengua le sorprendió y ambos disfrutamos del prolongado beso, ahora era todo miel. Le dije: ¿Recuerdas la música y el baile de Londres? Él asintió, hable en castellano con Jasón el camarero y tirando del brazo de Matthias lo llevé a la parte trasera del escenario, tras la tensa cortina.

Y menguó la intensidad de las luces al tiempo que sonaba la música sensual de nuestro famoso baile, Matthias hacía el rol de Devlin y yo el mío, la sensualidad nos embargó y comenzamos a bailar, su cuerpo fuerte y varonil me encendía la sangre, tan absortos estábamos bailando que no nos percatamos que la cortina se levantaba con lentitud, llegó el momento de que él me quitara la chaqueta, luego yo a él y tras unos pasos más quedé delante de su cuerpo dándole la espalda y de un fuerte tirón arrancó los botones de mi camisa que salieron disparados por todos lados y la sala rugió, los asistentes aullaban de placer ante el espectáculo, la camisa fue a parar a un rincón , ahora frente a él hice lo mismo con la suya arrancándola y algunos botones rebotaron sobre mí como lluvia, la prenda terminó junto a la mía, continuamos bailando, como no llevábamos tirantes saqué su cinturón colgándomelo por la nuca y abriéndole el pantalón, entonces él hizo lo mismo con el mío abriéndome el pantalón, me agaché poniendo un pie suyo sacándole el zapato junto al calcetín, luego el otro y deslicé su pantalón hacia el suelo sacándoselo al momento, su bonito cuerpo resplandecía con las luces rosadas, un cuerpo de varonil debía tener unos 35 o 38 años como mucho, estaba frente a todos con sus calzoncillos de hilo, me levanté y Matthias se agachó sacándome los zapatos, calcetines y deslizando mi pantalón quedándome totalmente desnudo, al no usar calzoncillo, en ése momento me cogió entre sus brazos levantándome en vilo mientras la cortina volvía a bajar lentamente los aplausos eran atronadores y la luz tras el escenario se incrementó un poco más.

Llevándome en brazos se sentó en un diván y su boca fue devorando la mía, notaba la dureza de su falo contra mi trasero, me deshice de sus brazos arrodillándome entre sus piernas sacando su prenda intina y cogiendo su poderosa verga comencé a lamerla mientras la masturbaba con suavidad, poco después la chupaba intensamente y él gemía mientras acariciaba mi rubio cabello, mi saliva se deslizaba sobre sus huevos, entonces poniendo mis palmas tras sus rodillas levanté sus piernas y mi lengua fue recorriendo sus huevos y la zona perianal hasta encontrar su bonito agujero, ahora mi cara se enterraba golosa chupando tan rico manjar, él suspiraba de forma entrecortada y su ano palpitaba como si fuera un corazón desbocado, me levanté y sujetando mi polla la clavé de un solo empujón, gimió de dolor y placer, sus ojos miraban los míos como pidiendo clemencia, mi verga estaba muy ajustada y moví mis caderas en rotación y se fue abriendo lentamente, acerqué mi boca a la suya besándole con amor, mi pelvis comenzaba a moverse de nuevo, mi verga entraba y salía, cada vez con más energía, ahora la sacaba entera enterrándola de nuevo dentro mientras los dos gemíamos y finalmente estallé llenando su culo con mi semen, nos besamos y saqué mi verga de su culo, hice que se pusiera de pie y deslicé mi espalda sobre el lateral del diván, levantando mis piernas ofreciéndome a él, sujetando su falo lo ensartó dentro de mi culo mientras me traspasaba con él sujetaba mis tobillos separando bien mis piernas, yo notaba la intensidad de su penetración  y mi verga volvía a las andadas endureciéndose de nuevo, su verga salía totalmente y entraba con fiereza, pasó sus brazos bajo mis axilas levantándome y quedando mi cuerpo pegado al suyo, yo me sujetaba a su cuello mientras él levantaba y bajaba mi culo sobre su polla clavándola hasta el fondo, poco después me colocó con la postura anterior arremetiendo cada vez con más intensidad y sin tocarme mi polla comenzó a escupir de nuevo semen salpicándome el cuerpo y la cara, mientras notaba los trallazos de la verga de Matthias llenando mi culo y agachándose me besó. Entonces oímos los aullidos, vítores y aplausos del local, nos miramos algo extrañados, finalmente sonreímos, habíamos sido todo un espectáculo de sombras chinescas y las luces del escenario se apagaron, nos vestimos en silencio mirándonos de vez en cuando y Matthias sonreía.

