Bachiller XIV - Daniel

Un nuevo capitulo con un personaje, hoy Daniel, el cual nos sorprendió en el capitulo anterior

Buenas a todos, con este he tardado un poco más, pero es que tenía que retocarlo mucho, este y el siguiente capítulo son realmente complicados, y no quiero que salgan mal.

Como siempre daros las gracias a todos los que leéis mi relato cada día, los que me valorarais y me comentáis, y a todos los que me mandáis mail, animándome.

Muchísimas gracias.


Daniel

Llevaba tanto tiempo queriendo besar estos labios que no querría sepáralos nunca de mi.

Me llamo Daniel Santos y tengo 16 años, soy de Madrid, pero también estoy muy unido al pueblo de mi madre, en Badajoz donde paso los veranos desde niño. Soy el pequeño de la familia, tengo tres hermanas mayores. Yo nací tarde, por lo que me llevo bastante con ellas, la mayor me saca 19 años y la menor 12.

Explico esto, porque el ser el hijo pequeño, de una familia con tantas chicas más mayores que yo, hizo caer sobre mí un instinto de sobreprotección. No os equivoquéis, adoro a mi familia son estupendos, pero su protección y sus mimos, crearon en mi un carácter dependiente y débil, es fácil hacerme daño, aunque claro no lo parece, bajo mi 1,88m de altura y todos mis músculos, siempre aparentando ser un poco brabucón, seguro y todo eso, pero es todo fachada, soy terriblemente frágil.

Yo de niño tenía una vida normal, con mi familia, éramos clase media, como tanta y tanta gente de este país, mi madre era ama de casa, y mi padre comercial de material industrial. Vivíamos en un barrio del sur de Madrid, mis hermanas iban a la universidad y yo al colegio del barrio.

Pero esto cambio cuando yo tenía unos 9 años.

Mi padre es de un pueblo del sur de Madrid, donde tenía grandes campos, era terreno rural, herencia de mi abuelo, sin mucho valor, hasta que llego el boom del ladrillo. El pueblo se convirtió en uno de los de mayor crecimiento de la región. Mi padre siempre ha sido una persona bastante astuta, a diferencia de mí que soy un inocentón, como mi madre.

Vendió parte de los terrenos, consiguiendo una fortuna, invirtiéndolos en la creación de su propia constructora, lanzándose al negocio del ladrillo, construyendo iniciando sus propias obras en los terrenos restantes.

De ser una familia de clase media, nos convertimos en gente rica, pero por suerte esto no nos cambio. Cambiamos de casa, pero seguimos en nuestro barrio, mi madre, se negó a contratar asistenta, y siguió ocupándose personalmente de la casa y mi padre seguía con su Opel Astra del 98, siempre fueron gente sencilla y eso no lo iban a cambiar.

Pero eso sí, se volcaron en sus hijos, para los que querían lo mejor. Compraron un piso a cada uno de nosotros, a mi hermana mayor, le pagaron un master en Inglaterra, a la mediana, la ayudaron a montar su propio negocio, a la pequeña la pudieron mandar a acabar sus estudios a Estados Unidos y a mí cuando iba a empezar  el instituto me mandaron al Ramiro I, uno de los mas prestigios del país.

Al principio la idea no me gusto, sobre todo por separarme de mi madre, pero al final tuve que hacerme a la idea, que remedio, mis padres en estas cosas son bastante estrictos.

En el instituto, al principio no me sentí nada a gusto, todos esos niños ricos, se reían de mis maneras, mas bruscas, aunque en muchos casos fuera más rico que ellos, pero eso no impedía que me llamaran, “un nuevo rico”, la verdad que primero fue un mal año.

Me acuerdo de llorar, mucho, siempre he sido muy llorón, pero evitaba por todos los medios que me vieran, solo faltaba darles más motivos.

El segundo año no se planteaba mejor, o eso pensaba. Ese año, para olvidarme un poco de los capullos de mis compañeros, y de los estudios, en los que nunca he sido muy bueno, decidí apuntarme en los equipos junior del colegio, para si eso, en un futuro formar parte del equipo de la escuela.

