Baile en la Discoteca

A petición de muchos de los lectores se presenta la recopilación de una de las mejores experiencias en una Disco

Agradezco a tantos lectores y sus amables comentarios; y a petición de varios de ellos recopilo tres de mis relatos en uno solo para que lo disfruten aún más.

Baile en la Disco

Mi esposo es muy morboso y a mí me encanta seguir sus juegos y fantasías; así es como por primera vez me propuso ir a bailar a una discoteca; queríamos pasarla super bien, pero nunca imaginé hasta donde lo disfrutaríamos.

Ese viernes, mi esposo me trajo un vestido rojo, hermoso, de tiras a los hombros, muy corto y me dijo que me llevaría a bailar; mientras me bañaba el alistó lo que me pondría con el vestido, solo una tanga roja muy pequeña y unas zapatillas de tacón alto que casi nunca uso; le pregunté por el sostén y las medias, me dijo que no las necesitaba, que iríamos así. Al salir me sentía semidesnuda, pero del brazo de él, estaba muy segura y un poco excitada; llegamos a una nueva discoteca al norte de la ciudad; nos ubicamos en una mesa cerca de la pista de baile, pedimos unos tragos y en seguida me sacó a bailar; en la pista había varias parejas bailando, yo miraba a todos lados para ver si me miraban por el vestido tan corto que apenas cubría mis nalgas, mis senos sin brasier parecían con vida propia, se movían levemente y marcaban mis pezones a través de la delgada tela; mi esposo no hacía más que besarme en la boca y el cuello, me acariciaba la espalda bajando sus manos hasta rozar  el principio de mis nalgas, estaba temblando, asustada, pero muy excitada; a todo momento me decía lo hermosa que me veía y de como muchos hombres me miraban con deseo.

Bailamos varias veces y bebimos muchos tragos, ya me sentía un poco ebria; mi esposo me dijo que iba al baño, por si alguien me sacaba a bailar, le dije que ni loca lo haría, pero besándome profundamente me dijo que lo hiciera que lo disfrutaríamos los dos y se fue hacia el fondo de la disco; no habían pasado ni dos minutos cuando un hombre bajo y calvo me invitó a bailar, yo miré a todos lados como buscando una excusa o esperando que mi esposo volviera y me salvara, pero el hombre insistió y finalmente me decidí a salir a bailar con él; tomándome de una mano, puso la otra en mi cintura y me acercó hacía él para iniciar el baile, me paseaba por toda la pista mientras me sonreía, era como si quisiera lucirme por todo el lugar; se acercó a mi oído y me dijo que me veía estupenda; su aliento en mi cuello me hizo vibrar, él se dio cuenta y sonrió nuevamente; tímidamente le dije: gracias, pero él simulando que no me oyó, acercó su rostro a mi cara para escuchar mejor, cuando me acerqué a su oreja para repetir el gracias, se giró y nuestros labios se rosaron, me quedé congelada, sin despegar los labios nos miramos y la intensidad de su mirada hizo sentir cosquillas en mi entrepierna, rápidamente me separé de sus labios y busqué con la mirada a mi esposo, ya estaba en nuestra mesa sin perder detalle de lo que pasaba.

Al terminar el baile me senté y lo miré temerosa pero el me besó y me dijo que le encantó cuando regresó y nos vio bailando, que cuando nos vio tan cerca charlando se había excitado más; yo le conté que nada más me dijo que me veía estupenda y yo le agradecí; y mirándolo a los ojos le dije que por error, al hablar tan cerca, nuestros labios se rozaron, pero que solo fue un instante, él lejos de molestarse, me preguntó que qué había sentido, que si me gustó, tuve que confirmarle que en efecto me excitó un poco; me dijo que si quería seguir bailando con él, yo le dije que no me disgustaría; no terminé de decírselo cuando tomó su copa y girando hacia la mesa del hombre que me sacó a bailar, lo saludo levantando la copa y haciéndole una seña de invitación, yo me puse roja de vergüenza y le pregunté qué hacía, me dijo, tranquila solo es un juego, ya verás cómo lo pasamos de bien.