Vestidos de nuevo con las camisas sin botones tomamos unas copas más en la barra, la gente se acercaba a felicitarnos por el fabuloso espectáculo, los reservados estaban todos ocupados y nuestros chicos estaban a tope de trabajo tanto en pareja como en grupos. Le dije a Matthias, que iba a marcharme, entonces con apenas un susurro dijo: ¡Me gustaría pasar la noche contigo! Nos despedimos de Jasón y salimos al exterior, andamos un par de manzanas y entramos por una puerta auxiliar que daba a un gran jardín y la casa era de dimensiones considerables, estaba cerca de la catedral, entramos en la casa me llevó a su dormitorio muy amplio en la planta alta, tenía mi mano cogida como si temiera que escapase, me sacó la americana dejándola sobre un sillón junto a la suya, entonces del otro sillón se levantó un joven en camiseta de manga corta ceñida y calzoncillos ajustados que le llegaban hasta la rodilla, dirigiéndose a Matthias dijo: ¡Monseñor, estaba preocupado por su tardanza! Al ver la camisa rasgada por los botones añadió: ¡Dios Santo, os han robado o atracado, lleváis la camisa rota! Yo me había quedado petrificado, no por el intruso, sino por el tratamiento, entonces Matthias dijo: ¡No ha pasado nada malo Borja, puedes acostarte sin problemas, gracias! Pero el joven comenzó a desvestir a Matthias, que parecía algo incómodo, de vez en cuando me miraba y yo sonreía, entonces mientras el joven estaba agachado vi la tonsura en su cabeza (circulo redondo afeitado a los sacerdotes), había notado el abultamiento de su calzoncillo mientras se agachaba a sacar los zapatos de Matthias, finalmente lo dejó con el calzoncillo, cogiendo una jofaina con agua y una toallita la mojó pasándola por el cuerpo de mi nuevo amigo, cuando se puso tras él pasando el paño por la espalda se fijó en mí, quedando casi petrificado, la voz de Matthias dijo: ¡Borja puedes ayudar a mi amigo, está algo perjudicado! Mientras soltaba eso me guiñó el ojo, el joven Borja ruborizado me fue desnudando sacando la camisa y el calzado, me pasó la toalla por la espalda con suavidad, notaba su respiración entrecortada en mi nuca y su abultada entrepierna casi rozando mi trasero, la pasó por mi pecho mirando mi pectoral y deslizó el pantalón hacia abajo, mi verga salió disparada como un resorte y dijo: ¡Por Dios!

Matthias se acercó a nosotros sacando su verga del calzoncillo muy erguida, puso su mano sobre la tonsura en la coronilla de Borja el joven sacerdote diciéndole: ¡ Et Ego te Absolvo a Peccatis Tuis! Empujando al mismo tiempo la cabeza sobre mi verga, Borja agarró mi tronco con su mano mientras paseaba su lengua sobre el glande, su otra mano tomó la verga de Monseñor Matthias y poco después su boca disfrutaba de la polla de Matthias alternándola con la mía, incliné mi cuerpo sacándole la camiseta y deslizando su calzoncillo por debajo de su trasero los dedos de mi mano acariciaban esa bonita ranura entre las nalgas mientras él continuaba chupando nuestras vergas. Al principio su boca inexperta temblaba, ahora su golosa boca succionaba las pollas con fervor ardiente, Matthias y yo nos besábamos mientras nos acariciábamos los cuerpos, nuestros capullos estaban juntos dentro de la boca de Borja y nos llegó el placer al unísono y llenamos la boca de semen al joven sacerdote, que no sabía qué hacer y se la fue tragando, continuó chupándolas y finalmente le hicimos levantarse.

