¿Bailmos? 22. Cena de compromiso

Las historias si quieres que salgan bien no puedes correr eso está claro, pero si no quieres que salga mal tampoco puedes perder el tiempo; Rafa cometió ese error y no quiere que por nada del mundo a su sobrino favorito Pedro le pase lo mismo, asi que hace todo lo que está en su mano para cambiarlo.

¿Bailamos?

Capitulo 22. Cena de compromiso

Tras la fiesta de la academia, Mi tío esta fuera de sí; no para de hablar sobre el tema y sobre el baile, incluso dice que se va a apuntar. Cristina está cansada, pero también luce feliz; tuvimos una buena sesión en el baño, hasta que nos interrumpieron para entrar al baño. María está un poco rarita, en la fiesta hablo un poco con Miguel; también está agotada, porque no han dejado de sacarnos en toda la tarde desde que bailamos. Por mi parte, estoy más cansado que en mi vida; por un lado, estoy eufórico y por otra me siento otro.

Cristina está apoyada en mí, María anda sola; aunque denoto que le gustaría estar abrazada a mí, la invito a hacerlo.

-      Te lo agradezco, pero sabes que no puedo. – rechaza, con una sonrisa triste.

-      Tranquila, todo pasara pronto. – acaricio su mano y ella me sonríe.

-      Sobrino, ¿Cómo has conseguido bailar asi, tan pronto? – me pregunta mi tío.

-      Gracias a María. – derivo el balón a su cancha.

-      Eso no es cierto – rechista Cristina.

-      No, yo ayude; pero él tiene un don. – niega María y se explica.

-      ¿un don? Tenemos que explotar eso. – propone mi tío.

-      Ya estoy en ello, hasta que Miguel se recupere hare el show por él; pronto, empezare a practicar con Cristina. – le explico a mi tío.

-      Tambien podemos montar uno nosotros. – propone María.

-      Me gusta la idea. – acepto su sugerencia.

-      Ahora la cena. – sonríe mi tío.

-      Si…la cena. – resopla Cristina.

-      ¿Qué, cena? – pregunta María.

-      La cena en la que mi sobrino, me presenta formalmente a sus novias. – responde mi tío.

-      ¿Pedro? – pregunta, molesta María.

-      Ha sido cosa de él, yo no dije nada.

-      ¿no te parece un poco pronto? – pregunta María a mi tío.

-      Es muy pronto. – apoya Cristina.

-      Ídem – repito, para apoyarlas.

-      Al cuerno el tiempo, siempre era demasiado pronto con mi mujer; siempre esperando, hasta que la perdí por dejar pasar el tiempo y no tuve ni hijos con ella. – empieza a contar mi tío, dejando salir sus sentimientos; provocando el silencio de las chicas.

-      Está bien tío, déjanos ducharnos; descansar un poco y, subimos a tu casa a cenar. – le contesto, viéndolo afectado.

-      Gracias. – agradece en silencio.

María, afectada por las palabras de mi tío; se aproxima a mí y se agarra a nosotros, la miro sorprendido.

-      No quiero perder el tiempo y mañana tener que arrepentirme. – me explica.

Le veo una sonrisa victoriosa a mi tío y entonces empiezo a entenderlo, el hijo de puta a usado chantaje emocional; para conseguir lo que quiere, ni está afectado ni nada. Asi va el delante, en silencio sumergido en sus pensamientos; sin decir ni hacer nada, detrás voy agarrado a las dos chicas de mi vida.

Llegamos a casa más derrotados que victoriosos, nos despedimos de mi tío; entramos los tres, me dejo caer en el sofá.

-      ¿ahora toca el sexo? – me pregunta María, dejándose caer sobre mí.

-      Me voy a la ducha. – responde Cristina, dándome un beso en los labios.

-      Vale, sí; ahora toca. – le respondo a María.

-      Si te mueves tu… - me propone.

-      No puedo más. – le comento.

-      Yo tampoco. – me dice.

-      ¿lo dejamos?

-      Lo dejamos.

Antes de darnos cuenta, nos dormimos asi mismo; al rato, Cristina nos llamó.

-      Anda ducharse, cochinos. – rio divertida.

-      Voy… - digo, cuando intento moverme y me doy cuenta como me duele el cuerpo. – ugh, ¿es necesario? – le pregunto.

