Bakalas en pandilla 7: pique entre dos chulazos

El chulazo de Sergi siempre farda de cuerpazo de modelo por el Gym, restregándome su descapotable y vacilando, pero no se esperaba que después de tras tanto calenton usara mis musculos de gorila para acorralarlo y follarmelo en plena discoteca.

Pandilla de Bakalas VII: pique entre dos chulazos de gimnasio

El chulazo de Sergi siempre farda de cuerpazo de modelo por el Gym, restregándome su descapotable y vacilando, pero no se esperaba que después de tras tanto calenton usara mis musculos de gorila para acorralarlo y follarmelo en plena discoteca.

Carlos

Joder cuanto tiempo sin hablaros. Por si no os acordáis, os recuerdo que me llamo Carlos, tengo 20 años y me molan un mazo el gimnasio... y los tios buenos.

A principios de curso, me pase por el campus de la universidad de Alicante, y mientras esperaba a que llegaran mis colegas, me entretuve viendo un partido de futbol. Al acabar, espie a un grupito de universitarios veinteañeros y buenorros, de un follable difícil de superar, y que por algún motivo me resultaban extrañamente familiares. Al final resulto que todos ellos eran amigachos o parientes de los miembros de mi pandilla, un grupo de bakalas de 18 y 19 años casi tan cuadrados como yo.

Aquello no podia ser coincidencia. Y me dispuse a volcarme.

Al principio costo un poco y la cosa iba lenta. Mis colegas tenian algo de reparo en reconocer lo mucho que les calentaban aquel grupito de buenazos. En cambio, fue increíblemente facil lograr que saliéramos todos juntos.

Por algo se empieza, y lo bueno se hace esperar, pero entretanto, yo tenia ganas de follar.

Me pase otra vez por la universidad unos dias después, al comenzar las clases . En Alicante todavía hace bastante calor en Octubre, y podía disfrutar de cantidad de veinteañeros cañón paseando en ropa ajustada. Hay de todo, aunque los que más me calientan son los extranjeros, blanquitos y rubios, con unas jetas impresionantes y brazos de infarto, siempre marcando músculo.

Le mande un mensaje a Marc, un chaval de mi edad que empezaba este año su segundo curso en la uni. Es un colega de puta madre, aunque un poco creído, con eso de ser universitario y modelo a ratos. Aunque la verdad es que no le faltan razones, porque esta super-bueno.

Mientras le esperaba sentado en el Club Social, mirando a los buenorros pasar, me recosté, cruzando las manos detrás de la espalda. Pasaron un puñado de tias, que se me quedaron mirando de reojo. Y los tios también, no se si porque les iba mi rollo o porque les acojonaba verse a un gorila como yo nada mas entrar al bar. A uno me sonaba que le había soltado alguna ostia una noche currando de portero en una discoteca.

Yo me hice el despistado, pero la verdad es que me encanta que la gente me mire. Cada mañana, en cuanto me levanto, me acerco al espejo del cuarto de baño y admiro mi reflejo. Es demasiado lo bueno que estoy. Con mas de 1.90, me he machacado el body en gimnasio desde que tenia catorce años, y nunca tengo bastante. Mis piernas son la envidia de cualquiera, enormes y musculosas, pero mis brazos y mi jeta son los verdaderos capeones. Soy el puto amo del gimnasio, levantando mas peso que los demás en los aparatos, y a un pulso no hay quien me gane. Si me doy la vuelta, y me miro al espejo, la espalda no me cabe, y ponga los brazos como los ponga, siempre son el centro de atención, por el tamaño desmesurado de mis biceps, con la piel morena de tomar el sol en la playa y pasear por la calle sin camiseta.

Joder, hay veces que puedo correrme solo con tocarme un poco mirándome al espejo.

En eso entro Nacho, uno de mis colegas. Es algo mas alto que yo, con unos músculos de cuidado y un tatuaje tribal en el hombro como el mio. Pero pese a todo yo estoy mas mazas todavía. Me levanté y la chocamos. Nos abrazamos, y mientras nos dábamos unas palmadas, el me envolvió por sorpresa y empezó a apretar. Es la ostia este tio. Le palmee con mas fuerza en la espalda, y el apretó aun mas, así que me revolví y le abrace también. Empezamos una lucha de osos, apretando y riendo. Al final casi nos ahogamos uno al otro. Cuando no podíamos mas entre la risa y las toses, tuvimos que soltarnos, jadeando y riendo como locos.

Como Marc no contestaba, llame a su casa y su hermana me contó que tenia examen. Joder, que pena. Le dije a Nacho que nos abríamos y mientras ibamos a la salida, vi que había una pandilla de tios jugando al billar en una esquina. Eran tios de gimnasio, con espalda de armario y brazos cachas.

Reconocí a Sergi y Enric entre ellos. Enric es un capullo insufrible, que va de chulo, pero en cuanto le das un buen par de ostias se raja. Sergi en cambio es distinto. Con el pelo rubio y bronceado de playa, tiene un polvazo que no pasa desapercibido. Alto y con una espalda ancha y musculosa, esta hecho todo un chulazo de primera. Lleva el cabello rubio largo y un poco rizado, con melena hacia atrás. Es valenciano pero parece de fuera, asi que siempre pensé que follartelo debe ser como tirarte a un giri vacilon. Al vernos nos saludaron con el brazo, como si fuéramos colegas o algo. Guilipollas. Pero bueno, devolvimos el saludo y nos acercamos a la mesa.

-Que pasa, chaval- me dijo Sergi desde el otro lado, con las manos en el palo- ¿Que haces por aqui? ¿Te ha salido curro en los vateres?

-No tio, tranquilo. No te voy ha hacer la competencia- Nos reímos sin muchas ganas, con un poco de mala ostia- ¿Quien gana?- pregunte mirando las bolas.

-Joder, Calitos, eso no hace falta preguntarlo- Se echó la melena para atrás y se dio un par de golpes en el pecho- El puto amo, claro.

