Bárbara

Todo en ella fue barbaridad, tal y como su nombre indica. Con ella fue la noche más bárbara que he tenido en muchos años

Bárbara fue una persona bastante intermitente a la hora de contactar con ella. Vivía en el pueblo de al lado, el cual yo solía frecuentar, pero era complicado el dar con ella conectada.

Es otro caso de los que al principio hablas sólo por pasar el rato y tener conversación. Durante dos años intenté arrancarle una cita; pero sólo por charlar, tomar algo, salir de la rutina y la gente habitual... pero no hubo manera.

Hasta que un día, que eran fiestas en su pueblo, y yo andaba con insomnio, coincidimos. Yo no podía dormir, ella no tenía planes esa noche y tampoco conciliaba el sueño. Le propuse de tomarnos una litrona en un parque, y dijo que sí. Me duché (era verano y estaba muy sudado; no era plan de ir oliendo a choto. Además, tenía la sensación de que algo pasaría, y si era así, habrá que estar presentable, digo yo), y salí en su busca tras darme ella la dirección.

La muchacha era bajita (poco más de 1,50mts), redondita, pelo moreno largo y liso, y tenía un look tipo choni (pantalones ceñidos, aros enormes dorados en las orejas, camiseta ceñida escotada, raya negra en el ojo muy marcada...) Normalmente no me suelo fijar en chicas con ese look, y menos cuando tienen cara de mala leche; pero decidí no darle importancia a la apariencia y, no tenía otro plan.

Al principio pensé que todo se iba a quedar en eso: en una cerveza y charla. En el parque de su casa no quería quedarse porque sus vecinas son muy cotillas, así que decidimos irnos a un polígono abandonado a tomarnos la cerveza en mi coche. Fuimos charlando de camino, y me comentó que tenía dos novios: un pijito de Madrid, y un punkarra que no tenía ni donde caerse muerto de Zaragoza ¿O era al revés? ya no lo recuerdo bien. El caso es que con ese panorama, ya deseché la idea de hacer nada; si tiene dos novios ¿por qué complicarse la vida enrollándose con un tercer tío?

Pues mira por donde que me equivoqué. Después de un ratito de charla (y tras haber consumido litrona y media), no sé de qué hablábamos, que ella me dijo "¿Tú sabes qué es arriesgarse?", y acto seguido se abalanzó a comerme los morros. ¡Qué pasión! ¡Con qué furia me devoraba beso a beso!

Ya se sabe que una cosa lleva a la otra, si tú besas, te devuelven el beso, caricias en el pelo... pues ella no me dejaba hacer. Es decir: ella me acariciaba el pelo, pero cuando yo lo hacía, ella me retiraba la mano "Estate quieto" me decía. De repente se apartaba y decía "¡No! esto está mal. Tú eres muy malo" "¿Yo? ¡Pero si yo no hago nada!" e inmediatamente se volvía abalanzar "¡Pero es que no puedo resistirme!" Me tuvo cerca de una hora así: Sí, pero no; lanzándose, pero no dejándome hacer y apartándose para volver a atacar. ¡y yo iba de lo más inocente dentro de lo que cabe! Una caricia en el pelo, en el cuello, rodearle la cintura... ni fui a las tetas ni al culo. Pero nada, aunque sólo fuera un mechón de pelo, ella me apartaba la mano. Fue un rollo bipolar bastante raro. Luego sus manos pasaron a mi abultada bragueta, y no paró hasta desabrochar la cremallera, y sacarme el rabo (firme y listo para la batalla) fuera. Empezó a sacudírmela y, antes de que pudiera hacer nada, dejo de besarme y me dijo "¿Quieres que te la chupe?" ¡PERO VAYA PREGUNTAS QUE ME HACES, POR AMOR DEL CIELO! ¡CHUPA, MUJER, Y NO PARES HASTA DEJÁRMELA DESHIDRATADA!... Lógicamente no le respondí eso, pero sí un tembloroso: "Sí, por favor" Y ahí empezó la muchacha... pero no llevaba ni dos minutos chupando (¡y lo hacía de puta madre!), cuando paró, se apartó como si le hubieran dado un calambrazo, y decidió dejarlo ahí... ¿os imagináis el dolor de huevos que tuve después? Me pidió perdón, me dijo que no sabía lo que hacía, y que por favor, la llevase a casa.

