¿Bailamos? 20. La preparación del show

El momento del estreno del show se acerca, eso se junta con que una nueva relación comienza; dos relaciones terminan, una pareja de baile se desvirga en su primer espectáculo y a la vez estos se vuelven pareja. Además la relación que se forma es un tanto atípica y eso no ayuda, necesitan probar.

¿Bailamos?

Capitulo 20. La preparación del show

Con cierto esfuerzo, conseguimos entre los tres; que Leti se marchara, que no estaba muy por la labor. Leti, aunque personalmente no tenía más ganas de sexo; sí que quería probar el sexo con varias personas, lo que nadie sabía es que Leti desde aquí no se fue a su casa…Una vez que nos quedamos Cristina, María y yo solos; pensaba que abría mucha conversación, pero no y ni siquiera hubo sexo.

Ellas solo necesitaban mimos de mi parte, por la mía necesitaba su compañía; asi estuvimos un buen rato, hasta que nos rugió el estómago a los tres.

-      Mucho mimo, mucho mimo; pero nos tienes muerta de hambre a las dos, ¿es que aquí no se come? – protesta María.

-      Confiaba en que ahora que vivo con mujeres, me hicierais la comida; vosotras dos. – bromeo divertido.

-      ¡Oye! No te pases ni un pelo. – se defiende Cristina.

-      Vaya, os defendéis entre vosotras ¿y yo que? – protesto, ante su actitud.

-      Tu aprovecha que tienes dos novias. – dice María, que se queda traspuesta; tras decir “dos novias”

Cristina y yo lo notamos.

-      Eso no te quejes, muchos darían un brazo por estar con una de nosotras; imagina con las dos. – apoya Cristina.

-      ¿Y qué haría sin brazos, como bailo? – le pregunto, haciéndolas reír a las dos.

Las dejo reír un poco y contemplo a ambas, la verdad es que me siento afortunado de poder estar con dos chicas a la vez; más aún por ser ellas, aunque antes también las tenía…ahora son oficialmente mías y solo mías.

-      ¿y tú que miras? – pregunta Cristina.

-      ¿yo? – hago la pregunta, haciéndome el tonto.

-      No, el vecino…pues claro ¡que tú! ¿y encima tan embobado?  - me acusa María.

Las sonrío y ellas se sonríen entre ellas.

-      Solo estaba pensando. – confieso, intentando no dar mucho detalle al respecto.

-      ¿y qué piensas? – se adelanta María, aunque Cristina dice algo similar, casi seguida de María.

-      ¿en qué pensabas?

-      Que es cierto que teneros a vosotras dos es lo mejor que me ha pasado. – suelto, dejándolas boquiabiertas a ambas.

Esperaba que dijeran algo, pero ambas se quedan calladas.

-      Si otros darían un brazo por teneros a cada una, créeme; yo daría más que eso. – les confieso, se ponen tontas y me abrazan.

Tras el abrazo…

-      No creas que, por esto te vamos a cocinar. – suelta Cristina, haciéndonos reír a los dos.

-      Eso, nuestra cocina hay que ganársela. – apoya María, empezando a divertirse con que seamos tres y no dos.

-      Vale chicas, por vosotras; voy a estrenar la cocina, pero ateneos a las consecuencias. – advierto, con una sonrisa; intentando estar serio en vano.

-      Uh que miedo. – suelta Cristina.

-      ¿Qué vas a hacer, nos vas a envenenar? – se mofa María.

-      Bueno, es la primera vez que voy a cocinar; quizá no sea veneno, pero puede que se le acerque. – les confieso, haciéndolas reír a ambas.

-      Venga, yo te enseño. – propone Cristina

-      Si y yo también. – añade María.

Y asi es como hicimos nuestra primera actividad de poliamor, mientras intentaba cocinar algo decente que no envenenara a mis novias; Cristina por un lado me enseñaba unas cosas y María compitiendo, me enseñaba otras.

-      ¿sabéis? Nunca espere este final. – confieso, divirtiéndome con las dos.

Entre tanto juego, provocación; competición, me lo estaba pasando bomba y cocinando…algo que personalmente odio.

-      ¿este final? – pregunta Cristina.

-      ¿y quién te ha dicho a ti, que esto es un final? – me interroga María.

-      Bueno…yo… - empiezo a decir.

-      Vive el momento – me recomienda Cristina.

-      Esto es un principio, pero la vida da muchas vueltas. – suelta María.

-      ¿insinúas que te puedo perder? – le pregunto.

-      Alberto y miguel estaban muy seguros de sí mismos… - empieza a decir María.

-      Pero nos descuidaron. – continua Cristina.

-      Luego llegaste tú y… - termina María.

-      Si, se me la historia. – la interrumpo.

-      Pues ya sabes. – aconseja Cristina.

-      No hagas que se repita. – sonríe María.

-      Lo tomare en cuenta.

Entre besos y caricias, jugueteos tontos; conversación interesante y todo eso, hicimos el almuerzo. Nos salió una comida espectacular.

-      Huele que alimenta. – piropea, María.

-      Tiene buena pinta. – se relame Cristina.

