¿Bailamos? 12. Cena de obligación

Una cena de obligación con toda la buena pinta del mundo, acaba siendo jodida en un inicio; luego se pone interesante, pero acaba en catástrofe.

¿Bailamos? Capítulo 12

Cena de obligación

Estoy como un tonto sonriendo bajo la ducha, me duele todo y estoy reventado; pero lo volvería a hacer sin dudarlo, ha sido el mejor polvo de mi vida y mi primer trio.

No paro de pensar en María y en Cristina, pero sobre todo en María; claramente fue un error probarla, porque ahora la quiero para mi y no quiero compartirla con Miguel...lo más jodido de todo esto, es que técnicamente es suya y no mia; pero el que se la está tirando soy yo, tanto a una como a la otra.

Salgo de la ducha y me pongo la ropa cómoda para bailar, tengo que ir a practicar y también a clase; María ha insistido mucho en ambas cosas, creo que no aceptara un no por respuesta y además puede que sea un calzonazos por esto pero no quiero disgustarla.

Al menos no ahora que compito con mis mejores cartas por su amor.

Me dirijo a la escuela, pero me desvió lo suficiente para comprar una bebida energética; hoy la necesito, seguramente hoy va a ser duro pero me pregunto que será más duro:

Si estar con ella delante de Miguel y no poder hacer nada o si saber que se va refregar conmigo más de la cuenta, teniendo que mantener el tipo; mientras quiero comermela, pero no puedo delante de su novio.

La compro mientras me atiende una panadera gordita, bajita; pero bastante simpática, ella me sonríe mucho y luego voy a la academia.

Ya dentro están Miguel y María conversando, ambos se callan al entrar yo; Miguel me sonríe, pero los ojos de María brillan y su sonrisa es de oreja a oreja.

Se la devuelvo pero me preocupa que Miguel sospeche así que me contengo un poco.

  • Bienvenido Pedro, el hombre del día; el que va salvar mi escuela, mi reputación así que estoy en deuda contigo. - dice Miguel.

  • no es para tanto hombre.

  • hola, Pedro; gracias por venir. - escupe María conteniendose con dificultad.

Al principio hizo el amago de correr hacia mi, pero al ver hablar a Miguel; camino lentamente hacia mi, para abrazarme y en el lado que Miguel no nos ve morderme la oreja.

Ambos nos separamos sonrientes.

  • veo que vienes a darlo todo con bebida energética y todo, muy bien tío; cuento contigo. - suelta el.

  • ¿empezamos ya? - pregunta María

Miguel se sorprende pero no dice nada.

  • venga, situaros que pongo la música.

No hace falta decir que lo clavamos, todos los movimientos con la intensidad precisa; en el golpe de la música, en el lugar adecuado. Nuestra pasión y ansiedad por tocarnos, por rozarnos; por sentirnos, por besarnos...se vislumbra afuera haciéndonos brillar, como una pareja de recién casados que llevará un mes sin verse; las miradas de deseo, nuestras sonrisas de tontos y el brillo de nuestra piel remata la faena.

Incluso la forma de agarrarnos es diferente y evidentemente eso marca la diferencia.

  • ¡bravo! Brillais eso quiero para el estreno, Pedro; María, seguid así. - pide Miguel.

  • claro...

  • asi seguiremos. - pronuncia María con doble sentido.

Mi piel se pone de gallina, cuando la escucho decir eso; todos los vellos de punta, su manera de mirarme y su forma de aferrarse a mi.

Cuando acabamos una hora después...

Estoy abrazado a María para que Miguel no note mi erección y María esta chorreando, no solo en sudor; decir que ha sido mucho más erótica, pasional y sensual se queda corto.

  • Pedro ya se como voy a compensarte este esfuerzo. - suelta Miguel, acercándose.

  • ¿cómo? - digo jadeante.

No solo por estar asfixiado, sino que finjo que me apoyo en ella para no caerme; mientras me relajo para que eso baje, ella que lo ha notado en sus carnes finje lo mismo.

