Barrio Pobre

Una niña muy humilde, se enamora de un delincuente, sin saber que eso condicionará el resto de su vida.

Se me había echo muy tarde, seguro mis padres ya habrían llegado a la casa y me golpearían, me asusté mucho pues no se ocurría que mentira echar para justificar mi llegada tan tarde y mucho menos como evitar que mi mamá se diera cuenta que yo ya no era virgen. Al ponerme mis calzones los manché un poquito con sangre, que podría justificar con mi periodo, pero sobretodo los empape con la leche de José que fluía de mi conchita sin control, tendía que llegar a lavarlos sin que se diera cuenta.

No te preocupes me tranquilizó José, tú ahora eres mi mujer y yo no permitiré que nadie te haga daño. Yo te acompañare a tu casa, le explicaré a tus padres que somos novios y que desde hoy viviremos juntos.

!Estas Loco¡, mi papá te matará a golpes y a mi también, el es muy celoso y nunca me ha dejado tener novio, mucho menos me dejará que vivamos juntos.

Tranquila mi niña me insistió él, todavía no ha nacido el hombre que pueda vencerme y si tu quieres vivir conmigo y ser mi mujer nadie lo impedirá, ¿quieres que vivamos juntos?

¿vivir juntos?, nunca me lo había planteado, yo era aún una niña, pero si tenía que elegir entre vivir con mis padres que normalmente me trataba mal y donde no se comía mucho y se pasaba frío, y vivir con ese hombre maravilloso, que me colmaba de regalos y me hacía sentir muy importante, no había donde perderse, viviría con José.

Desde lejos divisé a mi Padre en la puerta de nuestra casita, tenía el cinturón en la mano y se notaba muy molesto.

Me encogí de susto detrás de José, tratando que mi Padre no me viera. José siguió caminado con absoluta tranquilidad sin soltarme la mano y sin demostrar el más mínimo miedo, eso me dio fuerzas para seguirlo.

Al acercarnos la luz de la casa nos alumbró y mi papá se dio cuenta de nuestra presencia, fue raro, se quedó inmóvil, como si toda la rabia se le hubiera congelado, su cara demostraba sorpresa y temor, como si hubiera visto a un fantasma. Hubo un tenso silencio donde los dos hombres se miraron, finalmente mi Padre bajó la mirada y agachó la cabeza.

Hola Suegro, le dijo José con voz firme, aquí le traigo a su hijita sana, salva y enterita, esta mañana salió de su casa como una niña y ahora vuelve como una mujer, !mi mujer¡. Lo último lo dijo aún con voz más firme y sin soltarme la mano, que bien y que segura me sentí al lado de él.

José se dirigió con paso firme hacia la casa, mi Padre retrocedió y le franqueó la entrada. José saludó con una lacónico Hola Suegra y se sentó en la mesa, sin esperar invitación o que mis padres se sentaran, yo me mantenía al lado suyo sin soltar su mano.

Mis Padres se sentaron en silencio, entonces José les dijo como si fuera lo más natural del mundo.

Suegra, Suegro, yo me llamó José a mi me gustan las cosas de frente y no veo razón para mentir, menos ahora que de alguna forma somos familia, salí hace 10 días de prisión después de estar 98 días preso. Conocí a su hija el mismo día que salí de prisión y me prendé de ella, nos hemos estado viendo todos los días y de a poco nos hicimos novios. Hoy ya no pude aguantarlo más y cuando me dí cuenta ya estábamos desnudos y yo tenía sus piernitas en mis hombros, ella bajo mio, completamente entregada y dispuesta. Yo me moría de vergüenza que él les diera tanto detalle, mis padres escuchaban en silencio.

José inspiró fuerte, hondo y lentamente, como demostrando un inmenso placer al hacerlo, bueno, les decía, Nadia demostró ser muy valiente y toda una mujercita, puse sus piernecitas en mis hombros, pollito a las brasas le llaman algunos a esa posición, le tomé las manos por si se asustaba y se lo puse lentamente, que rico se sentía, estaba durita, apreradita, se notaba que era su primera vez, costaba pero de poco la fui abriendo y poquito a poquito le fue entrando todito, claro que soltó unas lagrimitas cuando le dolió pero se aguantó, y así lentamente se lo puse todo.

José produjo un silencio en su relato, la tensión de mis padres se sentía muy fuerte, yo no lograba entender como no le caía encima a golpes. ¿Me entiende suegro?, su niñita es toda una mujer y se lo comió enterito, era su primera vez y se lo puse hasta el fondo. Me quedé un buen rato quietecito, disfrutando de ella, y para que se acostumbrara a tenerlo dentro, sintiendo como me apretaba la cabecita, sintiendo como su conchita me pedía que la llenara,. Como ella me aguantaba con sus piernas me pude sostener sólo con una mano, con la otra le acariciaba las tetitas, pequeñas pero ya se le paran los pezones cuando se las chupo, también le acaricié su culito, pequeñito pero firme, seguro que más adelante también me lo voy a comer. Pero bueno, uno no es de hierro y a pesar que andaba sin preservativo no me aguanté más y le eché hasta la última gotita. Usted entenderá suegrito que después de casi cuatro meses sin una mujer tenía harta leche y estaba especita. ahora que lo pienso, su niñita estaba tan apretadita que no entiendo cómo le entró toda, supongo que sería porque se lo tenía puesto adentro, muy, muy adentro, si incluso me llamó la atención que cuando se lo saqué na salió ni una gota, la golosa de su hija se quedó con toda mi lechecita adentro.

