¿Bailamos? 14. Novio de repuesto

Pedro y María quedaron para la clase de Kizomba, baile que particularmente no le gusta a Miguel; por lo que María le pide el favor que le haga de novio en dicha clase y por supuesto este lo hará, pero se aprovechara lo suficiente de ello.

¿Bailamos? Capítulo 14

Novio de repuesto

Mi vida se ha convertido en una autentica locura la mayoría de mañanas Cristina viene a mi casa y lo hacemos, la mayoría de tardes viene María y lo hacemos; Leticia y yo hablamos por WhatsApp, pero por culpa de ellas o gracias a ellas no he podido quedar con ella.

He llegado a pensar que se han organizado a propósito para que no pueda hacerlo con ninguna otra, pero me extraña no las he visto hablarse; ni juntas de nuevo, creo están medio peleadas y prácticamente se evitan.

En el trabajo me va bien, tanto follar con una y con otra me tiene súper relajado; si eso no fuera suficiente, la practica del show que Miguel se ha puesto duro y tikismikis.

No le basta con que brillemos, con que salga perfecto; dice que si podemos más, quiere más e incluso esta hablando de meterme en el gimnasio la semana que viene.

Creo que quiere matarme, me trata bien; pero me mira raro, esta fumando mucho y suele estar últimamente muy nervioso.

María dice que no me preocupe, que son los nervios de estrenar el show; pero si que me preocupo, no se a que nos va a llevar todo esto.

El sábado a las 9 y media, quedamos en la academia para ir a Kizomba juntos; hoy Cristina no puede venir porque su novio no trabaja, así que a la hora estoy allí y me tapan los ojos.

Suspiro cuando eso ocurre, ya se que hoy vamos a terminar follando; siempre que me pasa eso, termino follando aunque no siempre con la chica que me los tapa.

Porque con Leti aún nada de nada, pero es que tampoco he tenido tiempo.

Le agarro directamente el culo y ella me contesta con un mordisco en el cuello.

Me suelta y mira alrededor preocupada.

Le sonrio y me sonríe.

  • ¿entramos? - pregunta ansiosa.

  • ah, ¿es aquí? - pregunto sorprendido.

  • si, es aqui; tenemos media hora antes de que ella llegue... - comenta por lo bajo.

  • ¿y Miguel? - pregunto con cierta duda.

  • ¿levantarse temprano un sábado y venir a ver kizomba? - pregunta riéndose luego.

Asiento entendiendo que tenemos media hora para nosotros solos. Ella abre y cierra tras entrar yo, me pego a ella por detrás besandole el cuello y me empuja con su culo para alejarme.

  • aquí no, que se ve; en el baño. - dice observando el exterior.

Asiento y me voy hacia allí, me bajó los pantalones; ella entra de culo, observando el cristal y cierra la puerta. Antes de que se de la vuelta, le doy un puntazo; aferrandome a ella, para que no se aleje y comiendole el cuello.

  • ¿qué haces, guarro? - pregunta riéndose y dándose la vuelta.

  • ¿tenemos poco tiempo, no? - río divertido.

  • ¿sabes? Eres muy divertido, siempre tienes respuesta para todo. - me dice entre besos.

  • si tu supieras... - digo pero no me deja terminar.

Sus labios absorben los míos, sin parar ni para respirar; estamos tan sincronizados que respiramos a través del otro, ella para asfixiada.

  • no se como haces pero tus besos me dejan sin aliento. - me explica jadeante.

  • ¿solo mis besos? - suelto haciéndola reír.

Ella masajea mi polla, mientras mis manos masajean sus pechos y sus nalgas; ella me muerde los labios, pero también es mordida por mi y solo paramos cuando notamos la sangre del otro.

  • estas loca, Miguel...

  • tranquilo, ya me inventare alguna excusa; necesitaba hacerlo.

  • la verdad, que yo también.

