Bastards 3ª parte

Manfred lo colocó delante suyo y lo penetró mientras el nipón chupaba la polla de Otto, entonces bajando mi cuerpo taladré el ano de Manfred que suspiró

BASTARDS 3ª PARTE

Sigo pasando las fotos y me detengo sobre las nuestras, enfundados en trajes militares, tomo una gran lupa y miro nuestras caras sonrientes, algo socarronas como si fuéramos invencibles y pienso ¡Cuantas muertes inútiles, todo por un pequeñajo reprimido con tanto afán de poder, como de odio contra todo! Acaricio las caras desaparecidas, me duele el pecho.


Los lingotes de oro, están a salvo en Suiza y dan buen dividendo, Alfred Weiss me enseña a invertir y a participar en el mercado de valores, día a día se extiende el rumor de una posible guerra, los sacerdotes del internado han sido enviados a otro lado y Weiss lo ha recuperado, ya que el internado lo  cedió a la iglesia, ha puesto profesores nuevos y en varias ocasiones han venido unos hombre muy trajeados observando nuestras clases de idiomas y avances en todas las asignaturas, hemos pasado uno por uno para ser evaluados, meses después formaron tres grupos, pero todos nos desplazábamos cada día para instrucción militar en el campo, prácticas de tiro, carreras y camuflaje, algunos fueron instruidos en criptografía, otros en espionaje y el resto en apoyo logístico, sobre todo en telecomunicaciones.

La expresión de Bernard, el mayordomo últimamente me causaban un poco de sinsabor, lo fui observando, no había duda estaba enamorado de su patrón en silencio, se habían criado juntos pero su distinta posición social era una traba muy importante en estos tiempos, una tarde que daba un ligero masaje en la espalda a Alfred, tiré de la campana para que Bernard entrara, se quedó totalmente parado junto a la puerta mirando mi masaje, con un ademán mío se fue acercando con su rostro algo colorado, en susurros le pedí sustituirme, a regañadientes puso sus manos sobre los hombros de su jefe, yo puse mis manos sobre las de él indicando la mejor manera de dar el masaje, me separé de ambos acercándome a la puerta, desde allí los miraba, las manos de Bernard acariciaban los hombros y brazos de Alfred, continuando por el centro de la espalda, Alfred ronroneaba de gusto ante el masaje, noté el abultamiento en el pantalón de Bernard, me acerqué desabrochándole la prenda y deslizándola sobre sus piernas, le fui quitando los pantalones, él continuaba con el masaje solamente con sus calzoncillos que cada vez abultaban más y más, Alfred no se había percatado del cambio o no dijo nada al respecto, minutos más tarde notaba el roce entre sus nalgas, de la entrepierna de Bernard, fui deslizando el pantalón de Alfred hacia abajo sacándoselos, giró su cara mirándome sonriente medio adormilado de placer.

Bernard apoyó su cuerpo sobre la espalda de Alfred mientras acariciaba sus brazos y le susurraba quedamente ¡Te quiero Alf, y siempre te querré, pase lo que pase! El durmiente movió su trasero, girando su mano hacia atrás acarició la verga dentro del calzoncillo de Bernard, giró su cara rumoreando ¡Bernie te quiero!, al poco se quitaban las molestas prendas y Bernard lo penetró, Alfred gimió de placer, yo junto a la puerta los miraba con ternura, los empujones del mayordomo eran potentes y constantes, se pusieron de costado de tal forma que podían besarse mientras continuaban con la labor, gemían de placer, me senté en el sillón mirándolos de vez en cuando al oír sus gemidos, momentos después Alfred boca arriba continuaba siendo taladrado por Bernard, mientras que la mano de éste lo masturbaba, momentos después unos estentóreos gemidos pronunciaban el final de ambos, Bernard llenando el culo de su señor con su semen y éste mojando la mano que lo masturbaba, salpicando partes de su propio cuerpo, Bernard chupó el semen de su jefe de la mano y al separarse del culo fue lamiendo los restos sobre el cuerpo de éste, que gemía, se besaron tumbados uno encima del otro con gran deleite, me retiré de forma silenciosa.

