Baile en el club
Mi esposo quiere verme con otro
Baile en el Club
Poco a poco nos fuimos adentrando en una vida más liberal, cuando hacíamos el amor, Alberto me decía al oído que me imaginara como sería tener otro pene para mí, yo le decía que sí, que me gustaría; porque sabía que era solo una fantasía que aumentaba su excitación; sin embargo en cada sesión de sexo las fantasías eran más frecuentes; él me pedía que le dijera qué haría si estuviese en la cama otro hombre, que le contara que haría, y poco a poco le fui proporcionado detalles de todo lo que me gustaría hacer, como tocar al otro hombre, quizás darle unos besos y hasta tocarle el pene con mis manos; me daba cuenta que cada vez eso excitaba más a Alberto, pero igual yo recibía más placer al contarle como llegaría a dejar que el otro hombre imaginario me tocara por todo el cuerpo y yo me dejaría tocar, pero siempre sin dejarlo terminar.
Alberto empezó a preguntarme si me gustaría hacerlo aunque sea una vez; yo siempre respondía lo mismo, que era solo por aumentar la excitación; pero que nunca llegaría a estar con otro hombre; Alberto empezó a navegar por internet buscando sitios de tríos y encontró varias páginas de clubes swinger; me mostraba cómo en esos lugares se podría ir a ver sin intención de participar, que sería muy caliente ver a otras parejas que tenían sexo y algunas que hacían intercambio, que nosotros podíamos ir y solo a mirar.
Un día después de mucho insistir y prometerme que no haríamos nada; solamente tomar algo, quizás bailar un poco, mirar todo el ambiente y cuando quisiéramos salir pues listo, sin ningún compromiso nos fuimos un sábado en la noche a un club swinger.
Tan pronto llegamos, pagamos el valor del ingreso, nos dieron llaves de casillero y nos preguntaron si era la primera vez; mi esposo les dijo que él ya había venido, pero que yo no, la señorita que nos atendió nos dijo que si queríamos recorrido por todas las instalaciones y aceptamos; nos mostró todo el primer piso en donde había una gran pista de baile rodeada de mesas con sillones y otras con pequeñas sillas, una barra en donde habían algunas parejas tomando y charlando, todos los presentes nos miraron detenidamente, en especial a mí; me sentí roja de la vergüenza, luego entramos a un gran salón que tenía una gran cama cuadrada y alrededor había varios sillones y un gran televisor con películas de sexo, nos mostró el área de baños con varias duchas, sanitarios y lavamanos, nos dijo que eran mixtos; que arriba en el segundo piso había baños para damas y para caballeros por separado; también en este primer piso habían varios cuartos pequeños, nos informó que eran cuartos privados por si queríamos más intimidad; luego fuimos al área del jacuzzi en donde había un apareja y dos hombres conversando muy juntos; también nos miraron, uno de ellos nos invitó a que nos uniéramos que el agua estaba bien caliente, agradecimos y seguimos el recorrido hacia el segundo piso.
Llegamos al sauna, era muy grande con tres salas continuas en las que perfectamente cabían más de 50 personas perfectamente acomodadas, estaba algo oscuras y apenas se veían algunas personas relajadas; en la sala más adentro y más oscura, vimos a una mujer teniendo sexo con dos hombres mientras otros dos miraban y se tocaban sus penes, me quedé asombrada viéndolos, mi esposo me dijo al oído si me gustaba, yo no le respondí, solo le dije vámonos, la chica que nos llevaba se quedó sonriendo levemente; al salir del sauna nos mostró el cuarto oscuro, en donde no se veía nada, nos dijo que allí era el sitio más frecuentado, que se podía hacer de todo, siempre y cuando la mujer así lo quisiera, que igual que en todo el club las damas eran quienes decidían.
Luego nos llevó al turco, solo lo vimos desde la puerta porque estaba muy caliente y no se veía nada por tanto vapor, nos dijo que tenia dos salas, la del fondo era más caliente; había unos baños grandes; también había más cuartos privados, un gran salón de video con varias sillas y sillones; tenía ventanas que daban al sauna y otras a un cuarto privado, tenía una pista de baile mucho más grande que la del primer piso, esta tenía una gran tarima para los shows de media noche; igual había una pequeña cafetería en donde podíamos tomar café; por último nos mostró el tercer piso con un área para fumadores, una sala de video y un cuarto privado más grande, también en este piso había un baño.
