Bajo el mismo techo (él)

Así comencé a tener relaciones con mi hermana.

Publicado anteriormente por Juje, que ha causado baja.

Me llamo Juan Jesús, Juje para familia y amigos. Vivo en un pueblo de Madrid y tengo 22 años. Cojeo desde siempre por una malformación con la que nací, pero nunca he necesitado muletas, nunca me ha limitado en la vida cotidiana, en pocas ocasiones me he visto excluido del resto de mis compañeros en las clases de educación física del instituto e incluso puedo correr, a menor velocidad, pero puedo correr. Hice natación desde los 10 años hasta los 18 porque mi madre quería que practicase algún deporte que no me hiciera correr mucho por posibles tropiezos o caídas que pudieran hacerme mal. A pesar de ser una cojera ligera, a las chicas no les gusta y nunca he tenido éxito con ellas. De hecho, una vez en la piscina de verano, estaba escuchando el walk-man cerca de dos amigas y en un silencio de la cinta le oí comentar a una: "Tiene buen cuerpo, pero como es cojo..." Mis amigas siempre me han apoyado mucho y he tenido buena relación con ellas, pero siempre vestidos.

El relato siguiente pasó en verano del ´98. Acababa de cumplir 19 años y había aprobado el primer año de periodismo. Como mi relación con las chicas seguía siendo la paja que me hacía de vez en cuando, tuve que recurrir al sexo virtual, y en un chat de cybersexo conocí a una mujer de 45 años llamada Tatiana que, como pude comprobar un día gracias a una web-cam, era un callo malayo, pero me ponía a cien. La agregué al messenger para hablar con ella otras noches y después yo me la imaginaba guapa y ya está. Soy rubio oscuro, ojos marrones, con un cuerpo definido y un cachito de carne de 16 cm. pero muy grueso. Mi padre había conseguido alquilarle al hermano de unos amigos suyos una casa en Asturias para pasar la primera quincena de agosto mientras el dueño estuviera en el extranjero, y el 2 de julio fueron mis padres con sus amigos a ver la casa y a conocer al dueño, hermano de estos amigos, dejándonos a mi hermana y a mí en casa. Mi hermana se llama Sonia, tenía en aquella época 23 años y es la típica chica que cuando corta con un tío, ya tiene otro esperando, aunque su novio de aquel entonces (y actual) ya le duraba unos seis meses, con lo cual ya habría tenido sexo, porque sé por el hermano de un colega mío que estuvo con ella que no abre las piernas de buenas a primeras. Rubia oscuro con el pelo largo y liso, ojos marrones y delgada, con lo cual gracias al contraste con sus pechos, estos parecían ser más grandes, aunque son de una talla 90. Con tres o cuatro kilitos más estaría como un tren, pero sin ellos también está muy buena. El caso es que mis padres se fueron ese viernes por la tarde y a las nueve mi hermana me dice que se va a dar una vuelta. Le dije de coña: " A las diez en casa" y me contestó que solo iba a cenar con un par de amigas y a las doce ya estaría en casa. A continuación, me preguntó si yo no iba a salir y le dije que me iba a quedar a terminarme un libro. "¿Esta noche no hay cybersexo?" me preguntó después porque sabía lo de Tatiana, ya que teníamos confianza para contarnos esas cosas, aunque sin detalles, y dije que no. A las dos estoy sentado en la cama desnudo meneándomela frente al portátil con Tatiana y de pronto irrumpe mi hermana en la habitación. Ella da un grito y se da la vuelta y yo me tapo rápidamente con las sábanas. No es lo mismo vernos en ropa interior que en pelota picada, aunque yo a ella no la había visto mucho; solía ser yo el que andaba por la casa en calzoncillos.

 Ju... Juje, solo... solo era decirte que ya he llegado me dice muy nerviosa y de espaldas Me dijiste que hoy no había cybersexo.

 Y tú dijiste que a las doce estarías aquí.

