BAD BROMANCE 2: La primera vez
La tensión sexual entre los dos hermanos continúa aumentando, hasta que por fin dan rienda suelta a su pasión
Desde aquella tarde hace ya varias semanas todo cambió entre mi hermano y yo. Nos avergonzábamos cada vez que nos veíamos y evitábamos quedarnos solos los dos en casa. Yo seguía con Laura y Hugo en varias ocasiones se trajo a distintas chicas para beneficiárselas en casa. En mi caso, cada vez que me acostaba en mi cama y cerraba los ojos recordaba todo lo vivido aquella tarde: la polla erecta de mi hermano, su masturbación, la mamada, el sabor de su semen… y siempre acababa masturbándome y corriéndome a lo grande pensando en él. Y sabía que en el fondo él hacía lo mismo.
Un buen día me estaba duchando cuando de repente oí que la puerta se cerraba con pestillo. Me asomé por detrás de la mampara y vi a mi hermano plantado delante de la ducha.
Tío, ¿qué coño haces aquí? Venga, sal que me estoy duchando- dije, fingiendo indignación.
Tenemos que hablar-me contestó seria y secamente.
Era una tontería preguntar sobre que, así que me lo ahorré. No me preocupé en tapar mi cuerpo desnudo y fui notando como Hugo me observaba de arriba a abajo y como un pequeño bulto (cada vez más grande) iba creciendo en su flojo pantalón de chándal.
-Cuando quieras, empieza- dije un poco incómodo.
- No sabes cuánto me pones…- me soltó mordiéndose el labio inferior.
-Hugo, por favor…-
No me dejó tiempo para acabar porque selló mis labios con un apasionado beso, mientras se metía en la ducha. Yo al principio aparté un poco la cabeza pero después le devolví el apasionado beso.
-No puedo parar de pensar en aquella tarde… ni en tu polla… ni en tu rico semen…- dijo al mismo tiempo que agarraba mi miembro, lo que me hizo dar un respingo.
-Yo tampoco-le reconocí directamente sin intentar mentir.
-¿Y a qué coño esperamos para repetirlo?
-Hugo, hay gente en casa… - le contesté, aunque me moría de ganas de quitarle ese chándal corto que llevaba puesto y volver a ver su preciosa polla.
Sin hacer caso a lo que le dije, fue descendiendo hasta que se puso a la altura de mi pene, que ya estaba más o menos morcillona, e inició una mamada similar a la de la otra vez. A pesar de que pensaba en lo que decir a mi padre para justificarle que estuviésemos los dos juntos en el baño con el pestillo puesto, me dejé hacer. Hugo me la estaba chupando bastante mejor que la otra vez, como si hubiese estado entrenando, pero eso era imposible. Me la hizo tan bien que sin poder evitarlo me corrí cuando a penas llevaba minuto y medio en la acción (quizá esto se debió a lo dicho antes). Como la otra vez, Hugo abrió bien la boca para que le entrara todo mi semen, el cual se tragó sin hacerle ningún asco. Miré hacia su pantalón y vi su potentísima erección. Por eso, la frase que dijo me extrañó:
-Cuando termines de ducharte, pásate por mi cuarto.
Y acto seguido salió por la puerta cerrándola tras de sí. La frase me sorprendió porque yo no hubiese podido aguantar un calentón semejante y me la hubiese cascado nada más acabar. Me aclaré el jabón que me quedaba por el cuerpo, me lavé el pelo, me sequé y me puse la toalla alrededor de la cintura, como acostumbraba a hacer cada vez que me duchaba. Pero ese día en concreto, en vez de ir hacia mi habitación para vestirme me dirigí hacia la que estaba al lado de la mía: la de mi hermano, no sin antes asegurarme que mi padre seguía absorto en el futbol y mi hermano en el ordenador chateando.
Al entrar, mi hermano estaba tumbado en la cama desnudo, con la polla bien potente, a punto de reventar.
-Vaya, no me esperaba tanta rapidez por tu parte… debes tener muchas ganas de volver a catarme…- dijo con su voz de pícaro y su sonrisilla de niño travieso.
-Y yo no esperaba este recibimiento… debes tener muchas ganas de que te vuelva a catar… - le dije a modo de respuesta de su frase.
E inmediatamente después de acabar de hablar, con un impulso prácticamente involuntario, me deshice de la toalla y me lancé saltando hacia los huevos peludos de mi hermano, los cuáles empecé a chupetear como si no hubiera un mañana.
-Habrá que decirle a papá que te dé mejor de comer… parece que te quedas con hambre- dijo sin dejar de bromear.
Yo ni siquiera le miré e inconscientemente, debido a la efusividad que le ponía al asunto, le di un pequeño mordisco a uno de sus huevos, lo cual le hizo gritar.
-¡Joder tío, contrólate!- se quejó.
-Perdón… -dije con una voz casi inaudible, bastante avergonzado.
-Déjate de chorradas que me vas a dejar los huevos ya están más que saboreados y empieza con el plato principal: la salchicha. Y recuerda que para beber tienes una muy rica leche, recién ordeñada- dijo el bromista de mi hermano. Esa misma broma la había hecho yo un día para desayunar hace unos meses, lo que me hizo sonreir.