Notando el sabor metálico de nuestros besos, ella se empieza a desnudar; salta sobre mi y casi me tira, intento soltarme para protestar pero no me deja y se engancha a mi.

Ahí enganchada redirige mi herramienta contra la abertura de su útero, se la mete sin contemplaciones; hasta el fondo, la apollo en la pared y empiezo el mete saca que nos lleva al cielo.

Ella entrelaza sus piernas a mi para que no me separe demasiado, mis manos agarran sus nalgas manchadas de sus fluidos; también noto dichos fluidos por mis huevos, esta supercaliente y muy mojada.

Esta vez no contiene sus gemidos, no lo necesita; pero no suelta mis labios como un vampiro a su presa, ya que nuestra sangre y saliva se mezcla en nuestras bocas. Ella araña mi espalda, provocando en mi un morbo que me hace reventar en su interior; mientras ella empieza con sus sucesivos orgasmos, sigo penetrandola bestialmente mientras me corro en su interior y grita al correrse viva.

En ese instante llaman a las verjas.

  • ¡oh mierda!... las 10, corre vístete; abreles mientras me arreglo, por favor. - me pide con su carita dulce.

  • vale, voy... - digo vistiéndome a la prisa.

Ella me observa mientras se arregla.

  • oye, si te preguntan; eres Miguel, mi novio.

  • ¿¡que?!

  • siempre se ríen de mí, porque ellas vienen con su novio; ¿me harás ese favor?, además seguro que me escucharon gritar y olemos a sexo puro. - me intenta convencer.

La miro con mirada asesina.

  • esta bien, no me queda otra... - acepto resignado.

  • gracias, ¡te quiero! - me dice dándome un beso en los labios y manchandome de carmín que se acaba de poner.

  • ¿qué? - pregunto anonadado por lo que ha dicho.

Las verjas vuelven a sonar y con ello el móvil de María.

  • ¡nada! Que les abras de una vez. - dice asustada de lo que ella misma ha dicho.

Voy a la verja, para encontrarme con un pibon argentino; rubia, bajita y ojos azules...para rematar bien repartida, vestida con unas mallas colombianas bien apretaditas; detrás de ella hay 3 parejas más, una joven y las otras medio joven o medio mayores.

Les abro con una sangrante sonrisa, ella me observa entero; pero sobre todo, mira mis labios.

  • buenos días, ¿Miguel? - pregunta con el gesto fruncido.

  • si, soy yo pasa; María fue al baño. - digo un poco nervioso.

Cuando pasa observo que tiene un culo despampanante y bien trabajado, las demás parejas pasan y me saludan; copio un poco la actitud despreocupada y sociable de Miguel, para no dejar mal a María.

  • al fin te animas a Kizomba, María lleva viniendo meses sin ti - me reprocha la profesora.

  • ya sabe soy un tipo de negocios, un tipo ocupado. - me excuso.

  • cuidado muchacho, que una mujer como María si no se la atiende debidamente; vuela con otro. - me aconseja o amenaza, quizá ambas.

  • tranquila lo sé muy bien - digo sonriendo. - si tu supieras - pienso.

Ella pestañea rápidamente como si no entendiera de porque sonrio.

  • estas muy seguro de ti mismo, ¿no? - dice sorprendida.

  • tengo a María muy enamorada de mi, no va a volar con otro. - digo convencido.

Pero antes de que la conversación siguiera por esos derroteros, María salió del baño.

  • Hola Cintia, perdona la espera. - se disculpa María.

Pero Cintia no contesta en un principio, la observa entera; pero sobre todo su labio, vuelve a observar mi labio y se rie.

  • entiendo tu confianza muchacho, hola Maria; hablas maravillas de tu novio, veamos como se porta en kizomba. - sonrie Cintia.

María me mira raro como si no entendiera a que viene eso, le sonrio y ella se despreocupa.

  • ya sabes que mi novio baila salsa a alto nivel y en bachata es un crack, pero que jamás ha bailado Kizomba. - comenta María.