Mis padres se mantenían en silencio y con los dientes apretados. José me soltó la mano y acarició las piernas, metiendo su mano bajo mi falda, sus dedos tocaron mi calzón todo mojado y creo que los untó en sus fluidos, luego los sacó y se puso a jugar con ellos frente a mis padres de manera que ellos se dieran cuenta de porqué los tenía tan resbalosos. Definitivamente algo muy raro le pasaba a mis padres que no reaccionaban.

Mi amorcito, me dijo José, tiene sus calzoncitos todos mojados y eso no le hará bien, vaya a cambiárselos así después podemos salir, esta noche se quedará en mi casa y mañana nos iremos a la playa por una semana, como dicen los ricos, de luna de miel, cuando llegaremos viviremos aquí con sus padres, les diré a unos amigos que construyan una pieza al lado de las de sus padres

!A la playa¡, yo no conocía el mar y me moría de ganas de ir, !nuestra propia pieza¡, eso era un lujo impensado, ¿luna de miel?, yo no sabía que era eso pero seguro me gustaría. José me parecía cada vez más adorable.

Ya me dijo José dándome una palmadita en las nalgas, vaya a cambiarse.

Pero está mi Papá y me va a ver, le dije un tanto avergonzada.

No se preocupe mi amor, cámbiese allí detrás de su Papá, yo me aseguraré que él no la mire.

Eso era justo enfrente de José. Le dije, ¿y tu?, tendrás que cerrar los ojos.

Jajaja, se rió él, Mi amorcito, usted es ahora mi mujercita, y no hay rincón de su cuerpecito que yo no haya visto y que no le haya llenado de besos. Además, me gusta verla desnudarse, cámbiese tranquila que esta no es la primera vez que se desnuda delante mio y le aseguro que no será la última.

Sin saber porqué obedecí, José se mostraba tan seguro y dueño de la situación que yo lo seguía en todo, me puse un metro detrás de mis padres y me desnude, para secarme y cambiarme de ropa.

José me miraba desde la mesa y me alentaba, eso mi amor, se ve muy linda así, girese un poquito, si así esta mejor. Mi madre se dio vuelta y me miró con una mirada reprobadora, yo la miré orgullosa y desafiante, ya no era una niña, tenía mi hombre y él me quería.

José de dio cuenta de la mirada de mi madre y en vez de amilanarse se puso aún más osado. Levante un poco la pierna mi amor y afírmela en la cama, yo obedecí, con eso mi sexo se mostraba impudicamnete.

Muy bien, sequese bien con los mismos calzoncitos y luego me los tira, quiero guardarlos de recuerdo. Nuevamente obedecí, doble los calzones en cuatro, me limpié con ellos las piernas y me sequé la conchita y luego se los lance por encima de mis padres, él los tomo en al aire y los olió aspirando profundamente. !Que ricos¡, huelen a niña y a mujer, huelen a ti y a mi, ¿qué se va a poner mi linda?

Le mostré los calzones que había elegido pero a él no les gustaron. !no esos son como de vieja¡, ¿no tiene esos otros?, esos de dibujitos, como los que tenía la primera vez que nos besamos en mi cama. Los busqué y me los puse.

José continuó picaneando a mi padre para ver si reaccionaba. ¿Qué quiere que le diga suegrito?, su niñita me hizo acordar a una antigua novia, a ella también fui yo quien la inició, más o menos a la misma edad de su hija, claro que en ese tiempo yo era más bruto y no la preparé tanto como a su niña, ella se quejó que le dolía y me decía !sácamela¡, !sácamela¡, yo me asusté y en vez de sacársela se la metí hasta el fondo y le dí bien duro mientras ella seguía con sus gritos y pataletas. No lo niego, sus gritos y quejas me estimulaban, mientras más se quejaba yo más fuerte le daba, hasta que me corrí bien adentro y rico.

Mi padres seguían en silencio y como avergonzados del tono y la historia de José

Claro que ella se enojó mucho conmigo y no nos vimos unos días, como a la semana apreció por mi casa, que me quería mucho, que no quería que terminamos y esas cosas típicas de mujer enamorada, yo ni tonto aproveche la situación y le dije que bueno, que siguiéramos siendo novios pero que ya no quería más escándalos, que a partir de ese día yo me la quería coger duro y parejo cada vez que nos viéramos. Dicho y echo suegrito, a la muy perra le había quedado gustando, cada día me pasaba a ver a la salida de su escuela, venía siempre con su uniforme, sus libros y sus trenzas de niñita. Siempre el mismo juego, le gustaba hacerse la difícil conmigo, que no quería ni le gustaba hacerlo, pero una vez que yo le bajaba los calzones a la fuerza y se lo metía también a la fuerza, la cosa cambiaba, la muy perra me cogía y me dejaba seco, me incitaba con cosas como dame más papito, más adentro, más, más.

