Bartolo, mi amante canino

Como un perro con pedigrí seduce a una mujer casada.

BARTOLO, MI AMANTE CANINO.

Antes de ponerme a escribir esta historia , he leído muchas de zoofilia, de sexo con perros en TR, y me he dado cuenta que lo mío, no tiene nada que ver con lo que otras autoras narran. De entrada son mucho más osadas que yo, y después los canes que aparecen , no tienen nada que ver con mi Bartolo, precioso, todo pedigrí, un caniche enano, una bolita de pelo gris, con unos ojitos negros brillantes, divertido, juguetón, que cuando lo tocas parece romperse, lejos de esos machos dominantes que salen en dichos relatos.

Bartolo apareció en mi vida de mujer casada, con hijo, pequeña burguesa, por amistad, por ser mi marido y yo amigos de su dueño, Antonio, entre nosotros Tony. Es un vecino de la torre donde vivo, de 44 años, un belleza, moreno, con unos enormes ojos verdes, con las pestañas más largas que he visto , con labios sensuales, dientes parejos y super blancos, delgado, vamos una locura de hombre , aunque es gay, no al estilo loca, sino al dulce. Para comerle, y además es mi ginecólogo.

Con él nos intercambiamos DVD y libros, juntos hemos releído la saga completa de los mosqueteros y visto la época americana de Lubitch, cosas que unen mucho, quizás más que la revisión anual que las féminas nos hacemos.

Así, que cuando nos pidió que cuidáramos su perro, durante la semana que iba aun congreso, no pudimos negarnos. Y Bartolo entró en nuestras vidas.

Era un juguete, con el que nos reíamos los tres, un compañero de juegos de mi hijo, así fueron los primeros días. El único trabajo que daba, era sacarle a pasear para que hiciera sus necesidades, y con buen tiempo era un placer andar un par de cuadras con él.

Pero algo cambió al cuarto día. Estábamos solos, yo estaba leyendo relatos de TR, caliente, acariciándome, con una túnica como toda ropa , cuando Bartolo comenzó a montarse en mi pantorrilla, jadeaba queriendo cogerme, y de su pijilla peluda salía una cabecita rosa, su glande encendido y húmedo. Lo aparté de una patada pero volvió y volvió.

Dejé de leer, al darme cuenta que mi humedad sexual le incitaba, y fui a la ducha, acabé de masturbarme con el chorro templado, y bien lavadita, me sequé , me puse un poco de colonia y cambié mi indumentaria por un chino y una remera.

Volví al salón y me dediqué a leer los periódicos argentinos y españoles por Internet.

No tardó mucho en repetir sus intentos de cogida. Con otra patada suave le aparté, pero al cabo de un rato , moviendo el muñón de la colita atacó mi pantorrilla.

No sólo era mi calentura. Me di cuenta que estaba comenzando a ovular y el condenado chucho lo debía haber olido.

Pensé que, con el roce de su pijilla húmeda, me iba a manchar los pantalones, así que los remangué, con alegría de Bartolo, que movía más el rabo y más intentos cogedores hacía.

Y sin querer empecé un juego de seducción, le ponía la pierna, me dejaba restregar, le echaba, y él volvía una y otra vez. Y yo me iba poniendo cachonda con los ataques del caniche.

Paré, y decidí salir a hacer los mandados, no eran muchos, acabaría pronto pero me tenía miedo si volvía a casa. Me parecía que me estaba aguarangando, poniéndome caliente con un perro. Así que me entretuve, fui a la Boutique del libro, me tomé un cortado en jarrito, eché una ojeada a algunas novedades, sin prisas oyendo la deliciosa música que ponen, pasé más de una hora. Al volver, más tranquila, compré el pan, tabaco, y un par de Coca Colas cero y subí al departamento.

Allí me recibió mi galancito perruno, todo alegría y movimiento de rabo, correteando alrededor mío. La verdad es que era un preciosidad , una bolita de pelo retozona, así que preparé mate y me puse en la terraza a leer tranquila, tenía 3 horas por delante hasta tener que ir a buscar a mi hijo.

Bartolo volvió al ataque, con sus restriegues e intentos de cogida. Y a mi, verle la pijilla saliendo de su funda me excitaba cada vez más.

No quiero justificarme, pero pensé que no estaba bien que mi hijo se encontrara con un perrito cogedor, y que la forma de evitar sus continuos ataques era sencilla, sacarle la leche.

Fui al dormitorio y me puse la túnica, tenía miedo y no quería mancharme, cuando volví, me senté en el sofá y llamé a Bartolo. Acudió rápido, lo agarré y lo puse en mi regazo.

