¿Bailamos? 21. El estreno del show
Llegar el gran momento y Pedro se siente muy pequeño, todo lo que ayer le parecía muy grande; hoy le parece una tontería, tiene que salir al escenario y es que ya no se puede echar atrás Cristina y María conseguirán que salga con sus artes de mujer, ¿Cómo saldrá el show?
¿Bailamos?
Capitulo 21. El estreno del show
Tras la ducha con las dos, cuando salgo veo que Maria ya esta arreglada; lleva un vestido ceñido rosa, el pelo recogido en un moño y cierto maquillaje.
- ¡guau! – suelto impresionado.
- Estas, preciosa. – puntualiza Cristina.
Ya que, a mí las palabras no me salen.
- Ya que no podemos ir juntos por mi promesa, tengo que llegar antes. – resopla, molesta.
Le doy un abrazo y la beso en los labios, ella me sonríe.
- Bueno, nos vemos allí… - dice un poco triste.
- Nos vemos allí. – digo con la misma tristeza.
- Ah, Cristina; asegúrate de que se pone guapo y se arregla esa barba. – puntualiza María.
- Lo hare, cuenta conmigo. – responde Cristina.
- ¿mi barba? ¿Qué le pasa a mi barba? – pregunto, molesto.
- Tranquilo, yo te enseñare… - suelta Cristina.
María se va con el recuerdo del beso, sintiéndome aun dentro de ella; sabiendo que me deja con su mejor amiga, con su hermana y que a pesar de todo eso…le gustaría ser ella quien se queda conmigo.
Cristina que, por su parte suspira por tener que compartirme con María; intenta verle el lado bueno de compartirme, aunque tiene poco. Cristina me ayuda con el peinado, a hacerme la barba; me dice como perfilármela, aunque a mí me parece ridículo y es que soy un poco antiguo con eso.
- Ya está. – dice al cabo de un rato.
Me miro al espejo y alzo una ceja.
- Estoy muy raro. – me quejo.
- Estas muy guapo. – aprecia.
- Si se ríe la gente de mí, os azoto a las dos esta noche. – amenazo y ella se ríe.
- ¿y si no?
- Os hago el amor a las dos. – premio intentando ser justo.
- Eso lo vas a hacer igualmente. – se queja Cristina.
- Lo hare hasta reventaros. – ofrezco.
- Eso está mejor. – ríe, divertida.
Luego la ropa me la eligió ella.
- Pero, qué más da la ropa. ¿si para bailar me voy a cambiar? – le pregunto.
- Hay que dar buena impresión. – me contesta.
- Mmm…no me convence. – me quejo.
- Deja de protestar. – se enfada.
Sonrío, la beso y le hago cosquillas.
- ¡Ai, déjame!; ahora me tengo que vestir yo… ponte la televisión o algo. – me recomienda, anunciando que tardara.
- Odio esto de los shows… - respondo.
- Todo tiene su pro y su contra, si es la vida que has elegido; no te quejes. – me responde, resoplando.
Me siento a ver la televisión, pensando en mi futuro con estas dos.
- Va a ser divertido, a la par que complicado; ¿en qué me estoy metiendo? – me pregunto.
- Seguramente mi tío querrá ver esto… - me digo a mí mismo.
Agarro el teléfono y lo llamo.
- ¿si, sobrino? – me pregunta mi tío.
- Tío, hoy se estrena el show; por si quieres verlo. – le cuento, para que entienda por que le llamo.
- Claro sobrino, no me lo perdería por nada del mundo; dame un momento y me visto, ¿Dónde quedamos? – me pregunta.
- Estoy en casa, quedamos abajo – le contesto.
- Sobrino, ¿para qué me llamas estando en casa? – me pregunta, indignado.
- Porque estoy acompañado. – le comunico.
- ¿María? – me interroga.
- Su mejor amiga. – le explico.
- Ah, entiendo; eso es otra cosa. – ríe divertido mi tío. – ahora nos vemos. – comunica y cuelga.
Al rato sale Cristina, lleva una minifalda blanca; el pelo rizado, un top negro sin sujetador.
- ¡ufff! – digo al verla.
- ¿Qué pasa? – alza una ceja, dando una vuelta sobre sí misma.
- ¿y si nos quedamos aquí…te echo un polvo y que le den al show? – le propongo.
- Tentador…pero no, gracias. – ríe divertida.
- Venga, vamos; levanta el culo. – me ordena Cristina.
- Espera, que voy. – me levanto con cierto esfuerzo.
Salimos juntos agarrados.
- Casi me siento extraña, con todo esto. – comenta, con una cara rara.