-Eso es porque estos son unos tiraos- replique. Con otro tio Enric se habría puesto tonto, porque es un grescas, pero conmigo y Nacho al lado, se rajó y se lo tomo a broma. Sergi también.

-¿Que pasa? ¿Que quieres que te machaque un poco a ti también?

-Eso no te lo crees ni pasao de coca, chaval- Le desafié, todavía entre risas- A ver si aprendes con quien hablas.

-Pues nada tio, cuando quieras –me reto, pasando la mano por el palo como si le estuviera haciendo una paja. El hijo de puta sabia como calentar. Mire el reloj, pero si me quedaba ya no llegábamos al centro.

-Ahora no hay ganas. Otro día- respondí.

-¿Qué pasa, chavalin, que no hay huevos?- murmuro desafiante en voz baja.

-Escucha bien, cabronazo, aquí hay huevos de sobra- le dije cabreado apretándome el paquete, harto de su chulería- Esta noche libró en la disco. ¿Te viene bien?

-Por ti, amor, lo que sea- Sus colegas se troncharon, y yo me encendí un poco, pero lo deje pasar. Ya le daría lo suyo- Pero no vengas muy colocado, que si no luego no te acuerdas y te inventas las cosas- Se inclinó y dio un golpe, metiendo una bola azul en el hoyo- Esto ya casi esta. Lo siento, Enric- fingió el cabron- Otra vez te toca pagar- Me miro mientras preparaba el tiro- Podéis mirar un poco, si queréis aprender algo- y metió la roja. Había que reconocer que el chulazo era muy bueno.

Al final nos quedamos un rato, hablando de futbol, y nos fuimos juntos a por el coche. Claro, el muy hijo de puta tenia una preparada.

-Oye Carlos, este no me lo habías visto aun, ¿Verdad?- me dijo el muy cabron al llegar a su descapotable. Era un cochazo negro de la ostia. Su padre le había vuelto a cambiar el coche. El mió es un Opel que me he tuneado un poco, y me encanta, pero un descapotable... Nos toco darle un poco de coba mientras el hijo puta fardaba con la potencia del motor y el retumbé de los bafles. En cuanto pudimos, Nacho y yo nos montamos en mi coche y salimos a toda leche del parking, mientras Sergi se entretuvo un momento con el movil antes de arrancar y darle caña.

Nos picamos y aceleramos, con Sergi siguiéndonos de cerca, pero tuvimos que parar en el semáforo y nos alcanzó. Me saludo con la mano, haciendo vibrar el motor. Con los brazos al volante, la manga corta se le subía y podía lucir los músculos como le gustaba. La camisa la llevaba abierta por arriba, para enseñar sus perfectas pectorales, con la piel lechosa y sin pelo, fardando de cuerpazo. Me embobe mirándolo y no vi que se ponía en verde.

-Bueno nenas, nos vemos- se burló, y arranco de golpe, dejándonos atrás. Esta noche le iba a pillar con ganas.


Para salir, me puse una camiseta ajustada para marcar bien mis músculos colosales. Tampoco es que pueda pasarme demasiado, no se vaya a romper si hago un movimiento brusco. Las mangas cortas me llegaban hasta donde podían, infladas de músculo. Y mi culo coronaba como se merecían mis piernazas de guerrero espartano. Hinche el pecho y sonreí orgulloso al ver como todo mi tórax se pegaba a la camiseta, amenazando con reventarla. Satisfecho, me fui para la disco.

Nacho me esperaba dentro, tomando un chupito con Marc, preguntándole como había ido el examen. Nacho tambien va un rato ciclado, embutido en una camiseta roja por donde asomaban tremendos bíceps bronceados.

Mi amigo Marc es moreno, alto y macizo. Tiene el pelo negro y corto. Y un rato guapo. A veces trabaja de modelo y todo, junto a Sergi. No se llevan mal, lo que no me explico por que Marc es un tío cojonudo y el otro un gilipollas integral. En torno al cuello llevaba un collar de esos que estaban de moda, tipo conchas blancas de nativo jamaicano. Hacían buen contraste con el bronceado. La ropa de marca la llevaba ceñida al pecho, que caía sobre un estomago plano y firme.

Al abrazarnos aproveche para meterle mano un poco, pero ya lo tengo acostumbrado y no se molesto. No me pude contener de removerle el pelo y darle un beso en la cabeza, en plan de broma.

-Atentos, pavos, que ya esta aquí el puto amo - me saludo Nacho con unas palmadas- Vamos al billar a darle un repaso al capullo de Sergi.

Nos abrimos paso entre la gente y alcanzamos la zona de juegos. Sergi y sus colegas estaban allí, jugando un poco mientras nos esperaban. Mientras me acercaba, estudie al chulazo de arriba a bajo. Como siempre, iba vestido para provocar, con ropa de marca y colonia cara.

En su carita de modelo, destacan sus ojos azules, con una nariz recta y mandíbula cuadrada. Llevaba vaqueros, para marcar a gusto un culo fabuloso, con una correa de cuero ciñéndolos a su estrecha cintura. El pelo largo le caía hacia delante al tirar, y se lo tenia que apartar todo el rato. Así podía flexionar los biceps y marcar músculo. Y menudos brazos. Se vestia tenia una camisa oscura, con pinzas, para que hiciera forma de "V" en el torso, porque a Sergi le gusta que se le note su amplimisima espalda de gladiador, con las manga corta, para que todo el mundo pudiera ver bien sus bíceps, con los últimos botones desabrochados para enseñar sus abultados pectorales, que abombaban la tela en la que se le marcaban los pezones.

Al llegar, estaba recostado sobre la mesa, con los musculosos brazos descansando a ambos lados de su cuerpo y su amplio tórax contraído por la risa de alguna broma. Al vernos nos dedico una sonrisa de chulería, pasando las dos manos por el pelo, levantando la tela de la camiseta para enseñar la cintura y la goma de los calvin Clein. Se había enseñado a posar para la fotos trabajando de modelo, y como al muy cabron le encanta calentar, es imposible estar a su lado sin que te ponga a mil, por muy mal que caiga. Marc en cambio es distinto. Es uno de eso tíos tan buenos que ni se dan cuenta de cuando provocan.

