Bakalas en pandilla 4: Desvirgando a mi primo

Luis: Con solo 18 años, intente con todas mis fuerzas no sentirme atraído por mi primo Bruno, de 21, un universitario atractivo y metrosexual. Pero una tarde mientras se arreglaba, no me pude contener, comencé a sobarle, a besarle… y al final me lo acabe follando como se merece un campeón.

Bakalas en pandilla (IV) Desvirgando a mi primo Bruno.

Luis: Con solo 18 años, intente con todas mis fuerzas no sentirme atraído por mi primo Bruno, de 21, un universitario atractivo y metrosexual. Pero una tarde mientras se arreglaba, no me pude contener, comencé a sobarle, a besarle… y al final me lo acabe follando como se merece un campeón.

Luis

Habia esperado que follarme a Nano de vez en cuando me ayudara a calmarme con mi primo, pero resulto ser todo lo contrario. Ahora que al fin había probado lo que era tirarme a un tio, no podía dejar de pensar en lo alucinante que seria montármelo con Bruno.

En Alicante empezó poco a poco a hacer calor. Bruno ropa corta, o andaba sin camisa por casa en ajustados shorts, como si hasta la temperatura ambiental se hubiera puesto en mi contra para irme lanzarme hacia ese deseo enloquecedor que me aprisionaba y mantenía mi deseo cautivo del cuerpo de mí primo, de su musculoso físico, de avergonzarme cuando me miraba a los ojos. Casi no le podía sostener la mirada, sintiéndome culpable de mis sentimientos a alguien de mi propia sangre.

Pero en cuanto el me daba la espalda, mis ojos se pegaban a su perfecto cuerpo, recorriéndolo palmo a palmo, hasta quedarme extasiado. No podía ni contar las pajas que me hice a su salud.

Su amigo Jaime nos invito a su pueblo, en fiestas. Bueno, en realidad a mi no lo hizo, claro, sino que le invito a Alex, Robert y Marc, sus primos, y a Bruno y Dani, que después de todo son sus mejores amigos. Pero mi panda y yo nos acoplamos. Con la inestimable colaboración de Robert.

Aquella tarde mis colegas llamaron para decirnos que se iban a las fiestas de Jaime. A mi primo no le apetecía, pero después de hablar por teléfono con Marc, decidió venirse finalmente.

  • Dile a tu primo que no hace falta que se duche ni nada, nosotros vamos a ir tal cual. Coged un poco de ropa y bastante.

Eso, claro, no entraba en los planes de mi primo. Es demasiado metrosexual para eso. Empezó a preparar la maleta y se metió corriendo en la ducha. Mis amigos llegaron, y tuvieron que esperarse un poco. Y no mucho, puedo decir a favor de mi primo. Les invite a subir, pero conociendo a Bruno, prefirieron seguir en el coche para ver si asi se daba un poco mas de prisa.

Salio y comenzó a arreglarse.

Entre en su habitación a cogerle la maleta y al acercarme a su mesita, capte el aroma de su colonia. Sorprendido, me incline más sobre su cama. Era increíble, hasta las sabanas se habían pegado de su olor, recordándome que lo habían envuelto toda la noche... joder, creo que hasta se me acelero el pulso y me sonroje un poco.

En aquel momento entro detrás de mí. Me levante de un brinco, convencido de que llevaba pintado en la frente mi pecado. Pero él, claro, no se dio cuenta de nada.

Voy a cambiarme - Me sonrió y se bajo la cremallera del polo- enseguida estoy, de verdad. Es que no me gusta como me queda.

Y se saco el polo y la camiseta en un momento. Como de costumbre, su torso suave, fibrado y lampiño me encendió de mala manera. Llevaba puestos los pantalones blancos que tan bien le quedan, con la correa negra que le regale. Su color oscuro hacia un contraste genial entre la tela blanca y deportiva del pantalón y la piel bronceada de su estomago. Se acababa de afeitar lo poquito que le hacia falta y estaba tan guapo que dolía.

Al pasar por mi lado, su cabello corto y oscuro rozando casi mi barbilla inclinada, me inundo literalmente con su encantador aroma.