Yo siempre he sido grandote, pero de niño era también gordo, mi madre es la típica de tener a los hijos lozanos y contra más gordos mejor, pero no me gustaba, a si que a los 7 años empecé a jugar al futbol, deje de ser gordo y empecé a volverme atlético. Me gustaba, me gustaba mucho, además era de las pocas cosas que descubrí que se me daban bien.

Así que, desde el primer momento empecé a destacar en el equipo junior, allí hice a mis primeros amigos. Esteban iba a mi clase, era alto como yo pero delgaducho, y muy divertido, nos fuimos haciendo amigos, era simpático, y un poco payaso, siempre estaba de broma, algo que me pego. Me volvió alguien más alegre.

Al año siguiente, hice dos nuevos amigos, también del futbol, Alex  y Oscar, Alex iba para portero, es así como muy “latín lover”, una persona encantadora, pero no en exceso locuaz. Oscar era bajito, pero de cara dulce, se parecía en carácter a mí, ingenuo e inseguro, pero mientras que yo lo disimulaba, a él, se le veía a las claras.

Al año siguiente, en cuarto empecé a llevarme bien con Germán el mejor amigo de Oscar, y ya está, más o menos esos eran mis amigos del colegio.

Tenía más, pero ni allí, ni en mi casa. Si no en mi pueblo.

Mi madre es de un pueblo de la provincia de Badajoz, de niño pasaba allí todo el verano, ahora no tanto pero aun así, no dejo de estar, todo el mes de Agosto. Allí tengo un grupo de amigos y amigas desde niño, nos llevamos muy bien. En el fondo es como mi refugio, es ir y volver con las pilas recargadas para todo el año.

En mi pueblo he tenido casi todas mis primeras veces, mi primera borrachera, mi primer cigarro, mi primer porro, mi primer beso y mi primera vez.

A los 13 años, mis amigas me empezaron a ver con otros ojos, y yo inevitablemente, también me fijaba como habían cambiado. Ese verano me lie con una de mis amigas por primera vez, lo mismo al verano siguiente, solo que ese año con dos, la verdad que me decían que cada año estaba más guapo, y para una persona, con poco autoestima como yo, eso hacía que no fuera muy difícil el camelarme. Además, eran rolletes de verano, sin compromisos ni complicaciones. No me gusta complicarme, me hago mucho lio en la cabeza.

El verano que cumplí los 15, una chica de mi peña, trajo a una amiga suya de Sevilla, con la que acabe liándome, pero esta vez fuimos a mas, nos perdimos por un granero abandonado a las afueras del pueblo, y lo hice con ella por primera vez.

Estuvo bien, no voy a negarlo pero… no se en comparación a como lo contaba algunos amigos míos, que ya lo había hecho, no me parecía para tanto, eso sí, a ella sí que le debió gustar porque repetimos.

La verdad es que en ese sentido siempre he estado a la altura, es que a veces pienso que tengo un problema, me caliento con nada, una caricia, unos besos, y uffff, soy terriblemente fogoso, no sé, si alguien se habrá hecho tantas pajas como yo.

Pero ese año, cuando comencé 4º, empecé a notar cosas… cosas que me descolocaban.

A ver yo me lie ese año, con una par de chicas del Petronila, pero… en las duchas empecé a mirar a mis compañeros, ya teníamos todos 15 años y nuestros cuerpos habían cambiado, me sorprendía mirando a Alex y su cuerpo moreno, a Oscar, y su pequeño cuerpo perfecto, pero sobretodo y muy a mi pesar, al gilipollas de Isaac, era un autentico capullo, pero estaba increíble, un día mientras nos duchábamos, observando cómo se frotaba la entrepierna, casi tuve una erección.

Eso me preocupo… lo justo, ya he dicho que en esa época no le daba mucho al coco, porque siempre me armaba un lio, ahora si le doy más, y me armo un lio tremendo.

Yo no me planteaba que fuera gay realmente, pensé que era simplemente algo puntual, de hecho ese verano en mi pueblo, me acosté con otra chica, lo que hizo que aun le diera menos importancia al tema.

Así que mi vida estaba bien, no me podía quejar, hasta que empezó 1º de bachiller y conocí a Alberto.

Era nuevo, y cuando lo vi por primera vez me quede mirándole como un tonto, tenía unos ojos, verde claro que me hipnotizaban, una cara muy dulce, era una monada. Hasta entonces, solo me había fijado en chicos en las duchas, pero con él era diferente, me había quedado mirándolo, como jamás había mirado a nadie, ni chico ni chica.