Escuchar la palabra "mi novio" de su boca me hace sentir espasmos eléctricos de felicidad, que me hacen sonreír con cara de tonto; ella me sonríe de vuelta, pero esta más atenta al teatro que a mi.

  • no te preocupes, ven; voy a probarte. - me pide.

Ella abre sus brazos, miro de reojo a María; ella asiente, detalle que para la argentina no pasa desapercibido.

  • con todo lo que bailas, ¿le pides permiso a tu novia para bailar? - pregunta sorprendida.

  • mi novio es que es un sol - interrumpe María.

Le sonrio y me acerco a la profesora que se me abraza muy muy pegada.

  • ¿esto que es? - pienso sorprendido.

Ella me va poniendo los brazos donde van, entonces al aferrarse a mi pongo la cara de dolor.

La argentina me observa la espalda por la abertura del cuello de la camiseta, le veo la cara de sorprendida.

  • chiquilla, ¿que le has echo?

A lo que María se ruboriza.

  • es muy fogosa - confieso como si nada.

Eso solo empeora las cosas, el resto de parejas se rie y María se ruboriza aún más; mirandome mal.

  • venga, vamos a bailar; camina arrastrando los pies, intentando llevarme con tu cuerpo. - me pide la argentina

Al principio no doy pie con bola, hasta que poco a poco le voy cogiendo el truco; pero sin querer le dado algún puntazo, ella no se muestra incomoda porque no me ha subido y es que estoy tan bien suministrado que no tengo ganas de más.

  • no está mal, buena capacidad de aprendizaje; se nota que bailas mucho, además llevas muy bien y se notan los años de baile que llevas encima - juzga Cintia.

  • es que mi novio es un fuera de serie - dice María abrazandome.

  • en realidad mi niña me ha enseñado las bases - miento y la beso agarrando su culo, aprovechando la situación.

María me muerde los labios y ante las tos de la Argentina me suelta.

  • ¿cuántos años dijiste que llevas con el? - pregunta esta.

  • 3 años - contestamos al unísono

  • vaya que fogosidad, sigamos con la clase. - dice trastornada.

El resto de parejas la felicita por el novio y ahora lo entiendo, estamos como recién habernos conocido; es muy raro eso para una pareja que lleva 3 años juntos, pero es normal porque no llevamos más de 1 semana.

La clase continua con normalidad, nos hace a todos los hombres abrazar a las chicas medio minuto; es raro que Miguel no quiera bailar esto, si me dijeran hace un mes creo ya me hubiera corrido.

Luego nos explica la posición cerrada y abierta que no tiene mucha diferencia, la abierta deja el suficiente espacio para respirar; la cerrada respirais como uno, con María bailo con la posición cerrada y con las demás abierta excepto con Cintia que se sitúa en cerrada.

Vamos cambiando, con todas me sale bien; con María genial, pero con la profesora perfecto.

Cuando la clase termina demasiado pronto para mi gusto, todas se despiden de mi sorprendidas y prendidas de mi forma de bailar.

  • María, ¿tu novio viene la semana que viene?

  • ¿Vienes pe...perdona, vienes? - dice apunto de confundirse.

  • si tu quieres que venga, vendré.

  • ¡hay, por favor! - protesta envidiosa Cintia

  • si, claro que quiero. - responde tímida.

La beso en los labios y me muerde pero me suelta.

  • ¡auch! - me quejo dolorido

  • venga, te veo aquí; gracias por traerlo Maria y no me lo arañes tigresa - se mofa Cintia.

  • es mi gatita - digo cariñosamente

Cuando las chicas se han ido y cierra la verja, se da la vuelta y me pega una cachetada.

  • ¡ah! ¿Por qué me pegas? - pregunto dolorido tocando mi cara

  • eso por aprovecharte - me explica

Luego me come los morros.

  • ¿y eso? - pregunto cuando nos separamos.

  • por hacerme de novio de repuesto - dice contenta aunque no lo expone.