En hombre me invitó a bailar nuevamente, me preguntó con quién estaba, le dije que éramos esposos; el me comentó que estaba con dos compañeros de oficina, los cuales estaban muy ocupados con un par de chicas; esta vez me hablaba mucho más cerca, siempre intentando tocar mi cuello con sus labios, eso me ponía más caliente cada vez, bailamos tres piezas seguidas y a cada nueva canción me apretaba más y más; yo miraba a mi esposo y él sonreía y asentía, no sé si a mi o al hombre que me apretaba; llegué a sentir su paquete junto a mi vientre, lo sentí caliente y muy grande, eso me hizo mojarme toda la tanga; al terminar de bailar me acompañó hasta mi mesa y mi esposo le dijo que si nos acompañaba con un trago, él aceptó y se sentó dejándome en medio de los dos, mi esposo le preguntó el nombre y dijo llamarse Antonio, nos presentamos nosotros y le estrechó la mano a Alberto y a mí me dio un beso en la mejilla, muy cerca de la boca y durante más tiempo que el correcto para un saludo; mi esposo puso su mano en mi muslo, me acarició lentamente subiendo la mano hasta donde llegaba el corto vestido, Antonio se dio cuenta y me guiñó un ojo sonriendo, me dio mucha pena y miré a mi esposo como regañando su comportamiento, pero él siguió charlando como si nada.

Le pregunté a mi esposo si quería bailar pero con la mirada me dijo que no; nuevamente Antonio me sacó a bailar; tan pronto iniciamos, me puso sus dos manos en mi espalda y su pierna en medio de las mías, moviéndola duro contra mi pubis, yo traté de mirar a mi esposo, pero Antonio me daba muchas vueltas mientras más me apretaba, sentí que sus manos bajaban hacia mis nalgas y traté de separarlo, entonces subió sus manos recorriendo la espalda como queriendo comprobar que no traía brasier; sentí su pene contra mi muslo; esta vez lo sentí en toda su extensión, era más largo y grueso que el de Alberto, estaba asustada, caliente y cada vez me mojaba más; al terminar el disco, me llevó a la mesa y cuando me senté dijo que ya volvía que iría al baño, imaginé que quería que mi esposo no le notara la erección; apenas me senté al lado de mi esposo le conté que el tipo quería apretarme mucho y que le había sentido el pene, me preguntó si me gustó, le dije que era muy grande; entonces metió su mano debajo del vestido y tocó mi tanga notándola muy mojada; me dijo que fuera al baño y me quitara la tanga, que quería sentirme sin ropa interior, yo le dije que no, que me daría mucha pena y con ese vestido tan corto, al sentarme alguien podría darse cuenta; tanto insistió que al final acepté y me fui al baño a quitarme la tanga y limpiarme un poco.

Al volver del baño, estaban los dos charlando como viejos amigos, Antonio se levantó para dejarme pasar y quedar otra vez en medio de los dos; tomamos otros tragos y el alcohol ya me hacía bastante efecto, sentía un poco de mareo, pero me sentía relajada y bien excitada; yo sabía que mi esposo era muy lanzado y le gustaba verme calentándome con otro hombre, pero yo tampoco estaba dispuesta a dejarme meter mano de cualquiera.

Ahora si mi esposo me sacó a bailar y para ir hacia la pista teníamos que salir por el lado de Antonio que se paró para darnos paso, bailamos dos canciones, mi esposo en todo momento me tocó las nalgas y la vagina por debajo del vestido, yo miraba a todo lados por si alguien se daba cuenta, pero parecía que cada cual estaba en lo suyo; el que si no nos quitaba los ojos de encima era Antonio, estaba muy interesado en lo que hacíamos, yo le dije a Alberto que Antonio nos estaba mirando, pero a él eso parecía gustarle más y me besaba en el cuello sabiendo como me ponía sus besos; al terminar el baile me dijo que iría a los baños y me dejó ir sola a la mesa, al llegar, Antonio no se levantó, simplemente se movió un poco hacia atrás para que yo pasara por encima de él, yo me quedé quieta porque me sentía incomoda de pasar tan cerca de él, pero el simplemente me tomó de la mano para ayudarme, trate de pasar entre Antonio y la mesa, era muy poco espacio pasé mi primera pierna y al tratar de cruzar la segunda, él estiro sus piernas y casi me caigo, él me tomo de la cintura y prácticamente me sentó encima suyo, quedé inmóvil al sentir como mis nalgas quedaron justo encima de su paquete, lo sentí entre mis piernas, frotándose directamente en mi vagina, me apretó más contra él y una de sus manos acarició mi seno, debió sentir el duro pezón, yo no sabía qué hacer, miré hacia los baños por si mi esposo regresaba, nada; entonces con la otra mano me acarició los muslos, por la parte de adentro, subió su mano y llegó directamente a mi vagina, dio un gran suspiro al sentir que no tenía ropa interior, me dijo al oído, que rica que estás y me beso el cuello con mucha pasión; como pude me escapé de sus manos y me senté al lado, me aparté para no tenerlo cerca.