No pude evitar tomarlo por su menuda cintura apenas había pasado y pegarlo contra mi cuerpo; eso si, con cuidado de que no notara la erección q me estaba provocando. Antes de que protestara subí la derecha hasta su carita mientras le mantenía contra mí. Cariñosamente le acaricie la barbilla y la garganta. Se removió un poco pero en principio se quedo donde le había dejado. Yo por mi parte me limitaba a mantenerlo cerca, sin hacer presión, pero listo para impedir que se apartara de mí.

Como ya he explicado, se acababa de afeitar un poco, y tenía la piel de su mejilla aun mas suave que de costumbre, con el encanto que solo el after- shave produce. Además, para mi sorpresa combinaba perfectamente con la colonia que tanto me gustaba. Tuve que contenerme para no besarlo allí mismo, y procurar que mis caricias sobre su tierno rostro no se me fueran de las manos. Por fortuna, mi primo ya parecía estar acostumbrándose a que yo y mis amigos le sobaramos de tanto en tanto, de manera que por primera vez no trato de desasirse enseguida ni se ruborizo. Bueno, solo un poquito. Así que pude seguir manoseándolo un poco más con total impunidad.

La mano que tenia sobre su cinturita se movió sobre sus firmes abdominales, pero sin hacer movimientos raros, mientras que por arriba su compañera se ponía las botas. Al menos, como acababa de afeitarse, tenía una buena excusa para prolongar el juego.

Creo que se te ha quedado un poco por la mandíbula- Mentí, y aproveche para deslizar el pulgar suavemente por toda esta- ah, pues no- Ahora me incline un poco mas, con mi rostro a la altura de sus ojos, y le di un repaso general por todo el cuello de otra parte. Al acabar le di un besito en su mejilla- Eres todo un experto.

No digas bobadas. Lo que pasa es que tu casi no tienes nada.

Pues tu tampoco es que tengas mucha

Bueno, pues mas que tu en cualquier caso- y volviéndose un poco para encararse hacia mi me puso su pequeña mano sobre mi propia mejilla, con una ligera pelusa de un día. Su inesperado contacto hizo que temblara de pies a cabeza.

Me quede mudo, incapaz de hablar, y mi mano, que había caído sobre su hombro, a punto estuvo de agarrarle de la nuca para besarle como se merecía. Me sonreía y sus labios rojos y finos estaban entreabiertos, permitiendo que viera sus dientes blanquisimos, guardianes y preámbulo de su lengua, que yo imaginaba ya dulce y cediendo sumisa ante mi entrada.

Gracias fueran dadas de que todo aquello fuera en un instante y el estuviera mirándome la barba casi inexistente, porque si no habría descubierto mi deseo. Trague saliva y baje las manos hasta colocarlas sobre sus costados con mis pulgares sobre su suave y calida piel y el resto de los dedos en el inicio de los pantalones, abarcando tela y cinturón. El me soltó y tuve que esforzarme una barbaridad para no capturar su mano y apretarla con afecto. Abrí la boca y no se me ocurrió nada que decir. Volví a tragar saliva una vez más y recupere con esfuerzo la sonrisa.

  • Bueno, vístete que llegaremos tarde. No quiero oír otro sermoncito otra vez- De muy mala gana le solté.

  • Desde luego. Estoy en un momento- Y se fue hasta el armario a buscar otra cosa. Se inclinó y me ofreció una esplendida vista de su fantástico trasero. Aquella vez si que estuve en un tris de cerrar la puerta y hacer que llegáramos realmente tarde.

Cuando llegamos al coche, mis colegas se quedaron alucinados. No se lo terminaban de creer. Era increíble que su hubiera puesto tan guapo en solo un ratito para venirse con nosotros. Ninguno protesto por lo que había tardado. El coche se lleno enseguida del aroma de su colonia. Todos querían tenerlo encima, claro. Nacho, Fran, incluso Marc…Era una putada ir delante. Carlos, que conducía, les miraba en el espejo y sonreía.

Ya en el pueblo de Jaime, nos lo pasamos de puta madre. Fiesta toda la noche, tíos buenos por doquier, marcha, música… genial, vamos.

Aunque ya lo sabréis a estas alturas, por si acaso os explicare que la atracción principal consiste en correr por las calles perseguido o persiguiendo a un toro. Hay que tener cojones para hacerlo. Puede que mida mas de 1’90, y que tenga un cuerpazo de gimnasio que acojone a la mayoría de los tíos, pero un toro es un toro, y ni yo ni el chulo de Nacho nos vimos con ganas de salir a correr.