El chico era callado, pero yo no pude evitar acercarme a él, y pronto entablamos amistad, me sentaba con él en clase, comía con él y les fui presentando a mis amigos. A pesar de tener un deje así, como muy señorito, destilaba simpatía y ternura, y poco a poco me fui prendando de él, más y más. Me encantaban sus ojos de cachorrito, su sonrisa, sincera, la dulzura que imprimía en cada acción, me estremecía cuando colocaba su brazo en mi hombro, o cuando me daba un abrazo, me di cuenta que estar a su lado para mí era estar en la gloria, además era muy cariñoso, lo que lo hacía aun mejor.

Sin embargo era complicado, porque no veía en él,  una sola nota que me hiciera pensar que sintiera lo mismo que yo, ni siquiera, que tuviera los mismos gustos que yo. Así que ese año, yo me volví a liar con alguna chica, pero eso logro solo hacerme ver que no me interesaban.

Esto fue otra de las razones que me convenció de que era gay, pero había más. Ahora, cuando me hacia pajas, en mi mente solo venia la imagen de Alberto de forma continua (cosa que por otra parte, me hacía sentir fatal cuando estaba con él, pero no podía evitarlo), pero es que además cuando me las hacía con videos de internet, siempre eran con videos gais, y me di cuenta que no había color.

Incluso quise probar cosas de esos videos. Nunca había jugado, con mi culo, pero decidí, probar, metiéndome un dedo, al principio, no me entusiasmo, pero cuando cerré los ojos y me imagine que eran los dedos de Alberto, buhhhhh, fue increíble, de hecho se ha convertido en algo habitual, Fantasear con Alberto, penetrándome con sus dedos, mientras me besa hasta dejarme sin aire.

Pero esto significo que empecé a rayarme como nunca lo había hecho hasta ahora, por un lado estaba mi amor, que ya lo podía llamar a si, por Alberto, por otro estaba mi miedo a lo que pasaría si la gente se enteraba de que era gay.

Mi familia no es precisamente liberal, bueno mis hermanas sí, pero mis padres…, es que son muy tradicionales, y no quiero imaginarme su reacción si supieran esto, y no solo están mis padres, está el resto de la gente, no soporto el desprecio, o que se metan conmigo, lo paso fatal. En el fondo, a pesar de cambios, sigo siendo un cobarde.

Así que al contrario que en el verano, que todo iba de puta madre, ahora las cosas, estaban más que complicadas. Y de hecho no dejaron de complicarse.

En el cumple de Germán, cuando vi a Alberto dándole de comer con los palillos a Oscar, una terrible rabia se extendió por mi cuerpo, me habría gustado coger a Oscar y apartarlo de él. Era la primera vez en mi vida, que tenia celos, quería ser yo al que diera de de comer así, quería ser yo el que recibiera las atenciones de Alberto, no Oscar. Me puse a beber como un poseso, tanto que entre Alberto y Oscar me tuvieron que llevar a mi habitación, completamente borracho. Al día siguiente tuve remordimientos. No era justo, además yo no era así, no había pasado nada y Oscar era de mis mejores amigos, no se merecía mi rabia, no quería volverme mezquino.

Pero la cosa siguió empeorando tras semana santa. Por alguna razón, era difícil quedar con Alberto, estaba muy ocupado, además cuando estaba con mis amigos, veía lo cerca que estaba de Oscar, como estaba pendiente de él, me dolía verlo, ¡¡¡¡Albero era mi amigo, era mi Alberto, no de Oscar, joder!!!! , así que evitaba en lo posible estar con ellos, algo que lejos de hacerme sentir mejor, me torturaba aun más.

Para entonces me planteaba seriamente si pudiera haber algo entre ellos, pero no, no podía ser, por parte de Oscar puede, siempre había tenido alguna sospecha en ese sentido, pero por parte de Alberto, imposible, era tan masculino, no podía ser y sin embargo…, JODEEEEER, me estaba volviendo loco.