Le escribí a Tatiana que mi hermana me había pillado de marrón y me dijo que quería saludar a Sonia. Se arrodilla en el suelo y le da la vuelta al ordenador para escribir. Parecía entretenida charlando con Tatiana y tenía una sonrisa en los labios de la cara. Se me había bajado ya cuando Sonia me mira a la cara con una sonrisa un tanto pícara, baja la mirada a mi entrepierna y continúa escribiendo. Se levanta, y antes de salir de mi habitación me dice que no lo lea. Al decirme eso, fue cuando me interesé y le di la vuelta al ordenata. Leyéndolo rápidamente por encima, llego a lo interesante y veo que Tatiana le pregunta a Sonia si la tengo grande, a lo cual dice que sí, aunque no me la había visto desde los 10 años. Mi cyberamante dice que ójala estuviera ahí para vérmela, y mi hermana le contesta que acaba de llegar un poquito alegre y también tiene ganas de ver una buena polla. Tatiana le dice que ella me tiene a mí cerca. A mi hermana parece que primero le resulta un poco raro, aunque finalmente es convencida, pero le dice a Tatiana que ya se me había bajado, y Tatiana le contesta: " Pero tú eres una chica y a tu hermano le gustan las chicas, así que ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no?." Nunca olvidaré esa frase.

Mi hermana vuelve con su ropa para dormir; unos pantaloncitos cortos rosa y un top más claro enseñando el sexy aro del ombligo, sin sujetador, y en la mano trae un disco de mis padres de bandas sonoras, porque nosotros escuchamos punk, rock alternativo... y no es que sea muy sensual. Yo tengo la cama contra la pared, así que me cambio de posición y apoyo la espalda en la pared mirando al centro de la habitación, donde Sonia bailaba lentamente al son bajito de la canción de "Nueve semanas y media". Nos hacía bastante gracia a los dos. Yo mientras le contaba a Tatiana lo que veía en una ventana nueva que Sonia había abierto previamente para que no leyese lo que habían hablado (a buenas horas). Mi hermana movía las caderas y el culo de manera exquisita, se humedecía los labios pasándose la lengua, y eso unido al aro del ombligo y al tanga que marcaba sus bordes a través del pantalocito, empezaron a excitarme. Si hiciera esos movimientos en la discoteca, media sala acabaría echando babas como jamones. Cuando terminó la canción, se sentó junto a mí y me preguntó si me había calentado, y le dije que ver a mi hermana bailar no me excitaba, que no era cierto.

 Anda ya, eres un mentiroso me dijo riéndose A ver, enséñamela. Seguro que se te ha puesto dura.

 Que ya te he dicho que no me excitas, joder, que eres mi hermana le respondí.

 Y ¿esto te excita?  y se subió el top mostrándome sus pechos firmes con sus pezones rosados A ver, enséñamela ahora, que yo te he enseñado las tetas.

Una por otra, así que como ella me había ofrecido ese regalo, yo tenía que corresponderle. Cogí la sábana con las dos manos y la retiré.

 ¡Joder, tío! ¿Esto qué es? ¿una polla o un bazoka?

 Pues en principio una polla, pero al final dispara como un bazoka dije utilizando el humor de cuando me pongo nervioso.