Nos saludamos con un apretón duro y unas palmadas en el hombro. Me echo un vistazo de reojo, seguramente calibrando la potencia de mis inmensos músculos. Para impresionarle, cogi el palo de billar y me lo apoye en mis hombros, a punto de reventar mi camiseta. Sergi capto mi vacilada, picado, y se giro hacia la mesa para darme la espalda. Nacho y nos miramos, sonriendo. Primer punto. Mi rabo empezaba a animarse incluso antes de comenzar a jugar.

Pusimos las bolas en su sitio y quitamos el triangulo. Marc, convertido como siempre en mediador, preguntó quien quería empezar y Sergi me señalo a mi

-Empieza tu, venga. Te doy ventaja- me vacilo el cabron. Me negué, claro, pero siguió insistiendo, un poco mas chulo cada vez, hasta que me harte y di el primer golpe con fuerza, preparado para machacarle. Las bolas se desperdigaron por toda la mesa, pero sin llegar a meter ninguna.

-Hala, venga, te toca- Le dije un poco alterado. Marc y Nacho me dieron un apretón en el hombro para que me calmara. Inspire hondo. Acabábamos de empezar y el muy hijo de puta ya me había cabreado.

Sergi sonrió y estudio la mesa, buscando una fácil. Entonces me acorde de que la segunda tirada es la de la ventaja, porque esta todo lleno de bolas y es fácil meter una. El se dio cuenta, y guiñándome un ojo, metió la numero tres.

Yo tuve problemas desde el principio, no solo porque juega bastante bien, sino porque con cada movimiento parecía que aquel chulazo se me estuviera insinuando. Cuando yo tiraba, se cruzaba de brazos para lucirse, o apretaba el palo para hinchar las venas y tensar los músculos. Cuando se percataba de que me distraía, sonreía con el desafió de un super-campeon y frotaba suavemente el taco a la altura de su cintura. Y en cuanto le tocaba a él, dejaba que el pelo le cayera un poco hacia delante y, al extender los brazos para tirar, nos enseñaba unos brazos torneados por horas de pesas y aparatos.

-Menudos músculos, eh tios- presumió, sin molestarse en disimular- Hay que sudar, pero merece la pena.

-Pero chaval- Le contesto Nacho, poniéndose a su lado- ¿Tu has visto con quien estas hablando? ¿Tu has visto mis músculos?- y doblo el brazo, exhibiendo sus inflados bíceps - Y Carlos aquí presente es tío mas mazado de Alicante. Si hasta los porteros se rajan al verle acercarse.

-Bah - Contesto Sergi- Eso es porque les pagara una ronda en algún puticlub - Disparo y acertó con la siete- Y atiborrándome con pastillas yo también estaría tan cuadrado.

Yo escuchaba a medias, centrado en como se removía la musculatura de su espalda al jugar. Una de las veces, al inclinarse, me puso a mano un culo fenomenal, con nalgas grandes y duras preparadas para aguantar lo que sea. Se me puso tan dura que me tuve que apartar y andar hasta la barra para que se me bajara y volviera a tener el empalme bajo control. La próxima vez, intente no fijarme tanto, pero el desgraciado no me lo ponía fácil

-Has visto, Carlos- Me dijo vacilon, ajustando la posición y moviendo el culo de un lado a otro- ya llevo cinco y tu solo dos, y me lo estoy tomando con calma- Tiro y metió otra mas. Se rió y yo rechine los dientes.

-Aparta, fantasma- remugue cuando fue mi turno. Pero no me dejo en paz.

-Eres malo, tio- dijo a mi lado- No se para que quieres tanto músculo- Me sobo un poco mis tremendos biceps, riendo y burlándose- Tanto esteroide se paga al final- A pesar del cabreo, me moló un huevo su magreo, y apretando el puño los endurecí de golpe, pillándolo por sorpresa. No fue capaz de apartar los ojos de la barbaridad de músculos que se me marcaban al flexionarlos.

-Bueno, Sergi- susurre en voz alta- ya se que te pongo, pero córtate un poco- Se puso un poco colorado, y titar un par de veces tranquilo, pero no tardo en volver. Cuando me preparaba para darle a la bola se me coloco detrás y me puso la mano el hombro.

-Mira tio, deja que te enseñe- me dijo al oído, y luego deslizo su musculoso brazo sobre el mío como una pitón sobre el tronco de un árbol. Apoyó la cabeza sobre mi hombro, estudiando la posición. Comenzó a manejarme los dedos para que agarrara el palo como quería. Tenia la piel suave y calurosa, frotándose contra mi brazo. Su cercanía daba mucho calor y me tuve que esforzar al máximo para no volverme y follarmelo sobre el billar- Pones la mano así y dejas que el palo se mueva- Estaba tan salido que ni siquiera conseguía revolverme y darle una ostia para que se apartara.- Venga prueba y veras- Me sonrió y me dio un besito en la mejilla.

El leve contacto de sus labios me despertó y me lo saque de encima, mientras se partía de risa- ¡Aparta, joder!- Grite con fuerza, intentando que los demás no se fijaran en la tremenda erección que se izaba entre mis piernas.

Perdí, y el hijo de puta me lo restregó sin parar. Jugamos otro par de partidas, y el cabron volvió a ganarme las dos. Y luego dos más. No comprendo como puede tener tanta puta suerte. Tuve que pagar una ronda a los demás y todas las copas que Sergi quisiera.

Comenzaron a bailar, pero yo no estaba de humor, y me quedaba mirándolos desde la barra, donde servia un colega. Sergi y Marc bailaban muy cerca, sin que les faltaran tias para acompañar. Mientras yo les miraba, Sergi se fue soltando, moviendo su sensacional cuerpazo mas cerca de Marc, abriendose la camiseta para exhibir la mercancía. Mirando a Marc a la cara, que le reia la gracia y le seguía el juego, se pasó despacio la mano por el estomago. Y por si no fuera bastante, se pegó al buenazo de mi colega, metiendole la mano bajo el polo, levantándoselo para que pudiéramos comparar sus abdominales y ver quien era el rey de las flexiones. Nacho y yo nos picamos por Marc, pero a él parecía darle igual que aquel tremendo chulazo le vacilara de semejante manera. Después de un rato mirándoles rozarse, tenia un calenton serio, y esto era lo que me faltaba.

