Balón de Oro. Capítulo 3

Siento muchísimo el haberte metido en este embrollo de situación en la que estamos. Siento que tu carrera se haya ido al traste sólo por ayudarme. Siento el haber forzado un acercamiento sexual entre nosotros aún a sabiendas de que no te van los tíos, aprovechando que estabas caliente y borracho...

Balón de Oro. Capítulo 3. Aceptándome.

Para pensar con claridad, habitualmente hago un pequeño desdoblamiento de personalidad y trato de verme a mí mismo como si fuese un extraño a veces incluso me hago preguntas y todo. Ya sé que suena a esquizofrenia pero estoy bastante cuerdo. Veamos señor Fuentes, ¿se ha besado usted con otro hombre? sí ¿ha permitido usted que le comieran el rabo? sí ¿ha mirado usted con deseo a otro hombre? sí ¿ha sodomizado a otro hombre? sí ¿ha encontrado placer en todo ello? sí ¿más incluso que cuando tiene sexo con mujeres? sí, pues entonces mi querido amigo, es usted maricón, o gay si prefiere el eufemismo.

─ ¿Seguro que te encuentras bien?, te veo muy extraño, como ido. ─ Estaba tan concentrado que no había notado la llegada de Roger a mi lado.

─ Perdona, es que se me había colgado el sistema operativo ─ Bromeo intentando quitarle hierro a la situación.

─ Recuérdame que algún día de estos te instale Linux. ─ Responde siguiéndome el juego mientras me enseña la lengua.

─ Lo único que recuerdo ahora es que comienzo a tener un hambre terrible, yo he hecho el desayuno, y como la comida la hemos comprado hecha, te toca.

Se esmera en preparar unos spaghetti alla carbonara que sabe que son mis favoritos. No pensaba que un niño pijo supiera cocinar tan bien. Los complementa con una ensalada y los regamos con un buen Lambrusco dell'Emilia. Al terminar de comer decidimos echarnos unas partidas en la Play Station, mientras él friega los cacharros yo voy preparando la partida. Acabo y voy hasta la cocina para incordiarle por ser tan lento. Pero todo ha sido entrar en la cocina y olvidarme de bromas y de la Play, le veo allí de pie ligeramente inclinado con su culito respingón resaltando. Comienzo a imaginar que me acerco sin hacer ruido, y cogiéndole desprevenido le abrazo por la cintura y le como ese cuello largo y delgado, le muerdo las orejas...

─ Edu, ¿me estás escuchando?

─ ... Eeee, perdona.

─ A ti te pasa algo, ven y sentémonos que hemos de hablar muy en serio. ─ Tira de mi hasta el sofá ─ Por favor no me interrumpas, déjame acabar y luego si quieres puedes decir lo que te parezca... Siento muchísimo el haberte metido en este embrollo de situación en la que estamos. Siento que tu carrera se haya ido al traste sólo por ayudarme. Siento el haber forzado un acercamiento sexual entre nosotros aún a sabiendas de que no te van los tíos, aprovechando que estabas caliente y borracho... En fin, siento el haberme portado como un imbécil en general, y si crees que ello te haría sentir mejor, me marcho ahora mismo a casa de mis padres. ─ Noto que sus ojos se humedecen y deseo tranquilizarle.

─ Veamos Roger he de aclararte un poco las cosas. Primero que nada, te ayudé porque es natural en mi el indignarme cuando alguien abusa de su fuerza, y aún sabiendo el resultado y las consecuencias, lo volvería a hacer, de hecho no es la primera vez que lo hago. Respecto a mi carrera, ha acabado porque yo he querido que acabara, no porque un obtuso presidente y su todopoderoso asesor sin cartera estuviesen hartos de mi; si mañana le digo a mi representante que se me ha pasado la rabieta y que quiero volver a jugar en septiembre habría una cola de grandes clubs europeos dispuestos a ficharme, incluso Berlusconi en persona ha aprovechado una recepción en la embajada Italiana en Washington para sondear a mi padre al respecto. Y en cuanto al tema sexual, Roger... no soy un crío tengo 27 años y sé decir no, además que soy bastante más fuerte que tú, y si no me hubiese apetecido te hubiese podido parar perfectamente, por muy borracho que estuviese. Como ya te dije me gustó, aunque no me lo esperara, y mucho. De hecho cuando antes me has pillado embobado era porque estaba pensando en saltarte encima y follarte sobre la encimera de la cocina. Evidentemente eres libre de irte a casa de tus padres si te apetece y dejarme aquí solo haciéndome pajas en honor a tu trasero, pero preferiría que estuvieses aquí conmigo.

Su carita es un auténtico poema, cambia de la tristeza y desesperación de su discurso, hasta la esperanza al inicio de mi parrafada y finalmente a la franca alegría al darse cuenta de el atractivo sexual que está generando en mi.

─ ¿Entonces sí te sientes atraído sexualmente por mí

─ Por supuesto que sí idiota. ¿En qué idioma he de decírtelo? ─ Finjo desesperar, poniendo los ojos en blanco ─ Recuerda que hablo siete. ─ Añado con orgullo, ríe con mi broma.

─Eso has de probármelo ─ Dice con una sonrisa, y se arroja encima mío quedando sentado en mis piernas de cara a mí.

