BAD BROMANCE 4: El pequeño Pablín

El benjamín de la familia terminará por unirse al ecosistema homosexual que han creado su padre y sus hermanos mayores

Por fin ha llegado el gran día. Toda la semana esperando este momento. Nunca lo reconocería ante los demás, pero estaba nerviosísimo. Mi padre, el mismo al que el otro dia le hice una gran mamada, nos había citado a mi hermano y a mí hoy, viernes, a las diez de la noche en casa. Ninguno de los tres habló de ello durante la semana, pero no hacía falta, todos sabíamos muy bien lo que teníamos que hacer. Yo fui el primero en llegar. No había nadie más así que me puse en el ordenador a esperar por papá y Hugo.

Pasaban cinco minutos de la hora marcada cuando se abrió la puerta y entró Hugo. Nada más verme en la mesa del salón vino hacia mí y me saludo con un buen morreo. Me sorprendió muchísimo. Nunca me había saludado así.

  • Estás nervioso, ¿eh?- me preguntó

  • Muchísimo- le reconocí - ¿Y tú?

  • Bastante la verdad.

Y después de decir eso dio media vuelta, se sentó en el sofá y encendió la tele.

  • Ven- me dijo- vamos a esperar a papá juntos.

Yo apagué el ordenador y me acomodé al lado suyo. Apoyé mi cabeza en su pecho de tal modo que parecíamos una auténtica pareja. El tiempo que tuvimos que esperar lo pasamos dándonos beso pero sin llegar más.

De repente, a eso de las ocho y media se volvió a abrir la puerta y vimos a nuestro atractivo y musculado padre entrar por ella. Venía con el traje que le exigían en su trabajo, ese mismo traje que le hacía estar de lo más sexy.

  • Perdonad la tardanza chicos- se disculpó- Problemillas en el trabajo, ya sabéis. Pero bueno, os recompensaré por el tiempo perdido. Dios… como me ponéis los dos ahí, juntitos, arrimados, cariñosos… Espero que conmigo no os quedéis cortos.

Hugo y yo solo pudimos asentir, porque en un abrir y cerrar de ojos se acercó al sofá y empezó a besarme apasionadamente. Me quitó la camiseta y comenzó a chuparme sensualmente el pecho, hasta que llegó a los pectorales, donde se detuvo un poco más. Me los lamía y me los relamía tan frenéticamente que se me pegó un pequeño mordisco, lo que me hizo soltar un pequeño gritito.

  • No seas nenaza- me riñó- Ahora termina de desnudarte que yo voy a trabajarme a tu hermano.

Me apartó con un leve empujón y empezó a besar de la misma manera a mi hermano, el cual ya  se había quitado la camiseta. Con él no se detuvo en sus pectorales y fue directamente a lo que importaba de verdad: la polla. Le desabrochó el pantalón y se lo bajó junto a los boxer  hasta los tobillos. Así, dejo al descubierto la hermosa polla de mi hermano, que ya estaba morcillona. Sin pensarlo ni un solo segundo se la llevo a la boca, y empezó a jugar con ella hasta que se puso tiesa del todo. Seguidamente, empezó a hacerle una mamada bestial: se la metía enterita en la boca hasta la garganta de manera que le cabían los huevos peludos de mi hermano, que estaba gozando como nunca. Yo, el único asistente a esta preciosa actuación, estaba cachondísimo con el pene completamente erecto. Empecé a masturbarme, pero de repente mi padre me la agarró cerrando el puño sobre ella y continuó él mismo dicha paja, sin dejar de chupar la polla a punto de reventar de Hugo. Ahora mismo mi padre era dueño de dos pollas, dos pollas creadas a partir de él, y como si ejerciera un control sobrehumano sobre ellas hizo que tanto mi hermano como yo nos corriésemos a la vez, ambos con un gemido de lo más sonoro y que reflejaba el gran placer que sentíamos. De esta manera, papá tenía la boca y la mano llenas de semen. Cuando se tragó el que tenía en la boca, se chupó el de la mano hasta que no dejó ni una gota.