Matthias se tumbó sobre la cama boca arriba arrastrando al joven Borja, poniéndolo de la misma forma sobre su pecho, aunque un poco más abajo y así se besaban de forma muy tierna, el joven sacerdote tumbado boca arriba sobre Matthias dejaba ver su calzoncillo a punto de reventar, le saqué la prenda dejando su verga endurecida sobre su delgado vientre, ésta goteaba de gusto, separé sus piernas y enterré su polla en mi boca, de la suya se escapó un profundo gemido, la verga era hermosa casi virginal como el joven, con la verga totalmente húmeda lo masturbaba con lentitud mientras mi lengua se dedicaba al bonito agujero de su culo y repasando su zona perianal con mis lametones, mis dedos acariciaban esa preciosa ranura rosada que comenzaba a palpitar ligeramente, chupé mis dedos dejándolos llenos de saliva y lentamente le metí un dedo, noté que le dolía pero continué abriéndole poco a poco, su verga se aflojaba y la chupé en el mismo instante que metí mi segundo dedo y el cuerpo del joven se retorcía mientras yo chupaba su verga y Matthias le besaba con más ardor que antes, Borja se retorcía ante la incursión de mis dedos en su ano, pero ahora era de placer separaba sus piernas arqueando su cuerpo de forma lujuriosa mientras mis dedos entraban y salían de su ano con fuerza mientras mi boca y mi otra mano seguían con su polla muy dura, las manos de Matthias le acariciaban el pecho tocándole las tetillas y cada vez se retorcía más gimiendo, entonces apreté su falo aflojándolo después y soltando un profundo gemido al tiempo que decía: ¡Dios, Dios mío! Soltaba todo su semen llenándome la boca con él, sus movimientos corporales hacía más difícil recoger tal cantidad de semen, de manera que salpicó mi cara, cuando terminé de chupar esa preciosidad y lamí mis dedos con el semen sobre mi cara.

En ése momento miré a los dos tumbados y muy relajados que continuaban besándose mientras sus manos acariciaban sus cuerpos, de forma sigilosa me desplacé hasta el sillón donde estaba la ropa, me coloqué la camisa sin botones y me puse una copa de coñac de una mesita y estiré mi cuerpo sentado en el sillón mientras daba pequeños sorbos al intenso líquido, de vez en cuando miraba a los dos cuerpos desnudos sobre la cama, la polla de Matthias entraba en el culo del joven Borja, una vez que yo lo había dilatado, los fuertes empujones de verga de Matthias hacían gemir a su joven acolito, su verga bamboleaba con las constantes penetraciones y los suspiros de ambos presagiaban el final de alguno de ellos, Matthias gimió corriéndose dentro del culo del joven sacerdote, cuando sacó la verga del culo, dio la vuelta al joven quedando éste frente a él entre sus piernas, las separó y tomando la joven verga se la fue clavando mientras gruñía, poco después Borja lo penetraba gimiendo con las piernas de Matthias sobre sus hombros, yo veía su duro culo moviéndose de forma acelerada clavando su verga dentro de su adorado Monseñor, momentos después ambos gemían mientras el joven llenaba, tan ansioso culo, con su nueva corrida, instantes después se desplomaban uno sobre el otro besándose.

Después de terminar mi copa cerré los ojos, minutos más tarde al lado de mi sillón estaban los dos observándome, Borja dijo: ¿Monseñor, cree que él puede ayudarnos? Matthias respondió: ¡Bajo ese aspecto tan espectacular y con esa cara de ángel, tiene una mente despierta que ni tú ni yo juntos lograríamos llevar a cabo tantos planes como él, mis contactos así me lo han comunicado, seguro que tiene dos o tres cosas haciéndose al mismo tiempo! Entonces abriendo un ojo dije de forma bromista: ¡No estoy muerto ni sordo! ¿Qué os traéis entre manos? Matthias tiró de mí diciendo: ¡Tenemos que dormir un poco, por la mañana te lo explicaremos todo! ¿De acuerdo? Nos tumbamos de nuevo en la cama desnudos, yo apenas pegué ojo, ellos dormían abrazados, para matar el tiempo me fui masturbando lentamente mientras metía mis dedos en mi ano autofollándome, finalmente aceleré llenando mi cuerpo de semen que degusté cogiéndolo con mis dedos folladores, de esa manera me relajé.

