BAD BROMANCE 1: El comienzo

El amor entre hermanos es el más bonito que puede haber...

Hola, me llamo Dani y tengo 15 años. Soy un chico rubio ni muy alto ni muy bajo para mi edad (1,72 m), delgado, musculado y que está bastante bueno, según todos los ligues y rollos con tías que me avalan. Yo creía que era hetero hasta la médula e incluso el rollo gay me daba un poco de asco pero todo cambió una tarde de verano que mi padre se fue con mi hermano pequeño Pablo a un torneo de fútbol y nos dejaron solos a mi hermano mayor Hugo y a mi durante dos días, ya que mi madre murió hace unos 2 años.

Mi hermano Hugo tiene un año más que yo, 16. Es moreno y muy alto (1,83 m), también delgado y musculado y muy guapo, según toda la legión de fans que tiene detrás suyo. Él, si cabe, es más hetero que yo y en ocasiones ha secundado los comentarios homófobos que mi padre suelta con frecuencia.

Mi padre y Pablo se despidieron de nosotros un viernes después de comer, a eso de las 4 de la tarde. Cuando se fueron, mi hermano y yo nos pusimos cada uno a nuestra bola en el ordenador. Mi novia Laura iba a venir a mi casa a las 6. Teníamos muchas ganas los dos ya que iba a ser nuestra primera vez, pero justo media hora antes de la hora prevista, empezó a llover a cántaros y Laura decidió que se iba a quedar en casa. Yo me quedé superchafado ya que tenía muchas ganas de hacerlo y aunque le insistí en ir yo a su casa me dijo que imposible, que estaban sus padres y su hermana pequeña.

Mi hermano también se quedó plantado por la puta lluvia, y ambos nos aburríamos como ostras. No había nadie en el Tuenti, no daban nada decente en la tele y no éramos muy dados a leer. Estaba jugando a un juego de Internet cuando de repente Álvaro entró en mi habitación y me propuso ver una peli porno juntos y hacernos un buen pajote.

Eso era una cosa que solíamos hacer a menudo hace bastantes años, cuando mi hermano me enseñó el arte de la masturbación. Pero últimamente habíamos dejado esa costumbre de lado, quizás por la característica vergüenza adolescente en los chicos de ver y mostrar el propio miembro viril, así que desconocía la actual situación del pene de mi hermano.

Me dijo que fuera al salón y que fuera eligiendo una buena peli en la que salieran muchas tetas y coños, a ser posible. Yo, sin dudarlo escogí mi favorita: una orgía lésbica en la que no aparecía ni un solo tío. Nos sentamos en el sofá y le di al play. Conforme iba avanzando la película y el nivel de erotismo iba aumentando fui notando como el tamaño de mi polla iba aumentando por momentos, y el bulto debajo de mi pantalón iba engordando. Miré de reojo a mi hermano y noté como él también la tenía bastante morcillona.

Decidí romper el hielo y omitir la presión que sufría mi polla. Me desabroché el pantalón y lo bajé hasta la altura de los tobillos, después me quité la camiseta. Álvaro decidió bajarse tanto el pantalón como esos boxers tan sexys que nos había regalado mamá las últimas navidades que estuvo con nosotros hasta las rodillas, dejando descubierto un gran pene de unos 18 cm aproximadamente, que ya estaba completamente erecto. Yo solía medirme mi polla cada X tiempo para ver cuanto crecía y en estos momentos rozaba los 16 cm.

No sé que me pasó que por un momento dejé de mirar la película y me quedé embobado mirando como Álvaro se iba descapullando poco a poco su miembro y él lo advirtió.

  • Tío, ¡no jodas que te mola mi polla!- dijo mientras reía.

  • Joder, tío, que dices, donde estén dos buenas tetas…- dije intentando negar la obviedad, porque en realidad me estaba excitando más la preciosa polla de mi hermano que las exuberantes tetas de mi actriz porno favorita, y eso me repugnaba a la vez que hacía crecer más y más mi polla.

  • Tío, ¡te va a reventar! Como no empieces a pajeartela tú mismo tendré que hacerlo yo…- dijo con un tono sugerente.

  • ¡Qué dices, cerdo! Cada uno la suya y punto- dije haciéndome el indignado, pero en realidad estaba deseando que las hábiles manos de mi hermano empezaran a machacar mí ya completamente erecta polla.