Era delicioso acariciar su pelo, su cuerpecillo tembloroso, lo giré, patitas arriba, sintiendo su calor a través de la tela, pasé la mano por su vientre, y con dos dedos atrapé su pito.

Fueron unos toques rápidos, no muchos, hasta que saltó su semen , manchándome la ropa, y llegando un par de gotas a mi cara.

Se quedó tranquilo, fue hacia su almohadón, bebió un poco de agua y se quedó dormido.

Yo, tras lavarme, pasé el día excitada, haciendo las cosas de una manera mecánica.

Por la noche, tras acostar al niño y cenar , mimosa me empecé a restregar a mi marido, hasta que lo sentí crecer y endurecerse y me tomó de la muñeca llevándome al dormitorio.

Sin mirarle, me quité la remera, el chino y la bombacha.

" Cógeme como una perrita"

Me puse a cuatro patas en el suelo, él, sin miramientos, se colocó tras de mí, y me metió la verga en mi rezumante concha.

Lo deseaba tanto que me fui a las pocas embestidas, pero él siguió, y comenzó a darme nalgadas, mientras me decía cada vez más rápido: " ¿ te gusta así, perrita?"

Era delicioso, parecía que no iba a acabar, yo volví a irme, cuando notó que acababa, me jaló hacia él y sentí como derramaba su leche en lo más profundo de mí.

Apenas dormí, me sentía sucia, sólo logré conciliar el sueño, cuando pensé que no era para tanto lo que había pasado.

Al despertarme Lalo todavía dormía. Pensé que le debía algo, bajé mi boca a la altura de su miembro, estaba gordo y duro, lo chupé hasta que se despertó , me agarró la cabeza para que tragara todo su semen.

"Uauu ¡ qué lindo despertar!. Voy a llegar tarde"

Me quedé en la cama oyéndole duchar, me levanté y preparé el desayuno. En la cocina, él trajeado, yo desnuda, me dio un beso de despedida y me dijo:

"Hoy llegaré un poco tarde. Tengo cena con un cliente. Así que vendré sin hambre de comida, sí de sexo. El recuerdo de la mamada matutina, me va a tener caliente todo el día".

Desperté , lavé y vestí a mi hijo, le di de desayunar y lo llevé al colegio. A la vuelta me encontré con Bartolo , saltando sobre sus patitas, con los nervios me había olvidado de sacar a mear al causante de mis oscuros deseos. Lo bajé a la calle y a penas orinó, lo subí, le dejé en la terraza, cerré , y me preparé mate.

No tenía ganas de nada, leí el periódico, hice los sudokus, no me encontraba bien, me entraron unas ganas terribles de llorar.

Yo , caliente por un perro, me parecía terrible. Era algo sucio, que no pensaba podía ocurrirme, pero el sentirme tan deseada, el poder que ejercía sobre él, me ponía a cien.

El sol de la mañana daba en la terraza, el pobrecito buscaba inútilmente la sombra. Abrí y lo dejé entrar, le puse agua fresca en la cocina y decidí no hacerle caso. Agarré la crónica de Bernal Díaz del Castillo y comencé paladear las aventuras, en castellano antiguo, del soldado que acompañaba a Cortés.

Apenas llevaba dos hojas cuando mi pequeñín estaba a mi lado. Yo llevaba el mismo chino y remera que el día anterior. Se apoyó en la pantorrilla y empezó a intentar cogerme, abrazado con sus patitas a mi pierna, empujaba una y otra vez con su miembro. Una mancha se hizo en la tela. Tiré del pantalón para evitar que se manchase más y quedó expuesta mi piel. Sentí su calor , su humedad y la dureza del miembro animal. Una corriente me subió a la cabeza y bajó a mi intimidad. Me di cuenta que estaba mojada.

Me asusté y le empujé fuerte, dio un par de vueltas por el suelo, chocando con la pata de la mesa. Se quedó mirándome. Con el cuerpito pegado al suelo, reptando se acercó a mí, he hizo algo que no esperaba. Me lamió los pies desnudos.

Fue un flash , me calenté en un segundo, lamía con lengüetazos rápidos, llenándome la carne con su saliva. Le miré, estaba feliz y tomé una decisión : seguir, probar, con miedo, con cuidado, pero explorar.

Le dejé en el salón, y fui al dormitorio, busqué un colaless y un corpiño, me desnudé, y me los puse. Eran mi pequeña coraza, lo demás estaba al alcance de mi canino galán. Volví al salón con una toalla que extendí en el suelo, me tumbé en ella.

Bartolo corrió hacia mi y me lamió la cadera izquierda, era agradable, movía la lengua con rapidez y cambiando a medida que sacaba el sabor salado de mi piel. Le cambié de cadera, repitió la operación con esmero.

