Banana Caliente 2

Sol, la nueva compañera de trabajo de Carmen, encenderá dos llamas calientes.

  1. 2.“Banana caliente”

A continuación narraré mi historia actual con Sol.

Hace tres años estuve con Candela, la sobrina de mi marido. Tres años de aquella tarde en la que degustamos una banana caliente. Desde entonces, no volví a experimentar sexo con otra mujer.

Aún trabajo como asistente de ventas en un shopping. Aún asesoro chicas sobre indumentaria, pero ahora lo hago con una compañera muy especial.

Una tarde me comunicaron que al día siguiente comenzaría a trabajar una chica llamada Sol, en el local. Esa noche al llegar a mi casa no dejaba de pensar en esa otra chica. Las ventas habían crecido, pero me pareció extraño que se incorporara alguien más, además de Rosa y yo. Por otro lado, algo se encendió en mí, sin explicación alguna.

Entré a bañarme y no dejaba de pensar en Sol. ¿Cómo sería? ¿Tendría buena onda? Deseaba desde hacía mucho volver a estar con una chica especial.

Al otro día me produje un poco más de lo habitual. Decidí ir al trabajo con un jean ajustado para que se apreciara el trasero que tengo, y una blusa al cuerpo color rojo. Me pinté los labios y salí de casa.

Con mi melena al viento casi que corrí al shopping. Deseaba conocer a Sol, algo me decía que era otra etapa para mí.

Entro al local y la veo de espaldas. Era casi tan alta como yo, con una melena lacia, pero ondulante por los hombros y una cola redondeada que su jean dejaba apreciar. Me acerqué despacio por detrás, mientras mi jefa le seguía dando explicaciones. Pasé muy cerca suyo para oler su perfume… qué atrayente se me hizo.

Me pongo a su lado. La miro. Y cuando dirige su mirada hacia mí descubro unos ojos de gata que me embrujaron.  Me sonrió y me presenté.

_Soy tu compañera, Carmen, mucho gusto.

_Hola, Sol, encantada.

Transcurrió la mañana entre clientas y consejos. A cada instante la buscaba con la mirada. Lo interesante fue que sentí que ella también me buscaba con su mirada felina. Entonces comencé a sentir que me moría de sed por esa boca, por ese cuerpo curvilíneo.

Comenzamos ese juego de seducción que duró unos días. Hasta que me di cuenta que comenzaba a volverme loca. Necesitaba más que esas miradas.

Fue así que, un día en que estábamos arreglando ropa que había quedado en un probador, se me ocurrió dar un paso decisivo. La situación se me hacía por demás excitante porque en cualquier momento podría entrar alguien al local, o incluso Rosa podría darse cuenta. Le dije: “Sol”, me miró y de manera rápida, le agarré la mano y la metí dentro del pequeño probador. Sin mediar palabras la miré fijo a los ojos, le agarré la cara y le comí esa boca que tanto deseaba. Ella me agarró las nalgas con fuerza mientras nos besábamos como dos irracionales.

_Me encantás…

_A mí también me encantás, sos divina…

_Te espero en mi casa a las 22 horas, ¿te parece?

_Claro que me parece, ya quiero que llegue esa hora…

Nos sonreímos como un par de zorras, volvimos a besarnos y salimos del probador, no sin antes comprobar que nadie estaba cerca.

Yo sabía que esa noche Mateo no estaría en casa. Llegué casi a las 21 horas. Tenía una hora para arreglar el desorden reinante. Me dije, “Carmen, esta visita está interesada en vos, no le importarán unos platos sucios, así que ¡lo que importa es la cama!” Me concentré en ambientar el dormitorio, velas, cama, todo listo.

Oigo el timbre. Me exalto. Voy hacia la puerta. Miro por la mirilla y la veo deslumbrante. Y ahí me doy cuenta que ¡no me había duchado! No importa, ya veré cómo lo soluciono, me dije.

_Hola Sol, estás hermosa…

Apenas entró me estampó un beso apasionado que me dejó sin aire…

_No me he duchado aún, estoy…

_Mejor que no te duchaste, así me dejás enjabonarte… ¿puedo?

_Me encanta la idea… vamos.