Y entonces llego mi oportunidad. Acaban de abrir el piso de arriba de la disco, y subimos de planta. Encima de esa hay otro piso con aseos para vips. Como somos colegas, y había currado varias veces allí de portero, les pedí a los camareros que nos dejaran usarlos. Sergi ni me dio las gracias. Debía pensar que lo merecía sin más.

Y la fiesta continuo igual. Marc, Sergi, Enric, Nacho y los demas bailaban con una copa o dos en la barra, (a mi cuenta, puto Sergi), mientras tonteaban con las tias o se manoseaban un poco entre ellos. Sobretodo Sergi. Varias veces se me acercó, mirándome con chulería, marcando músculo o sonriendo con su carita guapa. Pero en cuanto se fue para arriba a refrescarse, le seguí mientras subía las escaleras hacia el cuarto de baño. Nacho fue detrás de mi. Espere un poco en la puerta, frotándome excitado los antebrazos.

Al abrir para salir, Sergi se encontró conmigo. Continuaba llevando la camisa abierta, presumiendo de su tipazo. Se estaba abrochando las mangas cuando me vio. Con una sonrisa, le empuje adentro y me metí, dejando a Nacho vigilando la puerta. Es un sitio grande y limpio, donde la música sonaba un poco mas apagado. La verdadera fiesta acababa por fin de empezar.

-¿Que coño quieres, Carlos?- se encaró Sergi conmigo- ¿Es que necesitas ayuda aquí dentro, que no te la encuentras de noche?- se burló vacilandome.

No le conteste. Simplemente empecé a avanzar hacia el. Sergi intento pasar pero le pare con la mano. Extendí el brazo y lo empuje hacia atrás. Me miro con sorpresa. Volvió a intentar salir y le lance otra vez hacia adentro. Le sonreí y comencé a avanzar en su dirección. Nervioso, Sergi miro a los lados, intentado encontrar ayuda, abrochándose los botones. Cuando me acerque lo bastante, hice un amago de agarrarle. Asustado, retrocedió.

-Oye, Carlos, esto no tiene ni puta gracia- tartamudeó, intentando parecer bravucon- déjame salir o te partó la cara.

-Pues adelante- le desafié- tu mismo, Sergi- Y me quite la camiseta. Cuando me vio sin ella, se quedo paralizado por la impresión. Soy mas alto y mucho mas ancho. Puede que el este tan bueno como Bran Pitt en Troya, pero yo haría que hasta Vin Diesel me mirase con envidia. Me rei y le guiñe un ojo, pasándome la mano por el estomago- ¿Qué pasa tio? ¿Ya te has acojonado tan pronto? ¿O es que te pongo?

Levanto la mirada de mis abomínales, aturdido. Yo me frote un poco el tatuaje, girando el brazo, fardando de músculos de espartano. Me pidió otra vez que lo dejara salir. Menee la cabeza y di otro paso más, y entonces me ataco por sorpresa. Me hice hacia atrás, esquivando un par de ostias. Luego me soltó un puñetazo en el estomago. Estuve estudiándolo mientras evitaba sus golpes, parando los que me venían a la cara. Me embistió dos veces, tratando de derribarme y escapar. Yo le detuve y lo tire para atrás. Comenzaba a asustarse, pero no se daba por vencido. Lance el brazo para atraparle unas cuantas veces, pero logro zafarse, reculando al fondo y poniéndose en guardia.

-Te veo nervioso, chaval ¿Es que tienes miedo?- flexione los brazos, balanceando las piernas a uno y otro lado, sin dejar de sonreír- Venga pavo, acércate un poco. A ver que sabes hacer.

Sergi miró a su espalda. Estaba acorralado contra la esquina. Afuera cambiaron la música por una de Shakira. Me reí e intente cogerlo, como en un combate de lucha. Me repelió las primeras veces, pero cada vez estaba un poco mas cerca. Al fin me lance a por el. Me golpeo los brazos y el estomago, pataleando, mientras yo intentaba sujetarlo. No era fácil. Me pego varias veces antes de conseguir ponerme detrás y atrapar sus brazos entre los míos. Se revolvió rabioso en mi abrazo, en medio de insultos y patadas.

Sudábamos a mares, respirando a bocanadas. Me dolían un poco sus golpes, pero me daba igual, porque al fin le tenia donde quería. Tenia su musculosa espalda pegada contra mi pecho, y su revoltoso culazo botaba contra mi polla, poniéndola a tope. Me iba haciendo a la idea del festín que me iba a pegar y de lo bueno que estaba.

-¿Te rindes ya?- Susurre jadeante en su oído, lamiendo y mordisqueándolo. Llevaba puesta una colonia de las caras, y mi barbita de tres días le rapaba la suave y tierna piel de su mejilla. Retorciéndose entre mis brazos, me llamo hijo de puta.

Apreté aun más, levantándole del suelo, con la respiración entrecortada por el esfuerzo y la excitación. El cabron estaba cachas, tenia un culo increíble y una espalda fenomenal. Este polvo me lo iba a tener que trabajar. Pero no me podía aguantar más las ganas de besarle.

Le di la vuelta, aupandole sobre la mesita en la esquina. El ritmo y la pelea le habían hecho sudar y tenia la melena rubia empapada, con la ceñida tela oscura de la camiseta marcándole el cuerpazo a la perfección. Menudo pedazo de tiarron. Se resistió un poco más, sin tener nada que hacer contra mis brazos. Paro un momento para respirar y nos miramos fijamente.

