Baile de máscaras
Un homenaje al maestro Kubrick y su escena erótica más conocida; como siempre, la protagonista es Gema mi mujer a a la que muchos de vosotros ya conoceis y otros muchos querreis, desde ahora, conocer. (Vuelve a publicarse al detectarse un par de erratas insoportables para el autor y su musa)
EL BAILE DE MASCARAS
Gracias Kubrick, por tu perversidad.
La idea surgió, como otra muchas, de un modo casual, en una conversación distendida, donde coges un comentario casi “al vuelo” ………… Una conocida de Gema habló de este tipo de fiestas en una cena, aunque no dio muchos datos sobre ellas: solo que eran fiestas de lujo, por rigurosa invitación y que solían acabar en una especie de orgía. Más tarde, animada por las copas, le contó a Gema que ella y su marido habían estado en una de esas fiestas y que había sido una experiencia increíble.
Gema, también animada por los mojitos, insistió en lograr información de cuando y donde se celebraría la siguiente, las cosas se fueron liando …….. y una semana después un mensajero trajo un grueso sobre a casa, conteniendo un folleto con instrucciones, un plano sobre como ir, el impreso de ingreso del coste y una carta de confidencialidad, para proteger la información sobre los asistentes y lo que allí se hacía. Cinco días después del ingreso, el mismo mensajero les trajo un paquete. Con instrucciones sobre como vestirse y dos mascaras venecianas que, según las instrucciones, llevarían puestas toda la velada.
El coche, conforme a la operativa que venía en el folleto, les recogió a la siete de la tarde. La noche ya había caído sobre Madrid en el mes de Noviembre y el frio comenzaba a caer sobre la capital. Mientras el coche cogía la carretera de la Coruña. Sin que cruzaran ni una sola palabra con el chofer, Jose acarició suavemente la pierna desnuda bajo su mujer, bajo el abrigo de piel que la cubría enteramente, sin poder evitar que su polla se estremeciera ante la firmeza de su cuerpo y su extrema suavidad.
Como no podía ser de otra forma habían cumplido escrupulosamente con el “dress code “impuesto y así Jose llevaba camisa y pantalón negro, bajo un abrigo también oscuro. Ellas en cambio solo llevaban un tanga negro, mientras que los zapatos podían ser de cualquier color y modelo, aunque siempre de tacón alto. Por eso, Gema llevaba los zapatos más identificables que había encontrado en su armario, unos de tacón muy alto de Zara, con un lazo delante y de un intenso color rosa palo. Por encima, solo el abrigo ……… y la máscara que a lo largo de la fiesta cubriría constantemente su rostro; de estilo veneciano, la de José representaba a Casanova mientras que la de ella era la de una mujer en tonos plateados y rojizos, con flecos hasta por debajo del cuello. Con ella puesta era muy difícil identificar a una persona.
A treinta minutos de Madrid, el coche giró a la derecha y tras recorrer unos 10 kms se dirigió hacía un palacio muy iluminado que coronaba una pequeña loma. Por fin el chofer abrió la boca:
- Ahora deben ponerse las mascaras y ya no podrán quitárselas hasta que vuelvan a entrar a este coche, les recogeré en el mismo sitio donde les deje a las 8 de la mañana.
Un enorme portero negro les dio la bienvenida y, tras comprobar las invitaciones, les abrió la gran puerta del palacio, dándoles acceso a un gran hall muy iluminado, decorado con flores, donde el blanco y el negro eran motivos predominantes.
Una hermosa mujer de más de un metro ochenta se dirigió hacia ellos, cubierta como el resto de las invitadas solo por un diminuto tanga, aunque también llevaba sujetador y ligueros y una mascara rodeada de plumas que la hacían parecer aún más alta de lo que ya era. Junto a ella dos mujeres menudas, vestidas como las invitadas, hacían las veces de ayudas de cámara o siervas de la domina principal. Los pezones de ambas eran grandes y oscuros, estaban coronados por dos aros de mediano tamaño, de color dorado, que por lo que, José vio, no estaban simplemente colocados sobre ellos, sino que, a modo de piercing, había taladraban ambos apéndices.