  • cuando me recupere y pueda hacer mi show yo, te vamos a buscar una pareja de baile; te voy a montar un show y te voy a llevar conmigo a actuar por ahí ¿qué te parece?

  • no tenéis que buscar más, yo voy a ser su pareja.

Los 3 nos damos la vuelta, pero los ojos de Cristina se van a mi paquete; que esta menguando, pero aún no del todo y abre los ojos de par en par.

  • pero, ¿tu no ibas a dejar el baile por Alberto? - pregunta María con malicia.

  • creo, que me lo he pensado mejor. - suelta Cristina contestandole

  • ¿y que te ha echo cambiar de idea? - pregunta esta sabiendo que no lo puede decir.

  • lo que acabo de ver, ha sido magnifico. - me felicita, porque me lo dice mirandome.

  • ¿verdad? - interrumpe Miguel evitando que María, volviera a contestar. - ¿qué piensas Pedro, te gustaría?

  • si, creo que estaría bien; si realmente creéis que valgo...

  • ¿pero no te encantaría, no? - pregunta María.

Mientras ambas se miran como gatas en celo, peleando por el mismo macho.

  • bueno, yo...

  • a lo mejor si que le encantaría. - responde Cristina.

  • ¿qué opinas Pedro? Porque algo tendrás que decir tu. - suelta Miguel divertido.

Por el pique de las amigas, sin saber de donde sale tal problema; creyendo que son simples tonterías de mujeres, que tarde o temprano se enterara y será eso una pamplina.

  • bueno, no conozco bastante el baile para hablar de eso. - digo para escapar.

  • por eso hoy, nos lo vamos a llevar a cenar para hablar de la pareja; luego al duende, para que conozcas un poco más del baile y por último a tu casa a caer muerto. - suelta miguel.

  • si, me parece bien; a cenar hoy. - suelta Cristina.

  • y luego a bailar con nosotros, me parece perfecto - remata María.

  • buena salida - susurra Miguel sonriente.

Luego la clase fue a la par agobiante que divertida, ambas se hacían perrerias entre ellas; darse pellizcos en el culo, ponerse la zancadilla y jalarse del pelo sobre todo cuando estaban conmigo. Y por otro lado el agobio venía que delante de Miguel y demás alumnos, estaban siendo demasiado cariñosas conmigo; me sobaban y se refregaban con cierto disimulo, pero luego yo acababa erecto y las demás chicas notaban lo que no tenían que notar.

Me llevé algún comentario hiriente por lo bajo que me hice el que no quise escuchar, varias malas miradas; algunas bailaron más alejadas de mi de la cuenta y una me dio su número de teléfono para tomar un café por ahí algún día.

Bajo la mirada celosa y asesina de ambas hembras que se han acostado conmigo.

Cuando acabo la clase...

  • ¿hoy vienes al duende? - me pregunta la chica.

  • si, porque me obligan. - me encojo de hombros.

  • ¿quién te obliga? - rie divertida sin creerme.

  • Miguel, está lesionado como sabes; me toca a mi hacer su show, así que quiere que practique más el baile.

  • ¿a ti? Pero si eres nuevo. - sonrie incrédula.

  • ya, pero me toca a mi.

  • bueno, suerte con eso; nos vemos en el duende, Leticia. - me sigue la corriente pero no me cree.

  • Pedro

  • encantada Pedro, llámame. - me da dos besos y se marcha sin mirar atrás.

  • ¿qué hacías? - sonrie falsa Cristina.

  • nada, conocer gente.

  • ¿qué pasa, que no tienes bastante con nosotras? - susurra cerca mío, tras cerciorarse de que nadie está cerca como para oírla.

  • de sobra.

Ella solo ríe ante eso.

María quiere acercarse, pero ya ha llamado mucho la atención y no cuenta con la ventaja de Cristina; de que su novio no está en clase, pero esta mucho más molesta que Cristina y se nota.