  • ¿solo un beso? - pregunto intentando negociar.

  • ¿te parece poco un beso mío? - me pregunta mirandome como en el GK

  • no, pero esperaba aún mejor recompensa. - sigo negociando

  • ¿aún quieres más? - rie juguetona

  • creo que podría contigo subir una vez más... - anuncio no muy seguro

  • a esta hora es demasiado arriesgado. - ella mira el reloj de la pared y niega.

  • ¿y entonces qué hacemos? - pregunto travieso.

  • ¿practicar? - dice sonriendo y mi cara se tuerce, esperaba librarme hoy.

Pero no me queda otra y practicamos, pero esta vez no me contengo; la meto mano, rozó sus labios y todo nos sale perfecto cuando la voy a besar al final la reja se abre y un aplauso nos deja a los dos sorprendidos con cara rara.

  • sabia que podíais hacerlo mejor, dejaros solos ha dado sus frutos; eso es lo que quiero para el estreno, pasión. ¡Pasión!

Los dos nos soltamos mientras pensamos al unísono

  • por los pelos.

Aunque la cara de ella dice ¿ves? Te lo dije.

María abraza a Miguel, yo le estrechó la mano.

  • Pedro esto solo es baile, quiero esa misma esencia en el escenario; hazlo por mí, ya que yo no puedo. - me pide Miguel sin soltar mi mano.

  • l-lo hare - contesto algo cohibido.

  • María se que eres muy orgullosa, que no te gusta que te manosee ningún otro que no sea yo; pero esto es lo que necesitamos, para brillar. - le dice a María.

  • creo que tienes razón - dice un poco tímida, ya que sabe tanto como yo e incluso algo que yo no se; lo que ella misma siente.

  • hacedlo por mí de nuevo, quiero verlo entero.

Lo hicimos más o menos igual, pero algo cohibido por su presencia.

  • otra vez, no nos iremos de aquí; hasta que lo hagáis igual.

Y así lo repetimos durante una hora, hasta que del calentón nos dejamos ir; casi nos besamos, respiramos el aliento el uno del otro y nos separamos por el pelo de un calvo.

  • ¡bravo! Ese final me gusta más, casi me lo creo hasta yo; lo quiero para mi escenario. - pide y ambos asentimos.

Estamos agarrados de la cintura y por detrás sin que Miguel nos vea, tenemos enlazadas nuestras manos contrarias; tapadas por nuestro propio cuerpo, acariciandonos.

  • ¿qué tal kizomba? - pregunta el

  • muy bien, Pedro se ha metido a la profesora en el bolsillo. - dice orgullosa.

  • a ver si la convences para que de clases regulares aquí, que no hay kizomba en ninguna academia de Estepa; sería todo un éxito seguro, pero María no puede. - comenta Miguel.

  • lo intentaré. - contesto escuetamente, más atento a la mano de María que a el realmente.

  • María, ¿cine y cena? - propone Miguel y su mano me aprieta.

  • bueno...¿por qué no hacemos un plan con nuestros amigos? - contesta ella

  • hoy prefiero desconectar - pide el

  • lo entiendo - interrumpo para que no se meta en problemas y ella se suelta enojada.

  • ¿nos vemos en el duende mañana? - pregunta Miguel.

  • allí te espero - exige María.

  • si, allí nos vemos. - les guiñó el ojo y me marcho a casa con un sabor agridulce en la boca.

  • Leti, ¿qué tienes que hacer hoy?

  • nada, ¿por?

  • necesito ir de compras y necesito una consejera, ¿tienes tiempo?

  • pues claro, ¿me recoges en mi casa en una hora?

  • perfecto, allí estaré.

Si ella y Cristina están ocupadas, teniendo otras opciones; no me voy a quedar en casa, además la dieta junto con el baile a provocado que toda la ropa se me caiga.

Follar tanto remató la faena, claro; fue la guinda del pastel, así que a por una segunda cita hoy.