- Bienvenidos al Palacio Madariaga. Por lo que veo, es la primera vez que acuden a una de nuestras fiestas, así que si me lo permiten les daré una pequeña explicación de cómo …. “operar” en nuestras fiestas y como sacar el mayor partido a su inversión.
Mientras comenzaba a hablar dos criados, vestidos al modo veneciano, retiraron los abrigos a Jose y Gema, dejando el cuerpo de la mujer a la vista de los diferentes asistentes que, al igual que ellos, eran recibidos por las anfitrionas y sus siervas, todas parecidas a la que les atendía a ellos, altas y esbeltas las dóminas, menudas y sumisas las siervas, con los aros dorados taladrando sus pezones. Los hombres que habían en el hall miraron a Gema sin ningún pudor, amparados en sus mascaras. Jose agarró la mano de su mujer fijándose en cómo se habían erizado sus pezones de un modo increíble, síntoma de la extrema excitación que, como a él, le suponía todo aquello.
- El sistema es sencillo. Está es una fiesta normal y corriente, donde ustedes pueden dedicarse a pasar por los salones del palacio, comiendo, bebiendo o escuchando música…. Pero si lo prefieren pueden practicar sexo del modo que quieran y con el invitado u invitados que deseen, tanto hombres como mujeres. Además, para animar aun mas esta fiesta existen profesionales del sexo por las diferentes habitaciones, de tal modo que todos podamos, si así lo deseamos, probar lo que queramos. Para hacer todo más interesante todos llevamos mascaras para preservar nuestra identidad y, como habrán observado, todas estas son iguales para hombres y mujeres: ellos la de Casanova y ellas la de la Diosa de las Estrellas.
- Es importante indicarles que hombres y mujeres se agrupan juntos al inicio de la fiesta y parten de puntas contrarias del palacio, de tal modo que uno de los objetivos principales es buscar a tu propia pareja…… o veces evitarla, depende de cada uno. ¿Alguna pregunta? Bien, pues si le parece caballero, entré por favor en esa sala; a la señora me las llevó yo para comenzar la fiesta, dijo tomando de la mano a Gema,
Se dieron un beso y, sin dar tiempo a más, Jose vio como todas las mujeres acompañaban a las anfitrionas fuera del hall. Parecían todas iguales por detrás y solo el pelo y los zapatos permitían distinguir a cada mujer, cuando los cuerpos eran esbeltos y sin elementos diferenciadores. Además gordas no había ni una y solo las más pechugonas podían diferenciarse un poco de las demás. Jose echo una última mirada a su mujer, cuyo culo se balanceaba deliciosamente junto a las otras, siendo una de la más altas sobre sus preciosos zapatos rosas que la hacían inconfundible. Este sería el único elemento que la ayudaría a localizarla.
Los hombres se reunieron en un salón contiguo donde les esperaban criados con copas de champagne, que ofrecían todo tipo de bebidas a los aproximadamente cuarenta hombres que estaban allí reunidos. Sin darse cuenta pronto estuvo situado con un grupo de hombres de los que solo uno había acudido ya a otras fiestas anteriormente. Los demás eran tan novatos como el mismo, así que pronto todos escucharon con interés al experto.
Este les contó que aunque no podía hablar demasiado por el compromiso de confidencialidad, había acudido ya a tres fiestas con su mujer y que las tres habían resultado increíbles. Según pasaba la noche los invitados iban, ayudados por el alcohol y ·”lo que no era alcohol” animándose paulatinamente y que como a las 12 de la noche todo el mundo estaba ya desinhibido y empezaba la verdadera fiesta. Hasta entonces, lo mejor era pasear por las salas, ver los espectáculos y la gente y disfrutar………
Dos golpes cortaron de raíz la conversación, cuando un criado golpeo con su bastón en el suelo de madera pulida:
- Señores, la fiesta ha comenzado, pueden pasar al palacio. No hay espacios cerrados, no hay normas y solo nuestra educación de caballeros medirá nuestros actos. Disfruten de todo lo que vean y deseen, hoy es una noche para poner todos nuestros instintos al descubierto ……………y satisfacerlos.