-Pero que bueno estas, cabron- le dije. Me miro confundido, sin acabar de entender, lamiéndose los labios mientras pensaba. Joder, como sabia calentar el muy hijo de puta. Afloje para meterle mano por todas partes y cogerle de la nuca, echándome hacia delante para besarle. Abrió los ojos de par en par, estupefacto. Su boca sabia a coctel de los buenos. Estuve un buen rato morreandole con gusto. Podía notar que a el también le gustaba un huevo.

Pero Sergi era demasiado chulo para admitirlo, así que comenzó a revolverse otra vez. Con las manos en mis bíceps, trataba de apartarme, haciendo fuerza o golpeándolos.

Probo a lanzar un grito, pero la música estaba a toda ostia en la disco y fuera no oyeron nada. Yo en tanto estaba de puta madre con aquel chulito en mis manos. Deslice mis besos por la garganta, subiéndole la ropa hacia arriba conforme los buenorros de Alcazar elevaban la voz. Su estomago de campeón se removía peleon bajo mis manazas. Era un espectáculo de primera. Sus flexiones le habían dejado unas abdominales de lujo, que se contraían calentándome lo indecible. Mejor que Marc, definitivamente.El color oscuro de la tela resaltaba la piel blanca de sus músculos. Le besuquee un rato, por la mejilla y la suave piel de su cuello.

La canción de los suecos continuaba cada vez mas fuerte y animada, y a su ritmo, Sergi mezclaba protestas con jadeos. Le desabroche el pantalón de un tiron y, cogiendole con fuerza en la parte alta de las caderas, lo aupe un poco mas, mientras yo me bajaba hasta alcanzar su revoltoso estomago. Saboree su tableta de chocolate, relamiendo su trabajazo en el gimnasio. Los tersos músculos se flexionaban con fuerza y rebeldía entre mis besos, y yo sonreía al comprobar la creciente erección que se le marcaba en los boxers.

Jugué un ratito mas con sus abdominales, que parecían reaccionar a mi aliento, marcadísimas en sus esfuerzos por librase de mi. La goma de los calvin clein portaba la marca vacilona de los buenorros como el.

Mire hacia arriba. Sergi flipaba por mi fuerza. Le tenia levantado, contra la pared, con la camisa subida hasta el cuello. Jadeaba sin parar por el esfuerzo de luchar contra mis brazos de superheroe. Sus manos se resbalaban sobre el sudor de mis bíceps y triceps, y empezaba a mojar su ropa. Asustado, intentaba librarse, pero yo lo tenia mucho mas facil. Juguetee un rato, pasándomelo en grande. Le cogí de la pechera y le abrí la camisa de golpe, haciendo saltar varios botones por todo el aseo. Como estaba tan ceñida, sus anchos músculos tiraban la camisa hacia atrás, dejándome su trabajado torso para mi solito. Hice a un lado la tela y le sujete los brazos contra la pared.

-Joder, Sergi, como estas– murmure impresionado. Su pecho se levantaba, agitado, y todo su musculoso estomago subía y bajaba del cansancio y la excitación. Me hice hacia delante y le pegue un morreo fenomenal, tratando de forzar su boca con mi lengua. Al principio trato de soltarse, pero mis manazas mantuvieron sus brazos contra la pared. Me sobraba fuerza, y se lo demostré sujetándole las muñecas con una sola mano. El chulazo de Sergi ni siquiera intento librarse esta vez. Aprendía poco a poco. Como premio, le di un meneo a su paquete. Cerro los ojos, gimiendo. El buenazo empezaba a estar super empalmado. Solté su entrepierna y empecé a removerle la melena rubia, con un calenton único.

-Sabes lo mucho que te apetece- Le susurre al oido- Venga- acaricie con movimientos lentos su tipazo- dejame follarte de una vez- Le libere las manos y besuquee su nuca, aspirando el aroma de su cabello. Sergi bajo los brazos hasta mis hombros, inclinando el cuello para facilitar mis besos, que lo recorrían una y otra vez, lamiendo su piel.

-Carlos, por favor- hablaba entrecortadamente, con un tono tembloroso y jadeante- d-dddd-dejame- boqueo cuando le mordisquee el pequeño lóbulo de su oreja- n-nnn-no – gimio- s-ssss-suel- suel- ss-sueltame. Hare lo que me pidas, de verdad- tuvo que tragar saliva para poder acabar.

Ahora que tenia las dos manos libres, podía disfrutar a gusto; mesando su cabello rubio entre mis dedos mientras que con el otro brazo tras su espalda, lo acercaba un poco mas. Mis caderas se restregaban contra su cuerpazo, frotando mi ardiente tranca contra sus abdominales de infarto, empapados en sudor. Baje la cabeza para deslizar mi besos por su garganta, alzando su barbilla suavemente, acallando sus ruegos. Gimió de nuevo. Me sentía como un leopardo que explorara la garganta de un ciervo atrapado. Excitado por la idea, le pase los dientes, raspando con delicadeza su húmeda piel. Mirando el techo, me suplico una vez mas que parara.

-Sssh- susurre, deslizando mi barbilla por su delicado cuello- deja de mentirte a ti mismo, Sergi. Llevas todas la noche calentando al personal, esperando a que alguno tuviéramos los huevos de entrarte- le di un chupeton que lo dejo sin habla, restregándome contra su cuerpazo de modelo- No te me hagas ahora el estrecho.

-Te juro que no, Carlos- suplico con angustia, mientiendo- no me van los tios, de verdad. A lo mejor me mola lucirme con pasotas como tu, pero es porque me dais envidia de lo buenazos que estáis tu y Nacho. Mis colegas no paran de compararme con vosotros- intentando darme coba, me sobó los brazos- Y ya sabes como son las tías. Se ponen como una moto cuando pasan por el gimnasio y os ven levantando pesas. Las muy zorras me cuenta luego hasta donde llegáis, para joderme- trato de hacerse hacia atrás, para escapar, pero lo retuve con facilidad. Trago saliva por enesima vez al ver el tamaño de mi paqueton. Me rei bajito y le mire a los ojos. A pesar de sus palabras, no había intentado volver a librase a golpes una vez que le deje libre los brazos. En su mirada, medio nublada, distinguía una confusión de miedo y deseo. Mi favorita en un tío.