Llegó mi esposo del baño, Antonio se levantó para dejarlo pasar, me miró para que yo también me levantara y quedáramos otra vez uno a cada lado mío; yo no quise levantarme y le señalé a mi esposo para que se sentara entre nosotros dos, entonces Antonio me tomó de la mano y me sacó a bailar para que mi esposo se sentara al rincón; tan pronto empezamos a bailar, Antonio me puso una mano sobre las nalgas mientras que con la otra me apretaba de la espalda para que le pegara mis sesos a su pecho; yo estaba muy angustiada, mirada a mi esposo, pero él parecía muy complacido con lo que pasaba, le dije a Antonio que me dejara respirar que no me apretara tanto, que mi esposo se enojaría, entonces me dijo, que tranquila, que él se dio cuenta que a mi esposo le gustaba exhibirme y que le gustaba verme así con otro, esto me asustó más todavía, no sé si ellos habían hablado algo de esto; él siguió tocándome las nalgas por debajo del vestido, y su otra mano empezó a moverla hacia el costado, tratando de tocarme un seno, yo no hacía nada; pensando que era lo que quería mi esposo, que era lo que quería Antonio, y sobre todo que era lo que yo quería; hasta ese momento estaba muy desconcertada por lo que estaba sintiendo, por un lado me gustaba las caricias que Antonio me hacía, pero por el otro me sentía usada, temerosa y muy sucia, dejándome tocar por un hombre en frente de mi esposo; mientras pensaba en todo esto, Antonio me apretaba el seno y pellizcaba mi pezón que ahora estaba más duro y grande; entonces me separé bruscamente y le dije que iría al baño.

En el baño me limpié la vagina, estaba muy mojada, me arregle el vestido porque Antonio me lo dejó todo corrido, me vi los pezones que estaban muy marcados, me peiné y salí dispuesta a decirle a mi esposo que nos fuéramos a casa; al llegar a la mesa estaban charlando y riendo nuevamente; tan pronto me vieron, Antonio se sentó muy cerca del espaldar para darme paso sin levantarme, ya sabía sus intenciones, pero esta vez estaba mi esposo al lado por lo que no le vi inconvenientes; pasé una pierna por encima de sus pies y otra vez él estiro sus piernas impidiendo que pasara mi segunda pierna, sus piernas quedaron entre las mías; se acercó más hacia mí y sentí algo caliente y duro pegado a mis muslos bien arriba, quedé de piedra, era su pene entre mis piernas, se lo había sacado y me lo estaba acercando, temblé de pies a cabeza, miré a mi esposo y tenía una mirada llena de lujuria, me envió un beso a distancia y me guiño el ojo; yo no sabía qué hacer, traté de levantar mi pierna para pasar y sentarme, pero Antonio me tomó de la cintura, me bajó y sentó sobre su regazo, pensé que me iba a penetrar con su erecto pene pero solo lo dejó desplazarse por fuera de mi vagina, lo sentí recorrer mis labios vaginales por fuera, de arriba abajo una y otra vez, estaba tan caliente, tan duro, tan grande, empecé a moverme sin control encima de ese hombre que apenas conocía, su pene estaba excitándome mucho, volteé a ver a mi esposo que me observaba con una mirada de loco, sabía que estaba muy excitado; y en un arranque de pasión y locura me levante un poco y dejé ir todo ese rico pene hasta el fondo de mi vagina, lo sentí hasta el útero, me derramé en un intenso orgasmo solo de sentirlo adentro, mis jugos mojaron a Antonio que se quedó quieto mientras disfrutaba de mis contracciones, mis piernas temblaban pero más aún mi vagina, mi ano, todo mi cuerpo temblaba, nunca había sentido un orgasmo tan intenso, no quería que terminara nunca…Mirando a mi esposo le dije, llevémoslo a la casa.