Jose, notando como estaba hecho un verdadero flan, comenzó a pasear por el palacio, eligiendo la planta baja como primer destino, mientras otros se dirigían hacia la planta superior y otros hacia el sótano. En el primer salón una orquesta, veneciana por supuesto, tocaba deliciosas melodías barrocas, con especial dedicación al Canon de Pachebel, cuyos inconfundibles acordes le recibieron, mientras otro criado le entregaba una nueva copa de champagne.
Aunque la fiesta acababa de empezar, aquella primera sala estaba preparada para lograr que los invitados comenzaran a animarse desde un inicio y así sobre un pequeño escenario tres mujeres (que Jose supuso profesionales) jugueteaban con sus sexos y dos consoladores que introducían una a otra. Los invitados comenzaron a agruparse viendo la escena, que tenía un toque de irrealidad, como si fuese una película de cine, más que una escena de la vida real. De repente las mujeres se separaron y dirigieron hacia tres invitados, a los que Jose ya había advertido previamente como especialmente “afectados por el primer alcohol” y tras decirles algo al oído, y obtener su aprobación, se agacharon en cuclillas, sacaron sus penes y, al unísono, se los metieron en la boca, comenzando a hacerles una fellatio, delante del resto de invitados, que con una mezcla de vergüenza, envidia y temor, comenzaron a reír nerviosamente.
Antes de salir de la habitación Jose pudo comprobar que esa vergüenza inicial cedía rápidamente y que otros tres hombres se agachaban tras de las mujeres, que seguían chupando las pollas de los tres primeros elegidos, y sin preámbulos comenzaban a chuparles el sexo, dos de ellos, mientras otro penetraba sin preámbulos a su compañera.
José continuo andando, seguro que en aquel paseo había mucho y bueno por conocer. ¿Dónde estaría Gema? –pensó, dándose cuenta de que ninguna de las tres mujeres de esa habitación llevaba los zapatos de su esposa ……………. Sentimientoq ue le llegó con cierto alivio.
La sala siguiente era una habitación de color rojo intenso, que a Jose trajo a su memoria la famosa “habitación roja del dolor” del libro “50 sombras de Grey”. En ella, otras tres mujeres estaban situadas en una especie de divanes elevados, con los brazos y las piernas inmovilizados por cadenas que las mantenían a cuatro patas, con el culo aun más alto al estar situado sobre un elevador de satén rojo que las dejaba listas, preparadas “para ser folladas como verdaderas perras –pensó Jose”, viendo como tres enmascarados golpeaban con fustas los culos de las tres sumisas, quienes aceptaban con gusto los crecientes golpes, dado que el dolor se difuminaba con el placer que recibían gracias los dos vibradores que ocupaban sus dos agujeros.
Los enmascarados, tras haber dejado de un color rojo intenso los tres culos, cedieron su puesto a tres hombres del público, quienes, tras desnudarse, retiraron del sexo y culo de las tres mujeres los chorreantes vibradores, procediendo a penetrarlas con fuerza, mientras otros se preparaban para sustituirles cuando terminaran con su misión. Con la primera penetración, fuerte e intensa, las mujeres gimieron de gusto, arqueando su cuerpo hacia arriba, lo que permitió a Jose ver como llevaban los pezones coronados por piezas de metal, que apretaban con fuerza tan maravillosos apéndices.