  • vamos Pedro, nos vamos a cenar. - suelta Miguel con María a su lado.

Ella me taladra con su mirada.

  • tengo que avisar a mi tío, de que no voy a cenar con el.

  • voy yo con el y así lo llevo al restaurante - responde Cristina.

  • no Cristina, tu tienes que avisar a Alberto; voy yo con el y así lo llevo yo. - suelta María.

  • pero yo lo aviso por móvil. - responde Cristina.

  • esta bien...nos vemos allí. - María aprieta sus puños fuera de si.

Si las miradas matasen su amiga ya estaría muerta y quizás yo de rebote.

  • pues nos vemos allí - suelta Miguel.

María se va en el coche tan enfadada como triste.

Cristina y yo vamos a mi casa, separados; pero juntos, ella tiene una sonrisa triunfadora en la cara.

  • ¿por qué os peleais si soy de las dos?

  • porque ella te quiere para sí y yo te quiero para mí. - me contesta.

  • ¿y no es mejor compartirme como buenas hermanas?

  • ¡no! - casi grita.

  • pero si el trío estuvo genial

  • si...pero uno y no más santo Tomás.

La miro mal y no digo nada unos segundos.

  • pues nos organizaremos. - suelto al rato

  • ¿a que te refieres? - me pregunta molesta.

  • ninguna de vosotras va a dejar a su novio por mi, ¿cierto? - le pregunto de vuelta.

  • supongo que, por ahora eso es cierto. - me replica con sinceridad.

  • pues mientras ninguna de las dos lo haga, no me podéis pedir exclusividad; eso significa que voy a estar con vosotras, pero también con otras. - añado siendo sincero.

  • ¡¿así que piensas llamarla?! - grita y la gente nos mira.

  • ...supongo que, si... - digo con una sonrisa.

  • ¡eres un cabron! ¿Lo sabes? - me da con el dedo en el pecho, enfadada.

  • si, pero eso te pone cachonda. - sonrio y ella se queda callada.

Me acerco pero ella me empuja.

  • no te acerques, aquí no. - me susurra.

  • esta bien, nos organizaremos. - sonrio.

  • ... - ella me mira con rencor.

Llegamos a mi casa.

  • te espero en tu casa, ve a hablar con tu tío. - dice molesta.

  • ¿no quieres entrar en familia? - pregunto medio en broma medio en serio.

  • muy gracioso. - responde fastidiada y entra en mi casa.

Niego con la cabeza, mientras subo hacia la casa de mi tio...

  • con Cristina ya tengo el mango de la sartén, ahora me falta con María; ella será más difícil, pues me enamorado de ella, creo y me temo...que ella también se enamoró de mi.

Toco la puerta y mi tío abre.

  • ¿sobrino? ¿Que haces aquí tan temprano? - pregunta mi tío preocupado.

Esta acostumbrado a llamarme el a la hora de cenar.

  • vengo a avisarte de que las tigresas, me raptan hoy para cenar y luego para ir a bailar; volveré tarde, pero intentaré estar apunto para mañana a la hora de siempre. - le suelto de un tirón.

El sonrie.

  • no te preocupes, ser el sobrino del jefe tiene que tener alguna ventaja; si ligas o algo, puedes llegar más tarde como hoy. - mi tío definitivamente es un gran tipo.

  • gracias tío, pero lo intentaré igualmente. - le respondo.

  • querido sobrino hablando de tigresas, ¿cómo tienes la espalda y quién te arañó de las dos? - pregunta con curiosidad.

  • Mejor, fue María; es una fiera en la cama. - susurro, como si alguien nos escuchara.

Sino fuera mi tío, no se lo contaria; obviamente.

  • lo sabía, las más dulces; suelen serlo, disfruta anda que es tu momento. - me dice dándome un abrazo sincero.

  • gracias, lo intentaré.

Tras el abrazo, voy a casa; a simple vista, veo las prendas de Cristina regadas por la casa de camino a la ducha y escucho el agua de la ducha.

