Baño de vapor 1

Bajo el morbo y el vapor entrego mi mujer a un desconocido

Había sido un día agotador. Tras diversas reuniones mi mujer y yo regresamos al hotel, un lujoso cinco estrellas donde por fin descansar.

Casi de inmediato, me puse el bañador y me fui al spa, mi mujer  se quedo en la habitación.

Siempre me han gustado los spa, por la relajación, el silencio y también, porque no decirlo, por el morbo.

Di una vuelta por las instalaciones, me bañe en la piscina y finalmente accedí a la zona de sauna y baño turco, y, costumbres de estos alemanes, ponía en la entrada zona nudista.

Automáticamente se disparó el morbo, había muy poca gente tres o cuatro, repartidos por diferentes salas. Me despoje rápidamente de mi bañador y entre al baño de vapor, siempre ha sido mi preferido, la neblina apenas permitía ver el imponente recinto, con bancos alrededor, una fuente en medio y una señora desnuda tumbada en su toalla.

Me senté desnudo sobre la toalla y comencé a pensar situaciones morbosas, mi mente no paraba, pero necesitaba a mi mujer para continuar con ellas. Salí a la recepción, le llame a la habitación y le convencí para que bajara.

Entramos juntos al baño de vapor, no había nadie, nos sentamos en un extremo desnudos los dos, era difícil contener la erección con todas las cosas que pasaban por mi cabeza. Mi mujer, hermosa, con un culo perfecto y sus pequeños pechos, me miraba asustada pero también  emocionada por el morbo de la sala. Me daban ganas de empezar a acariciarla y tener sexo allí mismo, pero en ese momento entro un caballero y se situó en la zona opuesta, eran pocos metros pero el vapor dificultaba la visión directa. Mi mujer empezó a incomodarse ya que no le gustaba estar desnuda delante de aquel hombre, principalmente por su complejo de pechos pequeños, yo en cambio cada vez disfrutaba mas de la situación.

Comencé a acariciar a mi mujer con discreción, ella no se lo podía creer, pero poco a poco se contagio del morbo y se dejaba hacer, segura de que el caballero no nos veía.

De repente le susurre al oído que se levantara, ella incrédula, me dijo que no, al final accedió y se levantó con su hermosos cuerpo desnudo.

.- Acércate a el, le dije.

.- Estas loco? Me susurro incomoda.

.- Vamos nadie nos conoce, acércate y sigue mis instrucciones.

Entre el pánico y el morbo, a mi mujer le temblaba todo el cuerpo, pero algo en su interior le empujaba a hacerlo, siempre habiamos fantaseado con estos temas y sabia que el morbo le inundaba y la sumisión a mis ordenes le excitaba cada vez mas.

Al final se decidió y despacio pero con paso firme, se acerco al caballero, quedándose de pie al lado de donde el estaba sentado. Solo ese gesto había disparado una erección tremenda en mi y una excitación nunca antes vivida. El caballero perplejo,  miraba de arriba abajo, su precioso rostro, sus pequeños y erizados pechos, su hermoso culo y su depilado sexo, fueron unos segundos intensos, mágicos, de un morbo máximo. Yo me había acercado un poco para mejorar mi visión de la situación, el caballero me miró y yo asentí con la cabeza.

Tras la mirada, le susurre a mi mujer:

.- Ahora vas a dejar que te toque.

.- No, por favor, contesto débilmente, sabiendo que esto no tenia vuelta atrás.

.- Tranquila, yo estoy aquí, déjate llevar…

El, entendió la conversación, a pesar de parecer alemán, y suavemente comenzó a acariciar el cuerpo de mi mujer, acariciaba su culo suavemente, sus pechos, sus piernas, todo con extrema dulzura, sumergido también en el morbo.

Mi mujer estaba en un estado de shock, excitada como nunca, pero quieta, respirando fuerte, dejándose tocar por aquel desconocido. De repente el comenzó a acariciar con mas fuerza, cogiendo su culo e introduciendo cada vez mas sus dedos, acariciando su clítoris, en solo dos roces mi mujer se corrió, teniéndose que apoyar en la pared para no caerse de los espasmos que su excitado cuerpo le proporcionaba, un orgasmo largisimo que disfruto en silencio, se incorporó acalorada y salió de la sala.

Yo cogí las toallas y salí detrás, diciéndole al caballero:

.- mañana a la misma hora.

Entramos a la ducha, cerramos la puerta y penetre con fuerza a mi mujer, en dos embestidas se había vuelto a correr, la excitación seguía al máximo y su mirada todavía perdida, así seguiría durante toda la noche.

El primer paso estaba dado, la convencería para dar el siguiente?