Fran si, y Carlos. Y Alex, Jaime, hasta Bruno. Eso si que me dejo alucinado. Tan pequeño y tan valiente. Chiquito pero matón, dicen. Estaba asustado por él. Ni siquiera me fijaba apenas en los tíos tan buenos y follables que entraban y salían por las barreras a mi lado. Pero eso no hizo sino que mis sentimientos por él se dispararan.

Aquella noche, después de volver de marcha muy de madrugada (eran en torno las 6) para dormir en casa de Jaime, me acosté y no podía dejar de pensar en él. Mi miembro estaba durísimo solo con recordarle un poco, tan guapo, tan valiente. Tan buen tío. No podía dormir, imaginando esas duras nalgas, fuertes, redondas, perfectas, preguntándome que sentiría mi verga si estuviera entre ellas. En el tacto de esta mañana, en su mano en mi mejilla.

Dos días después de pura marcha, acordamos volver a Alicante después de comer para ver el partidazo del año, el Derby entre los derbis. El Real Madrid contra el F.C. Barcelona.

Nacho se ocupo de llamar para encargar el partido. Yo di un toque a casa y supe que estaríamos solitos para arreglarnos un poco antes de pasar por casa de Nacho para ver el partido.

Nos duchamos al llegar. Saliendo de la ducha, me puse un pantalón cortito y entre en su cuarto esperando a que acabara. Aproveche para mirarme en el espejo. Joder, hay que ver que bueno estoy.

Pelo rubio, ojos claros, piel blanquita. Más de 1´90 de puro músculo. Pase mis manos por la curvatura de mis enormes músculos. Pecho amplísimo, brazos tremendos, que flexione para vacilar un poco. No es ya que sean muy musculosos, sino sobretodo el tamaño. Como mis muslos. Parecían un par de columnas. Y una cintura ancha, de luchador, con las abdominales duras y planas, marcadas después de pegarme una buena currada en el gimnasio para tratar de alcanzar un poco a Nacho.

Aspirando orgulloso me senté, y justo en ese momento Bruno entro, con una toalla envuelta en la cintura y otra toalla sobre los hombros que le tapaba parte del musculoso pecho. Me sonrió al verme en sentado esperándole, mientras avanzaba rumbo al espejo, usando la toalla que tenia en sus hombros para secarse el pelo.

¿Qué, ha empezado ya el partido?

Que va, tenemos tiempo de sobra- Le respondí mientras lo miraba de espaldas, admirando además su musculoso tórax, reflejado en el espejo. Las gotas de agua que resbalaban por su atlética espalda se detenían al llegar a la toalla que estaba enredada e su cintura, y bajo la cual estaba ese culo fabuloso, que me habían quitado el sueño durante toda la noche. Por el espejo, seguí el recorrido de las gotas que resbalaban por su pecho. Trataba de admirarlo lo mas disimuladamente que podía, como había hecho tantas otras veces aquel año. Sabia que no debía, que estaba mal, pero era incapaz de evitarlo.

Bruno se acerco a la cama y empezó a ponerse un pantaloncito blanco, sin nada debajo, pero para fastidio de mi calentura, sin quitarse la toalla.

Aun así después de ponérselo, era tan corto y menudo que no dejaba mucho a la imaginación, ajustado como estaba a la perfecta forma del cuerpo de Bruno, con su abdomen definido, sus piernas de músculos largos y desarrollados, su piel morena y sus bíceps perfectamente torneados.

Se peino un poco en el espejo. Me encantaba ver como sus brazos se flexionaban, marcando sus bíceps, pasándose la mano por el pelo. Eran brazos de campeón, fibrados y color canela.

Yo lo observe paso a paso mientras terminaba de vestirse, sin dejar de admirar cada grupo muscular en tensión que se hinchaba cuando los flexionaba al sentarse pararse ponerse la ropa,

Al volverse hacia mi, la visión fue celestial.. Bruno estaba en unos pantaloncitos cortos, muy sexys, que dejaban al descubierto su increíble torso, musculado (pero sin pasarse), y con un color tostado increíble. Además, estaba mojado. Que bueno que estaba. El deseo me recorría todo el cuerpo, y la polla se me estaba levantando bajo el pantalón de una manera incontrolable.