Ninguna de ellas llevaba tampoco los zapatos de Gema, así que Jose siguió con su paseo, no sin dejar de mirar hacia atrás hipnotizado por la escena, viendo como las sumisas no dejaban de gritar de placer mientras otros tres amos, sustituían a los anteriores, y las penetraban al unisono por detrás, con un golpe fuerte, casi salvaje ……. . Antes de salir de la habitación vio como dos de los hombres que estaban detrás pasaban del sexo al culo, previamente dilatado por el vibrador, comenzando a follarlas con fuerza, mientras golpeaban con su manos desnudas las nalgas de cada mujer, quienes gritaban de placer, a través de las mascaras, sintiendo como dolor y Éxtasis se mezclaban sin separación aparente. Si la potencia de los gritos era proporcional al placer recibido, aquellas tres mujeres debían estar disfrutando como posesas, porque gritaban de un modo casi salvaje mientras los tres hombres daban paso a otros tres que rápidamente se situaban entre sus piernas comenzando a penetrarlas por sus ya dilatados culos.En la sala había unos quience hombres, así que el “delicioso tormento” de las mujeres iba a durar mucho.
No solo las salas estaban cada vez más animadas, sino que incluso los pasillos comenzaban a bullir de actividad y así, de una sala a otra, Jose vio a tres o cuatro parejas follando de pie o en algún sillón. Además aun había muchos hombres y mujeres que, como el, iban de un lugar otro buscando una pareja o simplemente mirando como otros follaban. Jose no pudo evitar preguntarse si Gema estaría entre las paseantes o si estaría gozando en alguna de la habitaciones siguientes y, en este caso, ¿Cuál sería su reacción al verla?.
A lo largo del pasillo hombres y mujeres disfrutaban del sexo en todas sus variantes, animados por el alcohol, y el anonimato, de tal modo que la vista de Jose ya no sabía donde posarse, pues pasaba de la maravillosa vista de dos mujeres besándose, mientras jugueteaban con unos pequeños vibradores, a como un hombre y una mujer chupaban al unísono la polla de un enorme negro hasta lograr que se corriera contra sus caras, para luego detenerse en como dos deliciosas rubias eran montadas contra un mueble coronado por un espejo, lo que las permitía verse mientras se besaban mutuamente.
Se paró en una sala donde parecía repetirse la escena que ya había visto anteriormente: Tres mujeres rubias descansaban sus cuerpos sobre los ya conocidos divanes que las dejaba en la postura ideal para acceder a su sexo, mientras tres caballeros las penetraban con fuerza. Sin embargo nada era igual, ni mucho menos, pues otros tres hombres enculaban a los folladores, de tal modo que la penetración del hombre de fuera se transmitía a través del hombre intermedio hacia la mujer. Gritaban enloquecidos ellas y gritaban enloquecidos ellos y Jose tuvo la sensación que se corrieron al mismo tiempo los nueve, pues parecieron estremecerse juntos y quedaron unos sobre otros casi al mismo tiempo.
En la sala contigua el terremoto de actividad parecía detenerse algo, pues no más allá de diez o doce personas se encontraban en ella. Además se movían con extrema suavidad y ligereza, casi al ritmo que marcaba la delicada música de Haendel que nacía de una orquesta barroca situada en una esquina y cuyos músicos llevaban los ojos vendados. En el centro de la sala había un diván más grande que los vistos hasta ahora y sobre el una sola mujer, rubia, delgada, de pechos redondeos, coronados por pezones grandes y oscuros ………… Estaba situada a cuatro patas sobre un hombre, con la polla bien clavada dentro, mientras otro la penetraba por el culo, en un sándwich impresionante. Todos se movían con extrema suavidad, como si llevaran toda la vida haciéndolo, con una sincronía propia de escenas porno. Ella, en un alarde más, chupaba alternativamente dos pollas mas, de tal modo que lograba dar placer a cuatro hombres …….. Miraban la escena tres parejas más, dos hetero y una de homosexuales, que pese a su orientación estaban tan hipnotizados como los demás con lo que veían, mientras unos a otros, sin distinción de sexo o raza, se daban placer unos a otros, componiendo una orgia decadente y muy excitante, en medio de la musica veneciana que salía de los altavoces.
