Banco en el parque

Una tarde calurosa de primavera, puede dar mucho de sí...

Era un día soleado de primavera, hacía bastante calor para esa fecha, pero a Natalia, no le importaba, es más disfrutaba cuándo gracias a la benevolencia del astro rey podía dedicarse a exhibirse por ahí.

Hacía un rato que se había sentado en un banco del parque, que está debajo de su casa; en un principio ella era la única, pero a los 10 minutos más o menos, se sentó en uno contiguo al suyo un hombre.

En un análisis rápido vió que se trataba de un maduro, que debía rondar los 45-50 años; su cabeza estaba poblada de bastantes canas, pero que todavía no evitaban ver el color natural, que había tenido el pelo.

Noelia, es una joven de 36 años, que siempre se ha sentido atraída, por hombres mayores que ella; es de la opinión de que son cómo el vino, mejoran con el tiempo, y no comparte en absoluto la teoría de psiquiatras y psicólogos, que apuntan que ese es un sentimiento, que alberga, la necesidad de encontrar a alguien que sustituya a tú padre.

Trataba de no mirarle fijamente, sino de una manera disimulada, vamos de reojo, pero

en uno de esos movimientos, sorprendió a aquel extraño, mirándole a ella descaradamente. Un sentimiento de rubor interno recorrió todo su cuerpo, a la vez que una profunda excitación.

El calor apretaba de verdad, y la camisa blanca que llevaba, estaba pegada a su cuerpo, cómo una segunda piel. Se soltó el primer botón que tenía la camisa, y que caía a la altura de sus pechos, por lo que quedaba al descubierto su canalillo, y una parte de sus, tetas; no llevaba sujetador.

Volvió a mirar a aquél extraño, esta vez sin pudor, y pudo adivinar en su cara un gesto de satisfacción.

Noelia estaba feliz, por fín parece que alguien siente curiosidad por ella.

Aquél hombre que en un principio estaba con las piernas cruzadas entre sí, se encontraba ahora con los dos piés en el suelo, y se podía adivinar, un ligero movimiento que realizaba en el banco, hacia atrás y adelante, cómo si estuviera penetrando a alguien en su imaginación.

Noelia, consciente del estado que estaba alcanzando él, e incluso ella misma, dio un paso más, sin tener en cuenta las consecuencias, que esto pudiera tener.

Al seguir ellos dos sólos sentados en el parque y con la certeza, de que nadie iba a estár tan chalado de asomarse a las ventanas, a esas horas con lo que estaba cayendo, paso la mano derecha por dentro de la camisa y se agarró la teta izquierda, se daba suaves masajes sobre el pezón, para pasar de repente a apretarlo y pellizcarlo violentamente; a la vez su mano izquierda, situada sobre su sexo, iniciaba un juego de tocamientos, por encima del pantalón.

Hubiera querido gemir y gritar, pero lo tendría que hacer demasiado fuerte, para que él le oyera.

Aquél extraño estaba gozando. Su fino pantalón de lino, dejaba intuir la tremenda erección que ya tenía.

Los dos se miraron fijamente, y Noelia se puso en pié; comenzó a andar en dirección contraria a la que se encontraba él; muy excitada, tenía el deseo de que fuera él mismo quién le siguiera los pasos, sin tener que decir nada.

Exactamente, el le imitó, se levantó del banco y le seguía lentamente por detrás a una distancia prudencial, para que nadie puediera imaginar nada raro.

Noelia estaba cómo en una nube, sus pezones estaban muy duros, se los había magreado mucho, pero también ayudaba la tremenda excitación que le provocaba aquella situación.

Se paró frente a un portal, que tenía la puerta cerrada. Metió la mano en el bolso, y sacó un llavero con 3 llaves, una de las cuales fue introducida en la cerradura, abriendo instantáneamente la puerta.

Subió el pequeño escalón que había, y antes de introducirse en el portal, se giró para mirar al extraño, en un intento de que el adivinara, lo que quería; que la siguiera.

Se metió en el portal dejando la puerta abierta, y avanzó hasta el ascensor, dónde esperó durante unos segundos, que apareciera la silueta de él, en el umbral.

Por fín, allí estaba. Se paró frente al portal sin subir el escalón. Noelia ya no podía más pero se negaba a pedirle que subiera a su apartamento, que quería ser follada, por él.

No hizo falta, instantes después se encontraban los dos en el ascensor, subiendo al 4º piso de aquél edificio.

Durante aquellos segundos en los que estaban en el aire, ninguno de los dos se miraban, tan sólo respiraban profundamente, cómo si quisieran tragarse él uno al otro.

Cuarto piso, (buhardilla), ya estaban allí, lo que pasara de ahora en adelante, era algo que muy pronto lo descubrirán.

El llavero volvió a ser sacado del bolso, y esta vez a Noelia, le costó un poco más abrir la puerta; sus piernas temblaban, su corazón latía intensamente, sus bragas hace tiempo que comenzaban a sentir la humedad, que provenía de su vagina.

