Baile en la fiesta del barrio (2)

Primero en la escalera, después viene su marido y luego yo una segunda vez.

Anteriormente…

Encontré a Regina en medio de la pista de baile. Tal como le prometí fui a su encuentro, ¿como iba a desaprovechar una oportunidad así? Podría bailar con ella, tenerla entre mis brazos…hablar, delante de todos sin levantar sospechas. Fui contento, muy animoso…la encontré radiante, hermosa como siempre y con ese perfume que tanto me gustaba.

Bailamos, nos tocamos …sentí su emoción y ella la mía. Me excite como un animal en celo, y cuando mejor estaba se acercó su marido, me la arranco de entre los brazos y se perdieron entre la gente.

Los seguí a una distancia prudencial hasta su casa. Dentro del portal vi que el se adentraba y desaparecía, mientras Regina se entretenía en la semioscuridad para hacer una ultima llamada… a mi.

Me abrió la puerta del portal, nos abrazamos, nos adentramos hasta un rincón oscuro y allí mismo la folle contra la pared con todas mis ganas.

Después… con cierta coquetería, te pasas la mano por el pelo. (No hacía falta....estas maravillosamente bella!). Mientras me miras con una cara radiante de felicidad, te diriges hacia el ascensor para volver a casa donde te espera tu marido. ¿Qué debe estar pensando sobre tu inusual retraso?

Capitulo 2

Nuestro apasionado encuentro te ha dejado muy feliz…Tu cuerpo ha respondido dándote un hermoso orgasmo. Hemos cumplido una de las fantasías muchas veces pensada y nunca antes realizada. Te llevas un regusto dulce y placentero, tu vagina esta jugosa, distentida y contiene mi lechecita.

Después de despedirnos te sientes algo incomoda, piensas que debes estar horrible, despeinada y con el maquillaje estropeado. No te atreves a volver la vista hacia mi y te encaminas hacia tu casa donde esta todo lo opuesto a lo vivido hace unos instantes, la monotonía, la falta de pasión.

Todavía te tiemblan las piernas, a duras penas consigues introducir el llavín. Abres la puerta y te diriges al baño como primer sitio para asearte. Ya en tu cuarto, empiezas a desvestirte con cuidado, rozando cada parte de tu cuerpo, sintiendo de nuevo la caricia de mis manos sobre tu piel. Mi olor todavía inunda tu nariz, y sientes como la excitación se apodera de nuevo de ti.

Tu primera reacción es pensar en mi...¿estaré ahí abajo todavía?, percibes mi presencia, aun sientes mis latidos junto a tus pechos. Comienzas a acariciar tu cuerpo suavemente, te desprendes de la falda y empiezas a buscar tu rajita por debajo dela braga... sigue tan ardiente!!

Empiezas por unos movimientos suaves, mientras… sigues pensando en mi. Acaricias la parte interna de los muslos,  el pulso se te acelera. Tus manos recorren tu cuerpo cada vez con mas fuerza, con mas intensidad, y cuando estas a punto de alcanzar el clímax...

…el que estaba dormido, te coge de la mano y tira de ti.

—     Te he esperado y como tardabas, la bebida ha hecho efecto. Me he quedado sobao— dice con una voz todavía gangosa.

—     Anda…duérmete …que yo estoy cansada y quiero dormir — dice Regina mientras se acomoda sobre la cama con intención de ponerse a dormir.

—     ¿no ves como estoy?¡esto hay que aprovecharlo!— le dice él mostrando su polla erecta.

Regina suspira y lamenta que la de su marido no se parezca a la mía. La pasión que yo le provoco ni se parece a la que le ha provocado su pareja todos estos años.

Aceptando resignada lo inevitable, con total sumisión de echa en la cama, se despatarra y deja la vía libre para que su marido se eche encima literalmente y la folle sin más preámbulos.

La pena apenas duras unos minutos.  Hacer el amor nunca fue su fuerte, con el tiempo su esposo ha ido perdiendo, y hoy con lo que lleva bebido, no ha aguantado ni lo suficiente para darse cuenta que ese coño estaba anormalmente jugoso.

A los pocos instantes duerme profundamente y ronca como un oso, lo que desespera aún más a mi amada.

Clinc… el celular anuncia que ha entrado un mensaje. Clinc…otro mensaje. Coge el teléfono y mira de quién son.

—     Querida ¿estas despierta? Yo no puedo dejar de pensar en ti— le escribo

—     Encontrarte hoy ha sido maravilloso— añado

La respuesta de Regina no se hace esperar.

—     ¿Quieres subir?¿…te atreves a visitarme por la noche? —

Cobijado por la semioscuridad reinante en la escalera, me atrevo a golpear muy levemente en tu puerta. Me duele el pecho por la fuerte que late mi corazón. No lo puedo evitar, el riesgo merece la pena...estoy borracho de tu olor, y enloquecido por esos gemidos tuyos.

Nunca antes tuve la sensación como ahora de recoger un fruto prohibido, de rozar la locura, de arriesgar todo lo conseguido...pero es tan apetitoso y excitante!!!!.

Cuando abres la puerta veo el mismo cielo delante de mi. Me cuelo dentro y me fundo a ti en un apasionado beso. Apoyo mi mano sobre tu bajo vientre y la deslizo por encima de la ropa buscando tu entrepierna.

