Bailando sobre la caja de musica

Baila mi muñequita baila, como baila la bailarina... Sus dientes se quedaron marcados durante semanas en mi cuello, al igual que sus dedos en mis muñecas. El lloraba y yo era feliz.

BAILANDO SOBRE LA CAJA DE MUSICA

Este relato es de ficción, todo parecido con la realidad es coincidencia, pero como siempre esta basado en una posible realidad.

La casa de vacaciones me trae recuerdos extraños, aquí pasaba los días pescando en el lago, nadando, riendo, bailando y algunas veces también llorando. Mirar las aguas cristalinas y sus pequeños reflejos del sol de medianoche me hacían trae una nostalgia muy grande hacia esos días. Porque seguía parada en este sitio, porque no era capaz de moverme, porque aunque sabia el camino no lo cruzaba, muchas preguntas y quizás una sola respuesta, no podía, no quería.

Entrar en la casa me producía mas angustia, los recuerdos se mezclaban mas y mas, sentía temblar mi cuerpo y voces mi cabeza :" mirá la pequeña bailarina Shalin, mira como danza ", " te gusta tu nuevo traje, es como la bailarina Shalin "... " la bailarina y la música que... ". Me estaba quedando sin aire, empecé a marearme, no había sido una buena idea; no después de haber removido todo esto, pero el medico me lo aconsejo. No estaba preparada.

Un sitio para sentarme, un sitio, solo podía pensar en eso y apareció Michael, me cogió de la cintura y me sentó en un sofá polvoriento por los años pasados allí, olvidado, estatico y sin ser limpiado.

Michael, él me comprendía, lo intentaba... Cuando empezamos nuestra relación simplemente asumió que yo era así, "rara". A él le gustaba, no entendía como podía ser asi pero le gustaba. Me ayudaba incluso antes de que yo le confesara todo.

Shalin, que bonito nombre, me decían muchos al escuchar como me llamaba. Me lo había puesto mi padre cuando viajaron por Oriente medio en viaje de novios con mama. Mi pobre madre.... Algún día la vi sin un moretón en la cara? Ya ni lo recuerdo.

Me perdía otra vez en mis recuerdos, en mi mundo pasado, olvidando mi presente, sin poder salir de ahí, escuchaba voces pasadas mezcladas con las de Michael llamándome y al final, un guantazo. Fuerte y seco. Sonreí. Solo sonreí.

Michael estaba asustado, desde que le conté lo que me había pasado y desde que el sexólogo nos hablo, él intentaba mantener una relación normal pero sabia que no era así, pues yo iba a empeorar una y otra vez. El medico nos lo dijo claro: El trauma causado provocara en ella cambios de humor, autodestrucción y no sabemos hasta que punto podría llegar, siento tener que daros esta noticia. Mi psiquiatra me mando una medicación fuerte; quizás por eso escuchaba esas voces o quizás porque necesitaba escucharlas o simplemente me estaba volviendo loca. La mayoría del tiempo dormía, estaba como sedada pero odiaba la medicación y había días que no me la tomaba; Michael se enfadaba conmigo y contra más se enfadaba más feliz era yo... Más me alegraba, como siempre. Pero el seguía conmigo, a mi lado.

Cuando conocí a Michael era un chico normal, había tenido muchas parejas, el sexo le era común, pero la primera noche que estuvo conmigo nunca pudo olvidarla. Yo deseaba acostarme con él desde el primer día, desde que le vi; ahí en la discoteca, delante de todos, en el baño, en cualquier lado, me daba igual... Pero vi en Michael algo que me atrajo y decidí "comportarme" normalmente, no quería asustarlo, lo quería como mi pareja o por lo menos eso quería intentar.

Pasadas unas semanas llego el día, todo empezó normal, hasta que empecé a comportarme "de esa manera"... Cuando el me estaba besando y deseando penetrarme, me tenia agarrada, forcejee y le empuje con fuerza; el se asusto, le pegue una patada en el estomago y me fui.