  • Perfecto- dijo mientras se incorporaba- Yo creo que he cumplido, ¿no? Ahora os toca a vosotros, a ver como os lo montáis. Yo me voy a quedar aquí sentado y me debéis de tratar como el auténtico señor y jefe vuestro que soy.

Mi hermano y yo, completamente desnudos y con las pollas descargadas y sin empalmar, nos miramos con caras de placer y de morbosos y nos tiramos inmediatamente encima de nuestro querido padre para empezar a darle besos por todo la cara. Seguidamente, comenzamos a desnudarle de cintura para arriba dejando al descubierto su pecho de lobo ibérico, algo peludo pero tampoco en exceso, y cada uno se centró en un pezón, como si fuésemos sus crías y él nuestra madre que nos alimenta, aunque lo que de verdad nos iba a alimentar era lo que escondía debajo del pantalón, que ya empezaba a crecer.

Sin poder aguantarnos más, le quitamos el cinturón, los zapatos, los calcetines y le retiramos el pantalón tirándolo al aire sin mirar tan siquiera donde caía. De esa forma pudimos descubrir que llevaba puesto un slip, al que le estaban a puntito de reventar las costuras. Sin demorarlo más se los arrancamos prácticamente y salió al aire una enorme polla completamente erecta, con ganas de encular a alguno de los dos.

  • Que uno de los dos vaya a mi mesita y abra el primer cajón- nos ordenó- Ahí tengo los condones.

Inmediatamente Hugo los trajo en un santiamén.

  • Muy bien- dijo mientras los cogía- ¿Cuál de los dos quiere ser penetrado por su papi?

Ninguno de los dos respondió, quizá por vergüenza, ya que ambos nos moríamos de ganas.

  • Como siempre tendré que decidir yo- dijo, para después mirarnos a los dos de arriba abajo

y finalmente decidir- Venga, vamos a ir por orden de nacimiento, así que Huguito, hoy te toca a ti. Dani, tú mientras puedes trabajarte la preciosa polla de tu hermano mayor. Ahora, mi querido primogénito, ven a sentarte en el regazo de papá.

Hugo, con cierta satisfacción en su rostro accedió encantado, y sin dilatar ni nada se puso de cuclillas sobre la polla de papá.

  • Venga, sin miedo, siéntate en ella- le animó. Se un hombre valiente.

Y cerrando los ojos y sin pensar, Hugo se metió de golpe el enorme pollón de papá, lo que le hizo soltar un fuerte alarido de dolor, pero las palabras reconfortantes que le decía papá eran suficientes para calmar el dolor. Cuando ya se hubo acomodado a su nuevo “asiento” empezó a subir y bajar de manera que papá no tenía que hacer ningún movimiento de pelvis. Hugo no paró de soltar gemidos durante toda la enculada pero a papá le hizo falta un poco más de tiempo para poder empezar a mostrar su placer. Lo hacía con gemidos graves y eróticos, muy viriles. Nadie diría después de oír eso que se trataba de un maricón.

Después de estar un rato observando, cuando por fin lo creí conveniente decidí comenzar con el trabajillo que me había asignado mi padre. Así que agarré la polla de mi hermano, la cual ya conocía casi tanto como la mía, con una mano y me dispuse a hacerle una pajilla al mismo tiempo que me masturbaba a mí mismo con la mano izquierda. Los gemidos de los tres cada vez eran mayores y empezábamos a notar que ya nos ibamos a correr cuando de repente…

  • ¡¿Qué estáis haciendo?!