Nada más que dijo eso, solté sus huevos y empecé con su polla, que más grande ya no podía estar. Tenía la sensación que de un momento a otro me iba a explotar en plena cara. Así que empecé a hacerle una buena mamada. Mi técnica era bastante peor que la suya pero intenté imitarle en todo lo posible. Comencé a hacerle una paja con mi boca, y en una de las metidas, su glande rozó mi garganta lo que me provocó una arcada.
-Así me gusta, Dani, que te lo comas todo!- dijo mi hermano entre gemidos, ya que esa paja bucal le estaba encantado.
Ya llevaba muchísimo más rato que yo, y de verdad que admiraba su aguante, pero no podíamos estar mucho más tiempo así que mis movimientos empezaron a ser más bruscos y rápidos hasta que ya no pudo más y soltó todo el semen que tenía acumulado en mi boca. Al contario de la otra vez la sensación de la llamada “leche” me encantó en mi boca y me la tragué hasta con gusto. Como es obvio, mi hermano no pudo evitar un fuerte gemido, que escuchó mi padre.
-¡Hugo, machote, baja un poco el ritmo!- gritó desde el piso de abajo.
Ambos nos miramos y nos reímos, mientras dábamos gracias de que el futbol le tuviera tan absorto. De repente, Hugo se acercó a mi boca y lamió unas gotas de semen que había caído fuera, para después darme un caluroso beso.
-Quiero follarte- me dijo bruscamente
-Y yo que me folles- contesté prácticamente sin pensar, ya que justo después de decirlo, me imaginé el dolor que eso supondría.
-Mañana papá y Pablo tienen una cena con los del equipo de Pablo, así que no hagas planes para la noche. Has quedado conmigo, con nuestras pollas y con nuestros culos.-dijo mientras me plantó un morreo en todos los morros.
Acto seguido recogí la toalla y salí de la habitación sin molestarme en ponérmela otra vez a la cintura. En cuanto cerré la puerta de mi habitación, me puse eufórico perdido: mi fantasía sexual durante estas semanas iba a hacerse realidad mañana por la noche.
Durante todo el día estuve atacado de los nervios, pero Hugo parecía tan tranquilo y calmado… ¡claro, como él solo tenía que meterla y no le iban a romper el culo! Creo que ese día cagué más que en toda mi vida y me limpié el culo mejor que nunca.
Sobre las 9 y media, papá y Pablo se despidieron de nosotros y dijeron lo típico de “no nos esperéis despiertos”. Calculaban que volverían sobre las 2 de la mañana. Daba tiempo de sobra para todos los polvos que quisiéramos. En cuanto cerraron la puerta, yo me dirigí hacia la habitación de Hugo, que me dijo secamente que esperara un rato, por si acaso les daba por volver a por algo.
Más o menos media hora después, Hugo salió de su habitación y cerró la puerta con llave, dejando la llave puesta por si las moscas. Yo estaba en el sofá con el portátil, se sentó a mi lado, me lo quitó de las rodillas y me besó apasionadamente, como si no hubiese un mañana.
-Vamos a mi cuarto-me dijo, mientras me cogía de la mano y me llevaba tras de sí.
Entramos en su habitación y nos morreamos, sin preocuparnos de cerrar la puerta. Yo estaba muy nervioso y aunque él inspiraba más seguridad, yo notaba que también estaba un poco nervioso. Me quitó la camiseta y yo hice lo propio con la suya.
-¿De verdad te sientes preparado para que te penetre o prefieres hacérmelo tú?-me dijo muy seriamente.
Yo me quedé unos segundos pensativo, ya que no me decidía.
-No, quiero que me petes tú a mí-dije finalmente sin pensar muy bien lo que eso me iba a suponer.
-Perfecto-me contestó-, aunque seguramente haya tiempo para los dos.
Y me continúo besando durante unos minutos que parecieron segundos. Seguidamente empezó a bajarme el pantalón y el bóxer hasta que me quedé completamente en bolas.
-Ponte a cuatro patas sobre la cama-me dijo con mirada sugerente.
Yo obedecí como el buen amante que soy y me puse en la posición indicada. Siendo sincero nunca hubiese imaginado hace unos años que me iba a colocar en tal postura.
Eché una mirada a mis espaldas y vi como Hugo se terminaba de desnudar y sacaba una caja de condones de 12. Escogió uno y se lo colocó sobre su pene erecto. Acto seguido se puso de rodillas sobre la cama, detrás de mí evidentemente.
-Esto hay que dilatarlo- dijo mientras ponía su cara a la altura de mi culo.
Inmediatamente después de decir eso, noté su lengua sobre mi ano. La pasaba de arriba a abajo frenéticamente y poco a poco la iba metiendo en el agujero en cuestión. Yo estaba completamente sudado y más nervioso que en toda mi vida. Iba a perder mi virginidad anal antes de haber penetrado a alguien, quien me lo iba a decir.
