Bambú para la doctora (4)

Después de la fiesta de carnaval en que la doctora había caido en la trampa de la amante de su marido, para ser usada y abusada por todo el genero masculino. Llega la mañana siguiente donde se inician los preparativos de la punición de la adultera. Después del bambú de las pollas el bambú de la vara y las fustas.

BAMBU PARA LA DOCTORA 4

La doctora se levantó al día siguiente cerca de las doce. Estaba en su dormitorio, acostada completamente desnuda. Tenía algo de resaca por la falta de costumbre en la ingesta de alcohol y le dolía todo el cuerpo debido al fuerte ajetreo al que había sido sometido, en especial su ano , repetidamente taladrado.

Cuando fui informada por Tomás de su perfidia al traicionarme con mi marido, dejé la fiesta aparentemente muy ofendida, en compañía de un agraciado joven , que supo consolarme más que sobradamente y con la promesa del severo castigo que recibiría la adúltera en mi presencia a la tarde del día siguiente.

Fue precisamente mi consorte quien recuperó la prenda de abrigo de Lola y la condujo a duras penas a casa, una vez su utilización sexual llegó a su fin. Desgarradas las medias y ella misma, oliendo a sudor, semen y alcohol, a duras penas alcanzó la casa. Le quitó lo poquito que tenía y la tapó para que durmiera.

Yo personalmente me encargué a eso de las diez de la mañana y cuando la víctima dormía agotada de retirar de su habitación todas sus pertenencias, de forma que al despertarse no encontrara nada con lo que vestirse o calzarse.

Después de ducharse y asearse, se cubrió con una toalla y permaneció en su habitación recordando avergonzada los avatares de la noche pasada. A eso de las dos entré en su cuarto comunicándole que debía comer algo para soportar adecuadamente el castigo que le sería infringido. Me pidió perdón y suplicó, obteniendo mi silencio por respuesta, finalmente preguntó por su ropa a lo que respondí arrancándole la toalla que no tenía derecho a ninguna y que no tardara.

Llegó al poco cubierta de nuevo por la toalla.

No vuelvas a desobedecerme zorra.- le grité mientras la volvía a despojar de la toalla del baño y le abofeteaba en las dos mejillas.

La invité con un gesto a sentarse a la mesa donde almorzabamos , correctamente vestidos mi marido y yo, lo cual hacía más evidente y humillante su absoluta desnudez.

Su alimento consistió en nabos, pepinos y plátanos con el objeto de que recordara lo que entró en su cuerpo la noche anterior y lo que la esperaba hoy.

Después de la comida se le permitió volver a su cuarto hasta momentos antes de su escarmiento en los que sería convenientemente preparada para el bambú, la correa y la fusta.

A las tres y media llamaron a la puerta. Un mensajero traía la indumentaria y complementos para la ceremonia de punición de la perra y que habían sido adquiridos por Internet por Tomás en la modalidad de entrega urgente.

El paquete es para la señora.- le comenté al muchacho.- un momento que ella misma vendrá a recogerlo y a firmarle la entrega.

Mi marido la avisó para que completamente en cueros acudiera a la entradita a recoger el paquete. La sorpresa del chico fue monumental, pero no se cortó mucho, decidió disfrutar de la generosa vista que se le ofrecía de aquella hermosa y madura hembra. Al darme cuenta quise añadir una dosis de humillación más.

Lola firma aquí- le ordené proporcionándole un bolígrafo , al mismo tiempo que le indicaba la mesa de la entradita.

Al inclinarse para firmar el albarán le di unas fuertes palmadas en sus nalgas.

Hermoso sonido. Quiere probar ¿.- Le ofrecí con malicia al mensajero.

Este no lo dudó, palpó y magreó a su gusto el trasero de la señora antes de darle dos palmadas bien fuertes que enrojecieron el culo de la misma.

La señora va a ser azotada. Es que es un poco zorra como ves. Lástima que no puedas quedarte chico es una ceremonia privada.

Finalmente el muchacho se marchó. Acompañamos a la doctora al cuarto donde abrimos el paquete y procedimos a examinar su contenido.

Lo primero era un corset que yo misma ayudé a colocarse a nuestra forzada invitada.. Dejaba la espalda al aire, dos tiras salían del top confluyendo en un collar con correa que sujetaba el cuello de la doctora, la cintura era ceñida por una correa estrecha de cuero y el cuerpo era de blonda negra, los pechos quedaban levantados y exhibidos absolutamente descubiertos. Del corset salían unas cintas que hacían función de ligueros, la rea fue calzada con unas botas negras altísimas con complemento que llegaban en su ultima parte de tela negra hasta los muslos, permitiendo que se ajustaran allí las cintas del liguero. Su coño y sus nalgas quedaban así también al natural, enmarcadas para una mejor contemplación , uso y castigo. De las botas a la altura de los tobillos colgaban unas anillas que permitían la implementación de una cadenita para atar a la víctima a la que se le colocó además unas muñequeras con un dispositivo similar.

Venía un fusta en el paquete, di varios golpes al aire para que silbara. Lola palideció.

Te parecerá la mano de un niño comparada con la vara de bambú.

Empezó a sonar el timbre de la puerta, mi marido acudió varias veces a abrir, mientras yo maquillaba y hacía mas deseable para la fornicación y la disciplina a la aterrada prisionera..

Ya estamos todos, ha llegado Tomás con la vara de bambú. La estamos esperando.- Dijo al cabo de diez minutos mi esposo.

Cuantos son ¿

Tres y Tomás , los demás no han querido o no se han atrevido a venir.

No importa. Serán suficientes. Así cabrán a mas cada uno.