Inicié la masturbación de mi miembro muy lentamente, bajaba y subía la piel poco a poco. Mi hermano se río entre dientes y se aproximó a mí. Dejo de menearse la polla y empezó a hacer lo propio con la mía.

  • Está claro que todo hay que hacertelo… - dijo con esa sonrisa pícara.

Yo decidí dejar de pensar en la situación, porque si lo hacía sentía unas náuseas horribles: estaba siendo masturbado por mi hermano mayor.

Así que me deje hacer. Puse las manos detrás de mi nuca mientras Álvaro empezó a coger un ritmo constante de masturbación. Estaba sintiendo un enorme placer que nunca antes había experimentado, ni cuando Laura me la cascaba. Al pensar en mi novia sentí un retorcijón que intente obviar centrándome en la paja que me estaba haciendo. Me había mantenido en silencio hasta que no pude evitar soltar un gemido.

  • Te gusta ¿eh?- dijo mi hermano sin dejar de machacármela.- ¿Estás pensando en Laura?- me preguntó.

  • No, tío, estoy pensando en la situación- admití entre gemidos.

  • Así me gusta… pero luego te toca a ti eh, ¡que la mano me cansa!- dijo riéndose otra vez.

A partir de ahí aumento considerablemente el ritmo de la paja, su mano bajaba y subía la piel de mi polla a gran velocidad. Empecé a sentir ese cosquilleo habitual en las piernas, y gritando de placer avisé a mi hermano:

  • ¡Me corrooooooooo!

Y de mi pene empezó a salir una gran cantidad de semen que fue cayendo por la mano de Hugo. Este cogió uno de los clínex que había encima de la mesa y se limpió mientras me preguntaba:

  • ¿Te ha gustado eh, cabronazo?

  • Me ha encantado… - dije avergonzado.

  • Pues ala, ahora te toca corresponder, no te escaquees.- dijo mientras se ponía en posición.- Venga, que me va a reventar. Tu placer me ha puesto muy cachondo.

Esa frase se me quedó grabada en la mente. No solo por el impacto asqueroso que tuvo en mí sino por la excitación que me produjo. No tenía ni idea de que estaba pasando por la cabeza de mi hermano y no sabía como sería nuestra relación a partir de aquí. ¿Nos habíamos vuelto maricas?

Ante su cara de impaciencia, decidí ponerme manos a la obra. Me arrodillé en el suelo y con mi mano derecha empecé a cascarle una buena paja a mi hermano. Empecé suave pero poco a poco fui acelerando. Estaba muy excitado, por lo que duró poco. Al minuto y medio, más o menos, ante un gran gemido de placer el semen de Hugo empezó a descender por mis manos. Salió una enorme cantidad, mucho mayor que le mía, y algunos chorrillos cayeron sobre mi polla y mis piernas. Rápidamente me lo limpié y me senté al lado de mi hermano.

  • ¿Qué cojones hemos hecho?- pregunté

  • Disfrutar de nuestra sexualidad, hermanito.

  • ¿Eres gay?

  • ¿Tú?- me devolvió la pregunta.

  • No- negué rotundamente.

  • Pues yo menos. No hay ningún tío que me excite pero contigo es diferente… aquel día que te pillé haciéndotela en la ducha me excitaste muchísimo y esa misma noche me la casqué pensando en ti.

  • ¡Tío…!- me quejé, aunque la situación me molaba.

  • ¿Yo a ti no te excito nada?

  • A partir de ahora… supongo que sí- contesté y bajé la cabeza avergonzado.

De repente levantamos la cabeza y miramos que estaba pasando los créditos de la película. Ambos nos miramos y empezamos a descojonarnos.

  • ¿Alguna vez te la han chupado?- me preguntó.

  • Que va- negué-. Se lo he suplicado mil veces a Laura y no ha habido manera. Le da mucho asco. ¿A ti?

  • A mí sí. Pero lo que importa ahora eres tú…

Y ante mi asombro y mi cara de incredulidad empezó a descender dandome besitos en el pecho hasta que llegó a mi polla, que estaba empezando a ponerse morcillona otra vez. Sabía de sobra lo que iba a hacer, y a pesar de que suponía lo que tendría que hacer yo a continuación, me dejé.