Se asusto mucho y estuvo apunto de irse, empezó a recoger sus cosas y entonces me encontró desnuda en el salón, le dije que si no le gustaba jugar al ratón y al gato. No parecía entender nada, pero acepto, se acercaba y yo me iba, se volvía a acercar y yo me iba, le indique: "así no me cogerás, como no seas agresivo, lo seré yo contigo... ". Me acerque y le arañe el pecho. Varias gotas de sangre brotaron de los arañazos, yo las lamí. El sabor a sangre ya lo conocía... Desde muy pequeña. El asumió que era un juego y jugó, era de los "míos", me cogió de las muñecas y me puso contra la pared y entonces le dije: insúltame, pégame, hasta dejarme sin conocimiento y entonces, hazlo porque sino no me dejare.

Él era reacio, no quería y contra mas se negaba mas me movía, mas le incitaba, le puse la rodilla en la entrepierna y le dije: "hazlo o puedo hacerte daño, lo haré... ", Siempre sonreirá, reía a carcajadas, incluso hiciera lo que hiciera, me mordió el cuello, me dejo los dientes clavados (esa marca duro semanas), me mordió en un pecho, en el estomago, sus manos me apretaban las muñecas y le dije que lo hiciera mas fuerte, sus dedos se quedaron marcados. Mientras me llamaba puta, guarra, cerda, te gusta verdad... Todo esto mientras que con su rodilla en mi estomago me pegaba guantazos, y yo gritaba de placer, lo deseaba... Entonces me empecé a marear, mucho. Era un buen amante, la mayoría se iban y me dejaban, el fue bien chico y me ayudo. Cuando vio que casi me desmayaba, me agarro y pensó en parar y entonces le agarre el pelo y le dije: llévame a la cama, es la hora.

Así medio muerta por la paliza pero tremendamente feliz le dije: Ahora hazlo porque yo ya he disfrutado demasiado, hazlo y cuando notes que me estoy llendo, cógeme del cuello, aprieta fuerte. Eso hará que el placer sea máximo para los dos.

Y así lo hizo, me pegaba en la cara, en el culo, siempre con fuerza; mientras me penetraba, yo gritaba de dolor y de placer; y por fin cuando sentí que ya no podía mas note sus manos sobre mi cuello, fuertes, apretando, dejándome sin aire, note un potente orgasmo y me desmaye.

Cuando desperté, él estaba en la cama y lloraba. Me explico que no sabia que había pasado, que creía que me había muerto, pero noto mi pulso aunque bajo, y yo, apenas sin poder moverme me levante y dije: No ha pasado nada, eres mi pareja ideal, solo tu me puedes hacer feliz.

Así pasamos seis meses pero mientras que nuestros juegos se hacían más peligrosos el se negaba mas, pensaba que algún día me mataría, se pasaría con la bolsa que me ponía en la cabeza y me quedaría sin aire. Pero yo le obligaba, si el no quería era yo la que me ponía agresiva, cogía un cuchillo y se lo pasaba por el cuerpo. Le gustaba. Se estaba volviendo de los míos, le mordía y el me mordía. Empezó a sentir el placer del dolor. Cuando le dije que quería que me cortara con cuchillas el se negó y yo no le hable.

Me quedaba fumando medio desnuda mirando por la ventana, eso le sacaba de quicio y lo sabia. Empezó a pegarme porque si, yo le provocaba y luego el lloraba. Sus lagrimas eran miel para mis labios cuando le consolaba y canto para mis oídos. No quería hacerme daño. Acepto las cuchillas y luego más y más... Y cuando se negaba y mis artilugios no funcionaban, le provocaba sexualmente, no podía evitarlo, pero últimamente no quería, así que decidí utilizar la agresividad contra el. Si el no quería yo seria agresiva, tendría que defenderse de mi. Empecé a tirarle platos, vasos, hasta que un día cogí un cuchillo, se lo puse en el cuello y dije: Este cuerpo es mío, si quiero morir así moriré, si quiero vivir así viviré y tu eres mi pareja, aceptaste esto así que cumple o romperemos.

Michael se fue... Recogió sus cosas y se fue. Gritaba cuando se iba le tire una lámpara que dio en la pared cerca de su cabeza y entonces en un ataque de furia, cogí un cuchillo y le dije: si te vas te iras con algo mío. Le pinché en el brazo, una mancha roja empego a salir en su camisa, goteo al suelo y el abrió la puerta y se fue.

Yo sola y con el cuchillo en la mano aun manchado por su sangre me deje caer al suelo, grite, grite, hasta que los gritos no salieron de mi garganta y entonces cogí el cuchillo y me hice rasguños por todo el cuerpo y mientras lo hacia me masturbaba, era su sangre era mi sangre, era la única y ultima vez que podría sentir el dolor y el placer que el me daba.