Hace unas semanas la cosa volvió a cambiar. Algo ocurrió entre Oscar y Alberto, se distanciaron, totalmente, Alberto estaba jodido, y yo estuve todo lo que pude a su lado, eso me permitía abrazarle y tenerlo cerca de mí a menudo, y aunque me dolía verlo triste, no podía evitar alegrarme de tenerlo tan cerca.

Oscar también estaba mal, en realidad creo que estaba peor. Yo había sentido unos celos terribles de él, pero es mi amigo y lo quiero, así que intentaba también ayudarle.

Mi “mente privilegiada” había creado su propia teoría de lo que había pasado. Supuse que Oscar se había enamorado de Alberto, se le había declarado y este evidentemente la había dicho que no, y para evitar problemas se habían alejado. Como veis entre mis virtudes no está la perspicacia. Aunque, también debo de decir en mi defensa que la idea de que hubiera algo entre ellos me aterraba, y por eso también la descartaba.

Esta noche logre sacar Alberto de su reclusión, fuimos a un bar, pero de repente desapareció, le llame sin parar, estaba preocupado, muy preocupado, así que fui a buscarle, y tras dar vueltas y vueltas por el pueblo, y lo encontré  totalmente borracho en un banco del parque la ribera, fumando y llorando.

Lo cogí y lo lleve a mi habitación. Yo estaba muy preocupado por él, lo quería con locura y veía como se estaba consumiendo. No podía más y al final le exigí que me lo contara y lo hizo. Él y Oscar habían sido novios durante casi un mes y que estaba así porque hacía más o menos dos semanas, habían roto.

Yo me quede un segundo en shock, pero era evidente para el que quisiera verlo, pero soy tonto de solemnidad. El creyó que yo me había ofendido e intento marcharse, ¿¿¿¿cómo podía creer eso???? No deje que se fuera y lo senté a mi lado, no dejaba de llorar mientras decía lo solo que se sentía, por Dios, sus ojos eran tan hermosos en cualquier situación, por primera vez en todos estos meses atisbaba una esperanza, aunque él no estuviera enamorado de mi, y la otra persona era mi amigo, me agarre a la esperanza, así que no pude resistirme más y le tuve que besar.


-          ¡¡¡Espera!!!  ¿qué estás haciendo Daniel?

-          Besarte

Me acerque y seguí besándole, estaba sorprendido, pero no rechazaba del todo mis besos, puede que me estuviera aprovechando de su estado de borrachera y tristeza, pero para mí tampoco me era fácil contenerme, Alberto era tan hermoso, le quería tanto.

-          Daniel, de verdad – me separo con mas fuerzas – ¿a qué viene esto? – parecía como si parte de su borrachera se le hubiera ido.

-          Te quiero Alberto, llevo tanto tiempo amándote en secreto, que no puedo aguantarlo mas

La cara de Alberto era un poema, de sorpresa, alcohol y tristeza. Volví a acercarme, pero volvió a zafarse.

-          De… de verdad Daniel, esto es muy fuerte – logre besarle de nuevo, pero intentaba separarse – yo… yo te acabo de decir, que amo a otra persona, yo amo a Oscar.

-          Lo sé, pero hace un momento yo pensaba que eras totalmente inalcanzable, que no habría ni de cerca una forma de acercarme a ti, y ahora…

Logre tumbarlo sobre la cama, agarre sus manos por las muñecas y empecé a besarle el cuello, seguía resistiendo, pero notaba como cada vez era menos, me encantaba el olor que desprendía, un perfume profundo que ya le conocía, pero que nunca había podido olerlo tan de cerca.

-          Daniel, por favor, yo no puedo, no puedo, estoy con otra persona – empecé a lamerle la oreja – ahhhhh, de verdad para.

-          Sé que amas a otra persona, se que esa persona es mi amigo y sé que lo nuestro no puede ser, pero ahora no estáis juntos, por favor dame una noche, solo te pido eso,  una noche.

-          No, no, no…. No es buena idea, te hare daño, esto no será bueno, yo no quiero hacerte daño, te estimo demasiado.

Le bese en la boca, suavemente, notaba como su reticencia se esfumaba cada vez mas.

-          Daniel, no podemos, te hare daño – intento separarse con fuerzas renovadas – haremos daño a otros – le volví a besar el cuello para que parara, no podía dejar que se fuera, ahora ya no – uffff, paraaaa, cuando bebo, no controlo, para por favor.