Mi querida Regina, temblorosa te dejas acariciar y te muerdes los labios para evitar un gemido de placer, al sentir mi mano sobre tu chochito. Te obligo a darte la vuelta. Quedas de pie, de espaldas a mí, con las manos apoyadas sobre la mesa y las piernas entreabiertas.

Me pongo detrás, te cojo por la cintura y aprieto mi cuerpo contra el tuyo, haciéndote notar sobre tu culito el bulto de mi pene que vuelve a estar enorme.

—     Con cuidado mi amor…sin hacer ruido…que no estamos solos — me advierte en voz muy baja.

Lentamente mis manos recorren hacia abajo tus caderas hasta llegar a la tibia piel de tus muslos. Vuelven hacia arriba hasta llegar a los glúteos y a la braguita. Meto mis dedos entre la piel y la tela y las bajo despacio.

Un culo redondeado, grandecito y muy bien dibujado aparece ante mí. Me encanta…acerco mis labios y lo beso. Luego deslizo el dorso de la mano desde las curvas inferiores hasta recorrerlo por completo.

La piel es de una suavidad exquisita y merece las más delicada de mis caricias. Con ambas manos, con mucho cariño, le separo un poco los glúteos y aparece ante mí tu rosada vagina. Al final se ven los pelitos oscuros y rizados que la adornan.

Paso el dedo medio por encima de la rajita y se me humedece, ¡ qué ricura!. Con una mano, te hago girar para que me enseñes mejor tu chochito. Ahora ya no sirve el pudor, estamos lanzados. Te separo aún más las piernas para disfrutar de tan linda visión.

Soy prisionero de mi excitación. Mi querida Regina durante unos instantes has quedado adormecida esperando un nuevo orgasmo. Sin embargo la veo decidida a tomar la iniciativa.

Pegas tu cuerpo al mío. Yo se que no eres sumisa, y vas a luchar parar adueñarte de mi. Por hacerme tuyo, por besarme y atraparme entero, por cogerme firmemente sin dejar que me libere, mantenerme dentro de ti, hasta que exhausto, caiga vencido.

Me miras con ojos de hechicera, me seduces con unos estimulantes gestos de tu boca y me abrazas con fuerza. Te llevas un dedo a los labios y me indicas que no diga nada, que permanezca en silencio, sin hacer ruido.

Pssst... quédate calladito... podría venir alguien.... — me murmuras al oído.

Tu cuerpo se va deslizando hacia abajo rozando con el mío, mientras tus manos van desde mis hombros hasta el vientre.Pones tu cara delante del bulto de mi pantalón, mientras que tus dedos delimitan la figura de mi miembro que pide que por compasión lo liberen de la prisión que lo retiene.

Me siento excitado como nunca y nervioso por eso que me has dicho, ¿Dónde está su marido? ¿puede venir a interrumpirnos?...¿estaremos jugando con fuego?...espero que no tengamos que arrepentirnos.

Mientras estos pensamientos cruzan por mi mente a toda velocidad, me desabrochas el pantalón. Me baja la cremallera y mete impaciente la mano para percibir todo mi calor.

¡Uhmmm... por fin siento aliviar la presión e imagino las mil y una caricias que me vas a dedicar!.

El pantalón cae hasta mis tobillos. Pone sus dedos entre el borde del boxer y mi cadera. De un tirón lo desliza hasta el final de mis piernas.

—     Ven cariño mío …tu mujercita te va a dar todo el placer del mundo— dice susurrando.

Mi pene aparece con todo su esplendor, alegre de verse liberado.

—     Uhmmm que grande está…— dice mientras bajas hasta el fondo el pellejo.

La verdad es que esta como un globo a punto de estallar.

—     …un poco reseco y muy caliente— continuas diciendo mientras que subes y bajas otra vez el pellejo, — …vamos a suavizarlo un poco— dices antes de metértelo en la boca.

Noto como tu lengua relame el capullo y como tu saliva me lo moja totalmente.

—     Ahora ya esta mucho mejor—, dices dándome unos meneos suaves de arriba a bajo.

Te lo vuelves a meter en la boca y me lo chupas durante unos instantes maravillosos. Estos estímulos multiplican mis sensaciones de placer y siento unas ganas enormes de correrme abundantemente sobre tus labios.

En este momento eres mi dueña, y dejo para ti toda la iniciativa de la pasión. Juegas con mi miembro restregándolo con tu piel, mordiéndolo por el lado o apuntando los dientes sobre la punta. El roce de tus dientes en zona tan sensible, me hace sentir unos escalofríos que recorren toda la espalda.

Luego, me lo envuelves con tu aterciopelada boca llenándolo de saliva. Es maravilloso. Tu lo sabes y disfrutas sometiéndome a tu juegos, devolviendo así lo que antes yo te di.

Sabes combinar las más dulces caricias con los estímulos más extraños, para mantener ese nivel de excitación cercano al clímax que me hace sufrir porque no me lleva el final, y a la vez me mantiene al borde de la locura.

Un ruido extraño viene desde el otro oscuro extremo del pasillo.

Sorprendida detienes tus caricias. Durante unos instantes tus oídos buscan confirmar la procedencia del ruido. El silencio mas absoluto cae pesadamente sobre la estancia.

Inquieta esperas confirmación. Yo me impaciento. ¿pasa algo?, pregunto.

—     No ....nada...perdona...no te preocupes— me dices antes de continuar con tus sabias caricias. Enseguida me olvido del incidente y vuelvo a estar al borde del orgasmo.

Deverano.