- ¿quizá es demasiado pronto? – le pregunto, soltándola.
- Quizá, pero nadie te dijo que me soltaras. – me acusa, agarrando mi mano y poniéndola en su cintura otra vez.
- Pero tu dijiste… - empiezo a decir.
- Al cuerno lo que dije. – suelta de repente, interrumpiéndome.
- Sobrino, veo que no entiendes nada de mujeres. – ríe divertido mi tío.
- ¿sobrino? – responde intimidada Cristina, soltándose; lentamente, bastante cortada.
- Asi que esta es tu bella dama. – dice mi tío, dándole un beso en la mano a Cristina; que se ruboriza por completo.
- Tío, por favor; que eso ya no se lleva. – le protesto, agarrando a Cristina otra vez.
- ¿ah, no? – pregunta este.
- Tú, tío es todo un caballero. – suspira Cristina. – haber si aprendes… - me protesta, empujándome para que la suelte.
- ¿Quién las entiende? Es una de ellas, la otra salió ya; pero no puedes decir nada, estamos juntos en secreto. – le comunico a mi tío.
- ¿María? ¿en secreto por qué? ¿sigue con su novio? – me atosiga a preguntas mi tío.
- Te lo cuento por el camino y tu ven aquí. – agarro a Cristina contra su voluntad.
- No, suéltame. – se queja esta.
Mi tío sonríe ante la escena.
Por el camino, voy peleándome con Cristina; mientras le voy contando lo que se a mi tío, casi llegando…
- Me parece que te espera una vida de lo más divertida, sobrino. – aprecia mi tío.
- Sí, eso parece y no has visto; cuando se juntan las dos, entonces se unen contra mí y… - le empiezo a explicar.
- No le pidas ayuda a tu tío que él no puede ayudarte, tú mismo te lo has buscado. – Sopesa Cristina.
Mi tío y yo nos miramos sonriendo, Cristina va delante; ha ganado la pelea, como todo el mundo sabe…las mujeres siempre ganan.
- Esta noche cena de presentación. – propone mi tío.
- ¡¿Qué?! No sé si estoy preparada para eso… - se queja Cristina.
- Si ya lo conoces… - aprecio, divertido.
- Ya, pero… - empieza a decir.
- No te quejes y tira anda. – digo, dándole un tortazo en el culo en la calle.
- Aun no me acostumbro a esto. – admite Cristina.
- Vas a tener mucho tiempo, para acostumbrarte. – suelto, haciéndola sonreír.
La academia está más llena que nunca, Cristina pasa; pero yo miro hacia abajo y me quedo en la puerta, mi tío me empuja y se gana la sonrisa de Cristina.
- Bien hecho, porque este ni entra ni na. – declara, Cristina.
- Yo entro donde tengo que entra. – le susurro, poniéndola colorada.
- No digas guarradas – me riñe mi tío, haciendo sonreír a Cristina.
- Eso, guarro. – se mete conmigo Cristina.
- Es la verdad… - suelto, sonrojándola de nuevo.
- Y aquí llega Pedro, el hombre del día. – me presenta Miguel.
La gente me mira y me aplaude, retrocedo un par de pasos; María me observa, me sonríe y avanzo un paso. Miguel viendo que es posible que huya, se me acerca rápidamente, me agarra; me hace pasar entre la gente que me aplaude, obligándome a avanzar.
- No huyas, hombre. – me pide.
Asiento no muy seguro, me suelta junto a María.
- Sujétamelo. – le pide.
Marchándose a atender a la gente, que le pide bebidas en una barra; la gente deja de aplaudir, pero me miran y murmuran…María me agarra el brazo con ambas manos y deja sus pechos en mi brazo.
- Ya tengo una excusa para estar pegada a ti. – sonríe con sinceridad.
Cristina y mi tío llegan hasta mí.
- ¿queréis algo de beber? – pregunta Cristina, entendiendo que ahora es el momento de María y que ya llegara el suyo.
- Agua, por favor. – Pide María, mientras le susurra un “gracias” al denotar su intención.
- Una cerveza. – añade mi tío.
- Una tila. – pido, haciendo sonreír a mi tío a Cristina y reír a María.
- ¿nervioso? – me pregunta María, jocosa.
- Asi que esta es la famosa María. – dice mi tío.
- ¿Quién es él? – me pregunta María.
- Mi tío. – digo y al ver que le cambia la cara a María. - ¿nerviosa? – pregunto por lo bajo.
- Muy gracioso. – me riñe, molesta. – encantada. – dice intentando parecer formal.
- No es necesario que seas tan formal – dice mi tío. – encantado de conocerte también. – añade mi tío, haciéndole una reverencia.