Por la mañana muy temprano sentados en la gran mesa de la cocina, una mujer vestida de forma humilde y cubriendo sus cabellos nos preparaba el desayuno, la forma de moverse, no parecía el de una criada, al ponernos los platos sobre la mesa sin mediar palabra, la reconocí, a pesar de no llevar maquillaje ni vestidos lujosos su aire aristocrático salía por los poros de su piel, ella no levantaba la mirada, saqué un pequeño lápiz de mi bolsillo y sobre el mármol de la mesa escribí: ¡Otto está bien! Ella levantó la mirada encontrándose con la mía y sonrió asintiendo con la cabeza en señal de agradecimiento, borré lo escrito con la mano húmeda de saliva, cuando estuvimos solos Matthias dijo: ¡No llegaron a tiempo a coger el barco, ella es mi cocinera y su marido mi chofer, de momento eso los hace inmunes, pero no están seguros en Berlín! entonces Borja dijo: ¡Los demás no pueden seguir ocultos siempre! Yo pregunté: ¿Los demás? Matthias asintió respondiendo: ¡Están repartidos en varios sitios, de momento seguros, pero cualquier indiscreción…!

Instantes más tarde nos encontrábamos bajo la catedral, entre las trabajadas criptas había una cantidad de gente amontonados en grupos, en su mayoría mujeres y niños, también algunos hombres jóvenes y mayores, reconocí rápidamente sus atuendos, eran en su mayoría judíos, algunos se asustaron al verme mirándolos, tan rubio como de raza aria (Como decía Hitler), me acerqué a un hombre muy mayor y con respeto le hablé en yiddish, mi querido profesor Aarón me había enseñado el hebreo, después de nuestras sesiones sexuales, el anciano me contaba lo sucedido en todos los casos era igual, despojados de todas sus posesiones, les obligaban a salir del país o se los llevaban hacia Polonia en trenes, de mi cartera saqué una tarjeta del club y por detrás con el lápiz minúsculo fui garabateando nombres y direcciones, él anciano me señalaba en dirección de los que mencionaba, Borja a mi lado no daba crédito a lo que yo escribía con rapidez, no entendía nada. Cuando terminamos de hablar subimos de nuevo a la casa rectoral, allí me despedí de mis anfitriones.

Durante los días posteriores de las diferentes casas desaparecía la totalidad de las cosas dejándolas desvalijadas, y los camiones de mudanzas hacían su recorrido hacia el sur de Francia, por otro lado cuatro autocares escolares católicos transportaban a monjas, sacerdotes, escolares y feligreses con un gran letrero, que resaltaba su destino, el Santuario de Lourdes, en Francia, no hubo contratiempo en ninguno de ambos casos, en uno de los autocares iban los padres de Otto, todos con identidades falsas y en los dobladillos de la ropa diferentes gemas que podían ser cambiadas sin dificultad, ahora Matthias tenía que buscar una cocinera y chofer de nuevo. En el prostíbulo masculino teníamos noticias alarmantes sobre una próxima invasión alemana hacia el Este de Europa, Austria se había anexionado con Alemania y varios países más, notificamos nuestras averiguaciones, por distintos medios a Londres.

Unas semanas después, mientras hacia la recaudación se presentaron dos policías de la Gestapo pidiéndome cortésmente que fuera con ellos yo accedí dejando a cargo de todo a Jasón, en el cuartel me preguntaron sobre mi local y documentación, no tenía nada que ocultar y respondía todas sus preguntas, finalmente me preguntaron por mi relación con Monseñor Matthias, yo les comenté, que él había visitado nuestro establecimiento tomando unas copas de más, yo lo acompañé a su residencia y con la fuerte tormenta nocturna me pidió que me quedara a pasar la noche allí, hasta la mañana siguiente, esta explicación satisfizo a los interrogadores, unas horas después salía por la puerta. Cada día aparecía en el local algún miembro de la Gestapo o de la SS, siempre de forma intempestiva, pedían documentación a los clientes y a  nuestros chicos, me di cuenta que querían provocar un escándalo para cerrarnos el local y cada día venían menos clientes, fui enviando a los chicos por diferentes direcciones, para que se escabulleran, poniéndose a salvo, yo me quedé para cerrar el local y venderlo.