Sacó su lengua y comenzó a lamerme la punta. Me dio un gran placer, pero nada comparado como cuando empezó con la mamada en sí. Al principio no se la metí entera en la boca, pero después entró toda y noté como chocaba con su garganta. Ver a mi hermano chupando una polla me resultaba superextraño, pero al ser mi polla, esos pensamientos se evadía rapidamente.

Empezó a descapullarmela con la boca, como si de una paja se tratara, pero pronto lo que parecía es que me estaba follando su boca. Cada vez el movimiento era más rapido, y para que le diera tiempo a apartarse ante la lluvia de leche que se iba a producir, le avisé de que me iba a correr. Su reacción fue apabullante, bueno, mejor dicho: no hubo reacción. Continúo con su mamada hasta que de mi polla empezaron a salir trallazos de semen que desembocaban en su boca. Se sacó mi polla de la boca pero siguió dejando que todas y cada de las gotas de mi semen cayeran en sobre su lengua. Yo, mientras me retorcía de mi placer, le miré, curioso por saber si se lo iba a tragar o no. Y efectivamente, lo hizo.: tuvo su ración de leche del día. Pero no me produjo asco, sino orgullo y placer.

  • Ya sabes lo que toca ahora, ¿no?- dijo sugerentemente mientras se tumbaba boca arriba. Su pene estaba completamente erecto y una vez más, a punto de explotar.

Yo simplemente asentí. Nunca había tenido curiosidad en como sabía una polla y la verdad, cada vez que lo pensaba me parecía una guarrada. Pero en estos momentos, al ver a mi hermano esperando que yo le realizara la dicha felación, estaba deseando probarla.

Así que empecé con la mamada igual que había hecho él anteriormente: primero dando lengüetazos y lamiéndole bien el prepucio para luego metérmela en la boca poco a poco. Era bastante grande como dije antes así que primero fui hasta la mitad. De repente, Hugo, que estaba gozando como nunca, puso una de sus manos sobre mi cabeza y empujó hasta que toda su polla estuvo dentro de mi boca. Fue un impulso tan grande que no pude evitar que me diera una arcada. Pero me encantó.

A partir de ahí fue todo más fluido. Hice como él y le masturbé con mi boca. Esta vez fue él quien hizo movimientos con la pelvis follándome la boca. El muy cabronazo no tuvo la idea de avisarme cuando se iba a correr, así que fui yo quien note como los chorros de semen caliente llenaban mi boca. Rápidamente me la saqué pero prácticamente todo su semen había acabado en mi boca. Yo me quedé dubitativo sin saber que hacer con él.

  • ¡Trágatelo, coño!- me gritó Hugo-. No te vas a quedar embarazado- río.

Yo, sin pensarlo a penas, hice lo que me dijo de modo que también tuve mi ración de leche.

  • ¿Qué va a pasar después de esto?- pregunté mientras me sentaba otra vez en el sofá.

  • ¿Has oído hablar de los follamigos? Nosotros seremos los follahermanos. Si estás de acuerdo claro.

  • No sé tío… ¿no es un poco extraño esto? Y repugnante…

  • Tú me pones y yo te pongo por lo que he visto. ¿Qué problema hay?

  • Ninguno, pero si nos pillan…

  • Si nos pillan al menos habremos gozado como nunca.

  • También es verdad…

  • Entonces qué, ¿estás dispuesto a ser mi follahermano?

  • Por supuesto- afirmé rotundamente por primera vez en toda la tarde.

  • Perfecto. ¡Ay, Dani, siempre has sido mi hermano favorito!- dijo mientras los dos nos reíamos.

Cuando llegaron papá y Pablo los dos estábamos ya acostados (cada uno en su cama). Yo no podía parar de pensar en lo que había sucedido aquella misma tarde, parecía un sueño, o una pesadilla. Cada vez que lo recordaba no podía evitar tener una erección. ¿Me había vuelto maricón? ¿Nos mataría papá si nos pillase algún día? ¿Y Pablo, se traumatizaría de por vida? ¿Llegaríamos a follar? No sabía ninguno de las respuestas a esas preguntas, el tiempo las contestaría. Ahora mismo lo único que me importaba era que llegase pronto la siguiente vez que nos quedáramos solos en casa para poder a volver a disfrutar del perfecto cuerpo de mi hermano mayor Hugo.

---CONTINUARÁ---

Próximamente…

Bad Bromance 2: La primera vez

“Vi por el rabillo del ojo como mi hermano se colocaba en la posición adecuada y después de eso preferí no volver a mirar atrás.”