De repente noté como metió uno de sus dedos en mi orto, que pasó como Pedro por su casa. Al meter dos fue cuando noté un poco más de presión, pero finalmente consiguió meterlos y sacarlos varias veces.
-Voy a por el tercero-me avisó.
Y después de chuparme el ano otra vez, sentí como sus tres dedos principales luchaban por entrar en mi culo. Me estaba doliendo un poco, y costó, pero consiguió que los tres estuvieran dentro y fuera varias veces.
-¿Te duele?-me preguntó mientras los metía y sacaba.
-No- dije secamente, aunque en realidad si que me mancaba un poquito.
-Genial- dijo mientras los sacaba definitivamente- Voy a empezar a follarte, Dani. No te sientas bajo presión, en el momento en el que me digas que pare, yo la saco sin problemas.
Yo asentí tímidamente, aunque en mi interior sabía que a no ser que me muriese de dolor no iba dejar a mi hermano sin acabar la faena.
Vi por el rabillo del ojo como hermano se colocaba en la posición adecuada y después de eso preferí no volver a mirar atrás. Entonces empecé a sentir la punta de su polla abriéndose paso en mi culo pelado. La fue metiendo poco a poco, sin prisa. Conforme iba metiendo más, el dolor iba aumentando progresivamente, lo que me hizo que me mordiese los labios. Sabía que esos 18 cm iban a tardar un rato en estar todos dentro de mí. Más o menos cuando iba por la mitad, la sacó y la metió de golpe otra vez hasta la mitad. Eso me hizo dar un respingo y soltar un “uy!” que le provocó una risilla breve. Hizo varias veces ese movimiento que me causaba algo de dolor pero que después dejé de sentir. Seguidamente, continuó metiéndomela, centímetro a centímetro, hasta que noté que estaba prácticamente toda dentro.
-Vale, Dani, ya está toda dentro-me dijo- ¿Te duele?
-No-mentí piadosamente- Puedes comenzar.
-T e estás comportando como un chavalote.- me dijo dándome animos.
Justo después de acabar dicha frase, empezó con el famoso movimiento de pelvis, y por tanto a meterla y sacarla. El ritmo era suave , notaba como iba cuidadoso de causarme el menor daño posible, aunque el dolor seguía estando presente. Al cabo de un rato con este ritmo, decidí inervenir.
-Más rápido- dije entre gemidos.
Y sin pensárselo dos veces, aumentó progresivamente el ritmo de la penetración, hasta que empezó a hacerlo rápidamente, al ritmo normal. Nuestros gemidos se fusionaron, los dos estábamos gozando como nunca habíamos gozado en nuestra puta vida. Hugo cada vez iba más rápido y aunque me dolía bastante, el placer que sentía cubrió todo tipo de dolor y seguía diciendo inconscientemente “más, más, más”. Finalmente Hugo cogió una gran velocidad a la que se mantuvo hasta el final. Los gemidos aumentaban y de repente mi hermano, gritó con un increíble gemido:
-¡Me corroooooooooooooooooooooooooo!
Y casi al mismo tiempo cesó la velocidad y dejo su polla quieta dentro de mí. Ahora sí que se podía decir que ambos hermanos estábamos fusionados en uno solo. Yo gemía a la vez que él por el placer que me producía verle gozar de tal manera. Cuando ya se hubo corrido por completo, la sacó y se quitó el condón, el cuál tiró al suelo sin preocuparse más de él.
-Joder, macho como tienes el culo-me dijo mientras me lo palpaba- Lo tienes super rojo.
Yo me tumbé boca arriba con la polla erecta apuntando hacia el techo.
-Tú ya te has corrido, ahora me toca a mí-le dije en una posición muy sugerente.
Y sin contestar cerró su mano sobre mi polla y empezó a masturbarme muy rápidamente. Creo que casi ni llegaba al minuto cuando me corrí. Álvaro apuntó de tal manera que todo mi semen cayó sobre mi barriga. Cuando ya se hubo descargado todo, chupó todo hasta que no quedó ni rastro de mi leche.
Después se tumbó a mi lado y me besó. Fue el beso más bonito de mi vida.
-¿Te ha gustado?- me preguntó
-Me ha encantado.-sonreí.- Aunque me va a costar volver a sentarme durante unos minutos.- le dije riéndome.
-La próxima vez que tengamos ocasión serás tú el que sea el hombretón y yo seré la putita.
Esa frase me provocó sentimientos encontrados: por una parte sentía repugnancia hacia lo que habíamos creado mi hermano y yo pero por otra me pareció la frase más excitante del mundo entero.
Después de darnos varios besos, me acurruqué en él como cuando era pequeño, y así, abrazos y desnudos estuvimos hasta que sonó la alarma de su móvil a la 1 y media y me pasé hacia mi habitación. Me dormí con una preciosa erección y una sonrisa en la cara pensando en cómo sería nuestra “segunda” vez, en la que yo sería el machote y él la putita
-- CONTINUARÁ –
Próximamente…
BAD BROMANCE 3: PAPÁ
“El rugido que soltó mi padre hizo que inmediatamente sacase mi polla de mi hermano y me girase muerto de miedo y sin saber dónde meterme.”