Basado en hechos reales

una pista... VR

Sentado en una silla del salón, Jordi miraba el pasillo de su casa mientras se tomaba una cerveza. Aquel sábado por la tarde era uno de los más aburridos de su vida, y no sabía por qué. Tal vez ayudaba el que hacía muy poco que lo habían despedido de su último trabajo, el cual tenía que trabajar hasta los domingos.

Aún hay luz solar, pese a ser octubre. Observó el hastiado habitante.

De repente, la puerta de la escalera comunal se abrió, previo giro de las llaves de apertura del piso. Entró alguien, exclamando un saludo familiar. Era Marc, el novio de Jordi. Portaba varias bolsas de papel, las cuales dejó en el quicio de la puerta de entrada mientras cerraba la de la calle con el pie.

"¿A que no sabes qué me he comprado?" Dijo el recién llegado, mientras daba la espalda al ocioso. "unos gayumbos de marca".

Marc se desabrochó los ajustados vaqueros, bajándoselos hasta las rodillas. Se arremangó un poco la cazadora verde que llevaba encima de una camiseta negra.

"¿Te gustan?" Dijo el exhibicionista todo ilusionado, mientras movía las caderas en círculo.

Jordi contempló la nueva adquisición de su pareja: un bóxer corto y ajustado, color naranja, con el nombre de la marca estampado en la goma blanca, y sin costuras laterales. Jordi sonrió mientras dejaba el bote de la cerveza en el suelo. Aquello que veía le gustaba.

"Mira, es supercómodo" continuó explicando Marc de su adquisición. "La goma es muy elástica y no aprieta".

Marc se metió las manos por debajo del bóxer, estirando así de la goma, la cual bajó, enseñando media nalga. Después, se dio la vuelta, dando el frente a su pareja, para sobarse el paquete mientras enumeraba con, una sonrisa, lo bien que le quedaba también por delante.

Jordi comenzaba a ponerse cachondo. Descruzó las piernas, que las tenía cruzadas, y las separó, para mayor comodidad púbica. Comenzaba a sentir una gran erección.

"Pues la verdad es que no lo veo bien… no llevo las gafas puestas" dijo el sedente con cierta sorna. "¿Por qué no te acercas para que pueda verlo mejor?"

Marc se agarró los pantalones de la parte del cinto, para no tropezar con ellos, y se acercó a su pareja. Delante de él, se los arremangó casi hasta los tobillos.

"Date la vuelta, que quiero comprobar una cosa" dijo Jordi, sin perder esa satírica sonrisa. Marc obedeció, dándole otra vez la retaguardia.

Jordi agarró una de las cachas de su joven amante, palpándola con ganas. Después hizo lo mismo con la otra. Así estuvo un buen rato, recreando su sentido del tacto.

"La tela parece suave" dijo el auscultador para disimular.

En seguida, las manos de Jordi fueron a parar a la desembocadura de las nalgas, buscando el ano de su compañero. Las yemas acariciaban los glúteos de Marc, tapados bajo esa tela naranja, esa segunda piel. Éstas, buscaban también el perineo. No lo encontró, ya que se escondía bajo la ropa interior.

"A ver si dejan marcas" dijo Jordi, arremangándole el bóxer a su pareja todo lo que pudo. Marc no dijo nada, se dejaba hacer.

Jordi pudo ver muy de cerca el culo de su novio: unas nalgas perfectas y depiladas. Las separó, divisando el también desvellado ano, y se acercó hacia esa anatomía. El sedente cachondo sacó su lengua y comenzó a lamerle el esfínter.

"Tampoco deja sabor el tinte" dijo, ininteligiblemente, el besador negro.

Mientras le practicaba ese anilingus, Jordi se sacó su falo por la bragueta y comenzó a masajeárselo. Notó su mano empringarse de lubricante natural pre-eyaculación, el cual ungió por todo su órgano sexual. Se guardó los restos, blanquecinos, para untar el ano de su compañero.

"Ven aquí, siéntate conmigo" dijo Jordi a su pareja mientras lo agarraba de las caderas y lo traía hacia sí. Marc, callado, se dejó acercar, despacio.

Marc se sentó, con los muslos un poco separados y las rodillas flexionadas, encima del pubis de Jordi, el cual aprovechó para introducir su pene por el ano de su novio. Entró como un guante, pese a que las nalgas eran pequeñas y prietas y el falo largo y muy grueso.

Tanto Jordi como Marc gimieron, aunque a destiempo, por el ensamblaje, continuando con los movimientos pélvicos verticales. Jordi se folló a Marc en sentadillas entre gritos y jadeos, disfrutando ambos, como atestiguaba su aceleración de pulsos cardíacos y períodos respiratorios.

Jordi se levantó un palmo y medio de la silla, empujando así al sodomizado. El orgasmo fue muy repentino, así que pilló a Jordi dentro de su novio, eyaculando en las paredes intestinales de éste. Lo hizo con los ojos cerrados, pues el placer no le permitía abrirlos.

Cuando los volvió a abrir, Jordi no vio nada. Estaba totalmente a oscuras. Sólo podía oír un zumbido que disminuía de frecuencia paulatinamente.

"Impresionante" dijo el sodomizador, recuperando el aliento poco a poco mientras se quitaba un extraño casco de la cabeza.

Se encendieron las luces. Jordi ya no se encontraba en su piso. Ahora estaba en una extraña habitación cerrada sin luz solar ninguna, semi oscurecida por la penumbra y mal iluminada por monitores con gráficas y paneles con teclados que se encendían y se apagaban. Estaba medio sentado en una silla tan extraña como aquella habitación, completamente desnudo y con electrodos por todo el cuerpo, en su pubis se hallaba un aparato semicilíndrico de aspecto similar al casco.

"¿De veras?" preguntó alguien al otro lado de un cristal. "¿Resulta real?"

Jordi afirmó con la cabeza. Era el prototipo de sexo virtual más realista que había probado hasta ahora. Todavía podía sentir cómo la aplicación de inteligencia artificial "Marc", sintetizado a partir de modelos y actores eróticos masculinos seleccionados por encuestas en las emagazines gays más punteras, se movía para recibir las embestidas de su polla.

"Hasta el sabor de la cerveza está logrado. Nos vamos a hacer de oro."

Hacia el año 2072, el virus del S.I.D.A. mutó, justo cuando los médicos encontraron cierta cura, haciéndose ésta completamente inservible. Ahora, producía anticuerpos más peligrosos, y el contagio era mucho más virulento. Se contagiaba hasta por la saliva, e incluso traspasaba el látex. La enfermedad se consideró más que pandemia, llegando a matar a casi la quinta parte de la población mundial. Continentes como África quedaron deshabitados casi por completo.

Por ello, la prevención se extremó hasta tal punto que no se podía ni tan siquiera tratar con enfermos. Se llegó a promulgar la abstinencia sexual.

"Pero, gracias a este invento, se podrá seguir experimentando el coito sin necesidad de practicarlo con otra persona" comentaba un científico del equipo que inventó el orgasmotron (nombrado así en honor a los comics de Barbarella ) a uncompañero. "Una opción más a la larga lista de juguetes sexuales, salvo que este es tan real que…"

Jordi interrumpió la tertulia entre científicos.

"¿Alguien tiene una toalla?" Dijo el conejillo de indias, desprendiéndose también del aparato púbico, el cual aún chorreaba su esperma. "Creo que lo he manchado…"