Como en el fondo soy un caballero, accedí y la dejé ahí, y me fui a casa corriendo a machacármela para que el dolor de cojones no fuese a más.

Esa misma noche se deshizo en disculpas; aunque también me dijo que era culpa mía por ronearla. Yo le dije que ahora que había probado el plato, tenía que terminarlo. Para el fin de semana siguiente, le dije que me apetecía ver amanecer, y que si se apuntaba. Al principio se hizo la dura, y me dijo que había quedado con el de Zaragoza; pero los hados estaban de mi parte, y decidió dejarle plantado (y también al madrileño, la tía había quedado con los dos para ese día) para venirse conmigo.

Otra ducha bien meticulosa, una mochila llena de calimocho, cerveza y vodka, y una caja de condondes. Esa noche, Bárbara se iba a enterar de lo que era bueno. Le había echado el ojo a un Motel (un poco caro, pues pedían 50€ por 4 horas), e iba dispuesto a que esa noche íbamos a disfrutar todo lo que no se pudo la vez anterior. La putada fue el ir desde un pueblecito de Guadalajara a buscarla hasta el Motel, que estaba en la sierra de Madrid; y sobre todo (ambos estábamos cansados por la semana de trabajo, y las horas que eran) evitar que se durmiera en el trayecto; pero eso era fácil de conseguir cuando tienes a "Iron Maiden" a todo trapo en el coche.

Llegamos al Motel, y tras entregar el DNI para alquilar la habitación (¡qué poco me gusta eso!), fuimos a nuestro parking privado que daba a nuestra habitación. Está claro que ese sitio es para lo que es: Cama inmensa, nevera con alcohol de buenas marcas (lo sacamos para meter nuestras botellas), un champán en un enfriador, un baño cojonudo y enorme, y una tele plana con todo canales pornográficos separados por categorías. Pusimos un canal al azar para echarnos unas risas mientras bebíamos para ponernos a tono. Si llego a saber la noche que nos esperaba, habríamos cenado algo primero. En seguida dejamos de beber para empezar a deleitarnos y saborearnos. Esta vez no hubo ataque bipolar; sabíamos a lo que íbamos, y no había casi límites (los culos de cada uno estaban prohibidos). Rápido la ropa terminó en el suelo. Ella llevaba ropa interior negra; la cual me excita bastante. nuestros labios exploraron nuestros cuerpos por todos los rincones; y rápido pasamos al 69; y allí, me encontré con una pequeña sorpresa:

Resulta que normalmente los labios menores abren por la mitad, como unas puertas dobles. Pues bien, en su caso, el labio menor izquierdo era más grande que el derecho, por lo que ese coño se abría como si fuera un libro. La sorpresa duró sólo 3 segundos; pues ella ya estaba chupando y yo no; por lo que me apliqué a la tarea de saborear esa rajita que iba a penetrar momentos después. Al poquito, noté que mi lengua se cansaba, por lo que empecé a ayudarme con los dedos: uno, dos, tres... hasta los 4 llegué a meterle cuando empezó a decirme que aflojara, que empezaba a dolerle. Como yo notaba que me iba a correr si seguíamos así, cambié la postura, y le dije que parase un poquito para no acabar tan pronto. Volví al ataque con dos dedos, y en ese momento me dijo "¿Cuando me la piensas meter?" Como parecía que el riesgo de correrme inmediatamente había desaparecido, me puse la goma y penetré.