Me preguntó si podía tocarla, y antes de contestarle, la agarró con el puño. Sin dejar de halagarla, empezó a masturbarme con sus suaves manos y sus dedos finos que no se juntaban por el grosor de mi miembro. Apagué el ordenata y al día siguiente le dije a Tatiana que me caí de la red y no pude volver a conectarme. Mi hermana aumentaba de poco en poco la velocidad de su mano. No podía creer que la chica en que había pensado mil veces al masturbarme, me estuviese haciendo lo que me hacía en mi mente cuando me la pelaba. Estaba sentada de forma que una rodilla tocaba mi pierna y la otra la tenía hacia arriba, es decir, formando un ángulo de 90º. Yo puse mi mano entre sus piernas y empecé a acariciarle el coño por encima del pantaloncito con toda ella. Mi hermana soltó mi pene, se quitó el top y cogió mi mano. Con la otra levantó el elástico del pantaloncito y del tanga y metió mi mano dentro. Volvió a su labor de masturbarme lentamente con acelerones de vez en cuando. Ella tenía los pezones de punta y yo la polla más tiesa que nunca. En esto me dijo: "Así que te gustan afeitaditos." Lo leería en lo que yo había hablado con Tatiana. Era la experiencia más sensual de mi vida y pensaba: "Cómo me quiere mi hermanita." Mi mano bajo su pantaloncito recorría todo su sexo cubierto de pelo, húmedo, caliente y tierno. El dedo corazón se me hundía entre los labios mientras lo frotaba, y por fin lo metí, y seguidamente, el índice. Mi hermana gemía y yo deseaba estar así por toda la noche. Al parecer llegó al orgasmo, y sin soltar mi polla, se sentó sobre mis piernas. Ahora era ella la que se tocaba y acariciaba por debajo del pantalón, mientras yo no soltaba sus tetas mojándolas con mi mano y sobándolas. Agachó la cabeza, me aprisionó el glande con los labios y dentro de su boca, su lengua no paraba de moverse arriba y abajo produciéndome en el capullo un placer que me llevó al orgasmo. Sonia notó que estrujaba sus tetas cuando me llegaba, retiró la boca y el chorro de lefa caliente me manchó el pecho y la tripa. Mi hermana siguió masturbándose sobre mis piernas, y cuando se corrió por segunda vez, cogió su top y se fue.

El día siguiente, cuando ambos volvimos de marcha sobre la misma hora, le pregunté a Sonia si recordaba lo de la noche anterior, y asintió sonriendo. Le propuse repetirlo y se negó. Insistí varias veces, hasta que mosqueada me dijo:

"Te he dicho que no. Somos hermanos y eso no se va a repetir nunca más."

El sábado 17 por la mañana muy temprano, me iba a ir con tres amigas y un amigo a Segovia, a ver el acueducto romano y a comer cordero, así que el viernes no salí por la noche para acostarme pronto, pero no sin antes hacerme una pajuela. Se me ocurrió entrar en la habitación de mi hermana y coger unas braguitas para hacerlo más excitante. Rebuscando entre los sujetadores, las bragas, los coulettes y demás, intentando encontrar un tanga rojo que le vi en Noche Vieja, me topé al fondo del cajón un consolador de esos lisos, alargados y con pilas, pues al accionarlo vibraba produciendo un cosquilleo en mi mano. No encontré el tanga rojo, así que me conformé con unas blancas de algodón con pajaritos estampados. Volví a mi habitación a machacármela. Solo pensar en Sonia metiéndose por el coño ese consolador mientras gemía y gritaba, me volvía loco y no tardé en venirme. Cuando lo hice, puse perdidos los pajaritos de las bragas y luego me limpié con ellas. Fui al baño para echarlas en el cubeto de la ropa sucia, pero estaba mi padre haciendo sus necesidades y no era plan de que me viera con las braguitas de mi hermana en las manos. Me tumbé en el colchón y dejé las bragas bajo la cama. Esperando que mi padre saliera del servicio, me quedé dormido y por la mañana me fui. Los fines de semana, cuando Sonia se levanta, ayuda a mi madre a limpiar un poco la casa mientras mi progenitora hace la comida. Volví de Segovia antes del anochecer y estaba mi hermana sola en casa.

 Hola, ¿qué tal? ¿Te han dejado sola? pregunté al entrar en el salón.

 Sí, y estoy muy cabreada contigo contestó.

 ¿Conmigo? ¿Qué he hecho yo?

 ¿A que no sabes qué he encontrado esta mañana bajo tu cama mientras barría tu habitación?  y me acordé de las bragas.

La seguí hasta su dormitorio y de un cajón las sacó todas manchadas de semen reseco.

 Eres un cerdo y un degenerado me gritó furiosa Y se lo voy a decir a papá y mamá.

 Pues yo les digo que tienes un consolador me defendí. Ella enmudeció y después reaccionó.

 No es mío y no lo he usado nunca.

 Sí, claro, claro ¿pero qué crees que pensaran ellos? y me libré.

