Bañandome para un Desconocido (Corregido)

Nunca se sabe cuando una fantasía se puede hacer realidad, por lo pronto les cuento como hice de esta, una que quiero realizar.

Era uno de esos  días en la ciudad donde vivo que realmente parecen la sucursal del infierno, la calurosa humedad no hace sino obligarte a un baño para refrescar el cuerpo por lo que decidí no esperar más tomé mi toalla y salí desnuda de mi habitación al patio trasero. Tengo senos grandes y en lo particular me encantan, es casi siempre lo primero que me ven y esta vez no sería una excepción.

El baño me espera y comienzo por mojarme el cabello dejando que el agua corra pasando por mis senos, espalda y piernas hasta llegar a mis pies, está fresca y es un placer para mi piel ardiente; tomo el jabón y comienzo a enjabonarme lentamente los brazos, cuello, senos abdomen, hasta llegar a mi cuquita, es abultada, para mi contextura está realmente bien, dejo deslizar la mano llena de espuma por su piel tersa y perfectamente depilada buscando mi entrepierna para luego regresar a atender mis nalgas y mi culito; todo un derroche de caricias con la espuma del jabón que disfruto a plenitud. Estaba entretenida cuando me percaté de que un trabajador de una empresa de electricidad estaba justo enfrente subido a un poste que reparaba, me quedé paralizada intentando cubrir con vergüenza mis senos llenos de jabón, cosa algo irónica porque su mirada llena de morbo me decía que hace mucho miraba el espectáculo que sin yo saber le ofrecía.

Al ver que no se daba vuelta para bajar mi primer pensamiento fue tomar la toalla y entrar a la casa, pero un pensamiento mucho más audaz me instó a seguir mi con mi baño, dándole al desconocido un poco más de lo que quería, así que me enjuagué la espuma y con una mirada llena de picardía tomé mis grandes senos en ambas manos y me los llevé a la boca, como si los secara con mi lengua, el no me quitaba la mirada de encima, por un momento quise hacerlo presa de la excitación que comenzaba a sentir, subí una de mis piernas a una silla cercana y le ofrecí una vista panorámica de mi entrepierna, con mi dedo índice le señalaba y preguntaba si deseaba esa parte mi cuerpo, mi cuquita se abría sin pudor mostrando los labios gruesos que de poder hablar hubiesen pedido ser acariciado con la lengua del desconocido trabajador.

A esa altura ya no pensaba más que en sentir mis dedos hundiéndose en mi carne suave y mojada, desde donde estaba podía ver como por encima del pantalón su guevo se tensaba ansioso por salir y explotar, estaba a escasos metros, mi excitación era tan grande que no podía pensar más que en ese hombre cogiendome, a lo que hice caso y le dije, ven, tienes algo que deseo y se deseas, sin vacilar bajó por la pared y en un instante tenía en mi boca el más divino de los guevos, empujaba al ritmo en que se lo mamaba llegando en oportunidades a clavarmelo en la garganta, me sentía la puta más deseada y eso me excitaba, quería probarlo todo, mamarselo como nunca nadie se lo había hecho para que no olvidara ese momento, y así fue, con un ronco gemido me dijo lo rico que mamaba su güevo y yo sabiendo que iba a acabar lo apreté contra mis labios para luego aflojar poco a poco y en el momento justo explotara llenandome la cara y mis senos con su semen caliente.

Su güevo seguía parado altivo y yo seguía queriendo me cogiera, así que sin más protocolo puse mis manos encima de una lavadora que estaba cerca y le ofrecí mi cuquita babeada, se hundió de manera salvaje como si quisiera dejarme marcada para siempre, no podía pensar ya, sólo sabía de su güevo penetrándome mientras me nalgueaba, grité no sé cuantas veces cosa que lo excitaba aun más, nos movimos frenéticos sin dar tregua, compitiendo por alcanzar ambos el más salvaje de los orgasmos, escuché un gemido casi de animal, era él, se estaba corriendo, a los pocos segundos la presa de mi cuquita se abrió sumergiéndonos a ambos en el más placentero e inolvidable de los momentos.

Se subió el pantalón, se arregló la camisa, y regresó por la pared donde había bajado, mientras tanto yo regresé a darme un nuevo baño. Al subir la   vista    al poste estaba él sonriéndome. Le dediqué una sonrisa, tomé la toalla y regresé feliz a mi habitación.