  • pero será guarrilla... - digo por lo bajo.

Me desnudó y entro en la ducha, la veo en la misma posición de la primera vez.

  • ¡¿que haces entrando?! - grita y se tapa con las cortinas que dejo abiertas a propósito.

  • bueno es mi casa, mi ducha; mi mujer. - suelto claro pero con rodeos.

  • ¿tu mujer? ¿Desde cuándo? Si yo tengo novio... - dice haciéndose la digna.

  • desde que tu coño, chorrea por mi y no por el. - argumento, sin tabú alguno.

  • que borde eres. - me mira mal, fingiendo estar molesta.

  • si, pero no lo niegas, ¿no? - sonrio, abrazandola por detrás.

-¡vete a la mierda! - se remueve intentando que la suelte.

Pero toda resistencia acaba cuando le como el cuello y se la refriego por la entrada.

  • estate quieto que me vas a dejar marca. - protesta, molesta.

  • shhh...cállate y disfruta. - exclamo.

  • pero... - intenta conseguir que le haga caso.

Un bocado en el cuello, desata su primer gemido, cuando se la meto; suelta un alarido, esta definitivamente chorreando.

  • mmmh, ¿desde cuándo estas así? - la interrogo con besitos en el cuello.

  • desde que te vi empalmado en el ensayo - confiesa entre gemidos.

Se la empiezo a mover dentro y ella echa hacia detrás el culo, provocando que le entre más profundo; que el ángulo de penetración cambie y que su culo, lo mejor que ella tiene cambie.

  • uf ¿qué haces? - le pregunto sorprendido

  • ¿te gusta? - me responde con otra pregunta.

  • me encanta - suelto resoplando.

Ella no dice nada, pero su sonrisa lo dice todo; lleva mis manos a sus pechos, mientras ella misma se masajea el clitoris.

Poco después tuvo un orgasmo brutal y yo me corrí dentro de ella.

  • ¿todavía te queda? - pregunta sorprendida.

  • el resto. - digo encogiendome de hombros.

  • gracias, no quería dormir hoy sin sentirte de algún modo. - me agradece.

  • gracias a ti, ahora estoy mucho más relajado. - le devuelvo el agradecimiento

Nos besamos en los labios y nos vamos con tranquilidad hasta el lugar de la cena, pero por el camino...

  • lo siento, tengo que llamar a mi novio - se disculpa

  • no importa hazlo. - digo

Mientras ella llama a Alberto para decir que va a cenar con María y su novio, yo saco el papel de Leticia y agendo su número; ignoro hasta que punto voy a poder controlar a María, así que mejor prevenir que curar.

Cuando Cristina termina...

  • ¿qué haces? - me interroga.

  • nada, mirando el móvil. - miento.

  • malas noticias, mi novio viene a la cena. - dice contrariada.

  • ¿y eso son malas noticias por qué? - pregunto preocupado.

  • porque vas a cenar tu solo con dos parejitas. - suelta ella disgustada, como si tuviera otros planes.

  • no, voy a cenar con mis dos tigresas y sus parejas. - niego y me explico.

Ella no tiene otra que reírse y yo le sonrió, aunque si que estoy preocupado.

Poco después hemos llegado al gran karmado, un local bastante grande; con muchos empleados, pero que esta medio vacío.

A un lado están Miguel y María, el supuesto Alberto aún no llega; pero Miguel ya está comiendo, sin embargo María no.

  • ¡buenas sentaos! - dice Miguel.

  • vamos al baño Cristina - pide María.

  • si, vamos. - dice Cristina, mirándola raro.

  • ¿qué tal esta la comida? - digo incómodo.

No solo por el echo de que habla con la boca llena, sino porque no me ha esperado; me quedo solo con mi rival y María no me ha saludado, miles de dudas se hospedan ahora en mi cabeza y Miguel me saca de mis pensamientos.

  • muy rica, ya pensábamos que no veniais; María no paraba de preguntar por vosotros y yo diciéndole, chiquilla ya vendrán. - me relata una historia que si me creo.