-      Es que soy un hacha. – fardo, sonriendo.

-      ¿tu? – ríe divertida Cristina.

-      Si lo hemos hecho casi todo nosotras. – Juzga María.

-      ¡eh! Eso no vale, las manos las he usado yo. – le debato.

-      Sí, pero nosotras fuimos tus cerebros. – suelta Cristina.

-      Por eso, hemos sido un equipo.

-      ¿un equipo? – pregunta María.

-      Si, un equipo.

Las dos sonríen satisfechas y más aún cuando lo prueban, casi lloro de la emoción de lo bueno que esta.

-      ¿sabes? Pensándolo bien, todo esto de una relación de tres, tiene buena pinta. – aprecia María.

-      ¿si? – preguntamos Cristina y yo casi al unísono.

-      Sí, tengo un tipo que tan solo gastara la mitad de su energía y tiempo conmigo; una mejor amiga con la que conversar y además siempre nos podemos unir contra ti. – ríe divertida María.

-      Es cierto, lo mires por donde lo mires; son todo ventajas. – aprecia Cristina.

-      No me simpatizáis. – les digo, muy serio; haciéndolas reír.

-      Bueno, va siendo hora de practicar un poco. – suelta María.

-      Tienes razón. – acepto su opinión.

-      Venga, hacedlo; yo friego. – ofrece Cristina, ganándose una sonrisa de nuestra parte.

-      Puede que me acostumbre a esto. – susurra María.

-      Y yo. – murmuro yo.

Los dos nos sonreímos y empezamos a practicar para el show…

Cuando terminamos una hora después, Cristina nos aplaude; nosotros estamos sudados, cansados y nerviosos.

-      ¿Qué tal lo viste Cristina? – le pregunta María.

-      ¿eso, que tal nos viste? – pregunto, apoyando a María.

-      Bueno…no es que yo sea una experta, pero; bastante bien la verdad, desde que sois pareja la magia parece algo divino. – admira Cristina.

-      ¿no crees lo podemos hacer mejor? – pregunta María.

-      Yo pienso que sí. – suelto yo, ganándome la sonrisa de María.

-      Creo que sí, recién empezáis; si practicáis, podéis crear algo mucho más magnifico. – contesta Cristina, un poco triste; aunque intenta disimularlo, no lo consigue del todo.

-      Gracias Cristina. – agradece María, con un beso y un abrazo.

-      ¿adónde vas? – le pregunto.

-      A la ducha y tu deberías hacer lo mismo. – opina María.

-      Empieza tú, ahora voy. – le suelto a María y Cristina me mira.

-      ¿no deberías ducharte también? – pregunta esta.

-      Sí, pero antes debo consolarte y preguntarte que te pasa. – le cuento, haciéndola reír.

-      ¿consolarme? ¿acaso estoy mal? – pregunta con una sonrisa triste.

-      Sí, es bastante obvio. – confieso, abrazándola y besándola.

Sin saber que María nos escucha.

-      Ahora solo serás su pareja de baile, ¿verdad? – me pregunta – solo harás shows con ella ¿cierto? – vuelve a preguntar, haciéndome sonreír.

-      Para nada, las dos sois mis parejas de baile y pienso hacer shows con las dos. – admito con sinceridad, entendiendo sus sentimientos.

Le ha maravillado lo que ha visto y a la vez se ha puesto celosa, pensando que teniendo a María; para que voy a bailar con ella, si María es famosa y bailarina profesional.

-      ¿me lo prometes? – me pregunta.

-      Te lo prometo. – le prometo.

Cristina me da un azote en el culo

-      Anda ve a ducharte con María, luego voy yo. – me pide, con una sonrisa.

Le doy un beso, en los labios.

-      Cuando salga María, te espero a ti. – le guiño el ojo y me voy.

Ella me sonríe y resopla aliviada.

Cuando llego hasta el baño, veo a María; que apenas se está desnudando y capto que nos ha escuchado, pero no digo nada.

-      ¿no dices nada? – me pregunta sorprendida.

-      Es que te veo desnudándote y me dejas sin palabras. – la alago y abrazo por detrás, besando su cuello.

Ella se deja hacer y me sonríe.

-      Sabes perfectamente de lo que hablo. – dice, sin dejarme evitar el tema.

-      ¿sobre qué? Que nos espiabas ya lo sé. – le pregunto, quitándole importancia y dejándole claro que sí que lo sabía.

Totalmente desnuda, se pega a mí de frente.

-      ¿y qué opinas de eso? – me interroga.

-      Pienso que es normal. – le respondo, tan tranquilo.

-      ¿normal? Jamás espié a mi pareja. – confiesa.

-      Bueno, nunca tuviste que compartirla; es normal que, al compartir tengas que ver donde te metes. – le doy una explicación a su comportamiento.

-      Supongo, que tienes razón; vamos a la ducha, que vamos a ver dónde te metes tú. – sonríe, bromeando.

-      Espero meterme en un buen sitio. – le sigo la broma, haciéndola sonreír.