Estaba totalmente mojada, por lo que entró sin problemas; y como no lo tenía muy dilatado, notaba cada una de las curvas de sus paredes vaginales abrazándome la polla. Usamos la postura del misionero, por eso de ser clásico. La variante que yo uso es mover la cadera en círculos en lugar del típico empujar-aflojar del mete-saca, para poder estimular todo el interior; es más cansado, pero a mi me excita mucho ver que ellas lo pasan bien. De vez en cuando, flexionaba los brazos para besarla en la boca o el cuello; en una de esas visitas a su cuello, Bárbara me susurró "Puedes acabar en mi boca si quieres". Eso me puso a mil, y empujé con más fuerza al notar que sus gemidos ya llegaban al momento de correrse.

Muchas tías fingen, y me da la impresión que muchas lo han hecho, porque con Bárbara, mi pequeña alcarreña, noté en seguida que realmente había llegado al orgasmo. De repente las paredes de su coño se contrajeron mucho, apretándome la polla; como si la estuvieran ordeñando. Nunca he sido de gemir fuerte ni nada por el estilo; pero ese orgasmo fue tan intenso, que incluso grité de placer al tiempo que me derramaba.

Nos dimos un ratito de recuperación en el que bebimos un poco más para reponer fuerzas y los líquidos que habíamos sudado y eyaculado. Y volvimos a la carga. Esta vez, quería que fuese ella la que se pusiera encima; pues quería ver cómo le botaban las tetas (las tenía normalitas, que no pequeñas, pero me daba igual; a mí me excita mucho ver cómo les botan las tetas mientras me cabalgan); así que, tras meterle hasta los 4 dedos de nuevo (esta vez no le dolió), y tras darme ella una buena paja para que volviese a tenerla dura, me puso la goma (sí, esta vez fue ella), y le volvimos a dar al vaivén.

Ya sabéis que los tíos, después de corrernos una vez, tardamos bastante en volver a corrernos, por lo que el segundo polvo puede llegar a ser de 40 minutos desde que la metes hasta que te corres. Hubo que variar un par de veces de postura, y ella insistió en que si quería, me la chupaba y acababa en su boca, que sabía que eso a los tíos nos molaba mucho, y que acabábamos antes. "De eso nada", le dije, pero sí que accedí a cambiar un par de veces de postura, pues se estaba cansando de botar en mi polla. Pasamos a misionero, de lado, un poco a cuatro patas... pero sí que le hice ponerse encima de nuevo cuando estaba a punto de terminar. Normalmente en ese momento, suelo ponerme tenso, y empujar sus tetas hacia arriba, pero en ese momento, ella bajó a besarme, y la apreté fuerte contra mí; quería tener sus tetas incrustadas en mi pecho. Los espasmos de mi polla al correrme, la hicieron correrse también, por lo que los apretones vaginales hicieron el milagro de que el orgasmo se prolongara; nos estuvimos corriendo los dos durante casi dos minutos.

Sin embargo, yo aún seguía con el rabo como una piedra. Ella me pidió que le diera un poquito de tiempo; y es que si somos razonables, ninguno había comido nada, habíamos bebido bastante, y estábamos follando como leones en una calurosa noche de Agosto. Me di una ducha para quitarme el sudor y para ver si con el agua fría me bajaba la erección, pero en cuanto la vi tumbada en la cama, espatarrada, eso volvió a ponerse como el granito. Fue ella a la ducha, y pensé en ver algo de porno en la tele para intentar bajar la erección con una paja; pero tras dos eyaculaciones, el tiempo de generar fluidos que descargar, aumenta aún más.