Recibí un sobre en casa de los Weiss, provenía de Alemania, era de Manfred, me pedía si podía acercarme a verlo en esas vacaciones, ya que su familia estaría bastante lejos y no dejaba de pensar en mí y me enviaba un pasaporte para poder entrar sin problemas en su país, pero había un ligero error, en el documento constaba como Neil Weiss, error en el nombre Noel y el apellido, yo era O ‘Sullivan, y él había puesto Weiss, al mostrarlo a Alfred se sorprendió lo enseñó a los hombres trajeados y tras unas largas deliberaciones decidieron, que yo tenía que ir, entonces prepararon una documentación falsa para mí con el nombre y apellido de la misiva, Alfred me explicó que ponía mi vida en peligro si iba en esa misión para averiguar algo más, me fui despidiendo de todos mis compañeros y amigos como si fuera la última vez que nos veríamos, los más allegados estaban afligidos por mi marcha y consecuencias.

Días más tarde embarque rumbo a Calais y al desembarcar en Francia tomé el tren para llegar a Hamburgo, pasé por Amberes, cerca de Essen  y Bremen, llegando finalmente a mi destino sin contratiempo alguno, el pasaporte y visado me lo permitían, un taxi me llevó a un discreto hotel, registré mi llegada y posteriormente llamé a Manfred, hora y media después apareció en mi habitación, habían pasados unos años desde la última vez que estuvimos juntos, parecía menos jovial que antaño hicimos una merienda cena en mi habitación, al terminar tuvimos sexo, ahora yo mandaba y él lo disfrutaba, no había bajado su gordura, pero eso no era importante, se le notaba feliz y satisfecho, a pesar que yo lo penetré una vez con gran dolor  en su ano, pero posteriormente me lo agradeció por haber disfrutado de tal modo. Mucho más tarde me llevó a unos locales privados para hombres, allí me presentó a distintos personajes de todo tipo, incluidos algunos militares de alto rango y algún rango inferior, alguno de estos últimos me hacían ojitos para tener alguna oportunidad con ellos a todos me presentaba como Neil Weiss, por su ligera dificultad en el habla y no pronunciaba bien Noel, así terminé en la documentación como Neil.

Manfred se percató de las oportunidades que yo rechazaba y eso le gustó en sobremanera recargando su ego, esa noche en la cama se dejó penetrar de nuevo por mí para la satisfacción de ambos, cuando descansábamos un poco me fue contando, que creía fuertemente en las palabras de su gran líder, pero estaba descontento con los personajes que lo rodeaban y pensaba que eran una mala influencia, algo más tarde me penetró de forma casi brutal, me sujetaba las muñecas sobre mis corvas con una de sus manos, la otra azotaba mis nalgas con fuerza y me ardían, terminó llenándome con su semen, yo tendido boca abajo sobre la cama no me había empalmado, pero a él no le importó, se recostó de lado y me pidió perdón por la brusquedad añadió que debido a la cantidad de moscones que me miraban horas antes, quería reafirmar nuestra relación y volvió a pedirme perdón, yo le amenacé que la próxima vez que lo follara haría lo mismo y sonriendo se tumbó boca abajo en la cama.

Me tumbé sobre su espalda mordisqueándola y frotando mi polla sobre su culo, lo besé y dijo: ¡Me he portado mal y lo siento de corazón, eres un ángel, mi ángel! Mi boca fue recorriendo a mordiscos su espalda, su cuerpo se convulsionaba de lado a lado del placer, cuando llegué a la ranura entre sus nalgas las mordí con más fuerza dejándole ligeras marcas de mi dentadura y le palmoteaba la nalga mordida, Manfred susurraba con la almohada entre sus dientes: ¡Castígame, me lo merezco, he sido malo contigo! Por mi parte, quería que fuera lo más lento posible, ahora le mordía su agujero, él movía el culo y yo lo palmeaba, mi lengua se deslizaba mojando su ano llenándolo de saliva, comencé a frotar mis manos con fuerza produciendo que mis palmas se calentaran mientras mi lengua continuaba lamiéndolo, entonces metí el dedo índice y medio de mi mano derecha, se quejó del calor de mis dedos, una vez dentro los fui rotando dilatándole el ano y al poco a esos dos dedos se les unieron los mismos de mi mano izquierda, volvió a quejarse y mordisqueé la nalga, mis dedos se abrían y cerraban dentro del culo, entonces los junté dentro tocándose los nudillos y tiré ligeramente, los de la derecha en esa dirección y lo contrario con los otros dos, ante mis ojos el ano estaba muy dilatado.

