Balón de Oro. Capítulo 2
Me apetece hacer algo que se que a las chicas les encanta y que a mi anoche también me ha proporcionado placer, comerme sus rosados y pequeños pezones.
Balón de oro. Capitulo 2 No me reconozco
He despertado al amanecer con una sed increíble, me paso por la cocina para beber un poco y ya de paso le echo un ojo a Quim que duerme plácidamente. Al volver a mi habitación veo como Roger se ha girado y regala a mi vista con el espectáculo de su culito desnudo. Es un trasero redondito y abultado, respingadito y que resalta aún más por esa cinturita estrecha. Me tumbo en la cama y le observo detenidamente, sus piernas gruesitas para lo delgadito que es, ese bonito culo, su espalda arqueadita, su pelito rubio cenizo y esa carita de no romper un plato. Mi polla despierta ante tanta belleza. Sin poder evitarlo mi mano acaricia su hombro y va descendiendo poco a poco por su espalda hasta llegar a esas redondas montañitas de carne que tanto me atraen. Mis caricias en su trasero le despiertan y veo sorpresa en su preciosos ojos verde intenso. Mi cara está muy cerca de la suya, así que no le cuesta mucho acercarse y besarme. Nos besamos durante largo rato, acariciando nuestros cuerpos. Me parece increíble que yo esté haciendo esto, y ahora ni siquiera tengo el pretexto de decir que estoy borracho, tengo resaca, pero estoy sobrio y además he sido yo quien lo ha iniciado esta vez. Se posiciona encima mío con nuestros cuerpos en total contacto apoyándose en sus brazos y rodillas, quedando mis manos absolutamente libres para seguir explorándole. Deja de besar mi boca para dirigirse a mi cuello, lo que provoca que le abrace con fuerza. Le dejo hacer un rato, pero de pronto estoy deseando volver a besarle, así que cojo su cabeza con fuerza y le beso con ansias, más de las que había tenido nunca con las chicas. Se queda muy quieto, sorprendido por mi actitud supongo, y en parte porque le tengo cogido del cabello y mi otra mano rodea su cintura, dejándole sin margen de maniobra.
No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero el sol comienza a entrar a raudales por las ventanas abiertas. Me apetece hacer algo que se que a las chicas les encanta y que a mi anoche también me ha proporcionado placer, comerme sus rosados y pequeños pezones. Tiro de su cabeza hacia atrás, rompiendo nuestro beso, y empujo su cintura hacia mí. Me mira divertido sin entender bien que es lo que pretendo. No estoy para explicaciones así que me lamo su pezón izquierdo, haciéndole dar un respingo y a su pene soltar un par de gotas de liquido, cayendo éste en mi vientre. Repito la maniobra alternando entre ambas tetillas hasta que pierde su efecto. Paso entonces a succionarlas ligeramente ahora que están erectas como dos minúsculos penes. Me entretengo en ello unos momentos, y es él quien rompe esta vez mi deleite, bajando nuevamente su cuerpo a la posición anterior para seguir besándome, pero apenas da un par de piquitos y prosigue el descenso hasta encontrarse con su cara ante mi polla. Antes de comerse mi rabo levanta del todo su cabeza y me mira directamente a los ojos con una expresión terriblemente cachonda. Me muerdo el labio con impaciencia, lo cual le divierte y provoca que se la coma de una y hasta el fondo, sin apenas usar sus manos. Madre mía, casi me corro al instante, este chico me va a volver eyaculador precoz.
─ Para que no quiero correrme tan rápido esta vez ─ Rompo por primera vez el silencio.
Sin responderme se separa por completo, levantándose de la cama. Cierro los ojos e intento relajarme. Pasan dos o tres minutos y consigo alejar la sensación de corrida inminente. Estoy tan concentrado que no soy consciente de sus movimientos hasta que siento su mano en mi pene, eso es... abro con sorpresa mis ojos para comprobar que efectivamente está colocándome un condón. Estoy a punto de protestar, pero pone su dedo en mi boca haciéndome callar.
─ Lo deseas tanto o más que yo ─ Dice y prosigue su labor preparatoria aplicando lubricante encima de mi plastificada herramienta.
Me doy cuenta que tiene toda la razón, y que me apetece mucho metérsela por su precioso culito. Se posiciona encima mío de rodillas y de cara.
─ Quédate muy quieto y déjame hacer a mi ─ Asiento sin pensar, el experto es él. Será la primera vez que pruebe un culo, en el sexo con las chicas me limitaba al sexo oral y las penetraciones vaginales.
Dirige mis manos a sus piernas y utiliza las suyas para abrirse las nalgas y cogerme la polla posicionándola en su entrada. Empuja ligeramente hacia abajo y siento como se va abriendo para mí. Tarda su tiempo pero consigue sentarse por completo en mis piernas, penetrado por entero. Tiene los ojos cerrados y un gesto de concentración en la cara. Noto su interior calentito y muy ajustado alrededor de mi pene. El suyo descansa sobre mi estomago ligeramente blando. Lo acaricio un poco deseando que él también goce, es la primera vez que toco la polla de otro, pero como soy experto en tocarme la mía lo hago con seguridad. Comienza el sube y baja, lento al principio, pero va adquiriendo velocidad a medida que aumenta su excitación. Su rabo está ya durísimo y le masturbo al ritmo de su cabalgada.