Alberto me haló hacia él y terminé sentada en medio de los dos, pero inclinada sobre el regazo de mi esposo, besándonos con una pasión desenfrenada, me comía los labios, los apretaba entre sus dientes, su lengua me penetraba buscando llegar al fondo; estaba tan excitado como yo o quizás más; mientras seguía besándome, sentí que Antonio me acariciaba las nalgas suavemente, recorría su mano desde la cintura hasta mis muslos sin dejar de apretar, me abría para tratar de llegar hasta mi ano, yo simplemente le dejaba hacer lo que quisiera, estaba dispuesta a dejarme llevar hasta donde quisiera, después de muchas caricias, mientras mi esposo me seguía besando y me acariciaba los senos por debajo del vestido, Antonio llegó a mi ano, rozaba un dedo alrededor, como queriendo excitarlo más de lo que estaba, presionaba solo un poco, sin intentar entrar, solo giraba y giraba ese dedo alrededor del ano, presionó un poco más y sentí que me llegaba otro orgasmo cuando su primera falange entró.

Alberto apartó su rostro del mío cuando sintió que estaba temblando por el orgasmo; me besó en la frente, en las mejillas, en los labios, orejas y cuello, me dijo al oído: cuanto te amo y que excitado me tienes; yo quise recompensarlo por todo el placer que me hizo sentir con esa invitación y tomé su pene por encima del pantalón; lo apreté y mirándolo a los ojos llevé la mano para tratar de bajar la cremallera de su pantalón y extraerlo, pero él me detuvo, y me dijo, no podemos ir a casa; ¿A dónde vamos?...

Yo volteé a ver a Antonio que seguía masajeándome el ano con el dedo y tenía aún su pene afuera, me quedé viéndolo tan grande tan duro y mojado, quería llevarlo a la boca, pero más quería darle placer a mi esposo, le pregunté si tenía un lugar a donde ir; simplemente se guardó con mucho trabajo, su pene, y le dijo a Alberto que si queríamos podíamos ir al hotel en donde se quedaba con sus compañeros de oficina, ya que estaba en la cuidad de viaje de negocios; mi esposo me interrogó con la mirada; yo solo le dije: lo que tu quieras; y entonces nos levantamos y fuimos directamente a la caja a pagar la consumición y salimos; Antonio pidió un taxi y al llegar abrió la puerta de atrás, me invitó a pasar y le dijo a Alberto que se hiciera adelante.

Durante el trayecto, Antonio no paraba de besarme y acariciarme los senos mientras mi esposo, volteándose un poco no perdía detalle; supongo que el conductor también debería estar observando todo; llegamos al hotel y entramos directamente al ascensor en donde nuevamente Antonio me apretó fuertemente mientras me besaba y acariciaba mis nalgas; yo estaba como ida, solo me importaba disfrutar de esos momentos llenos de sensaciones nuevas y muy placenteras, me subió el vestido hasta la cintura dejando todo mi trasero al descubierto, yo me movía arriba y abajo tratando de pegarme más y sentir su duro pene en mi vagina, estaba mojadísima, quería que me penetrara allí mismo.

Al fin después de muchos besos y caricias llegamos al piso y al cuarto; mientras Antonio se despojaba de la chaqueta y se dirigió al minibar a servir algo de beber, Alberto me miró con tanto amor y deseo que me abalancé a besarlo y tocarle su miembro que empujaba su pantalón; me dijo: vamos a enfriarnos un poco, la noche es larga; yo lo miré profundamente y le dije: Te quiero dentro de mi ya; pero él tenía otros planes, me quería más excitada aún.

Me llevó de la cintura y nos sentamos en un sofá; Antonio nos trajo dos bebidas que apuramos sedientos, nos puso otra a daca uno y se sirvió un vaso para él; luego se sentó frente a nosotros como esperando alguna señal para continuar lo que habíamos iniciado en la disco; Alberto le dijo que porque no ponía algo de música, que le gustaría vernos bailar ahora en privado; rápidamente Antonio puso música suave para bailar muy pegados y me sacó a bailar, sin pedirle permiso a mi esposo, eso ya sobraba; me acercó a su cuerpo y me apretó suavemente de la cintura, ahora parecía un poco tímido; yo me abracé a su cuello y acercando mi boca le besé el cuello, suavemente, como invitándole a que hiciera lo mismo, no quería ver a mi esposo, quería que él me viera como tantas veces había querido verme; Antonio se sintió más seguro y me besó la boca, me metió la lengua bien adentro y bajó sus manos para apoderarse de mis nalgas, subía y bajaba las manos arrastrando el vestido con sus movimientos, mi trasero quedaba totalmente desnudo a la vista de mi esposo; era algo tan morboso, me sentía diluir entre mis piernas.