Miré sobre el carrito de la cena y aún quedaba parte de la mantequilla para el salmón, que habíamos tomado, me acerqué cogiéndola y unas servilletas, volví a la cama y puse parte de la mantequilla en el ano, comenzó a derretirse también unté mis dedos con la mantequilla y con los dedos muy juntos los fui metiendo menos el pulgar, se quejó de nuevo, pero movía rabiosamente el trasero, mi mano derecha estiró su verga y huevos hacia abajo entre sus piernas acariciando ambas joyas y mis dedos continuaban poco a poco entrando cada vez un poco más, Manfred jadeaba gimiendo, su verga goteaba placer, quité mis dedos del ano y con ellos mojé mi verga, que estaba en un estado muy potente y de un certero golpe me clavé en su ano, yo con mi cuerpo medio levantado apretaba con mis palmas sus regordetas nalgas separándolas cada vez más, mi polla entraba y salía a un ritmo vertiginoso, los dos gemíamos, del platillo de la mantequilla cogí unos cubitos de hielo, que había añadido y los deposité entre sus nalgas al notar el frio hielo gimió de tal forma que su verga comenzó a escupir semen mojando las sábanas, mientras soltaba su semen apretó el esfínter provocando que yo también soltara el mío dentro de su culo.

El resto de la semana pasó de igual forma, pero me fue enseñando con mucho orgullo la ciudad y también fuimos en coche oficial a la capital Berlín mostrándome los lugares del creciente poder, yo no daba importancia a ello y por eso intentaba convencerme del gran poder que tendría Alemania en el futuro, fuimos a restaurantes de lujo, donde me presentó a otros militares, mi perfecto y educado alemán sorprendía a todos ignorantes de mi nacionalidad creyéndome también alemán, en la capital tenía una mansión que había pertenecido a otra gente y se habían marchado, esa casa era muy lujosa, faltaban algunos cuadros y otros objetos, ya que se notaba la falta de ellos sobre algunos muebles donde se encontraban solamente unos tapetes de ganchillo, no hice pregunta alguna al respecto y salimos a cenar fuera, muchos militares le presentaron sus respetos incluso los de su mismo rango y me presentaba como un familiar suyo.

Bastante después fuimos a una sala de fiestas con espectáculo, el local estaba abarrotado, pero el encargado nos llevó a un reservado, desde aquel sitio algo más elevado se dominaba la visión de todo el local, del escenario y también de la barra, el encargado se retiró tras  el pedido de nuestra bebida por Manfred, instantes más tarde apareció un camarero con un cubo lleno de hielo escarchado con una botella dentro, la descorchó y llenó nuestras copas, brindamos nosotros dos y Manfred me mostró la etiqueta de la botella, era Champagne Salon, de producción francesa, un gran reserva y su sabor así lo distinguía, en susurros Manfred me confesó que tenía contactos con esas bodegas en Francia y en ése preciso instante empezó el espectáculo, en un rincón cerca del escenario unos músicos tocaban una melodía muy popular y apareció un joven vestido como Marlene Dietrich en el Ángel Azul y comenzó a cantar y moverse contorsionando su cuerpo de forma voluptuosa como la gran actriz, era como verla a ella y al terminar recibió una fuerte ovación de todos los presentes, en su mayoría hombres de todas las edades, alguna que otra mujer de dudosa reputación y hombres travestidos.