Una vez en el apartamento lo primero que se vé es un pequeño salón-comedor, y una cocinilla americana.

Al fondo una preciosa cama perfectamente arreglada, y cubierta por un edredón estampado de vivos colores.

De repente un brazo fuerte, coge a Noelia por la cintura, quién se encaminaba, no se sabe a donde, forzándole a dar marcha atrás.

Se encontraba de espaldas a su hombre, quién con la presión que ejercia sobre ella, le obligaba a sentir cómo su polla se le clavaba en el culo, por encima de sus pantalones.

El brazo que la rodeaba, empezó a subir hacia arriba, hasta las tetas.

-Déjame saborearlas ahora a mí- le dijo con una voz entrecortada por la excitación.

Sus manos hacían un recorrido frenético sobre ellas, deteniéndose especialmente en los pezones, unos pezones que estaban tremendamente duros, de un color rosado intenso y deseosos, de que alguien les hiciera caso.

Cómo pudo Noelia, se deshizo de aquél brazo opresor, y se dio la vuelta, de manera, que ahora los dos estaban frente a frente.

Los dos estaban vestidos sólo Noelia, tenía la camisa a medio atar, lo que aumentaba el deseo de él por arrancársela.

-Violamé- dijo Noelia, algo que dejó sorprendido a su acompañante.

-Quiero sentirme violada, hazme el amor por la fuerza-.

No necesitó volver a decirselo. La agarró violentamente y la llevó a la zona, dónde se encontraba la cama, allí la tiró de un guantazo; al principio la cara de Noelia denostaba indignación, pero pronto comprendió que empezaba a hacer lo que ella, le había pedido.

Se tumbó sobre ella de una manera brutal, y comenzó a arrancarle los botones de la camisa, dejando ahora sí al descubierto y completamente, esas tetas, que tanto le habían echo gozar momentos antes.

Se incorporó sobre ella de forma que la tenía aprisionada con sus rodilla, una a cada lado de su cuerpo, y que le permitía mantener una posición de superioridad tremenda.

-¿Qué quieres que te haga puta? le preguntó

-no sé, tú eres el violador, pero podías empezar por atarme-,-coje los lazos que sujetan las cortinas, y átame los brazos al cabezal-.

Se puso de pié y se dirigió hacia unas pequeñas cortinas, que estaban sujetas, a los lados por dos preciosos lazos de raso color salmón. La excitación que tenía, le impedía soltarlos con facilidad, pero finalmente lo consiguió.

Se dirigió hacia la cama dónde estaba Noelia, y quien durante el rato que él había estado intentado desatar los nudos de los lazos, se acariciaba el coño. Había suelto el botón de su pantalón y tenía la mano introducida por sus bragas, haciendo un recorrido a lo largo de su concha. Sus labios mayores y menores habían recibido la visita de unos dedos inquietos, nerviosos e inexpertos.

-Sacate la mano- le dijo con voz autoritaria, mientras procedía a atarle la muñeca, de la mano izquierda al cabezal; instantes después hizo lo propio con la derecha.

Allí estaba Noelia, con las manos atadas, la camisa abierta sin ningún botón, sus tetas tremendamente excitadas, y con el pantalón abierto.

Ahora era toda para él, le había pedido que le hiciera lo que quisiera, y no iba a ser él quien se lo negara.

Empezó por el terreno que por ahora, no había visto ni catado, pero que le había puesto muy cachondo en el parque: su coñito.

Bajó sus pantalones con ayuda de Noelia, quién dobló sus piernas sobre la cama y elevó el culo, un culo prieto, con una piel tersa, y un bonito color moreno. Acto seguido hicieron lo propio para despojarle de sus bragas, dejando al aire un precioso sexo, perfectamente cuidado, rasurado en su punto exácto, no dejando ni más ni menos pelo, del necesario.

Aquél desconocido hundió rápidamente su cara en él, comenzando a propinarle profundos lametazos a lo largo de aquel chocho, a la vez que sus manos se entretenían en las tetas. Las pellizcaba, retorcía, golpeaba, todo ello provocaba una gran excitación en Noelia, quien no dejaba de gemir, y de pedir que le diera más y más fuerte.

Su vagina, estaba perfectamente lubricada, los flujos hacía rato, que estaban siendo absorbidos por aquella boca insaciable, que ahora la penetraba con la lengua.

-Siiiii…..AAArrrrggggg……sigue,sigue, no pares.

El estaba exhausto, pero no podía, no quería parar.

En un cambio de dirección vió sin saber cómo una cubitera de hielo sobre la mesa de la cocina. Se puso en pié y se dirigió lo más rápido posible hacia ella; tenía una excitación tremenda, y su polla, estaba tan llena de leche, que le daba la impresión de que en cualquier momento podía estallar.

Cogió aquél recipiente de hielo y lo llevó hasta la cama; Noelia estaba expectante, comenzaba a tener molestias en los brazos, pero no iba a pedirle que la soltara, todavía no.