Su movimiento me coge un poco por sorpresa, y ante mi pasividad se lanza a besarme en la boca, besos a los que pronto estoy respondiendo con pasión. Sus manos no están quietas, acarician mi pecho y brazos cuando de pronto una de ellas salta a cogerme el paquete, que ya presenta un  buen avance de erección. Rompe el beso y me suelta con cara divertida.

─ Pues parece que sí que te pongo cachondo, después de todo... Dijiste que te apetecía follarme sobre la encimera ¿no? ─ Su expresión es de un crío a punto de hacer una travesura.

─ ...

─ Ven ─ Levantándose y tirando de mí ¿cómo no? hacia la cocina.

Me empuja hasta quedar recargado en el mármol de la isla central. Retoma el beso y las caricias a las que respondo con avidez. Se va deshaciendo poco a poco de la ropa de ambos. Al estar ya completamente desnudos se arrodilla a mis pies y se come mi polla con gula. Apoyo mis manos en la encimera y tiro mi cabeza hacia atrás cuando inicia el mete y saca. Se la come hasta el fondo a un ritmo medio, me sorprende la facilidad con que lo consigue, no es que tenga un pollón es más bien mediana pero bastante gruesa. Se entretiene en ello un buen rato mientras con sus manos acaricia mi vientre y mis piernas, yo estoy absolutamente rendido al placer que me brinda esa boquita. Finalmente le interrumpo y le pongo en pie, me mira con ansias pues intuye mis planes. Le pongo de cara a la isleta y le hago apoyar los brazos en el mármol quedando inclinado. Obedece mi guía dócilmente. Le beso la espalda mientras separo un poco más sus piernas, noto que se estremece de deseo.

─ Hay un condón y lubricante en el bolsillo de mi pantalón ─ su voz suena ronca y entrecortada.

Su pantalón está en el suelo así que me agacho para cogerlo mientras mi boca no se separa de su espalda, al llegar a su culito le muerdo suavemente una nalga haciéndole dar un respingo. Me coloco el condón en tiempo record mientras mi boca asciende hasta su nuca. Pequeños mordisquitos y mi rabo fregándose en su entrada le desesperan totalmente.

─ Por favor Edu, no aguanto más, métela ya. ─ suplica y gime.

No le es difícil convencerme, de hecho estoy deseándolo. La dirijo con la mano hasta su entrada y empujo con firmeza pero suave, mientras mi otra mano se apodera de sus caderas. Su túnel se abre para mí y consigo meterla hasta el fondo sin parar. Gime y se estremece bajo mi cuerpo a medida que entro lentamente en su interior. Un leve lloriqueo se le escapa al llegar al final. Me quedo quieto completamente alerta ente su reacción, no deseo hacerle daño. Apoyo uno de mis brazos en la encimera, liberándole de mi peso, mientras con el otro rodeo su estrecha cintura. Mi boca se apodera de su oreja y es él mismo quien comienza el movimiento, primero circular y luego atrás y adelante. Su ritmo va aumentando poco a poco hasta llegar a ser bastante rápido. Sus gemidos de gozo me enardecen. Le freno finalmente y cogiéndole fuerte por la cintura se la clavo muy a fondo haciéndole soltar un gemido, iniciando un ritmo lento y profundo, se queja un poco pero no intenta moverse así que deduzco que también le gusta. Luego me yergo del todo apartándome de su espalda y empujándole hacia abajo hasta que su cuerpo queda casi horizontal, totalmente entregado me deja hacer. Cojo su cadera con una de mis manos mientras que la otra permanece en el centro de su espalda obligándole a guardar la posición. Puedo ver como mi pene entra y sale de su cuerpo. Gira su cara y me mira a los ojos con cara de placer consiguiendo que se me ponga más dura que nunca.

Recuerdo luego la idea inicial, de follarle sobre el mármol. Se la saco y le tumbo sobre la encimera llevando sus piernas a mis hombros. Dócilmente facilita mis acciones y en poco tiempo estoy clavándosela nuevamente. Sus gemidos de placer total y su carita transfigurada de gozo me excitan a tal punto que paro para evitar correrme. Poniendo sus manos en mi cuello, tira de mi hasta conseguir besarnos. Sin separarme reinicio las embestidas sintiendo su pene rozar mi vientre. Pronto noto como está a punto de llegar a su orgasmo y acelero el ritmo aumentando la fricción de su rabo con mis abdominales. Finalmente noto su ano contraerse mientras su semen sale disparado contra mi pecho. La sensación de triunfo por hacerle correr sin tocarse y los espasmos de su esfínter provocan mi corrida.

Permanecemos así un momento, recuperando el aliento. Justo cuando se la he sacado escucho el motor de un deportivo, y al poco el timbre de la casa sonando. Me asomo por la ventana y veo el coche de Quim aparcado en la calle. Debe haber olvidado algo al marchar después de discutir con Guillem. Se lo explico a Roger y se viste a toda prisa para abrirle. Le imito y me acerco a la entrada mientras ellos se saludan.

─ Que tal Quimet cómo estás ─ Saludo con una sonrisa que no me devuelve.

Nos mira alternadamente con cara de sorpresa, no entiendo nada. Finalmente rompe su silencio.

─ ¿Cómo es que os habéis intercambiado las camisetas? ─ Mierda, con las prisas nos hemos equivocado al vestirnos.