Entramos al baño y nos empezamos a desvestir mientras yo sentía cada vez más calor. Caricias, besos. Juntamos más y más nuestros pechos. Y ambas nos asombramos al vernos y descubrir el hermoso par de tetas que cada una tenía al subirnos nuestras blusas. Comencé a acariciar despacio aquellas tibias lolas y decidí mordisquear un pezón y luego el otro. Mientras Sol comenzaba a emitir una respiración algo más rápida.

_ ¿Te desabrocho el pantalón?

_Estoy deseando que lo hagas…

Comencé a desabrocharlo despacio mientras ella seguí frente a mí. Al comenzar a bajarle el cierre yo comencé a agacharme. Le bajé el jean y quedé con mi cara frente a su vulva.

_Y ¿esta tanga la bajo también?

Ella se río por aquel juego. Le bajé despacio aquella tanga pequeña y advertí que apenas conservaba una línea de vellos en el centro.

_Me encanta cómo tenés eso.

_ ¿Te gusta? Ahora quiero verte a vos.

Me puso contra una de las paredes y llevando sus manos hacia delante, desabrochó mi jean. Me lo bajó lentamente junto con mi tanga mientras se mantenía pegada a mí.

_Qué hermosa cola que tenés Carmen, mmm… me fascina.

_Esta noche esta cola quiere jugar mucho…tocame fuerte, apretame las nalgas que me calienta mucho…

_ ¿Así? Me encanta la suavidad de tu piel… mmm… Qué ganas tenía de comerte toda. Esta noche nos devoraremos.

Nos reímos cómplices y entramos a la ducha. El agua caliente nos puso más cachondas de lo que estábamos. Nos enjabonábamos y nos lavábamos nuestras conchas una a la otra. Aquello era de lo más excitante que había vivido. Sus labios vaginales eran más finos que los míos, solo me provocaba jugar cada vez más con esa concha enjabonada.

Salimos, nos secamos despacio, mientras nos mirábamos llenas de deseo. Enlazadas y a los besos nos fuimos dirigiendo al dormitorio. Caímos en la cama con nuestras piernas y brazos enredados. La voz de Sol susurrándome al oído “te llevaré hasta el extremo putita” hizo que me calentara mucho más de lo que estaba.

_ ¿Te gusta que te lama o que te chupe las lolas, Sol?

_ mmm… sí… quiero todo eso… dame esa lengua caliente y babosa. Te quiero toda en mí.

Su voz suplicante y exquisita me provocaba no dejar de besarla por todos lados. Desde su boca, su cuello delgado, sus lolas, su abdomen caliente hasta su mojada vagina…

_ mmm… me encanta lo que hacés…

_ Y a mí me encanta tu piel…

De pronto giró y nos dispusimos a un rico 69. Ambas gemíamos mientras nos comíamos una a la otra. De pronto siento que Sol se viene en un orgasmo, así que seguí chupándola. Acabó como loca mientras yo seguía caliente, sentía que necesitaba más.

_ Necesito que me penetres con algo, eso me encantaría.

_Sí, lo que quieras divina.

Giré sobre la cama y lo que había quedado a mano fueron las dos velas que olvidé encender.

_ ¿Y si usamos esto?

_ mmm… muy buena idea…

Fue así que me puse en cuatro sobre para que Sol me metiera las velas. Sorpresa la mía al empezar a sentir que Sol comienza a jugar con mi ano. Le pone saliva con su lengua caliente e introduce suave unos de los dedos. Yo comienzo a gemir por el placer y el morbo que comienzo a sentir. Luego siento que me mete otro dedo. En ese momento estaba tan caliente que deseaba que no dejara de jugar conmigo.

_ ¿Lista para una vela?

Jadeante le contesté que sí. Qué puta me sentía al tener algo en mi cola. La sensación me encantaba.

_ ¿Lista para la otra?

_ Sí… pero…

Y antes de que le preguntara nada me introdujo la otra vela por mi concha depilada. Ayyy qué placer me estaba haciendo sentir Sol, su nombre era fuego y fuego era el que estaba sintiendo. Movía las velas a la vez, mientras yo jadeaba y me movía como una perrita en celo. Acabé en un orgasmo como pocos. Sol me quitó las velas y nos tendimos en la cama abrazadas.

_ ¿Y si ahora las encendemos?

_  mmm… sí, me encanta la idea.

Me dirigí a la cocina en busca de fósforos. En el trayecto recordé aquella banana caliente que nos comimos al terminar de gozarnos con Cande. Ahora Sol, terminaría encendiendo el fuego en aquel par de velas calientes.