Le asegure que aquella noche les íbamos a ganar, y el se burlo de mi, recordándome que la ultima vez le había dicho lo mismo. me guiñó un ojo y me sonrió.¡¡¡ Joder !!! Pero que guapo estaba! Con el torso desnudo, el pelo mojado y esa sonrisa que me volvía loco! Y encima esos pantaloncitos marcándole culo y paquete por delante. Estaba para comérselo enterito. Creyendo que había podido contener mi erección, me levante, listo para irnos en cuanto acabara de vestirse. Que por mi se podia ir asi. Menuda pasada. Vi que se ponía una camiseta azul oscuro se amoldaba perfectamente a su atlético torso, y el colgante plateado que le regale hacia un contraste muy bonito. El cordón negro, en torno a su cuello moreno claro no hacían sino mejorar aun mas el efecto general. En la muñeca llevaba el reloj a juego, manoseándolo. Note como me gustaba que llevara puestos mis regalos. Así era como si una parte de mi estuviera junto a él todo el día. Aquella tontería me hacia sentir muy feliz.

Supongo que a fin de cuentas Carlos tenía razón y me estaba enamorando poco a poco. Fui hacia el. Instintivamente, dejo el reloj sobre la mesita y se alzo cuando llegue enfrente suya. El pulso se me estaba disparando, pero procure disimular. Le acaricie la espalda y le pase la mano por la nuca, tentadoramente suave.

  • Cuando acabes, te estaré esperando, yo voy a vestirme un poco- Me sonrió, con aquella carita que me volvía loco, y me Salí. Pero no me fui a mi habitación, sino que continué deambulando por el pasillo, sin dejar de pensar en todo lo que me estaba pasando.

No lograba entenderlo. Lo conocía de toda mi vida. Era mi primo, tres o cuatro años mayor que yo, pero no podía dejar de pensar en el. Y no estaba bien, joder. Y encima no se trataba de que me pareciera guapo. Tendría que estar ciego para que no me lo pareciera. Eso también me pasaba con mis colegas sin mayor problema. Es que sentía un deseo ardiente que me devoraba en verle, dominando todos mis pensamientos, quitándome el sueño.

Tan centrado estaba que no lo vi salir y choco conmigo, cayéndose al suelo

  • Lo siento tío- le dijo apurado- no te he visto- y le tendió la mano

  • No pasa nada, estoy bien- me agarro la mano y le alce. Las mangas súper-cortas le dejaban los brazos musculosos, al aire. Que menudito y macizo al mismo tiempo.

Le cogi por el hombro y le metí otra vez en la habitación. Puse las dos manos sobre sus hombros y reuniendo valor le mire a los ojos.

  • ¿Que pasa?- Parecía sorprendido. Baje la vista desde lo alto, pero no era capaz de sostenerle la mirada. Cuando lo logre, me dejo sin palabras. El estaba atento, alucinantemente guapo. Con un esfuerzo, comencé.

  • Bueno. Veras...- Me calle, conmocionado ¿ Pero en que coño estaba pensando? ¡¡¡No le podía decir la verdad!!! Era mi primo, joder. Estaba a mi lado, con el cuello inclinado, la suave garganta levantada. Me acorde de Jaime y de Nano. De lo suave y agradable que era besarles en el cuello, y me estremecí de puro deseo. Trague saliva y volví a mirarle a los ojos. Cagüen la ostia, pero si ahora me parecía aun mas guapo que antes. Bruno se acerco y retrocedí un paso, asustado de mi mismo. Su colonia, que tanto me gustaba y tan dura me la ponía, le precedía. Me incline un poco y le olí- Me encanta tu colonia. Hueles muy bien.

  • Gracias cariño- se rió divertido, y yo lo flipe. Que cabron, así estaba todavía mas guapo. Le cogí por la cinturita y lo levante un momento, alejándolo un poco, porque si seguía estando así de cerca, no respondía de mis actos. El mínimo esfuerzo que me costo manejarlo de aquella manera hizo que se pusiera colorado

  • ¿Que pasa?- le apreté un poquito su cinturita, ya que seguía sin atreverme a acercarse mas.