─ Para o seré yo esta vez quien se corra ─ Su voz suena entrecortada. Mis manos pasan de su pierna y su polla a su cintura indicándole el ritmo que me apetece.
Sigue mi ritmo dócilmente durante un ratito, luego para y clavándosela a fondo se inclina para besarme. Aprovecho que su posición me permite mover las caderas y soy yo el que reinicia el mete y saca. Suaves gemidos escapan de su boca y su mano acaricia mi cara. Separa su rostro ligeramente, abriendo sus ojazos verdes y mirándome con intensidad a los ojos. Su mirada me transmite su gozo, la entrega de su cuerpo para mi placer. Es demasiado para mí y en pocos minutos sin poder evitarlo me corro con una intensidad que no había sentido nunca. Me besa con suavidad antes de erguirse y machacársela con mi pene aún dentro. Menos de un minuto después baña mi pecho con su corrida, una gota incluso acaba en mi mejilla. Resopla agitado recuperando el aliento, mientras que yo descubro que mi erección no ha disminuido apenas, jamás me había pasado. Me descabalga y se derrumba a mi lado.
─ Disculpa, te he puesto perdido ─ apenas logra articular con voz cansada.
─ Creo que sobreviviré ─ sonrío satisfecho ─ Te preguntaría si te ha gustado, pero dado que me ha llegado a la cara supongo que sé la respuesta.
─ Tendrías que ducharte, si no te costará sacarlo si se seca.
Hago caso de su recomendación y me doy una larga ducha fresca. Salgo de la ducha y encuentro a Roger durmiendo de nuevo boca abajo. Mi rabo reacciona de inmediato elevándose. Pero decido que ya ha sido suficiente ajetreo. Para evitar la tentación me enfundo un bóxer largo y suelto y una camiseta y salgo de la habitación. Echo un vistazo a Quim que sigue durmiendo en la misma posición y roncando como un bulldozer viejo. así que para matar el tiempo decido sorprender al grupo preparando un buen desayuno. Unos hot cakes con miel y mantequilla, café al estilo americano y fresones con zumo de naranja. Estoy parando la mesa cuando aparecen Joan y Jordi con cara de zombi. Son las 11:30 así que decido despertar a los demás a golpe del Bolero de Ravel.
Van saliendo uno a uno recordándose de mis ancestros y flipando en estéreo al ver tremendo banquete preparado. Se ríen de mi diciendo que quiero engordarles, pero entre broma y broma damos cuenta de todo. Noto que Guillem me mira sonriente y con cara de picardía.
─ Joer Edu, que contento estás hoy, pareces gato que se ha comido al canario. ─ Pongo mi mejor cara de póquer mientras Roger está a punto de ahogarse con el café.
─ Je je je, que aquí el único que no come pájaros soy yo chavalín ─ cosa que en el sentido estricto es cierta. Todo mundo ríe mi gracia.
─ Touché... bueno, tu y Sor Quim, que a veces pienso que es un hetero en el armario. ─ mas risas y el aludido pone mala cara fingida.
─ Lo que pasa es que no os presento a mis ligues, porque si no me los espantáis con vuestras plumas.
─ Ya, si, tus ligues, como ese tal Javi ¿no? ─ Esta vez la mala cara de Quim no es nada fingida.
─ Precisamente os portasteis todos como una auténtica panda de subnormales. Sabíais que es muy orgulloso y que no le gusta que le regalen nada.
─ Yo solo le estaba haciendo ver lo bien que le tratabas.
─ Pues lo hiciste genial Guillem, ge ni al.
Sale de casa dando un portazo y tras un momento escuchamos el chirriar de los neumáticos de su Porsche 911 4S Carrera, el niño tiene estilo y se ríe de sus amiguetes por tener coches de nenas, pequeños Volvos y Audis, hasta un Beetle Cabriolet en el caso de Guillem. Mis coches sí que le gustan, un Bentley Continental Supersport, un Range Rover Sport y mi Chevy Nova Sport Coupe 1971 que restauré yo mismo con 16 años y que he llevado conmigo desde entonces.
Pasamos el día un tanto a disgusto por lo ocurrido, hasta que finalmente los chicos decidieron bajar a Barcelona, mañana toca cole, y nos quedamos solos en casa.
─ Tendríamos que hablar de lo de esta mañana, Edu. ─ Su voz suena ligeramente más ronca de lo normal.
─ Bueno, yo realmente no tengo demasiado a decir, te ha gustado creo, me ha gustado y no hemos hecho daño a nadie. ─ Intento aparentar un aplomo que no tengo.
─ La verdad es que me sorprendiste. ─ Me mira con una media sonrisa y ligeramente ruborizado.
─ Me he sorprendido hasta yo nene. Nunca pensé que me gustaría hacerlo con un tío. Siempre creí que me fijaba en los cuerpos de otros hombres por un afán narcisista de comparación. En alguna ocasión incluso me calentaba viendo un buen culo masculino, pero supongo que me negaba a aceptar conscientemente que me atraían sexualmente otros chicos. Además, siempre he tenido novias desde los 14 y como estaba enamorado y tenía sexo con ellas no me fijaba en nadie más; ni chicas ni chicos. ─ Me siento ligeramente más aliviado al explicarlo. Él nota que estoy distendido y se atreve a bromear.
─ Lo que te pasa es que eres bisexual y un moñas de cuidado.