Baile en la Disco, segunda parte

Después del placer inicial en la Disco, deberíamos seguir disfrutando

Muchos de los lectores de mi relatos pidieron una segunda parte; no la tenía escrita pero le prometí a Maria Fernanda Lopez que se la dedicaría; espero les guste:

Baile en la Disco, segunda parte

…Mirando a mi esposo le dije, llevémoslo a la casa.

Alberto me haló hacia él y terminé sentada en medio de los dos, pero inclinada sobre el regazo de mi esposo, besándonos con una pasión desenfrenada, me comía los labios, los apretaba entre sus dientes, su lengua me penetraba buscando llegar al fondo; estaba tan excitado como yo o quizás más; mientras seguía besándome, sentí que Antonio me acariciaba las nalgas suavemente, recorría su mano desde la cintura hasta mis muslos sin dejar de apretar, me abría para tratar de llegar hasta mi ano, yo simplemente le dejaba hacer lo que quisiera, estaba dispuesta a dejarme llevar hasta donde quisiera, después de muchas caricias, mientras mi esposo me seguía besando y me acariciaba los senos por debajo del vestido, Antonio llegó a mi ano, rozaba un dedo alrededor, como queriendo excitarlo más de lo que estaba, presionaba solo un poco, sin intentar entrar, solo giraba y giraba ese dedo alrededor del ano, presionó un poco más y sentí que me llegaba otro orgasmo cuando su primera falange entró.

Alberto apartó su rostro del mío cuando sintió que estaba temblando por el orgasmo; me besó en la frente, en las mejillas, en los labios, orejas y cuello, me dijo al oído: cuanto te amo y que excitado me tienes; yo quise recompensarlo por todo el placer que me hizo sentir con esa invitación y tomé su pene por encima del pantalón; lo apreté y mirándolo a los ojos llevé la mano para tratar de bajar la cremallera de su pantalón y extraerlo, pero él me detuvo, y me dijo, no podemos ir a casa; ¿A dónde vamos?...

Yo volteé a ver a Antonio que seguía masajeándome el ano con el dedo y tenía aún su pene afuera, me quedé viéndolo tan grande tan duro y mojado, quería llevarlo a la boca, pero más quería darle placer a mi esposo, le pregunté si tenía un lugar a donde ir; simplemente se guardó con mucho trabajo, su pene, y le dijo a Alberto que si queríamos podíamos ir al hotel en donde se quedaba con sus compañeros de oficina, ya que estaba en la cuidad de viaje de negocios; mi esposo me interrogó con la mirada; yo solo le dije: lo que tu quieras; y entonces nos levantamos y fuimos directamente a la caja a pagar la consumición y salimos; Antonio pidió un taxi y al llegar abrió la puerta de atrás, me invitó a pasar y le dijo a Alberto que se hiciera adelante.

Durante el trayecto, Antonio no paraba de besarme y acariciarme los senos mientras mi esposo, volteándose un poco no perdía detalle; supongo que el conductor también debería estar observando todo; llegamos al hotel y entramos directamente al ascensor en donde nuevamente Antonio me apretó fuertemente mientras me besaba y acariciaba mis nalgas; yo estaba como ida, solo me importaba disfrutar de esos momentos llenos de sensaciones nuevas y muy placenteras, me subió el vestido hasta la cintura dejando todo mi trasero al descubierto, yo me movía arriba y abajo tratando de pegarme más y sentir su duro pene en mi vagina, estaba mojadísima, quería que me penetrara allí mismo.

Al fin después de muchos besos y caricias llegamos al piso y al cuarto; mientras Antonio se despojaba de la chaqueta y se dirigió al minibar a servir algo de beber, Alberto me miró con tanto amor y deseo que me abalancé a besarlo y tocarle su miembro que empujaba su pantalón; me dijo: vamos a enfriarnos un poco, la noche es larga; yo lo miré profundamente y le dije: Te quiero dentro de mi ya; pero él tenía otros planes, me quería más excitada aún.