  • Bueno, veras –Callo y pensó un poco antes de hablar- me da palo que me estés siempre levantando de esa manera- Rebullo incomodo - A lo mejor no te das cuenta, pero no me gusta que te pases tanto. Joder, ya se que estas supercachas, y me siento muy seguro con un armario como tu al lado, pero asi y todo

  • Lo siento- le mentí. El sonrió tímidamente, acariciándose los antebrazos, lampiños y morenitos – no sabia que te molestara- le frote su menudo cuerpo- a veces no pienso en lo que debe ser un tio tan pequeño como tu- levanto la mirada furioso, pero ese fue el peor error que pudo cometer. Había soportado su sonrisa y su preciosa serenidad cuando se ponía serio, pero su enfado fue irresistible. No me pude contener esta vez.

Antes de darme cuenta, metí las manos bajo la tela oscura y fui hacia su torso. Todo pensamiento de parar desapareció en notar aquella maravillosa piel bajo mis dedos anhelantes. Trato de retroceder, pero no se lo permití. Le retuve a mi lado, tensando la enorme musculatura de mis brazos. El aun no se daba cuenta de lo que estaba pasando realmente. Las dudas me volvieron, mientras el intentaba zafarse. Yo no decía nada. Ya hacia bastante. La razón trato de decirme que parara, pero en ese momento, mis manos, que seguían ascendiendo pegadas a su piel, levantaron la camiseta y su estrecha cintura quedo a mi vista. Aquel estomago de piel aterciopelada y clara, aquel olor suyo embriagador y de nuevo el reducido tamaño de su cintura, que tan abarcable se me hacia volvieron a reavivar mi deseo de mala manera.

Inclinándome, le bese con pasión en la mejilla, apretándolo contra mi duro cuerpo. Apoyo las manos sobre mis bíceps, tensos y firmes por la acción, asustado por primera vez, súbitamente consciente de su pequeño tamaño a mi lado. Contemplándolo desde arriba, me pareció mas guapo y deseable que nunca. No pude más y me decidí a probar su boca.

Inclinándome me acerque y le bese en los labios .Bruno abrió los ojos totalmente por la sorpresa. Luego parpadeo, pensando si tal vez no seria un sueño o que estuviera alucinando. Un ligero mordisquito en sus jugosa boquita le convenció de que era real, así que los abrió del todo, flipando. Le acerque hasta mí, juntando nuestros cuerpos.

Era sensacional. Era tan dulce como había soñado. No, mucho mas. Era néctar y ambrosia. Arriba y abajo, sus jugosos labios me sabían a gloria. Mi lengua se sumo a la fiesta, tratando de irrumpir en su interior.

Le rebosaba por todas partes, tapando completamente a mi primo. Bruno tenso un poco los brazos, firmemente musculados por las sesiones de pesas, tratando de apartarme. Respondí atrayéndolo todavía más, hasta que nuestros cuerpos toparon..

Sin traba alguna, le saque la camiseta con urgencia, arrebatándosela por la fuerza, desesperado por disfrutar por fin de su maravilloso torso. Era genial. Solo hice una pausa y retorne a su boquita con mis besos, amansando su delgado y atlético cuerpo. Su cinturita parecía amoldarse perfectamente a mis manos, su suave piel me enloquecía. Seguía besándolo suavemente, totalmente embriagado.

Le cogí de la pequeña nuca, acariciándole el cabello recién cortadito. Moví los dedos y deje que repasaran sus húmedos mechones. Mis labios no se apartaba de los suyos. Era vagamente consciente de que intentaba soltarse, pero no le hacia caso, yo estaba en el cielo. No me lo podía creer. ¡me estaba dando el lote con Bruno! Pero si llevaba soñando con eso desde hacia meses. entusiasmado, libere su boquita por fin y le abrace aun mas fuerte. El respiro jadeando y me miro, totalmente fuera de juego.

Mi pecho se hinchaba, al compas de mi agitada respiración, inmenso a su lado. Mis caricias recorrían todo su menudo cuerpo de atleta, admirando su firme musculatura, marcadísima por el ejercicio, pero lejos de mi potente dureza.

Mis manos eran mas grandes, pálidas, fuertes y parecían estar a punto en todo momento de agarrarlo y alzarlo, abarcando sus musculosas piernas, sus atléticos brazos o su delgada cintura, definiéndolos, como si lo moldeara a mi gusto. La erección era mas que obvia a esas alturas.