-Tus amigas y tus colegas, claro ¿Y no te han hablado de este pedazo de polla, campeón? –me apreté el paquete para que lo viera bien - ¿Que me dices de eso?

-Si, claro, mmmm-me lo han dicho ya varias veces. "Menudo trancazo tiene el hijoputa de Carlos"- Me rei super-excitado.

-¿ Y tu que le contestas, chavalin?

-Nada, les mando a la mierda. Me pone de mala ostia que me restrieguen por la cara el pollon que tienes- confesó sin pensar. Tenia la cara colorada como un tomate, por la vergüenza y el esfuerzo de la pelea. Los mechones rubios se pegaban contra su frente, empapado de sudor, que bajaba en hilillos por el cuello y su montañosa musculatura de gimnasio. Estaba muy nervioso, y aun le puso peor al cogerle la mano para ponérsela sobre mi sobrecalentada entrepierna. Abrió sus preciosos ojazos azules de la impresión.

-¿Qué te parece, campeón?- No sabia cuanto iba a poder seguir aguantándome.

-La ostia, pero que grande es- mascullo asombrado, con una mano apoyada en mi hombro y otra atrapada entre mis dedos y mi inmenso pollon.

-Ya te lo dije, chavalin- respondí con suavidad, acariciándole el pelo y moviéndole la mano lentamente hacia arriba y hacia abajo, para que comprobara el autentico calibre de mi artillería. No era capaz de rodeármela entera con solo una mano. Cuando le solté, la siguió palpando con el pulso tembloroso, como si intentara hacerse a la idea de unas dimensiones tan brutales. Y cuanto mas me la meneaba, más dura y grande se me hacia, asi que flipaba todavía más.

-Joder, Carlos, menuda anaconda- Tuvo que tragar saliva, y yo aproveche su titubeo para engrosarla más e impulsarla hacia arriba, con la presión de mis venas hinchadas. Asustado, la soltó un momento, pero volvió enseguida, demasiado impresionado de mi potencia- la Puta, macho, que animal

-Venga hombre, que tu tampoco te puedes quejar-conteste, metiendole la mano bajo los calvin clein para amarrársela. Como se intuía desde fuera, la tenia a tope, y se sobresalto al sentir mis dedos alrededor de su polla, alzando la cabeza. Nos miramos a los ojos un momento. Luego desviamos la vista hacia mi mano y su durisimo paqueton - Lo ves tio- le dije al oído, acariciándosela un poco- Estas hecho un semental- le di unos chupetones al cuello, restregando la cara contra la suya. Sergi, agobiado, me soltó el pollon e intento apartarme, removiendo las manos y las piernas. Pero yo lo mantuve fácilmente y me apreté un poco más- Y además de grande, seguro que juguetona- reí bajito, relamiéndome y volviendo a darle un par de besos por la mejilla- Dime- susurré entre jadeos incipientes- ¿Quieres que juguemos un poco, campeón?

-No Carlos, por favor, déjame- murmuro entre gemidos, pero a esas alturas ya no podía engañar a nadie y se lo dije.

-No me jodas, Sergi, que esta polla no engaña- Se quedo paralizado, sin saber que responder. Se la menee un rato, disfrutando de la cara de alucinado que ponía y de la suavidad de su herramienta.

Sin soltarle el rabo, me agache y lo bese con cuidado, removiendo sus cabellos. Sergi reacciono tarde, girando la cabeza a uno y otro lado. Yo me reía y jugaba con él, persiguiendo a sus labios y su esquiva carita. Tanta timidez en un tio tan creído me divertía y me calentaba un huevo. Pero ya iba siendo hora de empezar en serio.

-Venga tio, que llevas media vida deseando lo que va a pasar. Joder, tienes que haberlo pasado muy mal espiándome mientras levanto pesas en el gimnasio, muriéndote de ganas de venir a sobar y flipar- por fin, lo lleve a adonde quería. Se encendió y me hubiera matado con la mirada si hubiera podido.

-De eso nada, cabron. Yo no soy maricon.

-Y una mierda - Sergi cerro la boca con fuerza y apretó los puños, tensando toda su fenomenal musculatura con rabia contenida. Y haciéndome la boca agua. Joder, pero que rebueno estaba el rubito pijo. Antes de que reaccionara, me embistió, tratando de tumbarme de un puñetazo. El muy mamon esta super en forma, y a punto estuvo de conseguir noquearme. Pero evite que me diera en la cara y volví a atraparlo. Me iba a quedar un buen moretón en el cuerpo.

-Eres un hijo de puta- escupió, tratando de escapar.

-Y tu el tio mas bueno de esta disco, y te vas a enterar de cómo se folla de verdad- Sonreí para mi y para el. Me lo iba a follar, me lo iba follar como nunca se había atrevido ni a soñar; haría que se retorciera de placer, que no volviera a pensar nunca en nadie mas, porque después de mi ningún otro le iba a bastar; solo mi cuerpo de gorila en celo. Levante a Sergi en mis brazos y lo bese con ganas, relamiéndole la boca y la barbilla. Experimentaba el espíritu de un conquistador, la victoria sobre un gladiador en el coliseo. Lo aupe hacia arriba, hundiendo mis enormes manos en su duro culo. Y menudo culo. Eran como tener un balón de balonmano en cada mano, firmes y duros como el mármol. Le baje los vaqueros hasta los muslos, mientras los míos caían un poco, hasta donde mis piernazas los dejaban. Sergi, viendo lo que se le venia encima, se asusto de verdad y comenzó a retorcerse otra vez, tratando de escapar. Lo envolvi con mis brazos de He-Man, entre mi cuerpazo ancho y pesado.