La inconfundible voz aún aguda de Pablín, nuestro hermano pequeño de 13 años, retumbó en nuestros oídos. Yo cesé inmediatamente el movimiento de mis dos manos y me giré avergonzadísimo. Hugo se apeó rápidamente de la polla de mi padre dejando ver un culo irritado y rojizo, que le debía doler y escocer muchísimo y se puso a mi lado. Papá se subió lo más rápido que pudo el slip, pero no consiguió colocar toda la polla dentro ya que tenía una masa considerable de manera que quedó la punta y medio huevo por fuera, lo que provocó la mirada horrorizado del traumatizado Pablín.

  • Pablo, cariño- le intentó calmar mi padre- Por favor, no montes un drama donde no lo hay. Sólo estábamos disfrutando de nuestra sexualidad como hombres que somos, aprovechando los buenos lazos familiares que nos unen. Incluso tú si quieres puedes…

Pero no pudo acabar la frase ya que Pablín se fue directo a encerrarse en su habitación con un portazo escandaloso. Papá se echó las manos a la cabeza y se dejó caer sobre el sofá soltando un gran suspiro. Sin mediar palabra con nosotros, se sacó la polla y se masturbó con un movimiento de mano que cogía una velocidad hasta que se corrió y salió el semen a borbotones. Se lo llevó todo a la boca y acto seguido recogió su ropa y se encerró en su habitación sin tan siquiera mirarnos. Hugo y yo, tampoco sin decirnos nada, decidimos a hacer lo mismo y nos dirigimos cada uno a su habitación. Yo seguí el ejemplo de mi padre y acabé de masturbarme en mi habitación, cosa que me imagino que Hugo también hizo.

Al día siguiente, nos encontrábamos los tres desayunando en la mesa de la cocina. Tan solo nos dijimos “buenos días” al vernos por primera vez, pero no dijimos nada sobre el incidente de ayer. Los tres estábamos esperando a que Pablín saliera de su cuarto, aunque la situación iba a ser muy incómoda para todos.

Por fin se abrió la puerta de su habitación, y salió nuestro hermano pequeño con su pijama flojo de manga corta y se plantó en la cocina delante de nosotros. Papá intentó decir algo pero antes de que lo hiciera Pablín empezó a hablar.

  • Lo he estado pensando durante toda la noche, a penas he pegado ojo. No os voy a negar que al principio me repugnaba muchísimo, pero cuando pasó un poco el tiempo, empecé a ver la situación de otra manera y me puse hasta cachondo. Nunca pensé que me molarían los tíos, y menos mis hermanos y mi padre pero lo reconozco: ayer me hice una paja pensando en vosotros, y aunque después me sentí un poco raro, he decidido que quiero formar parte de eso que habéis creado los tres.

La felicidad se podía reflejar en nuestros rostros. La verdad es que ninguno había contemplado esa posibilidad y no nos imaginábamos que fuera a tomar una decisión pero nos sentíamos muy contentos. Antes de que pudiésemos opinar, volvió él a hablar.

  • Y ahora quiero que me dejéis recompensaros por la interrupción de ayer. Sé que mi cuerpo aún está sin desarrollar pero espero que os guste y que me aceptéis como uno más.

Acto seguido, comenzó un striptease muy sensual. Se quitó la camiseta y dejó al descubierto unos pectorales aún sin tableta pero que dejaban ver una leve musculatura que en un futuro se desarrollará enormemente. En las axilas apenas tenía cuatro pelos, y en el ombligo menos. Se metió un dedo en la boca y empezó a restregarlo por su pecho, sobre todo por la zona de los pezones, los cuales pellizcaba levemente. Seguidamente dejó caer sus pantalones cortos de pijama al suelo quedándose únicamente con un slip que había heredado de mí. Todos supimos que iba siendo hora de que empezara a usar boxer pero nos parecía mucho más sensual así. Le quedaba muy ajustado y se le marcaba una prominente erección. No espero ni un segundo más y se desprendió de esa atadura. Y pudimos ver como el mote diminutivo “Pablín” no hacía para nada referencia a lo que guardaba entre sus piernas. Se notaba que era de nuestra familia ya que albergaba una buena polla que apuntaba maneras. De hecho, yo creo que a su edad yo no la tenía así de grande. Iba a proceder a hacerse una paja cuando mi padre le detuvo.

