Bárbara, la nana encargada de mi hija

Es impetuosa y descuidada con la manera de desenvolverse frente a un hombre como solo lo puede ser ella, se instala como caiga sobre los sillones, sin importarle si su falda cubre o no sus piernas, se agacha sin darle mayor protección a sus pechos que casi se salen de su corpiño

Bárbara, la nana encargada de mi hija.

Soy una persona que creo tengo dominio sobre mi mismo, y a su vez sobre mi manera de comportarme en la sociedad, no soy joven tengo ya mis 33 años cumplido, casado con una mujer que no es una belleza, pero apetecible para otros machos de mi misma edad, tenemos una hija de tres años, a la cual cuidaba una señora, en horas de la tarde, cuando mi señora sale a trabajar, la mañana la dedica a la beba y la casa.

Lamentablemente esta señora no puede seguir con nosotros, conversa con mi señora y trae a nuestra casa a su nuera, una muchacha, quien hace dos meses se caso con su hijo de 19 años y que trabaja junto a su padre, en las minas del interior de la provincia.

Comienza mi suplicio, llega esta adolescente e inmediatamente mi cuerpo se altera, mis principios se van de paseo, pierdo mis dominios cada vez que la veo y me altero, cuando estoy a su lado pierdo mi sensatez, es una mujer apetecible cien por ciento, a pesar de sus jóvenes años.

Unas piernotas muy apetecibles, me encanta verla cuando se viste con faldas o vestidos que al sentarse permiten ver lo bien formadas que las tiene, hoy viene con una falda blanca, corta y amplia al estilo plisada…, una blusa que deja, al descubierto por lo descotada, permitiendo ver lo voluminoso de sus grandes senos naturales, ese par de tetas talla extra…, unas nalgas voluminosas, exageradas…, el pelo castaño oscuro que cae como río, más abajo de los de los hombros, enmarcando su hermoso y juvenil rostro.

Es impetuosa y descuidada con la manera de desenvolverse frente a un hombre como solo lo puede ser ella, se instala como caiga sobre los sillones, sin importarle si su falda cubre o no sus piernas, se agacha sin darle mayor protección a sus pechos que casi se salen de su corpiño, en resumen muestra todo su cuerpo, al decirle algunas observaciones, ella escucha, sonríe y reclina su cabeza en mi hombro, percibiendo el agradable olor del jabón de su ducha de mediodía, sentir el aroma su piel, de su boca, de su sexo, de su deseo sexual no satisfecho.

No tenía mucha experiencia de la vida, pues se notaba que era, a veces, muy inocente en algunas cosas, sucedió el día que me enfermé y no pude ir al trabajo, en la mañana me atendió mi señora. Mi nena, no me dejaba tranquilo jugando a mi lado, en la tarde sale mi señora al trabajo y llega Bárbara.

Se dedicó a jugar con la nena en la cama vecina en mi dormitorio, donde dormía mi esposa, pero jugaba como una niña, sin importarle si mostraba sus piernas, sus calzones, etc. Imagínense como me tenía empezó a despertar mi lujuria, desesperado mi pobre pene no podía más de tieso y estaba adolorido de todos los apretones que le daba para que se tranquilizara.

Mi nena se puso odiosa tenía sueño, Bárbara la acostó en la cama y la hizo dormir, luego se da vuelta hacia mi lado y tirándose sobre mi cama arrimándose a mi costado mostrándome su físico sin preocuparse de cubrir sus muslos mostrándome su hermoso trasero.

No aguante mas y la atraje hacia mi cuerpo. La acarreo a mi lado con firmeza, arrancó su ropa interior, no sin antes subirle la falda hasta prácticamente la cintura de manera que no hubiese impedimento alguno para ver y tocar su sexo, su blusa la subo hasta dejarla de bufanda, adueñándome de sus tetas; separó sus piernas dedicándome a darle placer en su vulvita, beso sus labios vaginales hasta llegar al clítoris donde me detuve, chupando…, succionándolo…,esta reacciona entregándome sus jugos, está cada vez más rebosante de jugos…, mis dedos buscan su entrada del placer, entran estos a su sagrada gruta, desatando en ella un orgasmo feroz, gritos gemidos, locura.

Mi pene no resiste más, ubico la cabeza de este en la entrada de su vulva y con un golpe fuerte la penetré violentamente provocándole una cadena de orgasmos casi inacabables, lo metí abriéndole su vulva de una forma increíble, ella no dejaba de gritar, no…, no…, me duele…, no…, ni yo de chuparle las tetas, sujetándola del culo la montaba sobre mi pene y la hacia cabalgar sobre este, terminando mi miembro enterrado en el fondo de su matriz.

Por favor, clamaba…, que le digo a mi marido, aahh…, seguía entregándose a pesar de rogar…, nooo, soy casada…, Oohh…, Aahh….

Como se meneaba, saltaba sobre mi pene, se estremecía clavándose este, gozaba, pedía más, cambiábamos de posiciones, estrechándola contra mi cuerpo y así la clavaba mas profundamente, mientras ella me apretaba con sus piernas cruzadas a la altura de mi cintura, gemía y suspiraba al borde de la locura.

Asumía voluntariamente una condición totalmente sumisa y obediente, sin vestigio de vergüenza o de dignidad, hasta convertirnos ambos en animales sedientos de sexo.

Estábamos frente a frente, ensartados en la cama, ella se movía cada vez mas salvajemente, nos estábamos cogiendo con una entrega total, finalizando ella con un orgasmo infernal, y yo inundando las entrañas de esa joven mujer con litros de semen que salían a chorros concluyendo nuestra sesión de sexo.

Nuestras orgías de sexo continuaron por más de seis meses.

Aprovechábamos las idas al trabajo de mi señora, pero teníamos que ser muy cuidadosos en las sesiones de sexo, no queríamos dar posibilidad a que nos pillaran, ella estaba decidida a entregar su cuerpo y dispuesta para ser disfrutada en el momento que la nena se durmiera, aprovechábamos los sueños de mi hija, por lo que nos trasladamos de pieza, donde no la molestáramos en su sueño, al igual me preocupaba el semen que estaba recibiendo, era el único que le llenaba su claustro durante este periodo de tiempo, pues su marido estaba en las minas, a cuidarse tomando pastillas del día después.

A los seis meses me anuncia que se traslada al Norte, junto con su marido, y que ese día sería la última vez que realizaríamos el acto sexual, la miré y solo comenté y que voy hacer sin tu sexo, la llevo a la cama y la penetro, iniciando su cuerpo un movimiento circular, a la vez que subía y bajaba sus caderas provocándome unas de las mas sabrosas sensaciones; eso unido a la visión de su pecho oscilando ante mí, de sus ojos entornados, de su boca entreabierta en actitud de absoluta entrega así como los gemidos de placer que emitía hicieron que pronto estuviera listo para tener un orgasmo que se preveía intenso y enormemente satisfactorio.

En medio de una más que considerable explosión de placer, tanto físico como mental, comprobando como la nana de mi hija estallaba en lo que parecía un enorme orgasmo y presa de fuertes convulsiones se derrumbaba sobre mi pecho a la vez que, en un gimoteo apenas perceptible, repetía "Gracias, que placer, te pertenezco, mi cuerpo es tuyo".

Luego el vacío cuando ella marcha, menos mal que su suegra se apiada de mi señora mandando a trabajar a su vecina y comadre Juana, a quien recomienda para cuidar a la niña pero que luego contaré de ella…….