Una vez concluido el recorrido, nos llevó al área de vistieres y nos dijo que para ingresar a las zonas húmedas era necesario ir sin ropa, que podíamos usar toallas y chancletas que encontraríamos en nuestro casillero. Mi esposo se desnudó y se puso la toalla alrededor de su cintura, yo lo hice más lentamente y cuidando de no mostrar nada; me dejé la tanga y me puse la toalla que me cubría los senos y apenas mis nalgas, le dije a mi esposo que me buscara una toalla más grande, pero me dijo que todas eran así, que además me veía muy bien, salimos y nos fuimos al segundo piso, nos ubicamos en una de las mesas y en seguida nos atendieron, pedimos una coca cola para Alberto y un agua sin gas para mí. Poco a poco llegaron más parejas y algunos hombres solos que fueron ubicándose en las mesas, alugas parejas empezaron a bailar, mi esposo me sacó a bailar, aunque la música no era de nuestro agrado, nosotros somos más de salsa, merengue y algo de rock, estuvimos bailando sin dejar de mirar a las demás parejas, algunas se besaban tiernamente y otras llenas de mucha pasión, incluso había una pareja mucho más lanzada, la mujer estaba solo en tanga blanco y él le acariciaba y besaba los senos, mientras ella bailaba como si no pasara nada extraño; yo me quedé mirándola y deseando tener la tranquilidad de ella; mi esposo también no quitaba los ojos de esa pareja y me dijo que le parecía muy sexi esa chica, y me preguntó si me gustaba el hombre, yo le dije que sí, que estaba bien; me dijo que si no me gustaría ser ella y que ese hombre me estuviese besando los senos a mí, yo me sobresalté con la pregunta y le dije que como se le ocurría semejante cosas, que yo no sería capaz y menos delante de tosas esas personas.
Descansamos un rato, al poco rato se acercó un señor mayor de unos 55 años delgado y muy alto, me extendió la mano para invitarme a bailar pero mirando a mi esposo, como pidiéndole permiso, mi esposo me miró y asintió, salimos a bailar, el señor fue muy respetuoso, bailaba muy bien, en la primera pieza de baile, no me dirigió la palabra solo me tomó de la cintura y me guiaba por la pista, de vez en cuando me miraba a los ojos, yo me sentía desnuda, bailando con un extraño y mi esposo mirándonos; al terminar la primera canción, me dijo que le encantaría seguir bailando conmigo, yo le dije que bueno y seguimos bailando; en ese momento miré a mi esposo y el sonrió y asintió, como diciéndome que estaba todo bien, entonces el hombre empezó a acercarse más y más, yo sentí que me moría de vergüenza, mire a mi esposo y vi que se paró y se fue a dar vueltas por el club; sentí algo de temor, pero me dejé llevar por la música y sobre todo por el señor que bailaba muy bien, sentí que ponía su pierna dentro de las mías, me apretaba cada vez más y me miraba intensamente, entonces vio mi mirada y empezó a preguntarme cosas, que si veníamos mucho, que si éramos pareja, que cuanto tiempo llevábamos justos, etc.; mientras yo respondía el se acercaba más pretendiendo que no me escuchaba bien; sentí su aliento junto a mi cuello, el se agachaba para estar más cerca de mi boca y me hablaba muy bajo y al oído para que yo también me acercara, cuando me di cuanta estaba con sus manos en mi espalda, muy abajo cerca de mis nalgas y su boca muy cerca de mi cuello, me asusté y me separé de él, me siguió hablando como si no pasara nada, pero sus manos siguieron bajando hasta rozar mis nalgas; yo miraba a todo lados buscando a Alberto, pero no estaba a la vista, sentía muchas cosquillas en mi vagina por el aliento del hombre en mi cuello, es uno de mis puntos débiles.