Así estuvimos un rato, entre besos y caricias, ambos pegados. Luego lo tome por las suaves axilas y lo alce. alzarlo. Mi firme y tensa musculatura apenas parecía notar el esfuerzo de mantenerlo en alto. Le acaricie en derredor de las axilas con los pulgares. Luego deslice mis manazas por sus costaditos y lo acerque hasta que topo completamente contra mi duro pecho. Le abrace y no le quedo mas remedio que cruzar sus brazos sobre mis anchos hombros, juntandolos detrás de mi poderoso cuello, mientras le besaba cariñosamente por los hombros.

Resuelto ya a disfrutar del momento lo cargue, mientras el me abrazaba con las piernas alrededor de la cintura. Así cogido le lleve hasta el borde de la cama, en la que me sentó con el deportista veinteañero en mi regazo de dieciocho años.

Apoye mi mejilla contra la suya y la moví lentamente, disfrutando del tierno tacto. Las piernas de Bruno eran duras y firmes, bien musculadas. También de un tacto aterciopelado, lampiño. Le metía mano por todas partes. El seguía incapaz de reaccionar a mi desenfreno.

  • Que suave eres- Bruno me miro, completamente azorado.

Luis por favor- se interrumpió cuando le besuquee por su tierna garganta. – No se que te pasa, pero para por favor.

Me pasa que estoy loco por ti, primito. Que solo pienso en ti, en tus labios- Le bese con fuerza, acallando sus quejas- En lo mucho que me gustas. En tu cuerpazo de campeon- Le acaricie los antebrazos, cuyos duros tendones estaban tensos en su desesperada pugna por escapar de mi firme presa, resaltando toda su musculatura. – Eres todo lo que quiero, todo lo que pienso- Mi primo se revolvía, atónito, notando contra el muslo el empuje de mi durísima verga aprisionada en mi pantalón. Mis manos se movían con mas lentitud sobre sus firmes muslos, pero de una manera mucho mas intensa, pasando de tanto en tanto por su acalorado paqueton, apretándolo juguetonamente endureciéndolo pese a que me replicaba que a él no le iba nada de esto.

Te lo suplico, Luis, déjame. Te juro que no me van los tíos- Mi corazón latía desbocado, mi excitación disparada. Mi pelo rubio estaba empapado por el sudor. Le tome de la cintura y lo tumbe en la cama. me coloque encima, con mis musculosos brazos extendidos, los muslos entre los suyos y mirándolo directamente a sus preciosos ojos verdes.

No te preocupes, Bruno. Joder, hasta tu nombre me encanta. No podrías llamarte de otra manera. – Respire y trate de acordarme de lo que hablábamos. A si, de que no le iban los tíos – No tienes nada que temer. Dentro de poco, cambiaras de opinión.- inclinándome le di un largo y tórrido beso, zanjando todas sus protestas, que ya no me moleste en responder.

Continué así, entre besos y caricias. Le presione contra la cama y le besuque el cuello. Baje la mano y acaricie sus muslos, sin pensar en nada mas que del enorme placer que sentia y de la fascinante suavidad de su piel.

Bruno estaba recostado sobre la cama, acostado boca arriba, Todo su cuerpo era maravilloso. Lo sujetaba por la cintura. El tacto de su piel era sublime. Fui echándome sobre el, besando su cuerpo, sus marcadísimas abdominales. Sus musculosos pectorales se agrandan remarcando cada uno de los paquetes musculares del abdomen, la bronceada piel y los pezones, que rechupetee. El se retorcía sobre la cama mientras gemía.

.

Le di la vuelta. Le masajee los s hombros, la base de su tierna nuca. Deslice un dedo por su suave espalda y llegue hasta el borde del pantaloncito blanco. Jugué con las gomas, se los baje. Al fin reacciono, asustado, y trato de salir de debajo, pero yo se lo impedí con suma facilidad.

Tranqui, chaval- le bese el cuello, agarrandole de sus nalguitas de película.- Buf, esto es de sobresaliente.

Amanse su culito. Era mío. En querer podía tomarlo. Bruno no iba a suponer un problema. Eso me calentó de mala manera. Mi primo se percató del cambio en mis apretones, y volvió a asustarse todavía mas. Se revolvió debajo de mis manazas y contrajo sus músculos, lo que me calentó aun más. Lo moví todavía con mas fuerza, con mas intensidad.

Era el culo mas perfecto que había visto. Suave y terso. Ni un solo pelo empañaba tan turbadora visión. Con voz medrosa me suplico que no me lo follara.

  • Shhhh. Tranquilo. No va a pasar nada. Relájate y veras como te gusta.