Desde ese día no se que paso, me paseaba con una camisa de él que yo misma había medio roto por la casa, no creo haber comido, daba vueltas y cantaba algo.

Y un día, la puerta se abrió. No se cuanto tiempo había pasado desde la marcha de Michael pero era él... Cuando me vio, llena de cortes, con el pelo sucio, desaliñado y que yo misma me había cortado a trasquilones, me agarro, me abrazo y me pidió perdón, otra vez lloro, pero yo solo escuchaba un llanto lejano, hablaba de médicos, de problemas, de nosotros, de amor y yo seguía cantando.

Entonces, me sentó y yo seguía metida en mi mente, escuchando esa linda canción de la caja de música y aunque sentada mis pies se movían solos. Seguía bailando esa canción, la canción de mi cajita de música.

Michael hablaba y se dio cuenta que no le escuchaba entonces me dijo: Puta escucha de una vez, no ves que solo eres una ramera so guarra, necesita que te follen sino te vuelves loca, eh?. Note un potente guantazo que me lanzo al otro lado del sofá y entonces: Desperté.

Michael estaba ante mi, le mire como ida, me mire y luego solo dije un tímido: Hola cariño, te esperaba.

Sonreía, me sentía feliz, creía que todo volvería a ser como antes, pero note algo frió corriendo por mis mejillas, eran lagrimas. Estaba llorando. Porque lloraba?

Michael me explico que me dejo porque tenia miedo de que le matara o el me matara a mi, que había llegado a una situación de violencia psicología donde se pasaba las noches llorando por lo que me hacia pero que no podía evitarlo y que yo parecía ser feliz así, pero que el era tremendamente infeliz, sin embargo, no podía olvidarme, porque me amaba. Hablo con un amigo y le dijo que hablara con un psicólogo. Este le explico que era mejor que fuera a un sexólogo y también a un psiquiatra. Que podía tener algún trauma.

Yo no quería ir, me negué, entonces el dijo que se volvería a ir, pero yo sabia que si había vuelto por mi era porque no se iba a ir tan fácilmente, así que no acepte sus condiciones. Le dije que aceptaba si, seguíamos manteniendo nuestras relaciones así. Michael me miro, agacho la cabeza y asintió, dos tímidas lagrimas cayeron en su pantalón.

Desde que fui al psicólogo, solo una sesión y mas tarde al sexólogo empecé a comprender cosas. Michael le hablo de la canción que yo cantaba, de las incoherencias que dije cuando me encontró y de una caja de música. Y así rascando en mi, pudieron saber que había pasado.

Y entonces, los sonidos vinieron, porque las imágenes eran muy duras. Por lo visto Papa pegaba frecuentemente a mama y yo lo veía, le preguntaba y me decía que era porque se lo merecía, porque le gustaba. Un día me regalo una caja de música preciosa, jugaba conmigo mucho y era para mi la persona mas importante de mi vida, me decía que bailara como la muñequita de la caja de música porque yo también era su muñequita, lo único bueno de esa relación. Así que yo bailaba para el... Entonces, según mis psicólogos el abusaba de mi, yo no sabia porque ni como, ni entendía nada. Por lo visto un día dijo: a ti te gusta como le gusta a tu mama que yo le peque. De ahí salió todo lo que yo sentía. El sexólogo me ayudó a no aumentar mi tendencia, acepto que el masoquismo era normal en mi, pero que podía causarme la muerte porque yo deseaba matar a mi padre pero desde mi cuerpo, por eso las lagrimas de los obres que me amaban me hacían sentir bien. Todo esto se debía a que me sentía culpable y que creía que solo con los golpes podría sustituir el amor perdido de mi padre por papá. Me dijo: que tuviera cuidado pero que podría seguir siendo como era y disfrutando del sexo como quisiera sin llegar a un limite de destrucción. Para eso tendría que enfrentarme a mis imágenes y a mis voces. En definitiva a mi caja de música y por eso, estaba hoy aquí.

Sin Michael, nunca podría haber descubierto todas estas cosas... Espero que siempre este a mi lado porque sino no se que pasara. Se que es valiente, después de lo que le dijeron a él, cosa que no me dijeron a mi aunque lo intuyo. Debió ser que su vida corre peligro a mi lado.