Basta, la voz de mi madre interrumpió el relato de José, basta por favor. Está la niña aquí.

No se preocupe suegra, yo prefiero que la niña como el dice Usted, conozca mis errores y mi lado malo, así evitamos que la historia se repita, además, con ella es muy distinto, me gusta tratarla con cariño, prepararla bien, quiero que aprenda a disfrutarlo, quiero que cada vez que yo se lo ponga, ella mi mire con los mismo ojitos de cariño con que me miró la primera vez. hubiera visto la mirada tan linda que me dio cuando me corrí por primera vez dentro de ella.

Me dio ternura que hablara así de mi y me acerque a él, José me sentó en sus piernas y me acariciaba la cintura mientras siguió con sus recuerdos.

Bueno, el caso es que yo caí preso por una estupidez pero me dieron tres años y un día, ella no me fue a ver nunca. Un amigo mio iba siempre, a él le conté como era ella en la cama y cuanto le echaba de menos, incluso le conté como ella se las arreglaba para hacerme feliz aún cuando estaba con su menstruación, ella se arrodillaba entre mis piernas y con su boquita me llevaba la cielo.

Para que seguir, ese fue mi gran error, mi "amigo" dejo de ir a verme y al poco tiempo supe que estaba de novio con aquella mujer. Me aguanté la rabia los tres años, pero cuando salí fui derecho a su casa, é acababa de salir al trabajo, ella estaba sola, toque suavemente a su puerta, ella me abrió la puerta a medio vestir, al verla no pude golpearla como pensaba hacerlo, sólo la tire sobre la cama, no fue necesario sacarle sus calzones, ella nos los traía puestos, estaba toda mojada, seguramente acababa de coger su marido, no me importó, me hundí profundamente en ella, apenas me sintió adentro fue la misma perra de siempre, que rico papito, te echaba tanto de menos, métemela como tu sabes, más fuerte, pónemela toda adentro papito, pónemela y ponle los cuernos al debilucho de mi marido, nunca me ha echo sentir como tu papito.

José tomó un largo sorbo de agua, antes de continuar. Cinco, días, exactamente durante cinco días me la cogí a espaldas de su marido, mejor dichos ambos cogimos, pues ella colaboraba bastante, en su misma cama le pusimos los cuernos al imbécil y traidor, en las mañanas yo esperaba a que el saliera al trabajo, aún antes de que el estuviera a más de una cuadra de su casa yo ya estaba en su cama y dentro de su mujer, sólo cuando lo escuchaba abrir la reja de la casa me salía de su cama y me iba a medio vestir por la ventana de atrás. Uff como cogía esa mujer, a mi nunca me puso un pero o restricción, siempre me la cogía como yo quería y por donde yo quería, durante esos cinco días me puse al día con los tres años que duró su ausencia, en esos cinco días la puse en todas las posiciones que había imaginado en la soledad de mi celda.

El viernes en la noche ya no aguante más, cuando sentí la reja me senté frente a la puerta con ella entre mis piernas, a cuatro patas, mamándomelo, con su conchita aún abierta y llena de mi leche enfrentando la puerta. El pobre tipo casi se muere cuando me vio, me atacó casi enseguida, cegado por los celos y la rabia, pero nunca fue un rival para mi, al primer puñetazo estaba en el suelo y allí descargué toda mi rabia, le pegue tanto que el tipo lloraba como una niña. Luego la tomé a ella, hice que me lo chupara delante de él sólo para hacerlo sufrir más, la cara de él no estaba más que a unos 30 centímetros de mi verga, así él podía ver claramente como la boquita de su esposa se abría para chuparnelo entero, podía observar como la lengua de su mujer me lamía la verga, podía ver mis pelos con restos resecos de restos, mezcla de mi leche y los fluidos de su mujer, señal inequívoca que ya habíamos cogido antes que él llegara, estoy seguro que los ruidos de la succión de su esposa llegaban a sus oídos y que era capaz de oler mi verga, reconociendo junto a ella el sutil aroma de la conchita de su mujer.

La dejé sólo un ratito, la idea era hacerlo sufrir. Basta tesorito le dije, cambio de lado, ahora quiero que se siente aquí, frente a su marido, quiero que él vea como su conchita se abre y recibe gustosa mi verga. Ella se paró y se trató de sentar en mis piernas, pero la retuve, no así no, sientate de espaldas a mi y de frente a él, muestrale todo, hablale y cuentale lo que sientes.

continuara......