  • entiendo, siento la tardanza; mi tío es un poco celoso con su único sobrino, no quería dejarme marchar y Cristina tuvo que convencerlo...es que siempre ceno con el. - me excuso y miento.

  • ya veo ya, para el congreso enviamos a María; se lo mete en el bolsillo en 0'2. - falda de su novia.

  • seguro... - digo pensando en la escena.

Poco después y tras un silencio incómodo en el que el degusta su comida, momento en el que intercambio miraditas con la camarera; ella me echa alguna sonrisa, mientras yo se la devuelvo.

  • hola Miguel, ¿y las chicas?

  • ¡hola Alberto! No sabía que venías, que alegría de verte; este es Pedro, el nuevo mejor amigo de María y nuevo alumno. - me presenta miguel.

A un gigante de dos metros, ancho de espaldas; no gordo, pero si flácido...se nota que ejercicio no hace, Miguel come mucho y por eso está blando; pero al menos hace ejercicio, se nota menos flácido.

  • hola encantado, Pedro; soy Alberto, el novio de Cristina. - dice amistoso.

  • hola encantado, si he oído hablar de ti. - digo amable.

  • mal seguro - ríe divertido

  • quien va a hablar bien de ti. - se mofa Miguel.

  • tu sabe, mi madre y ni eso. - bromea Alberto.

  • no hombre no, bien; no me han dicho nada malo. - niego aunque se que bromea

  • entonces te han hablado de otro Alberto. - rie siguiendo con su broma.

...mientras tanto en el baño de chicas...

  • ¿qué quieres, María? - pregunta Cristina molesta.

  • ¿te has acostado con el, otra vez? - interroga enfadada

  • eh...si...¿por? - pregunta descuadrada.

  • no deberías...si sigues así vas a perder a tu novio, por tonta. - comenta María

  • ¿y tú a Miguel o no? - devuelve Cristina

Ambas se miran furiosas la una con la otra.

  • Pedro es mío. - afirma María

  • yo lo cate primero - argumenta Cristina

  • da igual, pero ahora es mío. - exige María

  • compitamos - reta Cristina.

  • de acuerdo, pero no tienes nada que hacer; tu ya has jugado tu mano hoy, ahora me toca a mi. - rie María con malicia.

  • si quieres un consejo de amiga...ten cuidado si juegas con fuego, no vaya ser que te quemes. - suelta Cristina un tanto críptica.

Mientras piensa

  • Tu crees que el es nuestro, pero la realidad es que el le da la vuelta a la tortilla; nosotras luchamos contra el y contra nosotras mismas, para ser suyas.

Pero obviamente esa teoría no la dijo, María le sonríe de vuelta.

  • pues ya que somos amigas te diré que...si no quieres perder a Alberto hoy y quedarte sin nada, sécate ese pelo; maquillate ese cuello colorado y cierra las piernas al andar, que se te ve a la legua.

Tras eso María se fue del baño y mientras Cristina le hacía caso.

  • gracias, amiga; creo.

Porque a la vez sus celos calaban en sus pensamientos.

  • esta quiere que yo tarde más, para estar a solas con Pedro.

Tras pensar eso, se dio prisa para arreglarse.

María volvió al grupo, abraza a Alberto.

  • ¡hola! No sabía que vendrías. - lo abraza con emoción, aunque realmente me mira a mi.

  • hola, que de tiempo. - contesta Alberto sorprendido.

  • mira alguien se alegra de que vengas - rie divertido Miguel.

Los tres nos reímos y ella se quedó muda, pero rompió ese silencio; abrazándome a mi.

  • gracias por venir, Pedro. - me dice muy cerca del oído.

  • de nada María, siempre es un placer. - respondo con la misma cercanía.

  • vaya hoy una esta cariñosa, aprovecha Miguel. - suelta Alberto.

  • ya veo ya, esta noche polvo asegurado. -bromea Miguel.