Luego cambió la música, ahora era merengue y el hombre, cambiando rápidamente de ritmo, me apretó contra su pecho, mis senos quedaron pegados a él, y sentí su pene erecto pegado a mí, yo no sabía como cogerlo y él tomó mis brazos y me los puso alrededor de su cuello y el puso sus manos directamente en mis nalgas y empezó a dar vueltas y vueltas, yo sentí que me excitaba más y más; me dejé llevar y me decía al oído lo bien que bailaba y lo suave que era mi piel, sentía que me estaba calentando peligrosamente, entonces me tomo de mis manos y me dio varias vueltas, en una de esas vueltas la toalla se me soltó y cayó dejándome solo en tanga, el se detuvo a mirarme y lentamente se agachó para tomar mi toalla y levantarla, yo traté de ponérmela rápidamente, pero el apartándola un poco me dijo que siguiera así, que me veía muy bien que mi cuerpo era muy hermoso, yo le quité la toalla y me la enrollé a mi cuerpo, él tratando de ayudarme a anudarla bien para que no se me cayera nuevamente, me tocaba disimuladamente el cuerpo, la espalda y el lateral de los senos.
Seguimos bailando igual de pegados, yo sentí que su pene estaba más grande y duro y me lo pegaba más, mi respiración estaba más acelerada, me tocaba las nalgas y me las apretaba, estaba un poco mareada y de pronto vi que mi esposo estaba nuevamente en nuestra mesa y nos miraba con ojos llenos de lujuria, me vio y me hizo la seña con el dedo pulgar hacia arriba; afortunadamente el disco se acabó, le dije gracias, me separé rápidamente y fui a mi mesa; mi esposo me besó tan pronto me senté, me preguntó al oído si me gustó como me tocaba ese hombre y que le contara todo; yo inicié contándole como poco a poco me fue acariciando; cuando otro hombre, más joven me preguntó si quería bailar, yo miré a mi esposo y el respondió por mí: claro; el joven me tomó fuertemente de la mano y me llevó bien lejos de mi esposo, estaba sonando un vallenato, me tomó de la espalda y cintura y me pegó fuerte contra su cuerpo y empezó a bailar muy sensualmente pegándome su pierna contar mi pubis, la mano que tenía en la cintura la bajó y me tomó fuertemente de las nalgas, tenía manos muy grandes, en un momento se acercó a mi y me besó en el cuello, esto me tomó por sorpresa y me excitó mucho, yo lo miré y el se sonrió, era más bajo que el otro señor, apenas un poco más alto que yo; tendría unos 30 años y un cuerpo más musculoso; me seguía moviendo al compás de sus caderas, me dejaba llevar, de pronto me vi apretándolo contra mi cuerpo para sentirlo más, puse mis manos en su espalda y sentí sus músculos, me acercó más a su rostro y empezó a pasar la lengua por mi cuello, tomó la oreja y la besaba, luego metió la lengua en mi oído, parecía que estábamos solos en la pista, solo me dejaba llevar por ese placer, el se pegó más y pude darme cuenta que su pene estaba completamente erecto, era muy grande, duro y muy caliente, no pude quedarme con la duda y bajé mis ojos a verlo, la toalla que tenía estaba muy tensionada, parecía que quería salir, el tomo mi mano y la llevó hasta su pene a la vez que me decía al oído, quieres sentirla, yo me dejé llevar, sentí su calor, me apretó con su mano la mía alrededor de su pene, apenas lograba cogerlo, era muy grueso y al parecer también largo, empecé a acariciarlo, el retiro su mano y la puso bajo mi toalla sobre mi tanga acarició mi vagina, debió sentir mi humedad.
Siguió besando y chupando mi cuello y mis orejas, me tenía en la gloria, me rosaba suavemente la vagina, recorriendo todo el pubis, tocándome los labios muy suave por encima de la tanga, con el dedo índice me acariciaba el clítoris, yo seguía soltando más flujo; de pronto me volteó, pegó mi espalda contra su pecho y siguió besando mi cuelo y orejas, yo rogaba para que no parara, era tan placentero, metí mi mano bajo su toalla y le agarré el pene, que delicia, era grande, muy grande, grueso y largo, lo acaricié todo de arriba abajo, le tome los testículos y los sentí grandes y pesados, estaba muy excitada, el me metió una mano por dentro de mi tanga y me acaricio toda la vagina hasta tocar por abajo mi ano, me acarició toda, suave y tiernamente, con la otra mano me tocó los senos por debajo de la toalla, sentí que la toalla podría caerse de nuevo pero no me importó, quería que siguiera, estaba totalmente entregada, sabía que sería capaz de hacer lo que él quisiera…
Nunca podré olvidar ese primer baile con otro hombre.