Mi esposo se levantó y se puso detrás, me acarició la espalda y bajando las manos, encontrándose con las manos de Antonio que no dejaba de apretarme las nalgas, siguió hasta acariciarme los muslos y luego llevar su mano hacia adelante hasta llegar a mi mojada vulva, hurgó en ella, metió sus dedos, encontró el clítoris y me hizo estallar en un nuevo orgasmo; creo que llevaba mucho tiempo en no sentir tantos orgasmos en un mismo día; me di la vuelta para besar a mi esposo, Antonio me soltó suavemente como queriéndome indicar que no quería dejarme, pero mi esposo estaba primero; Alberto me besó con mucha ternura mientras me deslizaba los tirantes del vestido sobre los hombros para dejarlo caer, lo hicimos a un lado y quedé totalmente desnuda en los brazos de mi esposo mientras otro hombre nos observaba.

Mi esposo me acarició los senos con fuerza, apretaba los pezones, los estiraba sin dejar de mirarme, yo estaba enloquecida y excitada a más no poder, sentí que Antonio se acercó por detrás y se me pegó; lo sentí desnudo, sentí su pecho fuerte pegado a mi espalda, pero su fuego se me pegó a través de su duro pene en mis nalgas, abrí los ojos mirando a mi esposo buscando una señal; él solo me tomó de los hombros y me volteó entregándome a ese hombre que nos estaba dando tanto placer.

Lo miré de arriba abajo, tenía un buen cuerpo, grueso, bien cuidado; pero su pene era imponente, atraía con furia  mi mirada, lo tomé en mis mano mientras iba acercándome, lo acomodé entre mis piernas y me pegué a Antonio para besarlo con ardor, su pene, grande, duro y muy caliente se frotaba contra mis labios vaginales, me sentía derretir por la cantidad de flujo que manaba de mi ser; él me besó con pasión, me metió la lengua hasta la garganta y sus manos fueron a mis senos para abarcarlos completamente, me apretaba los pezones simultáneamente, su pene lo mantenía quieto entre mis piernas, yo seguía moviéndome atrás y adelante, era un pene muy largo y gordo, sentía que me acariciaba toda la vulva y el ano, seguro que mi esposo vería la punta del pene salir por atrás.

Antonio, estaba temblando, con mucho pesar me separó y me llevó a la cama, yo me dejé llevar, me olvidé de Alberto, me entregué por completo a sus deseos, me acostó atravesada en la cama, abrió mis piernas e inclinándose entre ellas me besó los muslos, me besó todos los muslos sin dejar alguna parte sin besarla, parecía no tener prisa en llegar a donde quería sentirlo, bajó tan despacio que sentí que me llegaba otro orgasmo, suspiré alto, le dije que ya, que me besara allí, el no pareció escucharme, seguía martirizándome, cuando finalmente llego a mis labios, estos lo recibieron abriéndose involuntariamente, me entregué de lleno a esa caricia, era un experto con su lengua, recorrió cada rincón, trató de penetrarme solo para darme más placer, y finalmente se entregó a mi clítoris, lo rodeaba y lo apretaba suavemente entre sus dientes, me chupaba, me mordía, le pasaba la lengua suave y duro, lo soplaba, lo halaba y me hizo llegar tan explosivamente, que no pude dejar de gritar, mi boca abierta para dejar salir ese gran orgasmo que me inundaba todo mi ser, mis piernas empezaron a temblar, mis senos parecían que se endurecieron tanto que me dolían, sentí que mi ano vibraba y mis flujos salieron disparados estrellándose en su rostro, nunca había sentido algo así; estaba flotando….y hasta ahora solo era el comienzo.