María no dice nada pero niega con la cabeza y suspira. En ese instante vuelve Cristina, esta más guapa que antes; el pelo seco, las piernas más cerradas y maquillada.

Besa en los labios a Alberto pero me mira a mí, luego las dos se sientan juntas delante mía; Alberto a mi derecha cerca de su novia, Miguel a mi izquierda cerca de la suya.

La camarera viene y me pone ojitos, se la devuelvo con una sonrisa; pero de soslayo veo la mirada de celos de ambas.

  • ¿ya estáis todos? - pregunta con amabilidad

  • si, todos; no falta nadie, todos estamos bien acompañados ya. - responde María

  • bueno, Pedro; no tiene compañía - se rie Miguel hasta que la mala mirada de María lo corta.

  • yo creo que mejor compañía que nosotros, no va a encontrar. - protesta Cristina

  • bueno, pero una más para el muchacho; tampoco sobra. - suelta Alberto, Cristina lo mira mal y este se encoge de hombros.

La camarera nos mira con una sonrisa incómoda.

  • yo quiero de comer ensalada de atún, con filetitos de cerdo con verdura y de beber agua.

  • vaya que sano - se rie Miguel

  • y después para la tumba - apoya Alberto

  • pues a mi me parece ideal que el muchacho si se quiere dedicar al baile se cuide. - me defiende Cristina

  • toda la razón, a mi ponme una jarra de cerveza y una hamburguesa como la suya. - suelta Alberto.

  • yo quiero lo mismo que el, es hora de cuidarse. - me sonríe Cristina.

  • si, yo igual que ellos; tengo que mantener la línea, para que me levantes. - sonríe María.

  • vas a tener suerte Pedro, contigo se controla en comer y te defiende...yo estoy de baja dame otra birra como la suya - comenta Miguel.

  • par de gordos - insulta María a ambos.

  • pues nada ya lo tengo todo, ahora os lo traigo. - dice la camarera retirándose.

Nada más irse la camarera.

  • ¿te gusta? - pregunta María muy sería.

  • eso...¿te gusta ella? - apoya Cristina

Miguel y alberto las miran raro.

  • cuidado con lo que respondes frente a esa mirada, amigo. - bromea Alberto

  • esa es la mirada de: todo lo que digas puede ser usado en tu contra. - rie la gracia Miguel.

Ellas los miran como diciendo no tiene gracia, pero yo las miro sorprendido.

  • supongo que si, no está nada mal. - digo y de repente noto un pie apoyado en mi pantalon sobre la polla.

Las miro a ambas y ambas me mantienen la mirada con cara de póker, sus miradas dicen te vas a enterar por igual; sus labios están molestos y sorprendidos a la vez, sus puños apretados conteniendose.

  • oh veras tu... - rie Alberto.

  • te vas a librar porque no son tus novias, sino dormías hoy en el sofá. - suelta Miguel

  • aún no ha nacido mujer que me eche al sofá. - comento y el pie comienza a masajear mi polla ejerciendo cierta presión agradable.

Las miro y ambas tienen una mirada de superioridad, como si no fuera nada para ellas; pero de repente se suma otro pie y al principio pelea por el puesto, luego se miran de soslayo para empezar a colaborar.

  • eso es porque no encontraste a la indicada. - comenta Cristina con sonrisa de mala

  • quizá la encuentres pronto. - deja caer María con sonrisa dulce.

Un pie pajea hacia arriba, mientras el otro pajea hacia abajo; ambas siguen la conversación con monosílabos, yo no soy capaz de eso y solo muevo mi cabeza.

Si abro la boca estoy seguro de que algún ruido raro se me escapará de ella, ellas han ido notando como mi polla iba creciendo bajo sus pies; todo su esfuerzo es para contener sus caras y evitar que se note el movimiento de sus pies en su cuerpo, poco después llega la camarera con las bebidas.

  • el agua por aquí, las dos cervezas por aquí; el pan y unas aceitunas por aquí, ¿quieren algo más?