Entre risas nos metemos bajo el agua caliente, la abrazo desde atrás y le como el cuello; rodeándola con mis brazos no dejándola alejarse de mí, como si ella quisiera. Ella se deja hacer, solo sostiene mis brazos; para que no se abran y empuja su culo, contra mi miembro que ya está subiendo entre suspiros.

-      Pero, ¿qué me haces Pedro? – me pregunta con un tono sexy, medio gimiendo.

-      Solo lo que quieres. – le susurró al oído, como si tuviéramos que escondernos de nuevo.

Ella refriega su culo contra mi polla, terminando de ponerme cachondo; con una sonrisa lasciva, entonces gira su cuello al máximo y me come los morros como si no aguantara más sin hacerlo.

-      ¿ya no puedes resistirte más? – le pregunto entre besos.

-      Ya no puedo. – contesta entre besos.

Ella se gira por completo, enrollándose conmigo; enlazando una pierna con la mía, acto seguido se la dirige a la entrada y se la va metiendo entre gemidos. Con mis manos la acaricio por todas partes, deteniéndome en sus nalgas y pechos; mientras la ayudo a follarme con movimientos contrarios a los suyos con mi pelvis, ella gime y solo mis labios detienen sus gemidos.

Ella solo se aferra a mi agarrándose a mi cuello con ambas manos y a mi pierna, enlazando la suya con la mía; apenas le entra nada, sin embargo… ese poquito nos está llevando al cielo a los dos.

-      María – la llamo.

-      ¿si? – gime

-      Te quiero – pronuncio, ella sonríe con cara de tonta.

Ella abre más la pierna, le entra un poquito más; sus gemidos aumentan, mis gemidos también y nos metemos más caña mutuamente. Al poco ella tiene un orgasmo, arquea su espalda; tan solo la sostienen mis manos y su pierna enlazada con la mía, sus manos del cuello se resbalaron y cayó hacia detrás. Mientras su chocho se humedece y tiembla como loca, la posición favorece que le entre más; volviéndonos locos a los dos, se me aproxima un orgasmo y le termino dentro.

Luego nos damos cariño entre besos, caricias…

-      Es la primera vez que lo hacemos, siendo mia. – observo.

-      La primera de muchas. – me anuncia.

Tras eso, nos enjabonamos; se enjuaga y tras un beso, se enrolla en una toalla y se sale.

-      ¿me abandonas? – le pregunto, sorprendido.

-      No te canses mucho para el show… - me advierte, saliendo del baño.

-      Soy incansable. – le sonrío y ella asiente.

Poco después Cristina entra desnuda en la ducha, ocupando el lugar de María; le sonrío y me sonríe, pero parece que le da un ataque de timidez.

-      Esto normalmente es al revés… - pronuncia, casi con miedo.

-      ¿y qué más da? Estoy aquí para ti, como siempre hemos hecho. – le explico, quitándole importancia al orden.

-      ¿No estarás muy cansado para el show? – me pregunta, buscando una excusa.

-      Ya sabes que no me canso, ¿me vas a hacer ir a por ti? – le contesto con otra pregunta.

-      ¿y si fallas por mi culpa? No me lo perdonaría. – rechista.

-      Ven – le pido, sin darle opciones; estiro mi mano y ella la acepta, la uso para atraerla hacia mí.

La beso, en los labios.

-      Sabes diferente. – suelta.

-      Claro, tengo vuestro sabor; obviamente. – contesto y Cristina se ríe.

-      ¿lo hacemos como siempre? – me pregunta, dándose la vuelta; poniéndose de espaldas a mí.

-      ¿te gusta esa posición? – le pregunto.

-      Me encanta, me trae lindos recuerdos. – dice, empezando a gemir; porque le como el cuello y se la empiezo a clavar en la rajita.

-      Joder, ¿ya? – gime.

-      Claro, ni ha bajado. – le explico y ella me sonríe.

Empiezo a follarmela en la misma posición que me la folle la primera vez, su rajita se pone muy húmeda; su cadera ya no aprieta tanto, sigue muy caliente.

-      Mmm…echo de menos cuando te corrías rápido. – rememora, entre gemidos.

-      Pues olvídalo, ahora tardo; pero te voy a hacer disfrutar mucho más. – digo, comiéndole la nuca.

Se la meto salvajemente desde detrás, ella gime como loca; me está dando un placer tremendo, tan diferente de María…que eso no hace más que aumentar el morbo al pensarlo, viendo que voy a tardar menos de lo que creía; la enderezo aferrándome a su teta, le toco el clítoris volviéndola loca del todo.

Empieza a contra follarme, haciéndome gemir a mí también.

-      Pffff, me voy; me voy a ir. – me avisa Cristina.

-      Me corro, me voy a correr. – le aviso también.

-      Ahhhh – grita gimiendo Cristina.

-      Gmmm.. – bufo yo.

Mientras le echo lo que me queda dentro, ella explota en un orgasmo; pero luego este se convierte en una corrida, casi pierde el conocimiento y tuve que agarrarla.

-      Oh dios mío, me vas a matar. – me dice.

-      Vamos a ducharnos, no queremos llegar tarde. – rio divertido.