Tarde un poco en comenzar el asalto, para darme el gustazo de ver que cara ponía al notar mi descomunal obelisco frotarse primero contra su propio rabo, en pie como un soldado en revista ante su oficial. Y mi gigantesco pollon lo superaba de largo, como un negrazo del Bronx ante un surfero californiano despistado. Después de que quedara claro quien tenia un trabuco de verdad entre los dos, lo alce un poco mas del suelo y deslice por debajo mi polla como una anaconda en busca de su luchadora presa. Su culo estaba duro con ganas. No iba a ser fácil. Pude sentir a sus nalgas apretar con toda su fuerza contra mi rabo de toro, mientras su cuerpo entero luchaba para librarse de mis brazos. Pobre Sergi, no sabia cuanto me estaba calentando con su resistencia. Con sus esfuerzos, su impresionante musculatura se volvía aun más increíble. Y me ponía aun más verraco.

Mi polla se deslizaba ya hacia adentro, como ariete en formidable fortaleza. Logre irrumpir por su porton y, poco a poco, tome ventaja y empuje adentro mis caderas entre sus muslazos abiertos. Grito, tan fuerte que pensé que se iba a desmayar. Pero Sergi es un deportista de campeonato, y resistía con energía mis arremetidas. Con cada centímetro que lograba avanzar, el luchaba más ferozmente. Apretaba su culo con todas sus fuerzas, pero mi pollon se lo tomaba a malas y respondía incrementando la potencia de mis embestidas.

Con sus esfuerzos mi trancazo crecía cada vez mas grande y mas grueso, ardiente como un hierro al rojo vivo, mientras destrozaba sus defensas como una carga de caballería. Grito entre gemidos, luchando como podía para tratar de boquear el avance de mi infantería en su cuerpo de marine. Tuve que parar para tomar aire y al mirarle de arriba abajo, tuve que asómbrame otra vez de su alucinante cuerpazo. Sus brazos de luchador, empapados por el sudor; el robusto pecho; su vientre durisimo y la cintura estrecha, con muslos musculosos que avergonzarían a cualquier futbolista de primera y un culazo sensacional, todo listo para ser mío.

Abrió los ojos, jadeando con fuerza, pero curioso de saber porqué había parado de follarmelo como un toro. Se dio cuenta de cómo admiraba sin palabras sus músculos brillantes, hinchados y marcados a tope por su esfuerzo. Y sonrió, sabiendo que en cualquier certamen de modelos el me ganaría de largo.

-Así que por eso estas no sales del gimnasio, ¿eh capullo? – Me soltó riendo, entre jadeo y jadeo- eres tu el que se pasa la vida espiando a tíos como yo, los que de verdad estamos buenos. Joder, si a mi me saliera de la polla, me podría tirar a quien quiera. Si alguna vez te hubiera dejado que me comieras el nabo en las duchas, hubieras pagado y todo, ¿verdad, cabron? – Yo le miraba pasmado, con mi rabo temblando en su culo como un vibrador a base de energía nuclear. Apoyo las manos en mis antebrazos y a puro pulso, se empezó a levantar, como un gimnasta ruso en el potro – ¡¡¡Ya ves!!!, te hubieras puesto de rodillas como una puta de puerto. Por eso tu y tus colegas os hincháis a estrógenos y lo que os echen, porque no basta con las pesas. Sabéis como nadie que, aunque tuvierais esta jeta que me gasto, por un milagro o lo que fuera, aun así, conmigo al lado, ni os mirarían – Ahora sonreía ya como una chulería que haría que Vegeta de Dragon Ball pareciera a su lado un friki tartamudo.

  • A mi me miraría hasta tu puta madre –conseguí responderle, pero como siempre, se burlo de mi respuesta.

-No lo flipes, Carlitos, que sabes quien es aquí el puto amo- Logró liberarse de mi polla hambrienta al elevarse, mirando hacia abajo como Indiana Jones al salvarse de un pozo de anacondas, con sonrisa de triunfo- Y por eso os tenéis que inflar, para que ver si alguien se flipa de ver un gorila suelto por el pub – Se rió mas fuerte, pero paro asustado cuando me hice hacia delante, con su chulería evaporada.

-Venga ya, Sergi – Susurre junto a su oido, riéndome de su pequeño juego- Si ya sabes lo que te mola venir al zoo y jugar con los gorilas- le atrape por su estrecha cintura de gimnasta, desequilibrándolo, y volví a la carga, empujando hacia adentro mi gigantesco rabo de miura hasta la mitad. Mi ataque lo pillo desprevenido, mientras caía entre mis brazos de gorila. Grito claro, pero le calle morreandole, apretando su cintura contra mi torso de hormigón. Resistió cuanto pudo, pero su discursito nos había calentado a los dos, y con cada embestida la inmensa firmeza de mis músculos desataba más y más su deseo. Me incline y le mordí en los pezones, alejando su dolor con otro nuevo, mucho mas excitante. Tiro su cabeza hacia arriba, a los lados, hacia abajo, y pudo mirar entre sus muslos de luchador abiertos y ver a mi descomunal pollon hundiéndose golpe a golpe.

Al comprobar que todavía quedaba mucho más por entrar, se lio a gritar y golpear otra vez. Pero su lucha estaba perdida. Lo veía en sus ojos. Sus manos no podían dar a basto con mis bíceps. Su mirada se perdía en el espejo del fondo, donde veía los músculos montañosos de mi espalda bullir como un terremoto bajo sus brazos; o se embobaba con mis tetas de Sansón, donde sus puñetazos chocaban contra dos airbag de acero. Su propia polla se removía alucinada sobre las abdominales de mi estomago de hierro. Y todo mientras me lo follaba cada vez con más y más potencia. Paré un momento con casi toda mi polla dentro, y fue entonces cuando no lo pudo evitar: se froto titubeando sus flipantes abdominales, como si tratara de sentir mi rabo a través de su estomago. Al verlo, mi pollon se me hinchó hasta el máximo, y empezó a vibrar como loco.