-      Si, lo es…levanta. – me pide esta.

-      María, vamos. – digo y ella asiente.

Con trabajo nos enderezamos los dos.

-      ¿juntos? – pregunta María, antes de levantarse.

-      Si, vamos. – asiento y nos levantamos a la vez.

Andamos como abuelos hasta el baño, una vez dentro; nos lavamos con cierto esfuerzo, ayudándonos mutuamente.

-      Me debes un polvo – le recuerdo.

-      Vamos, muévete tú. – me muestra la rajita y el culo.

-      No, muévete tú. – negocio.

-      Y un cuerno. – rechaza.

-      Entonces me lo sigues debiendo. – le recuerdo.

-      Vale, cuando me recupere. – me suelta.

Salimos del baño desnudos y nos vamos a la cama, Cristina; se mete con nosotros y en la cama, nos quedamos cuajados hasta que el timbre suena.

-      Es mi tío…ábrele y dile que ya vamos, Cristina. – le pido.

-      ¿y por qué yo? – se queja esta.

-      Sencillo, eres la única vestida.

-      Tuché – ríe María.

-      No te rías que me pongo tonta y no voy. – amenaza Cristina y María se calla.

Mientras Cristina le abre a mi tío para que no reviente el timbre, María y yo nos vestimos; María se queja y reniega, pero lo hace.

-      ¿Por qué justo hoy? – se queja María.

-      Mi tío quiere conoceros, porque le hable mucho de vosotras. – argumento.

-      ¿no es un poco pronto? – reniega.

-      Sí, pero bueno; mejor aprovechar el tiempo, nunca se sabe cuándo la vida nos separara. – sentencio y ella me abraza.

-      No quiero separarme de ti. – lloriquea, demostrando que está un poco tontita.

-      Pues no lo hagas. – sentencio, abrazándola fuerte.

-      ¿vais a tardar mucho? – protesta Cristina, tu tío está impaciente.

-      Ya vamos. – nos quejamos los dos.

Ambas se han puesto los más pijas, finas y recatadas que pueden; huelen a ángeles y van poco pintadas, queriendo dar la mejor impresión y eso me demuestra que les importo.

-      Tambien me gustaría conocer a vuestra familia. – apuntillo, mientras subimos las escaleras.

-      No corras. – me pide Cristina.

-      Mejor dicho, no vueles. – apoya María.

-      Entendido. – suspiro, no queda otra que tener paciencia.

Ambas me miran sonriendo, dejan de subir por su cuenta; me agarran cada una desde un lado, subimos por las escaleras apretujados y llamamos a casa de mi tío.

-      Hola, tú debes ser la famosa Cristina y la incomparable María; soy Rafa el tío de Pedro. – se presenta mi tío.

-      ¿esto es en serio? – ríe María.

-      Eso parece – sonrío

-      Encantada soy la famosa María. – le da 2 besos María.

-      Quita, que la famosa era yo. – la empuja con su culo a María y se pone Cristina.

-      Quita tu – le da el culazo ahora María.

-      Chicas, os tenéis que pelear por mí; no por mi tío.

-      ¡Y tu cállate! – me señalan las dos.

-      Venga pasad. – ríe divertido mi tío.

Una vez dentro…

-      ¿Qué queréis de beber? – pregunta mi tío.

-      Agua – pide María.

-      Cerveza – suelta Cristina.

-      Coca cola. – pido.

-      Es hora de dejar de cuidarse. – propone Cristina.

-      Claro, como tú no engordas. – suelta María, provocando la sonrisa de todos.

Al poco viene mi tío con la bebida.

-      Hoy es una gran ocasión podrías saltarte la dieta. – propone mi tío.

-      ¿ah sí? ¿Qué se celebra? – pregunta María.

-      Que dos relaciones acaban y empiezan dos nuevas. – sentencia mi tío.

-      ¿dos o una? Porque esto no se ni lo que es. – opina Cristina.

-      En el significado de la palabra poliamor lo dice todo, varios amores. – traduce este.

-      ¿te has estado documentando o tuviste experiencias previas? – le pregunto a mi tío.

-      Me he estado documentando. – aclara mi tío.

La charla de la cena va variando, entre baile; futuro, amor y otros temas clásicos sin importancia.

