Bajo el escritorio
Después de un rato en el que no había dejado de ponerse caliente y sintiéndose como una vulgar zorra buscando la atención de su Dueño, decidió arriesgarse a meterse bajo el escritorio.
Como casi todas las noches, después de cenar y recoger, se dirigió a su cuarto, eran las 22h, hora de reunirse con los colegas y organizar lo que tocaba hacer esa noche en el juego, ella ya estaba allí desde hacía un rato, esperándolo, deseando verlo aparecer por la puerta y cuando vio que entraba una enorme sonrisa iluminó su cara, como siempre ocurría cuando lo veía. - ¡Hola pequeña! ¿qué tal estás? - le dijo sonriendo mientras acariciaba su cabeza. - ¡Hola Señor! ahora que Usted está aquí mucho mejor y ¿Usted que tal está?- contestó contenta porque por que al fin había llegado. - Yo bien, ha sido una tarde tranquila y ahora voy a jugar un rato y quiero tenerte echada a mis pies como una buena perrita. - Si Señor, ¿me permite coger un libro para leer mientras juega? - Por supuesto pequeña - y volvió a acariciarle la cabeza mientras le contestaba. Sin mas tardar, se sentó delante del ordenador, dejando que se acomodara a su lado, echada en sus pies, con el libro para entretenerse mientras, cada uno se puso a lo suyo, aunque ella no tardó en aburrirse y dejó el libro a un lado, acurrucándose en el suelo, sólo había pasado media hora, con lo que aún le quedaba un buen rato para terminar y la paciencia no era una de sus virtudes. Estar allí a su lado la estaba poniendo caliente, como siempre que lo tenía cerca, no podía evitarlo, al igual que no podía evitar mojar su coño de puta, el cual ya estaba pidiendo a gritos ser usado por su Amo, al igual que ella, apretó las piernas, provocando una pequeña presión en su clítoris que la puso mas cachonda aún. No llevaba nada de ropa y en el suelo se estaba quedando helada, con lo que se incorporó y poniéndose a cuatro patas comenzó a pasear por el cuarto, pasando al lado de Él, rozándose con sus piernas, buscando llamar su atención, pero no dio mucho resultado, consiguiendo solo alguna que otra leve caricia. Después de un rato en el que no había dejado de ponerse caliente y sintiéndose como una vulgar zorra buscando la atención de su Dueño, decidió arriesgarse a meterse bajo el escritorio, con lo que tuvo que molestarlo para que se apartase y pudiera entrar en el hueco que quedaba. Se colocó entre sus piernas y se puso a lamerlas desde abajo, Él estaba en boxers, cosa que a ella le gustaba mucho y le facilitaba la tarea, llegó a la ingle dando pequeños lametones de una a otra pierna, cuando llegó arriba, se encontró con que la poya de su Amo estaba dura y eso la puso más cachonda. De repente sintió una mano en su cabeza, cogiéndola por sorpresa y refregándole la cara en su poya por encima del boxer, escuchó: - ¡Ummm.....! que guarra eres, no puedes estar un rato tranquila sin tener una poya en la boca, ¿verdad cerda?. - No Señor - contestó un poco intimidada. - En ese caso, putita, ponte a comer poya mientras sigo jugando. - Si Señor - contestó triunfante y caliente porque había conseguido lo que buscaba. Sacó la poya de su Amo y comenzó a lamerla empezando por sus pelotas, subiendo y bajando nuevamente, parándose en la puntita, dedicándole toda su atención, haciéndolo con ganas y esforzándose en ser la mejor comepoyas para tener contento a su Amo. Siguió tragándosela, despacito se la fue metiendo en la boca a un ritmo lento pero constante, de vez en cuando su Dueño se impacientaba y la animaba a ir mas rápida haciendo que se la tragase entera, agarrándola del pelo y moviéndole la cabeza al ritmo que Él le marcaba, luego la soltaba y la dejaba seguir a su ritmo, porque no quería correrse aún, quería tenerla un rato ahí abajo haciéndolo disfrutar mientras jugaba con sus amigos. Ella estaba de rodillas con las piernas abiertas para estar mas baja y poder así caber mejor, a lo que Él aprovechó y comenzó a jugar con sus pies, pasó uno por su ingle y luego por su labio, notando lo mojada que estaba, después lo pasó entre sus labios, llegando a alcanzar su clítoris, haciendo que diese un respingo dándose un cabezazo y Él rió divertido. Mientras no había dejado de tragarse la poya de su Amo, aunque de vez en cuando su mano la obligaba a ir más rápida y a tragársela hasta la garganta, provocándole arcadas que ella había aprendido a aguantar. De repente escuchó: - Perrita, ya he terminado, ¿nos vamos a camita? - Si Señor - dijo ella ansiosa - ¿le gustaría terminar de usar a su perra Señor? ¿le apetece que lo ayude a dormir bien y relajado? su perra está caliente y deseando seguir comiéndose su poya hasta que se corra en su boca y esperará que le ordene tragársela para hacerlo. Y se quedó esperando la respuesta de su Amo.........