Yo estaba excitada por lo que hacía, me sentía deliciosamente perversa, y cálida más que caliente, es decir a gusto, era un placer físico chispeante, como beber champagne, como te sientes en un jacuzzi pero mejor.

Lo agarré y lo levanté al aire, tenía la pijilla dura con la cabecita fuera, mojadita. Me lo puse con cuidado sobre el vientre, tenía miedo que me arañara, pero SORPRESA , tenía las uñas cortadas, sólo sentía los colchones de sus pezuñas. Y de un golpe comprendí : mi ginecólogo lo utilizaba para darle placer, el maricón de él hacía que el animalito lo chupeteara. Fue todo un descubrimiento.

Me levanté con el caniche en las manos, y lo acerqué al pecho, me lamió el valle entre los senos que quedaba fuera del corpiño. Era delicioso. Que bien lengüeteaba el condenado. Cuando fui a la cocina, me siguió meneando el rabito.

Agarré la mermelada Light , su dueño me había advertido que no le diera azúcar. Me embadurné de dulce todo el cuerpo ,excepto lo cubierto por el biquini.

Mi galancito se abalanzó sobre mí, me chupó, me lamió con su lengua que me daba pequeñas corrientes de placer por toda mi piel. Me dejó limpia y ardiendo, pero a él la gula le había reducido la lujuria, y la pija dura había pasado a ser la cosita habitual que tenía entre las patas.

Lo dejé en el balcón y me fui a duchar.

Puse el agua templada y fuerte. Tenía los pezones erectos, los apreté entre los dedos hasta hacerme daño, quería sentir el placer masoquista del pequeño dolor. Pasé el agua a un solo chorro, aumenté su potencia, y lo dirigí a mi concha. Eran pequeñas agujas que se clavaban en mi sexo. Una mano en la alcachofa, regándome mi intimidad, el índice de la otra buscó mi clítoris y lo comenzó a acariciar, me vine.

Puse el agua un poco más caliente, bajando la fuerza y descansé, parada bajo su lluvia. Más tranquila volví a tocarme, la búsqueda del orgasmo fue más lenta y extrañamente sosegada, cuando estallé, estaba totalmente relajada.

Me sequé y me di crema. Miré el reloj, sin darme cuenta era la hora de ir a buscar a mi hijo. Con tanta lamida , no había almorzado. Tomé un yogur , me puse una remera, las bombachas y un jean y bajé a buscarlo.

Hacía buen día , la primavera nos brindaba un calor de 23-24 grados agradable, me quedé con el niño en los juegos de la casa. Enseguida se fue llenando con otras mamás con el mismo objetivo y a su alrededor montamos nuestra pequeña tertulia de chicas, casadas, con hijos y relativamente jóvenes.

Mientras el niño jugaba , subí , bajé a Bartolo a hacer sus necesidades, lo subí, y me reenganché en la charla.

Empezaba a oscurecer cuando llegué al departamento con mi hijo.

Lo bañe, le di de cenar. Con cole y tanto juego, se quedó dormido .

Me quedé sola esperando a mi marido, el perro en la terraza, yo puse un DVD de Jesús Franco que habíamos traído de Madrid, las aventuras de Justine con su estilo deslavazado, pero con los encuadres perfectos, homenaje a Wells me hicieron pasar el rato.

Sonó el teléfono , era Lalo que salía a cenar con un cliente y luego tomaría una copa. Me susurró " putita, me tienes caliente"

Me preparé un sándwich de jamón crudo con tomate y con una cerveza que tomé directamente de la lata, volví a engancharme en la tele.

Al cabo de un rato, me desnudé y me fui a la cama, me puse a leer, pero antes le dejé una nota a mi esposo: " DESPERTAME COMO VOS SABES".

Me dormí, me despertó la verga de mi hombre buscando acomodo entre mis muslos. Venía con copas y ardoroso, así que me montó con furia y sin preocuparse de mí, me llenó con su semen. Tras eyacular, giró y se quedó dormido. Yo le acompañé en el camino de Morfeo, mientras me masturbaba con mimo.

"Cariño, ayer cenamos en el Oviedo y luego nos fuimos a tomar una copita al Black, él se fue con una putita y yo me vine cachondo perdido a casa"

"Mi nene, la putita más putita la tenés en casa"- le contesté con un piquito ligero. – " Hoy cuando vengas, vas a ver lo que es una perrita en celo".

Salió y yo realicé mi rutina de ama de casa.

Eran pasadas las 10 cuando decidí seguir con mi experiencia.

( Continuará)