Me llevó de la cintura y nos sentamos en un sofá; Antonio nos trajo dos bebidas que apuramos sedientos, nos puso otra a daca uno y se sirvió un vaso para él; luego se sentó frente a nosotros como esperando alguna señal para continuar lo que habíamos iniciado en la disco; Alberto le dijo que porque no ponía algo de música, que le gustaría vernos bailar ahora en privado; rápidamente Antonio puso música suave para bailar muy pegados y me sacó a bailar, sin pedirle permiso a mi esposo, eso ya sobraba; me acercó a su cuerpo y me apretó suavemente de la cintura, ahora parecía un poco tímido; yo me abracé a su cuello y acercando mi boca le besé el cuello, suavemente, como invitándole a que hiciera lo mismo, no quería ver a mi esposo, quería que él me viera como tantas veces había querido verme; Antonio se sintió más seguro y me besó la boca, me metió la lengua bien adentro y bajó sus manos para apoderarse de mis nalgas, subía y bajaba las manos arrastrando el vestido con sus movimientos, mi trasero quedaba totalmente desnudo a la vista de mi esposo; era algo tan morboso, me sentía diluir entre mis piernas.

Mi esposo se levantó y se puso detrás, me acarició la espalda y bajando las manos, encontrándose con las manos de Antonio que no dejaba de apretarme las nalgas, siguió hasta acariciarme los muslos y luego llevar su mano hacia adelante hasta llegar a mi mojada vulva, hurgó en ella, metió sus dedos, encontró el clítoris y me hizo estallar en un nuevo orgasmo; creo que llevaba mucho tiempo en no sentir tantos orgasmos en un mismo día; me di la vuelta para besar a mi esposo, Antonio me soltó suavemente como queriéndome indicar que no quería dejarme, pero mi esposo estaba primero; Alberto me besó con mucha ternura mientras me deslizaba los tirantes del vestido sobre los hombros para dejarlo caer, lo hicimos a un lado y quedé totalmente desnuda en los brazos de mi esposo mientras otro hombre nos observaba.

Mi esposo me acarició los senos con fuerza, apretaba los pezones, los estiraba sin dejar de mirarme, yo estaba enloquecida y excitada a más no poder, sentí que Antonio se acercó por detrás y se me pegó; lo sentí desnudo, sentí su pecho fuerte pegado a mi espalda, pero su fuego se me pegó a través de su duro pene en mis nalgas, abrí los ojos mirando a mi esposo buscando una señal; él solo me tomó de los hombros y me volteó entregándome a ese hombre que nos estaba dando tanto placer.

Lo miré de arriba abajo, tenía un buen cuerpo, grueso, bien cuidado; pero su pene era imponente, atraía con furia  mi mirada, lo tomé en mis mano mientras iba acercándome, lo acomodé entre mis piernas y me pegué a Antonio para besarlo con ardor, su pene, grande, duro y muy caliente se frotaba contra mis labios vaginales, me sentía derretir por la cantidad de flujo que manaba de mi ser; él me besó con pasión, me metió la lengua hasta la garganta y sus manos fueron a mis senos para abarcarlos completamente, me apretaba los pezones simultáneamente, su pene lo mantenía quieto entre mis piernas, yo seguía moviéndome atrás y adelante, era un pene muy largo y gordo, sentía que me acariciaba toda la vulva y el ano, seguro que mi esposo vería la punta del pene salir por atrás.

Antonio, estaba temblando, con mucho pesar me separó y me llevó a la cama, yo me dejé llevar, me olvidé de Alberto, me entregué por completo a sus deseos, me acostó atravesada en la cama, abrió mis piernas e inclinándose entre ellas me besó los muslos, me besó todos los muslos sin dejar alguna parte sin besarla, parecía no tener prisa en llegar a donde quería sentirlo, bajó tan despacio que sentí que me llegaba otro orgasmo, suspiré alto, le dije que ya, que me besara allí, el no pareció escucharme, seguía martirizándome, cuando finalmente llego a mis labios, estos lo recibieron abriéndose involuntariamente, me entregué de lleno a esa caricia, era un experto con su lengua, recorrió cada rincón, trató de penetrarme solo para darme más placer, y finalmente se entregó a mi clítoris, lo rodeaba y lo apretaba suavemente entre sus dientes, me chupaba, me mordía, le pasaba la lengua suave y duro, lo soplaba, lo halaba y me hizo llegar tan explosivamente, que no pude dejar de gritar, mi boca abierta para dejar salir ese gran orgasmo que me inundaba todo mi ser, mis piernas empezaron a temblar, mis senos parecían que se endurecieron tanto que me dolían, sentí que mi ano vibraba y mis flujos salieron disparados estrellándose en su rostro, nunca había sentido algo así; estaba flotando….y hasta hora solo era el comienzo.