La mirada de Manfred a veces se desviaba a través de mi hombro hacía un extremo de la barra casi con disimulo, yo algo más descarado miré en esa dirección y vi en un lateral de la barra sentados en taburetes a tres jóvenes, uno era bastante alto, rubio, ojos claros y buen porte, llevaba uniforme de teniente, en el centro un joven con rasgos asiáticos, como chino o japonés, para ser de esa raza muy guapo con facciones bastante delicadas algo más bajo que el anterior, pero bastante delgado y al lado de éste se encontraba un joven con el pelo casi rapado y facciones muy cuadradas, labios gruesos, nariz recta y ojos color ámbar, también buen cuerpo, los tres formaban una extraña tríada, hablaban y reían mirándose mientras continuaban bebiendo, me percaté que de vez en cuando ellos nos miraban comentaban algo y sonreían, cuando se cruzaron nuestras miradas los tres al mismo tiempo levantaron sus vasos en forma de saludo y bebieron, Manfred que lo vio también levantó su copa brindando con ellos, casi al instante llamó al camarero para llevarles un mensaje, si les apetecía una copa, Manfred los invitaba.

Instantes después se encontraban los tres frente a nosotros, saludaron de forma militar a Manfred y éste los hizo sentar, les llenó sendas copas con más champagne y brindamos, ahora en el escenario, había un cuadrilátero con lodo y cuatro jóvenes en camiseta de tirantes y pantalón corto luchaban por parejas entre ellos, la genta aullaba y les animaba, nuestros compañeros de mesa y nosotros también coreábamos la lucha, los jóvenes mojados de barro marcando sus verga en el pantaloncito, las camisetas ya estaban algo desgarradas y la lucha continuaba para algarabía del público, Otto el joven rubio acariciaba el muslo del joven  con ojos ámbar, un joven ruso llamado Dimitri, pero su diminutivo es Dima y el brazo de éste descansaba por detrás de la cintura del joven nipón llamado Koichi, significa “príncipe que brilla con luz propia”. Ahora la lucha en el escenario era entre todos y los cortos pantalones estaban rasgados dejando ver entre movimientos sus huevos y vergas mientras luchan sobre el barro se remarca sus traseros de forma provocadora encendiendo el ánimo de los espectadores, quedando finalmente desnudos luchando, sus vergas erectas se rozaban constantemente en la lucha, al terminar se levantó el brazo del ganador recibiendo los vítores y aplausos del público.

Los tres jóvenes tenientes, pidieron unas rondas de Jägermeister, esos vasitos pequeños llenos de un licor a base de hierbas y gran contenido de alcohol y con una temperatura rayando a -20 grados, entraba con fuerza en nuestros cuellos, con tres rondas más estábamos todos bastante beodos, al salir todos del local entraron en el coche de Manfred y fuimos a su mansión, llegados allí, en el salón se dejaron caer los jóvenes sobre los amplios sofás, la servidumbre de la casa dormían en unas dependencias aledañas y no se les despertó para nada, Manfred puso más licor en vasos y todos continuamos bebiendo cada vez más entonados, el encargado del local le había entregado una botella del mismo en una caja refrigerada. La conversación iba sobre los preciosos cuerpos de los luchadores de barro y Manfred insistía en decirles, que ellos y yo teníamos tan buen cuerpo como ellos, Otto comenzó a desnudarse, quedándose solamente en calzoncillos de hilo blanco, haciendo poses de lucha, realmente su cuerpo era espectacular, espalda más amplia, cintura muy angosta, largas y bien torneadas piernas, un perfecto cuerpo armonioso en su estatura. Koichi envalentonado por la bebida hizo lo mismo, su uniforme blanco de la Marina, se ajustaba bien a su cuerpo, se fue desnudando quedando también en calzoncillo blanco, su cuerpo algo más bajo que Otto, no desmerecía en nada, su cuerpo sin un gramo de grasa, todo fibra, su espalda también amplia con una cintura casi de avispa y poderosas piernas, el conjunto era muy bello y el tono de piel lo hacía resplandecer.

Se puso junto a Otto y ambos corearon a Dima y a mí para imitarlos, yo le cedí el privilegio a Dima, que fue desnudándose lentamente, quitándose su uniforme de Artillería, su cara angulosa prometía un cuerpo similar y así fue, al descubrir la parte superior de su cuerpo dejando ver un poderoso pectoral con amplias espaldas y potentes brazos musculados, su cintura se estrechaba remarcando más el contraste, al bajarse el pantalón unas poderosas piernas modelaban perfectamente su cuerpo. Manfred se había abierto el uniforme y también su pantalón, pero las manos dentro de los bolsillos de esa prenda acariciaban su verga mientras admiraba los cuerpos que tenía delante de él.