Volvió a la cama con la cubitera entre sus manos. Cogió un cubito y se lo introdujo en la vagina, de una forma un tanto primitiva, produciéndole un profundo dolor, que hizo que lanzara un angustioso grito.

El se puso encima; mientras con una mano sujetaba el cubito, para que no se saliera más de lo que él le iba a permitir, en ese juego de mete y saca, con su boca recorría toda la parte delantera de Noelia, con la lengua.

Le lamía lenta y profundamente el ombligo, subía su humeda lengua, por el abdomen, por el canalillo que separaba esas dos preciosas tetas, y continuando el recorrido por el cuello, hasta llegar a la boca.

Allí los labios se juntaban en juego interminable de placer, de intercambio de flujos salivares.

Noelia se retorcía de dolor que le producía el hielo en su sexo, pero estaba tan entregada a aquél hombre, que podía decirse que se había acostumbrado a él.

Ambos estaban al límite de sus cuerpos, y ahora era cuestión de esperar quien era el primero en correrse.

Noelia notaba como por sus muslo, se escurría una mezcla, entre el agua del cubito empezando a derretirse y sus flujos vaginales. Por fín se corrió lo que hizo que el cubito saliera disparado hasta el final de la cama.

Se miraron los dos durante unos segundos, hasta que él retrocedió hasta ponerse a la altura de sus muslos, y comenzó a lamerle aquella mezcla de sabores.

Ahora ya no había impedimento alguno, por lo que se tumbó sobre ella y mientras se ayudaba con la mano para encontrale, la vagina, le introdujo la poya, en el sexo que estaba insensible de momento, debido al frío del hielo.

Se empleó a fondo hasta que recuperó la sensibilidad, metiendo y sacando.

Ambos gemían, gritaban, se retorcían. Cuándo Noelia creyó que iva a ser desvirgada totalmente por el coño, el decidió salirse.

Poco después se corrió él mismo sobre los mismos muslos, que minutos antes había saboreado y restregó toda su leche por aquél territorio.

-ahora me toca a mí- dijo Noelia.

El la miró con una sonrisa en su cara, a la vez que hacía un movimiento de negación con su cabeza.

-desátame- volvió a insistir Noelia, -¿es que no quieres que te haga disfrutar yo ahora?

Ya no se negó, se puso erguido y de rodillas, como estaba en la cama, comenzó a ascender hacia arriba, hasta poder alcanzar los lazos, que amordazaban a Noelia.

Tenía las piernas alrededor de la cabeza de Noelia, lo que dejaba su polla, a merced de ella. Ella pensó que ya era hora de empezar la fiesta.

Levantó la cabeza ligeramente, hasta ser capaz de alcanzar aquel aparato tan apetecible.

Comenzó con suaves toques de lengua, sobre la punta de aquél delicioso capullo.

A él le pilló por sorpresa, pero enseguida se recompuso y siguió intentando soltar los amarres, aunque no se sabe si le costaba tanto por la dificultad, o realmente, no tenía ganas de cambiar las cosas.

Viendo la situación Noelia le dijo: -si ahora no eres capaz de quitarlos, luego probablemente, será imposible-, para acto seguido meterse esta vez sí toda la verga en su boca.

La chupaba de arriba abajo, haciendo círculos, le daba masajes con la misma lengua en los huevos, que estaban tan tensos cómo la polla.

El tamaño no era muy espectacular, pero para un hombre de su edad, respondía muy bien.

Los lazos por fín cedieron.

Noelia tenía las muñecas doloridas y enrojecidas; el jadeaba, gemía cada vez de manera más intensa. Apoyó sus manos sobre la pared, de manera que la penetración en la boca pudiera ser más fuerte.

Por su parte Noelia, sin dejar de chuparle la polla fuertemente, lo agarró por la cintura dándole suaves caricias, en su culo.

-fóllame por detrás- esta vez era él quién estaba pidiendo.

Noelia le introdujo los dedos, índice, y corazón en la boca para que los lamiera bien.

Se lo folló; le metió los dos dedos por el culo, los cuales no encontraron demasiada resistencia, por lo que era de suponer, que no era nuevo en estas prácticas.

Los dedos entraban y salían de aquél agujero, mientras su dueño, se retorcía de placer.

-puta, follas tan bién por delante cómo por detrás- dijo no sin dificultad.

La polla estaba tremendamente dura, era increíble, cómo una cosa tan normalita, pudiera dar un cambio tan brusco.

-aaaarrrggg…hmmmm…me corro, me corro….preparate….

En ese momento la boca de Noelia, se llenó de toda su leche; la verdad que no sabía realmente que hacer, ya que ella no había estado nunca en una situación igual, pero optó por tragar todo aquél alimento.

Sin embargo algunas gotas resbalaron por la comisura de sus labios, a lo que él respondió pasándole la lengua por la boca y compartiendo entre los dos aquél delicioso manjar.