Gimoteo un poco, a lo que yo respondí jugando con el lóbulo de su oreja. Baje con mi lengua por su columna vertebral, lo que le provocaba escalofríos. Legué a su maravilloso culo, y comencé a sobarlo con las manos mientras lo mordisqueaba suavemente. con suavidad mientras abría el culo con las manos. Notaba como se le contraía a cada gemido. Ya no podía mas. Ese culo tenia que ser mío.

Me coloque de rodillas, levantándome. Se giro y me vio como me bajaba el pantalón. Por fin, mi polla quedo libre. Al ver por fin mi tamaño, se asusto aun más.

Alargué mi brazo hasta tomar la almohada. Le subí la cintura y la coloque bajo su vientre. El, entre ahogados gemidos, decía casi imperceptiblemente que le iba a doler mucho, que no iba a poder con mi inmensa polla.

A mi no me afectaban sus suplicas. La lujuria se había apoderado de mí y solo podía pensar en taladrar este culito que tenía dispuesto ante mi. Volví a recostarme sobre el, y mientras colocaba mi pollon encima de su tierno y dura culito, le susurraba al oído lo guapo que era, que todos me tenían envidia por vivir con un macizo como el. Que era el tío mas bueno del mundo. Que le quería.

Acordándome de Nano, me espere un poco, deslizando mi polla sobre su raja, para que se hiciera un poco a la idea y que se tranquilizara. Pero no había manera. Me dijo que le quemaba, que era demasiado grande, que no iba a poder con ella. Me rei y le pregunte como podía saberlo si nunca se lo había montado con un tio. Se enfado conmigo, insultándome. Eso estaba un poco mejor. Quería animarlo. Quero que disfrutara tanto como yo.

Decidí seguir por ahí.

  • ademas, no se de que te quejas tanto, Bruno- lamí su mandíbula, haciéndole levantar la cabeza para arriba. Mi polla se estaba dando un festín con aquel culito suavecito y respingon- Después de todo eres del Barça y yo del Madrid. Es ley natural que de vez en cuando te enseñe un poquito de respeto- Eso si que lo cabreo de verdad. Estaba listo.

Con un movimiento de la cadera, empujé la cabeza a través de su apretado anillo. Ni siquiera llego a gritar, solo se quejo un poco.

  • ¿Ves? Ya va entrando. Es toda para ti. Y no duele tanto, verdad. Si es lo que te va de verdad.

Enfadado, herido en su orgullo, cerró la boca y me fulmino con la mirada, decidido a no gritar, a aceptarlo como un hombre. Ya veríamos. Me fui metiendo poco a poco. Esperé un poco a que su culo se acostumbrara al pedazo de carne al rojo que estaba abriéndolo en canal. No pude resistir la tentación de mirarlo, así que, con mucho cuidado, me incorporé para ver como mi polla estaba clavada en ese precioso culito, envuelta en un tierno túnel que la abrazaba para llevarme al cielo y volver.

No pude contenerme mas, y con un fuerte golpe de cadera, introduje mi polla hasta el final. El emitió un desgarrado grito, por lo que me apresuré a taparle la boca con mi mano.

Ya esta, tranquilo. Ya la tienes toda dentro. Eres un campeón, eres el mejor, el amo del campo- comencé a besar y mordisquear su cuello, bombeando lentamente, para ir acelerando poco a poco. El me seguía con su cadera mientras jadeaba cada vez más fuerte bajo mi mano En uno de los movimientos, lo atraje hacia mí, haciendo que el mismo se ensartase mi polla hasta las entrañas. Gemía de placer y me movía rítmicamente.

Volví a echarme parcialmente sobre el, buscando su pene con mi mano. Cuando lo encontré, comencé a masturbarlo al mismo ritmo que marcaban mis caderas. Me atreví a soltarle la boca, y un gemido de placer se escapo de sus labios. Sonreí de oreja a oreja. estaba ya tan excitado, que al poco tiempo de tocarle, note que me iba a correr de un momento a otro. Incremente la pasión de mis besos y mis caricias, hincándole mis durísimos pezones en su musculosa espalda, follandomelo mas fuerte.

Le pregunte al oído que le parecía. Trato de negar la evidencia una vez mas, de mantener la boca cerrada. Pero fracaso. Al final, no le quedo mas remedio que gemir y confesar.

me g-gg-gusta.