Finalmente jalearon mi nombre animándome a desnudarme, los tres se sentaron en el sofá con sus cuerpos casi pegados, me puse delante de ellos y Manfred se levantó colocándose detrás de mí, yo no llevaba uniforme, pero el traje me quedaba muy bien y yo lo sabía, como tantas veces Manfred desde detrás me fue desabrochando primero el chaleco, después la camisa, retiró la chaqueta y el chaleco, después la camisa dejando la corbata colgando de mi cuello, solamente se oía la respiración agitada de Manfred, los demás estaban expectantes, nuestro anfitrión me puso de costado a ellos, se arrodilló frente a mí, levantó uno de mis pies apoyándolo sobre su muslo, me quitó el calzado y el calcetín, su mano acarició mi empeine subiendo por el tobillo, agachó su rollizo cuerpo y beso el empeine, hizo lo mismo con el otro pie, levantó ligeramente su cuerpo abriendo mi cinturón y el pantalón, su mano paseó sobre mi verga endureciéndola ligeramente, levantó sus brazos y fue deshaciendo el nudo de la corbata, dejando sueltos ambos extremos, tiró de la corbata delantera hacia abajo y bajó mis pantalones hasta el suelo, todo era un juego entre nosotros, saqué mis pies de la prenda, él se levantó poniéndose detrás del sillón se desnudó quedando también en calzoncillos, se sentó en él mirándome arrobado, con la mano hizo ademán de que me girara dejando mi cuerpo de espalda a los jóvenes ofreciéndoles la visión de mi parte trasera y con suma lentitud fui girando, al quedar de nuevo frente a ellos, la parte larga de la corbata tapaba mi miembro y fui deslizándola dejándola caer al suelo, los tres jóvenes soltaron un grandioso ¡Ohhh!

Mi sonrisa y el movimiento de rotación de mis caderas hacían bambolear mi polla rebotando contra los muslos de mis piernas, y se iba irguiendo cada vez más, ampliando su largura y también en grosor, los chicos con su mano metida dentro del calzoncillo se tocaban sus vergas que se estaban endureciendo, mientras no se perdían detalle de mi baile, me fui acercando hasta quedarme muy cerca de ellos, de reojo vi a Manfred totalmente desnudo y se agachó detrás de mí enterrando su boca en la raja de mi culo, sus gruesas manos sujetaban mis caderas y su lengua se abría paso en mi ano, los tres estaban como hipnotizados, acaricié la cara de Roichi, que se levantó colocándose junto a mí y mis labios saborearon los suyos de forma voraz, su respiración era entrecortada y gimiente de placer y mi brazo derecho apretaba su cuerpo sobre el mío, mi mano izquierda se fue acercando al rubio Otto ofreciéndole mis dedos que comenzó a chupar de forma golosa, al poco esos dedos estaban en la boca del atractivo ruso Dima que los devoraba con adoración, junté sus bocas que comenzaron a saborearse entre ellos.

Mi mano derecha entró en el calzoncillo del joven nipón mientras mis dedos acariciaban su lindo y respingón trasero buscando su agujero y frotándolo con ellos, mientras Roichi gemía en mi boca, sus manos al principio laxas una apretaba mi espalda contra su cuerpo y la otra sujetaba mi verga en todo su esplendor masturbándome lentamente, poco a poco fui deslizando la prenda que cubría su verga, cayéndose al suelo en sus tobillos, su dura verga palpitaba cerca de la mía, no era grande pero se notaba muy fuerte al frotarla contra mí, al poco dos bocas hambrientas chupaban mi verga juntamente con la mano del japonés.