El sábado del fin de semana siguiente, llegué a casa a las cuatro de la madrugada con un porro recién liado. Me desvestí, me metí en la cama y me puse a ver la tele mientras me lo fumaba. Haciendo zapping, vi que en un canal raro que no se veía muy bien estaban anunciando teléfonos eróticos con una peli porno. El pequeño soldadito despertó y tenía ganas de volver al frente. Terminé de fumar y salí al pasillo. La puerta de la habitación de Sonia estaba cerrada y no salía luz por debajo, por lo tanto estaba durmiendo y decidí ir más allá. Abrí despacito, entré sigilosamente y a oscuras para no despertarla, y volví a cerrar. Me acerqué y la destapé. La persiana estaba totalmente subida para que entrara por la ventana el máximo aire posible, y la luz de la calle le iluminaba desde la tripa hasta las rodillas. Me bajé los calzoncillos, me arrodillé en el suelo y con una mano empecé a cascármela mientras con la otra le acariciaba los suaves muslos. Me excitaba un montón la idea de estar haciéndolo sin su permiso y arriesgándome, pero tampoco quería que se despertara porque si no me iba a patear esa parte creada solo para tratarla con cariño, aunque con lo dura que estaba, seguramente se haría ella más daño. Una de las veces que subí la mano por el muslo, paré donde empezaba el pantaloncito. Metí la mano despacio por debajo y por un lado de las bragas, y me quedé alucinado cuando noté que en su monte de Venus no tenía ni un solo pelo, y lo que también me extrañó es que estuviera húmeda, pero como la había estado acariciando, me despreocupé. El susto me lo llevé cuando estaba jugueteando con el clítoris y oí un suspiro. Me detuve. De pronto oigo a mi hermana:

 Sigue ¿por qué te has parado?  Enciende la luz de su mesilla.

 ¿Estás despierta?  dije muy cortado, o confuso, o nervioso, o yo qué sé.

 Me has despertado al abrir la puerta y no he dicho nada para ver qué pretendías hacer... y me gusta.

Se levantó, se bajó los pantalones y las braguitas y se sentó en el borde de la cama con las piernas abiertas.

 Sigue me mandó Pero ahora con la lengua.

Qué sudores empezaron a entrarme. Estaba excitadísimo. Metí la cabeza entre sus piernas. Era la primera vez que lo hacía, así que imité lo que había visto en las pelis porno, chupando con fervor, de arriba a abajo toda la rajita, hundiendo la lengua entre sus labios, sin pensar que la chica que estaba jadeando lentamente era Sonia, mi propia hermana. No sé cuánto tiempo estuve ahí, pero en un momento dado me pide que me tumbe en la cama. Ella se puso sobre mí en sentido inverso, en 69. Localicé el clítoris y lo cogí con mis labios mientras Sonia, empuñando mi polla, metió en su boca mi glande y empezó a darme placer de la misma manera que lo hizo la primera noche. Yo seguía chupándola como antes, metiéndole un dedo y emborrachándome con sus jugos. Mi hermana me baja toda la piel del pene y se lo mete todo en la boca. Después se lo sacaba, recorría con su lengua todos sus cm´s y lo volvía a engullir casi entero. Creo que mi hermana se corrió una vez y me tragué todos sus jugos. Era capaz de beber todo lo que pudiera salir de ese coño tan mojado. Sentí que me llegaba el orgasmo y empecé a correrme en la boca de mi hermana. Tosió y retiró la boca rápidamente, pero le manché la cara.

 ¿Tú eres gilipollas o qué? me dijo, y le pregunté por qué me decía eso ¿Por qué no me has avisado? ¿Crees que me gusta tragarme tu semen?

 ¿Yo qué sé? A mí me gusta tu flujo.

 Bueno, ya has tenido tu parte. Hasta mañana.

Pero no me empujó hacia la puerta ni me la abrió como cuando quería que saliera de su cuarto. En vez de eso, sacó el consolador, se sentó en la cama con las piernas abiertas y empezó a frotarse con él la entrepierna. No quería que me fuese. Se me volvió a levantar. Ella se metió el consolador y lo sacó un par de veces, suavemente, despacio. La excitación y el nerviosismo se mezclaron en mi cuerpo y conseguí articular cuatro palabras:

 Eso puedo hacértelo yo.