No sé cuánto duré temblando con los ojos cerrados y las piernas abiertas, fue increíble, poco a poco fui recobrando la conciencia, en donde estaba, con quién estaba; mi esposo, …; ¿mi esposo?; abrí los ojos y lo busqué, estaba de pie, al lado de la cama, viéndome con los ojos entrecerrados, sonriendo, tocándose el pene que se había sacado del pantalón, lo vi más grande, más duro que nunca, me levanté a tocarlo, quería comérmelo, quería con mi boca decirle a su pene lo mucho que lo necesitaba, lo mucho que acababa de disfrutar y lo mucho que quería que él también gozara; lo besé, lo lamí, lo apreté con mis manos; y finalmente lo metí en mi boca, quería que lo empujara, que me ahogara, pero mi esposo se quedó quieto, levante la mirada y vi que estaba a punto de correrse, no dejé que lo sacara, lo aprete de las nalgas para que me inundara con su esencia y descargó todo el placer que tenía concentrado en ese fuego que recorría mi garganta y me calmaba; era exactamente lo que quería, que mi amado esposo se regara en mí, que me inundara con su deseo que me inflara de gusto; lo disfruté sin quitarle la mirada; su respiración se fue calmando a medida que su pene aflojaba un poco la presión en mi boca, aunque no perdía su erección; lo sacó poco a poco, como queriendo sentir toda mi boca a su alrededor, al salir le besé el glande con dulzura.

Mi esposo me acostó nuevamente en la cama, esta vez a lo largo y él se acostó conmigo, nos abrazamos y nos besamos plácidamente volviendo a retomar ese impulso vertiginoso que nos llevaría a más placer; sentí que Antonio se acostaba a mi espalda, luego sentí su duro pene contra mis nalgas, me pegué para sentirlo más cerca, me tomó de la cintura y me halo hacia él para poner su pene entre mis nalgas, quería llegar a rozarme el ano, entendí sus intenciones y volteé a mirarlo, nos besamos mientras mi esposo me besaba los senos y acariciaba la vulva, me estaba dejando arrastrar a una caída de éxtasis impresionante, sentí que esos dos hombres, mi esposo, mi amado esposo y ese extraño me volverían loca de placer y me abandoné; me subí en mi esposo, su pene estaba cerca de mi vagina, no hacía falta direccionarlo, solo encontró el camino muy listo, muy mojado, me penetró, suave y permanente, sintiendo cada pedazo de mí, lo sentí más duro que nunca, me llegó hasta más adentro de lo que alguna vez haya llegado, me empecé a mover con frenesí, él me apretó los pezones, estaban tan duros, y comenzó a moverse hacia arriba, tratando de llegar más al fondo, sentía como sus testículos llegaban a tocar mis nalgas.

Antonio no se quedó quieto, se puso detrás y empezó a besarme el cuello mientras me acariciaba las nalgas, sentir su respiración en mis oídos, su boca en mi cuello, su pecho en mi espalda y sus manos en mis nalgas me encendían más y más; mi esposo me tomó del cuello e hizo que bajara mi pecho para besarlo, sentí que perdía algo de profundidad su pene, pero el rozamiento hacia el clítoris aumentaba, nos besamos con hambre; Antonio me penetró con un dedo por el ano, me sentí muy bien, relajada, lista para lo que fuera; luego metió otro y empezó a meterlos y sacarlos despacio, luego los giraba, me dilataba bien, los sacaba y los metía cada vez más rápido, luego, muy de prisa, los saco y metió tres o cuatro, no sé, pero me gustó mucho, sentí que me abría mucho, sentí que llegaba otro orgasmo, mi esposo me apretaba más aún sin dejar de besarme, él sabía lo que seguía y yo también; aunque nunca esperaba lo que sentí, me sacó los dedos y penetró todo su glande en mi dilatado ano….No sé cómo describirlo, fue absolutamente angustiante, doloroso y muy pero muy placentero, fue sublime, casi me desmayo del gusto, me sentí totalmente llena y aún no había metido todo el pene.

Poco a poco lo dejó entrar en mí, me tomó de los hombros y sentí como me inundaba de pene todo mi trasero, es la sensación más placentera que he vivido hasta ese momento, me dejé caer desfallecida sobre mi esposo que me besaba todo el rostro mientras disfrutaba de un orgasmo más; tantas veces mi esposo me había sugerido que quería que experimentara una doble penetración y tantas veces yo le decía que estaba loco, que nunca lo haría; y allí estaba, con dos penes dentro de mí, gozando como nunca y dispuesta a volverlo a vivir; gracias amado mío, gracias.