Fui a misa en la catedral y despedirme del Padre Borja y de Monseñor Matthias, tras unas breves conversaciones salí de la catedral y entonces fui detenido de nuevo por las SS, pero esta vez de forma brutal, me cubrieron la cabeza con una especie de saco y me esposaron las muñecas a la espalda, obligándome a meterme en un coche tumbado en la parte trasera de los asientos y poco después fui arrastrado a los calabozos, los goznes de las puertas chirriaron cuando se cerraron tras empujarme dentro, allí me arrancaron la ropa y calzado, antes de marcharse tiraron de mi capucha improvisada llevándose la ropa rasgada y sin liberar mis muñecas. La celda era bastante pequeña y solamente había una especie de banco de hormigón unido a la pared, por mi mente pasaban cantidad de imágenes y preguntas ¿Me habían descubierto? ¿Habían capturado algunos de los chicos “Bastards”? Mi mente divagaba, entonces recordé mi entrenamiento, tenía que serenarme, no tenía que alterarme y respirando con suma lentitud mi acelerado corazón junto a mi mente fueron relajándose, comencé a dar paseos por la celda y finalmente me tumbé de costado sobre el frio banco. Pasaron las horas, días y cantidad de semanas…

Una noche arrastraron mi cuerpo maltrecho hasta un coche echándome en la parte trasera, el vehículo arrancó y media hora después arrastraron mi cuerpo sobre una zanja cercana a la carretera, quedándome inerte, entonces noté el líquido que caía sobre mi cuerpo desnudo, eran los soldados que se meaban sobre mí soltando risotadas, uno de ellos dijo: ¡Si sabes lo que es bueno no vuelvas a Berlín, aquí no queremos a ningún “bujarrón”, montaron en el coche dejándome tirado como una basura, pero a pesar de todo estaba vivo, maltrecho, humillado, vejado y dolorido, pero seguía vivo, desnudo pero vivo, me dolía todo el cuerpo, notaba el sabor salado de mi sangre en la boca, los ojos apenas los podía abrir de los golpes recibidos en la cara y me costaba respirar. En ése momento sonreí interiormente recordando las veces que ambos soldados se colaban en mi celda, uno ignorante de lo que hacía el otro, sus ansiosas bocas buscaban mi verga con ansia chupándola con frenesí, cuando estaba dura se montaban sobre ella gimiendo como perras en celo, iban a galope terminando de vaciar sus huevos y los míos, entonces solté una carcajada, con bastante dolor, pero me sentó bien.

Pasado un rato fui gateando hasta un árbol para poder levantarme cuando lo conseguí me quedé apoyado en él intentando respirar tranquilamente, miré hacia la carretera en ambos sentidos y vislumbre una luz a lo lejos, encontré una rama partida y me sirvió de cayado apoyándome en él, me dirigí hacia ésa luz, en varias ocasiones trastabillé hasta caer, pero el afán de llegar a esa luz era muy fuerte, finalmente conseguí llegar, era una granja aislada, me acerqué al abrevadero de los animales, del caño salía agua fría proveniente de la montaña, sin pensármelo dos veces dejé caer mi cuerpo dentro del abrevadero, el contacto del agua casi helada me reconfortó, estuve bastante rato frotándome la cara y el cuerpo doloridos, a pesar de todo tenía que salir de allí, el aire cálido del verano me secó con rapidez, fui al granero intentando no hacer ruido, allí encontré unos pantalones de trabajo, eran grandes para mí, pero me até una cuerda en la cintura ajustándolos, también reconocí una bicicleta cubierta por una lona, era vieja, pero podía servirme y me alejé llevándome esos tesoros. El trayecto fue arduo y doloroso, pero finalmente conseguí llegar a la casa rectoral sin ser visto, llamé y pasada una eternidad apareció el padre Borja, con suma rapidez me hizo pasar entrando la bicicleta, cerrando de nuevo.