José estaba hipnotizado con la escena y, sobre todo, con la mujer del sándwich, rubia, de pechos redondos y menudos, coronados por grandes pezones; culo firme y apetecible, que coronaba unas largas piernas, y sobre todo con sus zapatos, de un rosa intenso, de Zara, de altos tacones ……
Era Gema, no había duda; era Gema la mujer que hacía gozar a los cuatro hombres al mismo tiempo; era Gema la mujer que balanceaba sus caderas permitiendo que dos enormes pollas se adaptaran a sus estrechos agujeros, como un par de guantes de piel, mientras chupaba alternativamente las otras dos. Era ella, sobre la que variaban, como en una sinfonía bien entrenada, los cuatro penes, cambiando de objetivo al compas de la música, pasando de la boca al sexo y de aquí al ya poco estrecho culo.
José sintió que una cascada de sensaciones le embargaban, sin que ninguna pareciera destacar sobre las demás: celos y extrema excitación al unísono. ¿Qué hacer? Disfrutar con la escena e incluso unirse o quitarla y llevársela de allí ….. Era un cumulo de sensaciones encontradas, sexo, excitación, celos, humillación, enfado, alegría ………….
En esa estaba, cuando de repente sintió como una mano le agarraba la polla y comenzaba a masajeársela, mientras una voz conocida sonaba a su espalda-
- Te estaba buscando, no sabía donde estabas, ………
- Pero ……., pensé que eras tu la del escenario –dijo Jose, sin necesidad de girar la cabeza hacia su mujer, sintiendo como su polla crecía hasta el infinito, sintiendo como la mano de ella le masturbaba suavemente.
- Son diabólicamente perversos –explico Gema, mientras le acariciaba los testículos con suavidad- te hacen creer que podrás distinguirme por los zapatos y luego te obligan a cambiarlos con otra.
- Conmigo ha funcionado, pensé que eras tu …………………
- ¿Estas contrariado? ¿Te hubiera gustado que fuera? ¿te hubiera gustado que fuera yo la mujer a la que están follando delante de ti esos cuatro hombres?
- No lo se, -----ummmmmmmm, no lo se, se estremeció Jose, mientras ella lo llevaba hacia un sillón desde podía seguir viéndose sin problemas la escena y sin dejar de masturbarlo. Lo sentó y colocándose frente a el se arrodilló delante y comenzó a chuparle su erecto pene.
José se relajó sintiendo como la experta boca de su mujer comenzaba a sacarle hasta la última gota de leche que se acumulaba en sus testículos, mientras veía como la mujer del escenario recibía entre sus tetas, uno tras otro, el contenido de las cuatro pollas, hasta cubrirla de leche blanca, imaginando que hubiera sentido si hubiera resultados ser Gema la que recibía aquella lluvía de placer.
Jose retiró la vista de la escena y la fijó en el esbelto cuerpo de su mujer, recorriendo su cuerpo, desde los cabellos hasta su redondo culo,……. Hasta ese culo con innegables marcas de haber sido azotado recientemente, donde marcas de fustas y manos se fundían juntas ……. Mientras se corría de un modo salvaje recordó aquellas tres mujeres de la sala roja, aquellas que llevaban unas pinzas metálicas como las que, en aquel mismo instante, coronaban los pezones de su mujer, aquellas que eran folladas por múltiples hombres, que esperaban turno para ello ……….. Estiro su mano y agarró las tetas de Gema que se bamboleaban suavemente, estremeciéndose al notar como su mujer soltaba un pequeño quejido mientras él apretaba suavemente sus doloridos pezones.
- Despacio cariño, despacio ……………… que hoy los tengo muy sensibles y me duelen ……