María arquea la ceja y me mira a mí.
- Es un poco antiguo – explico la conducta de mi tío.
María me sonríe y vuelve Cristina con la bebida. A todos les trajo lo que pedimos, excepto a mí; que me trajo agua.
- No hay tila. – ríe divertida.
- Vaya, hombre… - me quejo.
- Si estuviéramos solos…yo te relajaba. – me susurra María, haciéndome sonreír.
- Lo necesito. – le contesto.
- Imposible. – suspira ella, mirando a la gente.
La gente está bailando al son de la música, algunos sentados en sillas pegadas a la pared y bebiendo o descansando; algunos de pie tomando algo y mirándonos a ambos, Miguel cuando puede se escapa y viene hasta nosotros.
- Hola, encantado soy Miguel; perdonad que no esté con vosotros, pero ya veis como esta esto. – se explica Miguel y se presenta con mi tío.
- Encantado soy Rafa, el tío de Pedro. – se presenta formalmente mi tío, estrechando la mano a Miguel.
- Asi que te lo has traído, me alegra que te lo tomes en serio. – Asume Miguel.
Asiento sin poder articular palabra.
- ¿Qué le pasa? – pregunta Miguel, sonriendo.
- ¿tú que crees? – le responde Cristina, con otra pregunta.
- Que esta acojonado. – explica María, al ver la cara de “no entiendo nada” que ponía Miguel.
- Ahhh, ya veo; como me recuerdas a mí, la primera vez estaba igual que tú. – suelta Miguel.
- ¿Cuántas llevas tú, Miguel? – le pregunta Cristina.
- Prf, ya perdí la cuenta; ya me toca actuar y casi ni me pongo nervioso. – empieza a farda Miguel.
- …Miguel… - alza la voz María, Miguel la mira; preocupado.
- Bueno…en los estrenos un poquito. – confiesa, sonreímos los tres y mi tío ríe.
- ¿señor famoso, me permite este baile? – me pregunta Leti, extendiendo su mano.
Dudo un momento, ya que me tiembla todo; las piernas casi no me responden, no se siquiera si podre bailar.
- Venga, baila con ella – me anima Cristina.
- Asi te relajas – me aconseja Miguel.
- No le puedes decir que no – susurra María.
- Venga, hombre; no me hagas el feo. – me pide Leti.
María me empuja y escucho decir a mi tío.
- Me cae bien esta muchacha.
Los miro malamente, mientras bailo con Leti; me sale regular, de lo nervioso que estoy.
- Tranquilo, todo saldrá bien. – me susurra Leti.
- No es que no quiera bailar contigo. – comienzo a explicarle.
- Lo sé, tranquilo; lo noto. – sonríe, quitándole importancia.
La gente me mira bailar, poco a poco Leti me ayuda a relajarme; un poco al menos y a pensar en otra cosa, lo que hace que vaya bailando mejor.
- Disfruta de lo que viene. – me recomienza, tras terminar la canción y soltarme.
- ¿eh…que? – le pregunto anonadado.
Pero antes de que me dé cuenta, estoy rodeado de chicas queriendo bailar conmigo; miro a las chicas, que están hablando con Miguel y mi tío.
Todos me sonríen y comienzo a bailar con una detrás de otra, al principio cometo algunos errores y tiemblo más que otra cosa; al rato ya estoy bailando como si tal cosa y sin acordarme que unos momentos después, voy a actuar por primera vez en la vida. Al contrario que la primera vez que fui al duende a bailar, todos mis bailes son un éxito; todas quieren bailar conmigo, prácticamente no me dejan descansar y aguanto el ritmo por mi energía infinita.
En un momento dado, Cristina viene a bailar conmigo; tras eso María, con ellas sí que bailo relajado…aunque con María me pongo un poco más nervioso, ella es una gran bailarina; también la que más me gusta y quiero impresionar, pero con ella no será tan fácil.
Con Leti brillo más que con las demás, porque la conozco; con Cristina todavía más, pero con María parece que volamos sobre la melodía.
En un momento dado, la música acaba bailando con María; entonces Miguel agarra el micro, el corazón me pega un bote y María me sonríe sin soltarme.
- Bueno ante todo chicos, gracias por venir. – empieza Miguel su discurso.
- Oh dios, no. – susurro, temeroso.
- Tranquilo – me relaja María.
- Como todos sabéis en esta convivencia de baile en la escuela, vamos a estrenar el show; porque practicándolo me lesione, para mi pesar lo tendrá que hacer Pedro mi sustituto…no obstante, gracias a eso hemos descubierto un gran talento que; por supuesto vamos a pulir, asi que en unos años este va a ser un fuera de serie. – me presenta y explica todo, la gente me aplaude.