  • Pedro, ¿quieres algo más de ella? - pregunta María no pudiendo disimular su cara de traviesa.

Niego con la cabeza fastidiado

  • ¿seguro? - rie con cara de mala Cristina

Vuelvo a negar resoplando, ya que han aumentado el ritmo; haciendo una paja casi a la vez por ambos lados, me voy a correr en los pantalones y las miro mal.

La camarera nos mira raro y se marcha.

  • ahora os traeré la comida.

La conversación torna en Alberto metiéndose con Miguel, Miguel con Cristina y esta metiéndose con Miguel; María defendiendo a Cristina, bebo agua y acallo mi gemido al no poder más corriendome encima.

Alberto y Miguel me miran sorprendidos, María se ríe y Cristina se muerde los labios.

  • tío, ¿en serio?, ¿te gusta tanto el agua? - pregunta Alberto confundido

  • eso casi ha sido un gemido - comenta sorprendido Miguel.

  • vaya, que agua tan rica - gime María riéndose

  • si que esta buena si... - sonrio maquiavelicamente.

Agarro ambos pies, sus ojos se abren de par en par; la risa de María se detiene, Cristina tuerce el gesto y ahora soy yo el que se ríe...mientras soporto la burla de los chicos, empiezo a masajear ambos pies lento y presionando con la presión justa; manteniendoles la mirada, mientras ellas lanzan sus primeros suspiros casi al unísono.

Aprovechando el cursillo de masajes que di un verano, voy masajeandoles todo el pie; de distintas formas para trabajar todos los placeres posibles, ellas sueltan algún jadeo disimulado y niegan con su cabeza.

Ellas apenas siguen la conversación, a mi me pasa lo mismo; empiezo con sus dedos, Cristina se muerde los labios y María se muerde un dedo. Por último cuando esta llegando la comida, acabo por masajear sus pies por ambos lados; Cristina se echa hacia detrás y se abraza a María temblona, María oculta su cara en Cristina mientras me patea para que la suelte sin éxito y no paro hasta que tiembla también.

Las suelto cuando ambos chicos se asustan y empiezan a atenderlas, su respiración está agitada; están aturdidas

Y acaloradas, solo tienen algo en común las dos me buscan con su mirada y tienen un gesto extraño en su cara.

Luego cenamos mientras me miran raro y en silencio, los chicos amenizan la cena uno metiéndose con el otro; ellas se ríen pero luego retornan a lo mismo, yo por mi parte solo sonrio todo el tiempo.

Tras la cena voy al baño y una vez entró, antes de cerrar un pie me lo impide; abro extrañado y las dos se acercan mucho, mirándome muy mal bastante enojadas.

  • tu ¿de qué vas? - pregunta María.

Así empieza nuestro show así que sonrio.

  • no tiene gracia - se queja Cristina.

  • ¿ah no? A mi si me la hace

  • a ver si te hace tanta gracia, cuando Miguel y Alberto nos pillen; a nosotras no dejan, pero a ti no se que te haran... - rie María triunfadora.

  • no jugeis sino sabéis perder

Respondo molesto, voy a cerrar pero dos pies evitan que lo haga.

  • ten más cuidado la próxima vez, ¿vale? - me pide Cristina.

  • un juego debe de ser divertido no peligroso - argumenta María

  • no, cuando jugáis con fuego...¿alguna me ayudara con este desastre o me dejáis hacerlo a mi?

  • ni lo sueñes - reta María.

  • yo... - empieza a decir Cristina.

  • tu tampoco - sentencia María

Cristina había dado un paso adelante pero María agarró su hombro y la obligó a retroceder.

  • como querais

Al fin consigo cerrar la puerta y arreglo el desastre como puedo, miro al espejo suspiro; niego con la cabeza y me apoyo en el lavabo con desgana.

  • vaya mierda, parece que el juego acabó y terminó más pronto de mi que esperaba; además de más mal de lo que pensaba, con lo bien que estábamos los tres juntos...los celos lo matan todo.