La cara del sacerdote me reconfortó, sin embargo él parecía preocupado, me hizo sentar en el sillón del salón y fue a buscar a Monseñor Matthias, se alegró de verme vivo y entre los dos me llevaron a una de las criptas de la catedral, Matthias dijo, que me quedaría escondido hasta que me recuperara del todo, cuando miré a mi alrededor vi una cara sonriéndome, era Jasón, éste se acercó a mí acariciándome la cara susurrando: ¡Por Dios, que te han hecho! Poco después apareció un médico judío, que también se ocultaba junto a su familia, me vendó las costillas y me limpio todas las heridas, tomé un poco de sopa con algo de carne y sintiéndome algo mejor pregunté a Jasón, la razón por la que se encontraba allí, y no había marchado con los otros, se había casi rapado el cabello, llevaba ropa muy sencilla y su cara estaba tiznada, cuando se lo dije se fue a la jofaina y se lavó.

Y comenzó diciendo: Acompañé a los demás para que estuvieran a salvo, después volví aquí para ayudarte a cerrar todo, a distancia vi cómo te llevaban detenido y de eso hace tres meses, recuperé todas tus cosas junto al dinero de la venta del local, hablé largamente con Matthias y me acogió aquí, cada día salía a la calle para controlar tu salida, para eso tuve que cambiar de imagen. Apareció Matthias de nuevo y me dijo: ¡Has resistido muy bien, no  han averiguado nada, lo sé por un infiltrado mío y por él sabía lo que te pasaba, lamento no haber podido sacarte! Hice una mueca parecida a una sonrisa y me fui quedando dormido. Me subió la fiebre por la noche y recordé lo ocurrido:

Tres días después de encerrarme desnudo en la celda, me llevaron a una sala para interrogarme con los ojos fuertemente vendados, me sentaron a una silla sujetaron mis antebrazos y muñecas hacia atrás contra el respaldo de la dura silla a la que le faltaba parte del asiento, al poco rato una voz gruesa dijo: ¡Mi nombre es Heinrich Müller y soy General de la División de la SS y jefe de la Gestapo en Berlín! Entonces comenzó a preguntarme sobre mí, las relaciones con los clientes del local y sobre todo le intrigaba la marca bajo el tobillo con la “B”, yo respondí con franqueza, le dije que mi nombre era Neil Weiss, que había conocido al coronel Manfred Von Bremer, que me enseñó el país y me consiguió un pasaporte para poder visitarlo de vez en cuando. Referente a los clientes algunos los había conocido a través de Manfred y había de todas las clases, ellos volvían al local porque quedaban satisfechos con los servicios de los pupilos. En cuanto a la marca en el tobillo le aseguré, que todos los del local las llevábamos, era la marca de nuestro dueño y proxeneta, ya que él nos había acogido de un orfanato, alimentado y enseñado el oficio del placer, añadí que la B era de Bastardos, era para recordar lo que éramos, niños y después muchachos sin padres, el único cariño lo habíamos recibido de él a través de los años.

Al terminar mis respuestas la voz dijo: ¡El nuevo Reich, no acepta ésta clase de corrupción! Se quedó callado un momento, notaba que daba vueltas a mí alrededor por el sonido de su voz y añadió: ¡Con esa polla se volverían locos por ti, les debías dar mucho placer! ¡Veremos si sabes hacer bien tu trabajo! Y entonces con su mano enguantada apretó mi cabeza sobre su verga que estaba fuera del pantalón y muy endurecida, apretaba tan fuerte que casi me daban nauseas por la brutalidad, pese a ello mi verga fue creciendo y un golpe de fusta sobre ella mientras la voz decía: ¡Sólo debes dar placer, no recibir placer! Y otro fuetazo sobre mi verga, la voz repitiendo ¡Vicioso, asqueroso vicioso! Y otro golpe de fusta, entonces derramó su semen dentro de mi boca apretando mi cabeza hasta el fondo tragándome su polla mientras escupía semen. Instantes más tarde apareció alguien más y la voz dijo: ¡Capitán Strong, tratamiento completo! Y mientras soltaba esas palabras por debajo del asiento de la silla recibí un fuerte golpe de fusta contra mis huevos, me hizo soltar un grito de dolor, me desataron de la silla, froté mis huevos doloridos y me esposaron con las manos por delante llevándome entre dos soldados casi a arrastras.