-Tranqui Campeon, que tengo por aquí un bote de vix vaporup para que no te duela el pecho cuando llegue–me rei, super excitado, apretando mi mano contra la suya, empujándola por su empapado y musculoso torso, restregando sus abdominales de infarto. Me cago en todo, tios, que locura, menudo cuerpazo tenia aquí el puto rubiales. Boqueando por el combate, su corazón latía a mil por hora, y yo casi no podía pensar ya con cordura, sumergido en el polvo más duro de mi vida, interrumpiendo mis asaltos a su culazo casi inquebrantable con manoseos ansiosos por toda su alucínate musculatura en pie de guerra, o con besos frenéticos sobre su rostro de dios vikingo - Joder, pavo- gemí- Tenias toda la razón. Eres el puto amo, Sergi, el tio mas bueno que he visto en toda mi vida. Me he corrido un millon de veces pensando en ti, en las duchas, en el gym, en tu puto coche... No me puedo ni dormir cuando quedamos por las noches y te das el lote con Marc para joder a todo el grupo. Venga Campeón – le anime rugiendo, con un embiste de tsunami- puedes con todo, con lo que te echen. ¡¡¡ No me jodas que no puedes con mi polla!!!

-Pero es que tu polla es de otro planeta, hijo de puta, a ver si te enteras- resopló Sergi entre jadeos, agarrandome de la nuca para echarse hacia delante y mirarme a la cara- Joder Carlos, es que no vale que me folle superman a la primera.

¡Me cago en la puta!, ahora si que me puso a mil el cabron. Le envolví con los brazos como si fuera a aplastarlo y le bese con locura. Por fin tenia a Sergi donde quería. Abrió su boca, y la calidez de su paladar recibiendo mi lengua acabo con el poco control que aun tenia. Abrí mis piernas, y con los brazos haciendo gala de mi fuerza, oscile su cuerpo hasta mostrarle cómo envolver sus piernazas alrededor de mi cintura, mientras cruzaba sus brazos de remero detrás de mi cuello. Mi super-rabo se restregó contra sus nalgas de acero, rugiendo como un tigre de bengala al que le intentan quitar la comida.

-Y ahora aguanta, mega-campeón, como si estuvieras en la playa con tu tabla– Sergi me sonrió con miedo, asustado pero decidido a enfrentarse a mi marea. Empuje hasta el fondo, reventando sus ultimas defensas. Rugimos a una, al son de AREA en la discoteca. Y el cabron aguantó, aferrado a mi cuello como si estuviera sobre en plena tormenta, mientras el morbazo de mis musculos tamaño XXL y mis tatuajes se sobrepuso al miedo y el dolor. Libere mi mano izquierda y empecé a jugar con su propia polla, enloqueciéndola con apretones y caricias. Sergi alucinaba ya, apretándose con mas fuerza, pero sin hacer mucha mella en mi cuerpazo de granito. Sus entrañas se derretían con el furor de mis embestidas, derrotadas ya totalmente sus durísimas nalgas de surfista. Entre ellas entraba y salía mi pollon de mulato, flipando de su suavidad y dureza. Su culo era mío, igual que el resto de su cuerpazo, completamente conquistado. Mi fusil empezaba a vibrar como un volcan a punto de estallar, preparado para la descarga. Era un victorioso invasor, listo para abatir a tiro limpio a un enemigo formidable.

Y explotó. Afuera, el durismo rabo de Sergi se desato a trallazos entre nuestros cuerpazos, con tanta fuerza que me alcanzó en la barbilla y el cuello. Pero en su interior, se desato un autentico terremoto. Mis cañonazos bombardeaban a diestra y siniestra, escaldando sus virginales entrañas, lubricándolas para un nuevo polvo, aun mas desenfrenado, porque nuestros artilleros se repusieron a la carrera. Esta vez mi super modelo sueco no se libró de lamerme por todas partes, apretando una y otra vez las manos sobre mis bíceps, jurando que en su puta vida se las habia visto con un gorila de mi tamaño. Se desprendió de su camisa negra, que aun pendía de alguna manera de sus hombros, aunque mas parecía ya una cuerda enrollada que otra cosa. Su colonia casi se perdía entre el olor de mi sudor y mis músculos, pero yo todavía podía sentirla cuando me acercaba para besarle por sus mejillas arreboladas por el esfuerzo.

Mis tetas de acero le encantaban, apretándolas con toda su fuerza, chupando de mis pezones como si esperase mamar algo de leche. Me mordisqueo los hombros descomunales, mirando en el espejo como sus manos acariciaban los enmarañados músculos de mi amplísima espalda. Yo lamía su torso de pelicula y sus bíceps de hierro, mientras mi anaconda se atracaba con un culo de primera división, disfrutando como un goleador en una final de copa. Sujetándolo con un solo brazo, doble el otro para que pudiera apreciarlo de verdad, alucinando con su tamaño. Seguí con la lengua las venas de sus marcadísima musculatura, percibiendo como la sangre bombeaba con la energía de un ganador. Mi tatuaje de guerrero le volvia loco, igual que mi collar de bakala. No tardo en correrse otra vez, salpicándome la cara, y mi pollon no fue capaz de resistir su expresión de puro extasis, chorreando como una manguera de bombero en pleno incendio.

Le deje bajar al suelo y vestirse, pero antes de salir le cogí y le volteé. Nos besamos mientras le metía mano por todas partes. Nacho nos dejo salir, con una sonrisa alucinada en la cara. Tenia que haber abierto la puerta en algún momento y vernos follando como locos. Le di las gracias (le debia una bien gorda) y nos despedimos de los demas. Cuando llegamos a su descapotable, Sergi empezó a palparse los bolsillos. Riendo, le enseñé las llaves que le había cogido y le dije que me dejara sitio. Protestó (para algo era su deportivo) pero no le hice ni puto caso.

-Hoy conduzco yo, tio, - le dije sonriendo con lo que debió ser la mayor chulería de toda la noche- Y de camino a tu casa, pararemos un rato en el polígono, a ver que tal aguanta este trasto un buen tute – Me hice hacia delante y le di un morreo espectacular, removiendo su cabello rubio antes de tumbarlo en su capo y continuar la fiesta donde la habíamos dejado.