Ahora Roichi estaba pegado frente a mí y nuestras vergas sobresalían por un costado, acariciando la cabeza de Dima lo dirigí al culo del nipón y éste al notar la lengua del ruso gimió de gozo, Otto chupaba nuestras vergas alternándolas con frecuencia, Manfred abandonó mi culo colocándose detrás de Otto, le rasgó el calzoncillo dejándolo desnudo y lo mismo hizo con Dimitri, tiró de él dejándolo sentado en el gran sofá y de rodillas entre sus piernas fue chupando la imperiosa verga del ruso Dima, muy gruesa y de unos 16 cm., la cabeza de Manfred subía y bajaba con rapidez, los gemidos de Dima eran muy excitantes, giré el cuerpo de Roichi señalándole el poderoso trasero de nuestro anfitrión, con presteza de rodillas detrás de Manfred lo penetró de un golpe fuerte, nuestro amigo gimió ante la embestida, yo me agaché delante de Otto y mojando mis dedos busque su ano mientras mi boca succionaba con fuerza su larga y delgada verga, sus manos sobre mi cabello acompasaba la mamada su gemidos guturales me excitaban y mis dedos entraban valientemente en su ano abriéndolo, el joven alemán estaba muy excitado y levantándome lo fui empujando de espaldas pasando entre nuestras piernas los cuerpos de Roichi, que penetraba a Manfred y el orondo cuerpo de éste, levanté la cabeza de Manfred y deslicé su cuerpo hacia abajo y sujetando la verga de Dima se la fui clavando a Otto que suspiraba de placer y gemía, ahora la boca de Manfred comenzó a chupar la polla de Otto mientras él trotaba sobre la polla de Dima, todo eran gemidos de folladas y mamadas.

Roichi gimiendo terminó soltando su semen dentro del culo de Manfred, al sacar su polla, Manfred lo colocó delante suyo y lo penetró mientras el nipón chupaba la polla de Otto, entonces bajando mi cuerpo taladré el ano de Manfred que suspiró largamente de gozo mis embistes eran bruscos, pero no tenía intención de terminar, pasados unos cuantos empujones más me separé y pasando sobre su cuerpo lo separé de Roichi, penetré de un certero golpe a éste y Manfred me llenó el culo con su verga sujetándome por las caderas con fuerza para no dejarme escapar, las brutales embestidas provocaban que penetrara de forma contundente a Roichi que se quejaba de dolor y placer, entonces noté la sacudidas del semen dentro de mi ano por parte de Manfred, momentos después ellos dos estaban sobre la gran alfombra besándose y acariciándose.

Me puse entre las piernas de Dima tirando de sus muslos hacia fuera de tal forma que su culo quedaba afuera del asiento del sofá, mi boca buscó su ano mojándolo con saliva y lo penetré levantando mi pelvis, el ruso soltó un juramento ante la intrusión en su culo, pero una vez dilatado sus gemidos eran sonoros y terminó llenando el culo de Otto. Cuando saqué mi verga de Dima, Otto apenas tardó en sentarse sobre ella y comenzó a cabalgar sobre mi polla, sus manos apretaban mis tetillas, yo tumbado boca arriba sobre la alfombra, Otto encima y detrás suyo Dima que inclinó el cuerpo del alemán clavando de nuevo su verga junto a la mía, sus manos sujetaban el fantástico cuerpo de Otto mientras lo penetraba, mi verga notaba el enorme placer rozándose con la de Dima y ambos estallamos al mismo tiempo llenando el apetitoso culo con nuestro semen, que rebosaba deslizándose entre sus muslos.

Nos dejamos caer sobre la alfombra y Roichi se unió a nosotros revolcándose encima de nuestros cuerpos, Manfred nos acercó más vasitos del licor de hierbas brindamos todos y bebimos de un solo golpe, nos acercó su pitillera y nos ofreció cigarros, fumamos lentamente aspirando el sabor de los mismos eran preparados exclusivamente para él con tabaco aromatizado mezclado con unas hierbas excitantes y vigorizantes, nos fuimos relajando lentamente, Manfred se tumbó en el sofá grande quedándose dormido y nosotros sobre la alfombra, yo me tumbé boca abajo y Roichi a mi lado de costado, me acariciaba la espalda y trasero, me susurraba bonitas palabras formulando su deseo de penetrarme, su delicada cara con esos ojos rasgados era hermoso en su conjunto, ronroneé ante su propuesta, giré mi cuerpo poniéndome de espaldas a él y sujetando su brazo volví a mi postura inicial arrastrándolo sobre mi espalda, él colocó su verga entre mis muslos y frotándose, su verga fue aumentando de nuevo entonces me poseyó con tal dulzura, que me dolía el alma, pensar que los estaba engañando a todos, pero me repuse y dejé que me penetrara a su modo.