-      ¿entonces perdiste un amor? – pregunta María, sorprendiéndonos y haciendo que mi tío pusiera una cara muy seria.

-      Si – responde al cabo del rato, bastante escueto.

-      ¿y que paso? Si puede preguntarse. – pregunta Cristina.

La verdad es que defendería a mi tío, pero nunca supe que paso; asi que me muero por saberlo, igual que ellas.

-      Mmm…No creo que venga al caso. – se defiende mi tío.

-      Sí que viene, quizá evite que cometamos errores. – comenta María.

-      Si, puede ser una lección que aprendamos. – apoya Cristina.

-      Como antes que María aprendió, una cosa. – rememoro.

-      ¿tú también sobrino? – pregunta Rafa.

-      Si…también quiero saber, para aprender. – intento convencerlo.

-      Está bien… - suspira. – Como sabes ella y yo estuvimos bien, mientras el boom de la construcción; se vendían casas como churros, a cualquier precio. – empieza a contar.

Se tomó su tiempo para continuar.

-      Con mi sueldo vivíamos y el suyo lo ahorrábamos entero para las vacaciones e íbamos a muchísimos sitios. – continua su explicación.

Suspira.

-      Tu tía me pedía y me pedía un hijo, yo le decía que aún no era el momento; que todavía podíamos disfrutar más juntos, que ya llegaría el momento. – relata mi tío.

-      ¿y que paso? – preguntan, las dos casi al unísono.

-      ¿Qué paso? La construcción quebró, pasamos de un nivel de vida a otro muy distinto; me deprimí y me eche a la bebida durante un tiempo, ella tuvo que aguantar la mala época con su trabajo y todo dejo de funcionar. – se abruma mi tío, con lagrimitas en los ojos. – si hubiéramos tenido un hijo, quizá y solo quizá; aun estaría conmigo y si no, al menos tendría un recuerdo de ella…no ahora, que no me queda nada de ella. – dice mostrando una tristeza, que jamás había visto hasta ahora.

-      Tranquilo, todos pasamos malas épocas; ahora tienes un negocio, todo volverá a su cauce de nuevo. – intenta animar María.

-      Veras como remontar el vuelo. – añade Cristina.

-      Tío, tranquilo; en el baile conocerás a alguien. – le digo, para terminar de convencerlo.

-      Espero, la verdad; me gustaría. – dice, con una triste sonrisa.

Tras eso, llegamos a las preguntas comprometidas; en las que metió en aprietos a las dos, fue un momento incomodo por el que toda pareja tiene que pasar.

-      Y bueno…tras esta bonita cena, llena de todo tipo de emociones; aquí soy el tutor legal de Pedro, asi que… ¿Qué queréis de mi sobrino? – les pregunta a ambas, que se quedan boquiabiertas ante esa pregunta.

-      Yo… - empieza a decir Cristina.

María guarda silencio.

-      Yo… - sigue diciendo Cristina sin arrancarse.

-      ¿tú que, muchacha? – le insiste. – y tu cállate, que ahora estoy hablando seriamente y con ellas. – me pide mi tío.

-      Señor Rafael – empieza a decir María.

-      Rafa para la familia. – la corrige.

-      Señor Rafa, recién estamos comenzando con su sobrino; las dos hemos dejado una relación de años, por el… - empieza a decir María.

-      Con Rafa bastaba, pero bueno; continua. – vuelve a corregirla.

-      Cuando una mujer empieza una relación, no busca sexo; busca compañía, cariño…atención y detalles. – continúa explicando.

-      Aja – suelta mi tío en señal de que la está escuchando.

-      Obviamente no puedo prometerle que voy a casarme con él y a tener hijos, eso sería lo ideal; pero no siempre sucede lo ideal, a veces la monotonía acaba con la relación y llega otro nuevo con renovado interés. – termina María.

-      Me gusta tu franqueza. – se sincera mi tío.

-      Yo… - dice Cristina sin terminar de arrancar.

-      Arranca ya, mujer. – ríe mi tío.

-      Y-yo quiero estar con Pedro. – titubea Cristina.

-      Vale, también te acepto; puedes besar a tu novio. – bromea mi tío, quitándole hierro al asunto.

Poco después, tras tomarnos una copa celebrando el triunfo de hoy; bajamos a casa, las dos chicas y yo estábamos cansados asi que caímos como un plomo.