Volvió a la cama con la intención de dormir, y a mi me dolía el rabo de duro que estaba, y los huevos también empezaban a molestar; así que la abracé por detrás y comencé a besarle el cuello. "Más no, por favor. Estoy cansada y me has destrozado" "Lo siento" le dije, "pero esto duele mucho y no hay forma de que baje" Ella suspiró y se dejó hacer. La puse a cuatro patas, y le penetré el coño en esta postura, pero esta vez sin goma; ¿por qué? porque esta vez iba a tener más control sobre la eyaculación, y me daría tiempo a sacarla sin dejarle dentro ni una gota. Además, como esta vez el contacto era piel con piel, con ese coño tan mojado, seguro que me correría antes.

No fue así; una hora ininterrumpida bombeando, empujando, y que no me corría. Ella se quejaba "¡Por favor, nene! ¡Para ya! Estoy cansada... ¿Por qué no te corres? ¡Por favor, córrete ya!" pero aún así gemía, estaba cansada, pero disfrutaba. Noté las contracciones de su coño, cómo este me volvía a exprimir la polla; incluso noté cómo mi polla se mojaba más... pero no había eyaculado yo, si no ella. Acababa de obtener el mítico "squirting" que tienen algunas tías; se había corrido pero bien; aquí no hubo fingimiento.

Pero yo aún no había acabado; aunque intuía que quedaba poco. Así que la saqué, y ella se dejó caer jadeante en la cama, y miró con horror mi rabo tieso y sin eyacular. "Necesito terminar" le supliqué "creo que ahora sí que voy a aceptar tu oferta" Con una mezcla de cansancio y picardía, me miró, me sonrió y me dijo "Ven, anda". Obedecí y arrimé mi polla a su boca. Sus labios y lengua pronto se pusieron en acción. La humedad de su boca no era la misma que la de su coño, por lo que dio un trago largo de vodka, y a continuación se metió la polla ahí dentro, permitiendo que el licor me la rodease mientras su lengua enloquecía en mi glande. No permitió que le trastease con los dedos en sus bajos, "esto ya ha tenido su ración, cariño, y le toca descansar" dijo mientras me apartaba la mano.

La sensación fue tremenda; ella paró un momento para decirme "No me avises, acaba aquí", y siguió mamando hasta que obtuvo su premio. Una corriente eléctrica sacudió todo mi cuerpo mientras me derramaba en su boca. Creí que ya no me quedaba más que echar, pero ella siguió succionando para segurarse; y un último chorro salió disparado. No esperaba eyacular gran cosa, pero pude ver cómo sobresalía por la comisura de sus labios y se derramaba hacia su barbilla. Una vez que se aseguró, salió disparada de la cama en dirección al baño para escupirlo y lavarse los dientes "dejo que me acaben en la boca, (y me aseguro que ACABEN no dejando una gota), pero no me lo trago, cielo" ¡Y yo encantado!

Dejé que se diera otra ducha, y yo la imité después (no lo hicimos a la vez por miedo a que me volviese a empalmar), y tras dejar que se acabase el plazo para dejar libre la habitación, pagamos a la empleada que vino a cobrarnos, y nos fuímos al coche.

Estábamos muertos de hambre; por lo que paramos en una gasolinera que tenía tienda las 24 horas a comprar algo de comer, y la llevé de vuelta a su casa. A las 5:30 la estaba dejando en su portal (a mí me quedaba después unos 15-20 minutos hasta mi casa), y como era Agosto, me salí con la mía de ver amanecer con ella.

Quedamos en volvernos a ver algún día, y nos despedimos. La vi caminar un poco cojeando a su portal "¿Y qué esperas? ¡Me has dejado totalmente escocida!" Había sido demasiado mete-saca para ella, y esperaba que con el segundo polvo me hubiera quedado satisfecho, pero... ¡esa tía era una leona en la cama, y había que aprovecharlo! Cierto es que la había dejado el coño hirviendo de tanto roce, pues se tuvo que meter un hielo después de la ducha. Eso quieras que no, te sube mucho la autoestima.

Sí que hubo una segunda quedada (y bastante desastrosa, por cierto), pero de eso ya hablaré otro día.