Con sus manos en mis caderas me puso de rodillas con las piernas separadas y mi cuerpo erguido, su boca besaba mi cuello y buscaba mis labios mientras que sus manos una acariciaba mi pecho y vientre, la otra masturbaba mi verga muy, pero muy lentamente, era casi un suplicio de placer, de repente una boca tomó el relevo de la mano de Roichi, bajé la mirada y Dima tumbado boca arriba con su cabeza entre mis piernas y el cuerpo opuesto al mío, era penetrado por Otto que le sujetaba las piernas separadas mientras empujaba su verga en el culo del ruso, la sensual boca de éste succionaba mi verga tan bien que terminé llenando su boca con mi semen y Roichi llenó mi culo con el suyo, una vez satisfecho se tumbó a mi lado y mi culo fue poseído por Otto, la largura de su verga me hacía gemir de gusto, con su follada a Dima y a mí no tardó mucho en correrse llenándome con semen mi culo, se estiró junto al nipón, Dima mirándome susurró: ¿Me dejas follarte? ¡Tienes el mejor cuerpo que he disfrutado nunca! Yo asentí y colocándose detrás me penetró con brutalidad sujetando mis caderas sus empujones eran salvajes y no pudo resistir mucho llenándome de nuevo con más semen el culo, que se escurría entre mis muslos, también se estiró en la alfombra.

Yo me había percatado de la mirada de Manfred observándonos desde el sofá y se masturbaba, me acerqué a él de rodillas y lo besé, dijo: ¡He disfrutado mucho viendo a esos jóvenes potros follándote y tú disfrutando como ellos! Añadió: ¡Déjame saborear su energía vital! Levantándome puse un pie sobre el sofá, quedando mi otra pierna sobre el suelo y el cuerpo tumbado de Manfred entre ellas, bajé mi trasero separando mis nalgas dejando cerca de su boca mi ano, que comenzó a lamer con intensidad mientras se masturbaba frente a mí, con mis manos acariciaba su barriga bajando a sus ingles y metiendo el índice de la mano dentro de su culo, ahora sus manos separaban mis nalgas y enterraba su lengua en mi ano buscando todo el semen de los muchachos y yo inclinado sobre él chupaba el glande al tiempo que se masturbaba, apretó el esfínter y llenó mi boca con su semen, chupé su verga con fuerza limpiándola, incorporé mi cuerpo y me fui masturbando mientras movía mi culo sobre su lengua adelante y atrás, mi polla estalló de nuevo mojando su cuerpo con mi corrida, paseó sus dedos sobre su cuerpo llevándoselos a los labios con mi semen.

Horas después nos duchábamos todos, nos vestíamos y desayunábamos antes, que despertara el servicio, momentos más tarde los tres jóvenes se marcharon quedando en vernos de nuevo por la noche para cenar, más sexo ésa noche y las siguientes, pasaron semanas de agotamiento sexual para todos, después de la rutina de cada uno de ellos, Manfred tenía constantes reuniones y cuando volvía parecía agotado, entre todos lo animábamos, cada uno fue contándome su historia, Otto era hijo único pertenecía a la aristocracia germana y había visitado varios países años antes, tenía predilección por París, la capital del amor y la libertad. Roichi, era el hijo mayor y encargado de velar por la virtud de sus dos hermanas menores, estaba allí como intérprete de un Capitán General de Marina, finalmente Dimitri, nuestro guapo Dima ahora es hijo único, su hermano un año mayor murió en un accidente de caza cuando ambos eran muy jóvenes, la escopeta le estalló debido a la pólvora mojada de los cartuchos volándole la cara, murió al instante. Todos ellos estaban en el ejército para llenar de orgullo a sus padres, de alguna forma sentía amor y cariño por ellos, todos sin excepción quisieron saber sobre el tatuaje, yo les conté que al ser un hijo ilegitimo, me habían internado y allí nos habían tatuado, no les conté toda la verdad, pero no dije mentira alguna, no mencioné que era hijo natural de Lord Cavendish, que realmente era inglés y tenía como protector a Sir Alfred Weiss, ni del entrenamiento militar recibido, yo simplemente era un joven muy inocente y alegre.