  • Espera- dijo mientras le agarraba la mano- No lo vas a hacer tú todo.

Y comenzó a besarle, incluso más apasionadamente que a nosotros dos ayer.

  • Ponte a cuatro patas, que te mereces un premio por ser tan buen hijo y por se gran striptease que ha conseguido ponerme tan cachondo. Hugo, prepárame su culito que mi polla tiene hambre de uno joven y virgen.

La sonrisa que se dibujó en el rostro de Pablín fue increíble pero pronto se quebró al pensar en lo que le iba a mancar dicho “premio”, recordando la pollaza que le había visto ayer a papá. Pero como había dicho, era un buen hijo así que obedeció. Nada más posarse en el suelo, Hugo se tiró tras él y empezó a lamerle el culo como un perro hambriento, ayudándose de los dedos de vez en cuando. Mientras tanto, papá me empezó a besar y me metió la mano en el pantalón para llegar hasta mi polla, la cual empezó a menear a la misma velocidad a la que meneaba la suya ayer. Cuando yo estaba a punto de correrme, Hugo intervino.

  • Ya tienes el culito preparado, papi- dijo sumisamente.

  • Perfecto- dijo papá relamiéndose- Mientras yo me follo al pequeñín de la familia me gustaría que sus hermanos mayores disfrutaran con el espectáculo. Así que venga, a pajearos como si no hubiera un mañana.

Y  después de desprenderse del pantalón y el slip se arrodilló detrás de Pablín, cuyo culo estaba empapado. Sin preocuparse de ponerse un condón empezó a penetrarle muy suavemente, solamente la puntita, cada vez un poco más. Por el momento Pablín no se quejaba ya que Hugo había dejado el culo muy bien dilatado, pero conforme papá iba metiendo más polla empezó a mezclar gemidos de placer con gemidos de dolor. Ni siquiera la había metido del todo cuando papá empezó a follarlo. Se la metía y se la sacaba suavemente pero iba aumentando la velocidad progresivamente. Los gemidos de Pablín eran de una magnitud increíble, gritaba como una perra. La escena era muy excitante, por lo que mi hermano mayor y yo nos desnudamos por completo y decidimos masturbarnos el uno al otro contemplando este magnífico polvo entre padre e hijo, imaginando que nos encontrábamos en el puesto de nuestro hermano pequeño.

Papá enculaba a su hijo pequeño de una manera bestial, muy rápido y muy fuerte, y aunque los gemidos de Pablín eran espectaculares no pudieron encubrir los de papá, el cual soltó un grito espeluznante en el momento clímax

  • ¡ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Y de esa manera cesó el “mete-saca” mientras descargaba todo su semen en el culo de Pablín. Como aún no se había corrido, papá le dio rápidamente la vuelta y empezó a masturbarle a su característica velocidad, y en cuestión de segundos Pablín descargó toda su leche sobre su barriga. Lo mismo hicimos Hugo y yo, gimiendo bastante, solo que la nuestra cayó al suelo. Todos estábamos exhaustos así que papá nos propuso acostarnos un rato todos en su cama matrimonial.

Y así lo hicimos. El patriarca de la familia en medio, rodeado de sus tres hijos. Todos sudorosos, un poco cachondos aún, con una increíble sensación de placer, con ganas de repetirlo y felices de no tener que ocultarlo en nuestra propia casa.

Próximamente…

BAD BROMANCE 5: PILLADOS

“Si finalmente Nacho, mi mejor amigo de toda la vida, acababa por hacer pública nuestra historia, todo se iría a la mierda. Así que decidimos tratar de convencerle como mejor sabíamos: follando”