- Pfff… - susurro.
- Tranquilo. – repite María. – Estoy contigo – dice apretando mi mano.
Gracias a María, dentro de los pedazos de nervios que tenía; me mantenía lo más tranquilo que podía, aparentaba estar mucho más tranquilo de lo que realmente estaba también.
- Bueno señores, no me enrollo más; los artistas se van a ir cambiando en el camerino, una vez que salgan paro la música y ya diré como tenemos que situarnos para verlo todos bien. – termina su discurso Miguel.
- ¿vamos? – me pregunta María.
- ¿no me queda otra? – le devuelvo su pregunta con otra.
Ella se ríe y tira de mí, hacia el baño; Miguel nos intercepta.
- Que uno entre en el baño a cambiarse y el otro en mi despacho, María a ti te conozco más; entra en mi despacho, Pedro tú en el baño. – nos organiza este y me tengo que callar, porque María no puede decir nada y mucho menos a Miguel; evidentemente.
Me meto en el baño, escucho la gente hablando y la música; me siento en el váter mirando la ropa colgada de la percha, ya no tengo con quien apoyarme y estoy solo.
- No sé en qué momento me metí en esto. – protesto.
- No puedo hacer esto. – niego con la cabeza
- En la vida podre salir ahí y hacer lo que hacen ellos dos. – me sumerjo en el pesimismo.
Mientras sigo a eso…
- ¿Ya estás? – pregunta Miguel a través de la puerta.
- No – respondo al rato, tras unos segundos de silencio.
- ¿te queda mucho? – me pregunta.
- No voy a salir. – suelto sincero.
- ¿Cómo qué no? – me interroga.
- Como que no – le respondo.
- Ahora vuelvo. – dice.
Tras un rato más, llaman a la puerta.
- Pedro, soy yo. – dice María.
- ¿y qué quieres? – le pregunto, preocupado.
- Déjame entrar y hablamos. – me responde, con tranquilidad.
- … - lo pienso un poco.
Le abro, ella entra con Cristina y cierra tras ella.
- ¡¿todavía no te has cambiado?! – me grita.
- No voy a salir ahí. – le replico.
- Cristina, necesito tu ayuda; ¿me ayudas? – le pregunta María a Cristina.
- Si claro, ¿Qué necesitas? – acepta está preguntando.
- Todos los hombres con miedo escénico, se calman de la misma manera; ayúdame. – dice María y ambas se ponen de rodillas frente a mí.
- ¿Qué hacéis? – les pregunto, extrañado.
Las dos se tiran a mi bragueta, riéndose entre ellas; me dejo, pero…
- Por mucho que hagáis, no voy a salir. – les contesto.
- Sí, sí; ya veremos. – replica María.
- Eso, ya veremos. - Ríe Cristina.
Estoy tan nervioso, que la tengo bajada ahora; ellas se miran y sonríen, hablando entre ellas.
- No te la pierdas, ahora la tiene chiquitina. – se mofa María.
- Bueno, ya la pondremos grande; nosotras. – dice Cristina.
La primera que la agarra es María, del tirón empieza a reaccionar y por si no fuera suficiente; Cristina comienza a lamerme la cabeza, metiendo la lengua dentro del pellejo incluso. Mientras María, la investiga; me la aprieta, me la sube y baja…Cristina, la lame; le redescubre con su lengua, mete los labios rodeando la cabeza y me mueve la lengua dentro de su boca alrededor de la cabeza de mi polla.
- Mmm… - gimo del gustazo que me está dando.
- ¿Qué te gusta? – susurra María.
- Me encanta por dios – gimo, mientras hablo.
- Vamos a volverlo loco, María. – anima Cristina.
- Vamos. – suelta Maria.
María suelta su mano, ambas se miran y asienten poniéndose de acuerdo; cada una empieza a pasar sus labios lamiéndome la polla desde su lado, de principio a fin y cuando una llega arriba se meten la cabeza en su boca rodeándola con su lengua.
- Pffff – resoplo, ellas sonríen provocativas.
Tras eso, Cristina me la lame como si fuera un helado; María se la mete en la boca y llega bien hondo, luego cambian posiciones y mientras María me la lame…Cristina se la mete bien hondo. Cuando una no la tiene en la boca, me la pajea; luego otra la tiene en la boca y la otra me la pajea, hasta que aceleran el proceso.
Una boca y luego otra, se comen la boca entre ellas; con mi polla en medio, haciéndome reventar.