Me bajaron a un sótano más profundo que las celdas, se notaba la humedad del ambiente, mis manos sujetaban mis doloridos huevos y entonces me cambiaron las esposas de las muñecas por grilletes más gruesos, lo mismo en mis tobillos, de pronto un fuerte chirridos metálico me puso el vello de punta y lentamente mis muñecas fueron forzadas a estirar mis brazos hacia arriba mientras los brazos se separaban quedando tensos en aspa, otro fuerte chirrido y mis tobillos encadenados comenzaron a levantar mis pies y piernas del suelo, ahora mis piernas se levantaban separadas, mi cuerpo quedó suspendido en el aire sujeto por las muñecas y tobillos, los grilletes quemaban mi piel, me pareció que había más gente en esta sala por los cuchicheos, la cabeza me pesaba y la incliné hacía atrás, entonces unas manos fuerte apretaron mis mejillas haciéndome abrir la boca, me pusieron algo parecido a unos grafios a cada lado del interior de la boca y tirando de las correas las ataron detrás de mi cabeza, ahora no podía gritar ni cerrar la boca, la tenía forzada, colocaron algo muy frio bajo mi espalda de tal forma que apenas la rozaba.

La voz nasal del capitán Strong dijo: ¡Un joven y hermoso ejemplar, espero que no lo maltraten y lo estropeen demasiado pronto, como a los últimos! Continuó: ¡Admiren su bonito cuerpo, es lo más parecido a un ángel, su culo es duro como una roca y ni que mencionar de su poderosa verga, cuantos culos habrá reventado con ella, es pura corrupción! Mientras hablaba varias manos acariciaban mi cuerpo, alguna se detenía sobre mis pezones frotándolos entre sus dedos, pero unas manos enguantadas cogieron mi verga sacudiéndola arriba y abajo masturbándola mientras su otra mano estiraba la piel de mis huevos hacia abajo, en ése mismo instante una polla entró dentro de mi forzada boca enterrándola profundamente mientras el intruso gemía, sus huevos chocaban contra mis ojos vendados y mi nariz, olían a macho, no era desagradable, otras vergas golpeaban mi cuerpo, calculé que con el capitán eran cinco, mi boca fue ocupada por otra polla, mientras que en mi culo las manos enguantadas acariciaban mi ano y de golpe enterró su verga separando mis nalgas, sus manos debían agarrar las cadenas de mis piernas porque mi cuerpo comenzó a balancearse con sus empujones penetrándome, ahora sus manos con guantes cacheteaban mis nalgas y mi boca abierta iba recibiendo verga tras verga, todo yo me balanceaba, ahora otra verga entraba en mi culo y oía unos cachetes en unas nalgas alentándole en la penetración, todas la pollas fueron entrando en mi boca pasando luego por mi culo, finalmente se debieron masturbar encima de mí, ya que recibí cantidades de semen sobre mi cuerpo.

Al finalizar me sacaron los garfios de la boca llevándose al mismo tiempo el paño que me tapaba los ojos y bajaron mi cuerpo, con una manguera me mojaron todo el cuerpo, escupí agua y mirando al capitán dije mascullando: ¡Sin lo de la boca y las sujeciones habría dado más placer a todos! Entonces medió una bofetada con su mano enguantada diciendo: ¡Llévenlo a su celda!

Cada día se repetía, las preguntas repetitivas del coronel Heinrich, su corrida dentro de mi boca después llenándola con su semen y de nuevo al húmedo sótano, no me ponían los ganchos de la boca, les gustaba oírme quejarme, pero continuaban los grilletes pero no estaba colgado, me tumbaban sobre una camilla, ahora me azotaban con sus cinturones por todo el cuerpo, el capitán Strong le llamó la atención a un joven por usar la parte de la hebilla contra mi cuerpo dejándome bastantes rasgaduras en la piel e incluso, le dio un empujón apartándole de mí, cada día eran diferentes soldados, aunque algunos repetían, me penetraban la boca y por turnos también el culo, que siempre comenzaba el capitán, después de la fuerte ducha me devolvían a mi celda agotado y dolorido, yo no sabía ya si era de día o de noche, solamente tenía la potente luz sobre mi cabeza las 24 horas del día y perdí la noción del tiempo.