Que, no te he oído

  • Q-qque me gusta

Más alto.

  • Que me gusta, joder- Y así, se rindió completamente a mi. Con un grito salvaje, me corrí de una manera brutal dentro de su culito. La increíble potencia de mi descarga le quito el habla, provocando que también se corriera sobre la cama, alucinando de placer. Fue increíble. no se cuanto duro, pero me parecio toda una vida. Era como estar en extasis, mas alla de este mundo. Demasiado intenso. Demasiado bueno.

Mis brazos flaquearon, desbordados, y me derrumbe sobre su pequeño cuerpo. Saqué mi polla y le di la vuelta, dejandolo tbocarriba en la cama. Antes de que acabara, me abrazo del cuello y me beso con fuerza. Mi respuesta estuvo a la altura. Le llene con mi lengua, saboreandole, mordisqueando sus labios, relamiendo su suavisima mejilla, la piel de su garganta, sus hombros aterciopelados. Contesto besandome a su vez por mi cara y el cuello, acariciando mis inmensos hombros, enredando sus manitas en mi pelo rubio.

Sentado, Lo cogí por la cintura y como si fuera un muñeco de trapo, lo tumbé encima de mi verga. Tomándolo de los costados en forma de uve, empece a moverle subiendo y bajando por mi mástil. Alargando las manos, no sabia que hacer. Al principio me cogio de los antebrazos, tratando de soltase y de controlar el mismo el ritmo de mis estacadas. No tardo en darse cuenta de que no tenia nada que hacer.

Sus manos pequeñas y morenas se sujetaron entonces en mis descomunales bíceps, casi del tamaño de balon. Alucinaba, por fin suelto, dispuesto a dejar de lado la vergüenza y el orgullo y disfrutar de mi tremenda musculatura, dura como una peña. Al comprender que no tenia peligro de caer, que no me costaba apenas esfuerzo levantarlo una y otra vez, ensartado con seguridad, se lanzo a sobarme por todas partes. Acaricio mi pecho, amplísimo, como montañas de carne a las que amansar como pudiera. Bajo por mi estomago y los poderosos costados, deslizándose por mi montañosa musculatura.

  • E-eee-eresss - jadeo- eres,,, eres demasiado fuerte, cabron.

Había en su rostro una expresión de placer inigualable, que se tornaba en dolor cuando introducía mi pene hasta sus entrañas, momento que acompañaba de un susurrante gemido. A pesar de haberse corrido minutos antes, ya tenia nuevamente su polla en su máxima extensión. Me golpeaba con ella en el estomago, usándolo como su propio masaje, masturbándose contra mi. Bajaba la cabeza una y otra vez, ladeando el cuello, casi desvanecido del gusto.

Alzo sus manos hasta mis anchos hombros, mi robusto cuello. Peinándome hacia atrás, quitándome afectuosamente el pelo de la frente, lamentándose de que no pudiéramos besarnos. Yo le dije que no había ningún problema, y pare un poco para comérmelo a besos. Aproveche la pausa para sobaba sus piernas. Me encantan unas piernas bonitas y esas, tan fuertes y suaves me volvían loco. Me sujetaba la cabeza con las manos, vencido y conquistado, dejandome campar a mis anchas por donde me diera la gana.

Nos despegamos, cara a cara, y comencé otra vez. Continué subiendo y bajando mientras él gemía de gusto al sentir mi polla dentro suyo. No paraba de decir lo mucho que le estaba gustando, que era un monstruo, un gigante, que no parara. A esas alturas, no pude contenerme mas y le llené abundantemente el culo de leche, a lo que el replicó con una corrida que me llegó hasta el cuello.

Agotado, me deje caer en la cama, respirando agitadamente. Bruno dobló su cuerpo hasta encontrarse con mi boca y entre jadeos, volvimos a besarnos con pasión, pero también con ternura. Era reconfortante besarle mientras mi polla, ya más blanda, permanecía en su interior. Después de un rato, se tumbó totalmente encima mía, apoyando su cara en mi pecho. Yo acariciaba su espalda, pasándome la mano por la frente, sintiéndome el chico mas feliz del mundo.

Me parece que nuestra convivencia iba a enriquecerse a partir de ahora lo que es una barbaridad.

Continuara

PD: Perdón por haber dejado a Dani de lado, pero pronto conoceréis como acabo lo suyo con Nacho.