 ¿Vas a poder? preguntó con voz burlona.

Después del esfuerzo que tuve que hacer para decir eso, solo pude afirmar con la cabeza. Se puso a cuatro patas sobre el suelo enmoquetado. Me arrodillé detrás de ella. Parecía que el corazón se me iba a salir del pecho. Abrió sus labios con dos dedos, el flujo le resbalaba por la pierna y dijo: "¿A qué esperas?" Empecé a metérsela, primero con unas poquitas molestias, que después desaparecieron y ella murmuraba: "Así, despacito, bien, bien..." Entraba perfectamente, deslizándose con suavidad. Minutos más tarde, se desencadenó la tempestad, penetrándola rápido y con fuerza, con ganas y necesidad. Ella con las bragas en su boca amortiguaba el sonido de sus gemidos y yo jadeaba deprisa. En esto mi polla se sale, resbala y embiste contra su ano. Sonia suelta sus bragas y da un grito de dolor. Nos quedamos inmóviles, petrificados temiendo que mis padres lo hayan oído en la habitación de al lado. Parece que no, y pasado el susto, empiezo a pasarle la mano por el conejito calvo y a ungirle flujo en el ano para lubricarlo, pero Sonia adivina mis intenciones y se gira con las piernas en alto soltándome una patada en el pecho con la izquierda. Me pregunta qué hago.

 Te la quiero meter por el culo. ¿Qué pasa? ¿Es la primera vez?

 No, ya me han dado por el culo otras veces, pero mira tu aparato, es demasiado gordo, así que olvídate.

Abrió las piernas y más melosamente me dijo: "Métemela por el chocho, que mira qué mojado está." mientras se lo acariciaba, y me confesó que saber que me había masturbado son sus bragas la había erotizado sobremanera y por eso se había afeitado el coño para mí.

Me tumbé sobre ella y comencé a bombear otra vez con fuerza y rabia mientras le tapaba la boca para que no se le oyera y yo emitía gemidos mudos que no podía callar. Notaba en mi pecho sus tetas con sus pezones duros, que de vez en cuando chupaba y mordisqueaba. Movía la pelvis, el pubis, las caderas de una forma tan... maravillosa creo que sería la palabra correcta, que no hay vocabulario en la lengua española que pueda describirlo, igual que el placer que sentía. Contrajo su coño y empecé a notar espasmos. Se estaba corriendo y yo llegué a pensar: "O son veinte orgasmos seguidos o uno de media hora." porque me parecía que duraba demasiado. Os juro que no exagero, fue un minuto corriéndose, a no ser que los espasmos no fueran por el o los orgasmos.

Me dijo que antes de que yo me corriese la sacase por mi madre y por Metallica. Le puse de nuevo a cuatro patas y ya que no podía penetrarle yo por el ano y dado que por ese agujero ya había experimentado y lo tenía húmedo, le metí suavemente el consolador mientras yo seguía embistiéndole por el chocho. Notaba el consolador entre la suave pared del ano, pero a la segunda vez que lentamente se lo introduje por el culo, lo saqué al tiempo que la polla y con ella entre sus nalgas, frotándome entre ellas, un chorro de semen salió disparado cayéndole por toda la espalda a Sonia. Me tumbé a un lado completamente rendido.

Mis padres se fueron a Asturias y nosotros nos quedamos en Madrid con la excusa de estar con nuestros amigos. Fue ella quien me pidió en esa ocasión que la follase y se convirtió con el paso del tiempo en una costumbre que se ocasionaba de vez en cuando. Cuando ella llegaba habiendo sido satisfecha con su novio, no la importaba hacerme una mamadita para que durmiera bien, y cuando no había visto a su novio y venía con ganas, me hacía alguna visita a mi dormitorio. Esta situación duró hasta después de las navidades de 2001, cuando se fue con su novio a vivir a Cullera, cerca de la playa donde siempre habían deseado. No he podido ir esta Semana Santa, pero el puente de mayo me clavo allí a ver si pasa algo y a Sonia le apetece revivir viejos tiempos.

Perdón por haberme extendido tanto y muchas gracias. Espero les haya gustado.