Tiempo después ya no me llevaban frente al coronel, iba directamente al sótano y Heinrich aparecía empezada la sesión, cuando todos me habían follado, hizo subir las cadenas de los pies quedando ambas separadas y colgando boca abajo, con su fusta me azotaba la espalda y el trasero, yo prorrumpía en quejidos mientras él se reía, la sangre se agolpaba en mi cabeza y él la levantaba metiéndome su polla dentro llenándola de semen, luego disfrutaba entre mis piernas metiéndome una o dos porras dentro del ano mientras fustigaba mis nalgas diciendo: ¡Puta, puta, puta! Me soltaba cuando yo perdía el conocimiento y me devolvían a la celda cada vez en un estado más lamentable. En uno de esos momentos oí cuchichear a dos soldados sobre la invasión de Polonia y que los llevarían al frente, días más tarde me soltaron en la cuneta desnudo.

Abrí los ojos y me encontré abrazado a mi amigo Jasón, al notar mi movimiento me preguntó si estaba mejor, yo asentí, me dijo que había tenido mucha fiebre y murmuraba, se había acostado a mi lado para calmar mis convulsiones, pasé varios días tumbado y por Monseñor Matthias supe que el cuartel de la Gestapo, donde yo había estado detenido, había ardido completamente hasta los cimientos, cuando estuve algo mejor, junto a Jasón disfrazados de soldados alemanes nos fuimos con un coche en dirección del sur de Francia, cruzada la frontera nos cambiamos de ropa y de coche, Jasón me cuidaba como a un niño pequeño, se preocupaba por mí, hicimos noche en un pequeño pueblo y dormimos juntos en una pensión.

Por la noche en la cama me acunaba repitiéndome: ¡Eres el alma y corazón de todos nosotros, tienes que ser fuerte como siempre, pero ahora yo te entrego mi corazón para aliviar el tuyo! Sus cálidos besos me hacían llorar de emoción, besaba cada rincón de mi cuerpo y sus manos acariciantes calmaban mi dolor mental, lentamente me dejaba llevar por la pasión respondiendo a sus besos, sus labios se depositaron sobre mi polla besándola y de forma posesiva engulló toda mi verga, solté un profundo gemido de placer, se me iba el dolor y el alma con él, su boca se tragaba mis 23 centímetros con el grosor de mi muñeca, esa mamada me daba escalofríos de gusto, intenté detenerle pero siguió chupando hasta que estallé dentro de su boca, continuó chupándola mientras se tragaba mi semen, después deslizó su lengua por mis huevos y mi ano tan perforado, al poco volvió a lamer mi polla tragándosela de nuevo y nuevamente se endureció, no paró hasta hacerme terminar por segunda vez dentro de su boca, se tumbó a mi lado masturbándose y lloré, por él, por mí, me puse de costado y apartando su mano lo fui masturbando al tiempo que lo besaba, me puse sobre su cuerpo moviendo el mío, mi boca buscaba su cuello lamiéndolo y volvía a sus labios, mi cuerpo se frotaba contra el suyo cada vez con más ardor, mi verga contra la suya tan llena y dura que me incitaba a frotarme con más fuerza y finalmente gimiendo terminamos soltando ambos nuestro semen sobre el caliente cuerpo de Jasón mientras nos besábamos con ardor.

Y para mi gusto llegamos demasiado pronto a mi finca cerca de Niza, allí fuimos recibidos por todos los chicos huidos del local de Berlín junto a Albert Weiss y Miguel el joven refugiado español, su prima Isabel se había marchado sin decir nada a nadie y  sabían que estaba con Jean Pierre el camarero del hotel, pero no dio los motivos de su marcha, la finca había mejorado mucho, gente de los pueblos cercanos habían plantado viñas, arado campos y plantado hortalizas además de árboles frutales, por otro lado del campo de refugiados habían traído a personas, habían construido casas cercanas a los viñedos, pero ayudaron a reconstruir la gran mansión y los sótanos. Albert nos mostraba, a Jasón y a mí la reforma del interior de la casa  cuando de repente en lo alto de la escalinata de madera vi a mi querido Brandon, bajó corriendo los escalones de dos en dos y nos abrazamos mientras nuestros labios se juntaban con pasión…

Continuará.