- ¿lésbico? – gimo, anunciando que me corro.
Las dos se miran y María se retira, Cristina se la mete hasta el fondo; me empiezo a correr en su boca, una vez termino de correrme…Cristina y María comparten mi semen besándose en la boca, luego María me la rebaña; se lo pasa a Cristina, mientras miro pensando que todo esto es un sueño y me subió otra vez.
- Voy a arreglarme, ayúdale a vestirse. – le pide María, poniéndose delante del espejo.
- Quiero follar. – le pido agarrándole el brazo.
- Si te luces en el espectáculo, te follo en casa. – promete María.
- Y yo aquí, en el baño. – promete Cristina.
Asiento conforme, Cristina me ayuda a ponerme el traje de baile; solo puedo pensar en que voy a follar después, María se arregla frente al espejo.
- ¿preparado para romper la pista? – me pregunta María.
- Estoy preparado. – anuncio, serio.
- A por todas, tigre. – me anima Cristina, dándome una torta en el culo.
- Espera, que te la recoloco. – me ofrece María, que me pone la polla recta; para disimular un poco la erección.
- Gracias. – agradezco, ambas me sonríen.
Salgo de la mano de María, todo el mundo está expectante incluido mi tío y Miguel; Cristina sale tras nosotros, observándonos. La gente que estaba bailando se ve interrumpida por el parón repentino de la música, mientras nosotros nos vamos colocando; mi corazón late a mil, María me mira fijamente. Miguel va dirigiendo a la gente, con el micro.
- Podéis poneros todos en el lado de los sofás desde ahí lo veréis todos perfecto. – Repite una y otra vez hasta que la gente le hace caso.
Una vez la gente está colocada, miro a Leti que me da ánimos; luego miro a Rafa, que me mira orgulloso e incluso miro a Miguel que esta tenso…luego miro a Cristina, que me lanza besitos; por ultimo miro a María, que me mira ilusionada y con una sonrisa tonta en la cara.
La música empieza a sonar, entonces me muevo como poseído; mi mente queda en blanco, solo puedo pensar en Cristina y María, mis dos niñas. Empiezo a seguir cada paso al pie de la letra, sin salirme del guion ni lo más mínimo; ejecutando los movimientos precisos y coordinándome tanto con ella como con la música, por último, el amor que le profeso y la pasión que me hace sentir se plasma en el baile. La excitación que ambos tenemos producida antes y no complacida del todo en ninguna de las dos partes, se nota en las ganas con la que nos agarramos; lo juntos que estamos, las ganas que tenemos más que de actuar de comernos en la pista.
Nuestras miradas fijas en los ojos del otro y que a veces se van a los labios, anuncian un amor sincero; que recién comienza, con todas las fuerzas del mundo y eso nos hace brillar en la pista.
La gente hace sonidos según va avanzando el baile, de ovación; palmas, silbidos e incluso de asombro…la gente ha dejado de hablar, está inmersa en el show; sumergida en nuestras pasiones, que paso a paso vamos mostrándoles al público.
Cuando hacemos el último paso, giramos las cabezas inconscientemente; quedándonos a milímetros de besarnos, respirando nuestros alientos.
- Quiero besarte. – susurro.
- Y yo. – murmura, moviendo los labios; rozándome, más que hablando.
Pero la gente rompe en un aplauso, lleno de piropos; vítores y silbidos…que nos saca de la tentación y el ensimismamiento.
Nos separamos con una triste sonrisa, mientras Miguel se mete en medio y nos hace que hagamos una reverencia; hacia el público, mientras habla por el micro.
- ¡Chicos, como prestreno en el local de nosolobaile!; ¡habéis tenido como actuación única a Pedro y María de nosolobaile, un fuerte aplauso por favor señores! – pide Miguel.
La gente se vuelve loca, aplaude con más fuerza; me hace sentir bien y María me mira orgullosa, no solo ella mi tío esta alucinando y Cristina junto con Leti hablan impresionadas. Las tías me miran con deseo, los tíos con admiración; me siento que puedo hacer cualquier cosa, entonces Miguel se dirige a nosotros.
- Cambiaos la ropa y disfrutad de la tarde, hoy es vuestro día. – nos pide y se marcha a atender a la gente.
Cristina entonces se acerca a mí.
- ¿quieres el polvo ahora? – me pregunta.
- Ven, que te voy a dar lo de tu hermana y tu prima. – le amenazo.
- Me gusta tu amenaza, espero la cumplas….
María nos mira con cierta envidia, pero sabe que ahora no es su momento; le deja hacer a Cristina y se marcha sola al despacho, pensando en que luego en casa será el suyo.