Baile de mascaras

Un baile de mascaras muy sexual.

BAILE DE MASCARAS

Ana había sido invitada por su amigo Pierre para un baile en el castillo de un amigo español que se había comprado uno en el Loira, la única condición para asistir era ir sin prejuicios y con un vestuario determinado consistente en los hombres una túnica negra semitransparente atada a la cintura con un cordón y las mujeres lo mismo pero la túnica en color rojo.

Debajo ellos un bóxer negro y las mujeres un tanga rojo. Todos los invitados e invitadas debían de ir provist@s de una máscara. A Ana pasó a recogerla Pierre, ella iba elegantemente vestida, se montó en el coche y le besó con un suave y delicado beso en los labios. Al cabo de un recorrido de media hora llegaron al castillo.

A la entrada del castillo les fue solicitada la invitación y revisada la indumentaria. Fueron conducidos a un gran salón donde en uno de los extremos se encontraban dos mesas con comida y bebida. El salón estaba decorado con ricos mármoles en diversos colores con tapices en las paredes de desnudos de la Grecia clásica.

Comenzó el baile, Ana empezaba a bailar con Pierre un vals, la mano de Pierre la llevaba por la cintura de la mujer para luego acariciar su culo suavemente, Ana se dejaba hacer, ella empezaba a alucinar porque algunas parejas empezaban a desnudarse, en un momento dado se acercó el anfitrión que le fue presentado mientras su amigo la decía al oído que iba a tener que pagar la noche.

Ana en vez de enfadarse se excitó sobre manera porque el hombre era muy atractivo y por lo que se intuía por sus ropajes debía tener un cuerpo atlético. Mientras Jean el anfitrión hablaba con su amigo dos mujeres desnudas pero con bonitas máscaras, una con una en plumas color blancas y negras y otra con una máscara con trozos de terciopelo y dos plumones azul eléctrico.

Fue conducida a una habitación espaciosa con una cama sin dosel en el medio, la cama era redonda con sabanas de seda en tonos rojos y negros. La dejaron en la estancia después de llevarse su ropa y la máscara. A la salida cerraron la puerta y la dejaron allí abandonada, vió en la pared en que se encontraba la cabecera de la cama había otro tapiz en que estaban reflejadas varias mujeres que cumplirían con el canon de belleza de Rubens.

Entró el hombre ya sin ropa completamente desnudo, Ana se quedó paralizada y la recorrió un escalofrío por la espalda, era como una estatua de la Grecia clásica, mandíbula prominente, ojos negros de mirada penetrante, pecho robusto bien definido pero sin llegar a la exageración, el resto del cuerpo igual y una polla de tamaño considerable.

Quítatela máscara para que pueda admirar tu belleza---la dijo Jean en un susurro.

Ella obedeció como si hubiera sido la más autoritaria de las ordenes. El se acercó a ella y la fue admirándola por delante y por detrás. Ana era una chica morena de pelo por media espalda, ojos marrones, labios sensuales, cara aniñada, pechos pequeños rematados por dos pezones que eran como dos pequeñas montañitas y un pubis enteramente rasurado, un culo duro y respingón como una apetitosa manzana, las curvas de la chica eran muy sutiles.

Jean la fue besando detrás de las orejas con mucho tino mientras las manos iban subiendo desde el abdomen de la muchacha suavemente buscando los pechos, los cuales elevaron sujetando a su vez los pezones. Ana gimió por primera vez, el hombre se había adueñado de su cuello en el que alternaba besos húmedos y largos con ligeros mordiscos, las manos pasaron de los pechos a la espalda dibujando su cuerpo y conduciéndola hacia la cama donde la chica en cuanto tocó con sus piernas en el borde se fue dejando caer como flotando.

Besándose poco a poco y cada vez más apasionadamente fueron elevando la temperatura, ella tumbada boca arriba con la espalda ligeramente arqueada por el placer, Jean dándola pequeños mordiscos en los pezones para luego aprisionarlos con su lengua y sus labios para extraer de las entrañas de la muchacha un susurro de placer.

La boca del hombre como una batidora fue descendiendo hasta llegar a situarse sobre el pubis femenino y darla un beso en el coño para luego con la punta de la lengua probar los fluidos de Ana lamiendo sus labios vaginales. Izaba la lengua hasta el clítoris y lo apretaba con los labios dejándolo escapar como si fuera un preso, con una mano apretaba un pecho procazmente y obscenamente la decía:

Perra, tienes un cuerpo que me invita a emborracharme de placer sorbiendo tu néctar.

El no necesitaba nada porque ya tenía la polla como un autentico mástil, la hizo elevar los tobillos hasta situarlos en sus hombros e inclinándose sobre ella la fue clavando, ensartando con esos 25 cms de polla primero muy lentamente para cuando quedaba solo un poco meterla de golpe.

AAAAAAAhhhhhhhhhhhhhhhhh—ella gemía mientras Jean bombeaba a un ritmo lento pero constante como si bailase un vals en su coño siendo los pasos de baile sus acometidas, los labios apretaban los pezones haciendo que Ana gimiera más todavía si cabe. La estaba follando locamente pero no quería correrse así que echó el cuerpo hacia delante, bajó su velocidad pero frotaba más salvajemente el clítoris de ella con la piel de su polla consiguiendo que la chica tuviera su orgasmo.

Entonces la descabalgó y se tumbó él boca arriba con la polla dura y vertical indicándola a ella que se pusiera encima de él en 69. Jean cogió un bote de la mesita que había al lado y se untó la mano y la pasó por el ano de ella suavemente lubricándola hasta que vió que varios de sus dedos entraban en su ano sin dificultad.

La hizo ponerse de pies con las piernas abiertas encima de él mirándole a los ojos mientras se iba poniendo en cuclillas y ensartándose en el culo la polla lentamente mientras él la miraba y la dirigía apretándola los pechos hasta que se quedó clavada entera y comenzó a botar, los botes primero fueron suaves pero rápidamente se volvieron muy rápidos porque ella seguía estando muy cachonda hasta que en uno de ellos notó como el hombre estaba cerca de venirse y ella se levantó y puso el miembro de Jean entre sus pechos haciendole una cubana eyaculando el chico poniéndola perdida de semen los pechos y la cara.

Cuando terminaron él tocó una pequeña campanita y aparecieron las dos mujeres que antes la habían conducido a la habitación, una cogió la ropa de Ana y la otra la llevó a través de varios pasillos hasta un baño ricamente decorado donde la bañaron en una gran bañera y la adecentaron, la vistieron y la llevaron de nuevo al salón de baile donde la esperaba Pierre, en cuanto entró todo el mundo se giró quitándose la túnica pero con las máscaras puestas y aplaudió.

Ya formas parte del grupo--- le dijo Pierre al oído.

Ahora ya podía formar parte de las fiestas que se hacían. A la mañana siguiente después de la orgía que siguió al baile se retiraron a unos aposentos que les habían sido preparados y a la tarde después de comer con todos los invitados se fueron. Ahora formaría parte del grupo en todas sus actividades.

Este relato es imaginario pero si queréis podéis escribirme a:

Picante100@hotmail.com