Un fin de semana Otto nos invitó a todos nosotros  al “schloss” (castillo) familiar para conocer a su familia y relajarnos, pero el día anterior Manfred nos comunicó que él tenía una importante reunión, que fuéramos nosotros y a la vuelta le contásemos todo. Esa noche le entregué una bolsita de tela con un cordón y se lo puso alrededor del cuello, le dije que le traería suerte, los chicos tenían uno cada uno con trozos de mi “vestido” de nacimiento, muy temprano se duchó y se fue, mucho más tarde encontré la bolsita en el baño, se le había olvidado. Nosotros cuatro nos fuimos, los padres de Otto eran muy amables y querían a su hijo con locura, hablaban tanto de él, que se acaloraba de oírlos alabando sus virtudes, tenían una magnifica cuadra y hermosos caballos, salimos montando en ellos y pasamos un buen día. El aire tan puro y el ejercicio nos habían agotado, por la mañana al bajar para el desayuno encontramos a los padres escuchando la radio, repetían varias veces la información: El líder de las SA (Camisas pardas) Ernst Röhm había sido detenido conjuntamente con otros dirigentes del partido y también habían algunas bajas tras resistirse a las detenciones, ese día se conocería como la “Noche de los Cuchillos Largos” u “Operación Colibrí”.

Partimos sin desayunar y volvimos a la capital, cuando llegamos a la mansión de Manfred, ésta estaba fuertemente custodiada por miembros de la SS, la preocupación de Otto era que no me retuvieran a mí y me indicó que hablara otro idioma, como si no supiera alemán, entramos juntos, él habló con un oficial y por gestos me señalaba, nos acompañaron a la habitación y recogí mis cosas las puse dentro de mi liviana maleta y salimos de la finca sin dificultad, cuando estábamos lejos Otto soltó un fuerte suspiro y dijo: ¡Algunos líderes de Alto Rango de las SA, han sido asesinados en una cervecería-hostal a las afueras, pero me han asegurado que Manfred no estaba allí y por eso esperan en su casa para detenerlo, les dije, que eras un amigo nuestro y Manfred, te había alojado en su casa para hacernos un favor, ya que pasabas unos días en Berlín! Susurré: ¡Gracias Otto!

Me hospedé en un pequeño hotel y nos separamos, nos encontraríamos por la noche para ver si conseguían alguna información más sobre Manfred. Yo tenía un mal presentimiento y la mala noticia llegó ésa noche, Manfred se había resistido y le habían acribillado y también a su compañero de cama un joven de 18 años también de las SA, todo era alto secreto, según Otto. Dima dijo que tenía que regresar con sus jefes a Moscú, habían cambiado algunas negociaciones y estaba todo en el aire, Roichi comentó que en una reunión habían hablado de negociaciones con Italia, para formar un Eje de varios países. Esa noche a modo de despedida follamos como locos unos a otros saboreando nuestros fluidos, nuestros labios, los culos dispuestos a recibir y las vergas a dar placer, no dormimos nada, pero la noche dio paso a la mañana y en un brindis final en recuerdo de Manfred nos masturbamos todos a una, más tarde nos duchamos y vestimos, con dolor en nuestras miradas nos despedimos unos de otros, les recordé que mantuvieran siempre el amuleto de la suerte con ellos.

Después de marcharse hice la maleta y tomando un tren fui a Hamburgo, al día siguiente estaba en Calais y al tercero de nuevo en Inglaterra…

Estaba contento de volver con mis amigos y compañeros, posteriormente después de hablar con Alfred Weiss, les conté todo lo acaecido en Berlín y la totalidad de lo descubierto, me alabaron por mi labor. Ahora tenían que hacer planes.

Continuará.