-          No controles, disfruta, necesitas desconectar, esto te ayudara, y a mí también, llevaba tanto tiempo deseando esto.

Le miraba directamente, a esos ojos verde claro en los que uno se perdía.

-          No, no está bien, esto no es buena idea, no quiero hacerte sufrir.

-          Ya me haces sufrir, esto no cambiara nada.

Le bese con fuerza y por fin dejo de resistirse, abrió su boca, y pude introducir me lengua y acariciar la suya, note el sabor al vodka y a él, me hizo estremecer. Fui soltando sus muñecas, ya no intentaba resistirse. Lleve mis manos a su cuello y a su cara, no le iba a dejar de besarle aunque el mundo ardiera.

Estuve así un buen rato, le mire a los ojos, eran un cumulo de sentimientos, le empecé a dar besos por su cara hasta que fui bajando por su cuello, allí notaba mas su olor y me hacía estremecer y  comencé desabrochar su camisa, Dios mío, qué bueno estaba, como lo deseaba, empecé a besarle, todo su pecho, todos sus abdominales.

Seguí bajando muy lentamente, si iba a ser una única vez, no quería olvidar ninguna parte de él  hasta que finalmente llegue a su entrepierna. La empecé a sobar, la notaba grande. Era para mí la primera vez en todo, pero entre lo que había visto, en muchísimos videos porno creo que sabría donde ir, mi deseo por Alberto se encargaría del resto.

Desabroche su pantalón, agarre junto con los calzoncillos, y los baje a ambos, dejando libre su polla.

-          Cabronazo, esto no o esperaba

Era increíble, no me la imaginaba tan grande, pero si tan maja, era preciosa. Nunca había tocado ninguna que no fuera la mía así que se la agarre, estaba caliente, cada vez dura, palpitaba, aspire su olor, me gustaba. Empecé a subir y a bajar, dejando su reluciente capullo al aire.

-          Ahhhhhh, para…. Daniel…. esto no… no es…

Me metí la punta en la boca logrando que parara de hablar, y probé su sabor, era penetrante y agradable, recorrí con la lengua toda su superficie, haciéndole jadear.

Pare, me saque mi camiseta,  y me desabroche los pantalones, para sacar la mía y empezar a pajearme, mientras saboreaba el capullo de Alberto. Pase al resto de su miembro que ya estaba como una estaca, lamiéndosela desde arriba hasta abajo, pero sus huevos me llamaban, y empecé a lamérselos, lentamente, para luego con cuidado metérmelos en la boca, era delicioso.

Volví a su polla y esta vez me la intente tragar entera, pero tras dos intentos no pude, notaba como llegaba a mi garganta y me daban arcadas, así que me la metía hasta mitad. Era espectacular tener la polla de Alberto en mi boca, nunca había imaginado que sería tan increíble, lo había soñado tantas veces, pero quería más, le quería completamente. Deje de trabajarla, me quite el pantalón y el calzoncillo haciendo lo mismo con el suyo.

Me tumbe sobre él, y volví a besarlo, esta vez me devolvía tímidamente los besos, mientras nuestros rabos, se rozaban.

-          Esta noche quiero ser tuyo, esta noche voy a ser tuyo Alberto.

-          Daniel …

No le deje continuar, le bese, con toda la furia deseo y pasión que mi amor por el me daba.

Me levante, fui a mis pantalones y saque un condón, siempre lo tengo por si acaso, por si alguna chica se pone pesada y hay que dar la imagen. Lo abrí y se lo coloque en la polla, yo no la tengo tan grande como Alberto pero sirvió. Necesitaba algo más, antes no me la había podido tragar, y ahora por estas, que me la iba tragar, por suerte tenía una crema hidratante. Cogí y unte el condón sobre su rabo duro como una piedra, luego lubrique mi culo, con mucha crema, era muy grande el rabo de Alberto. Volví y me puse a horcajadas sobre él, para poder besarle, uffff no podía esperar más.

-          Daniel, cre... creo que te dolerá.

-          No me importa –estaba excitadísimo ya –

-          No quiero hacerte daño.

Le bese de nuevo con pasión.

-          No me vas a hacer daño, me vas a hacer muy feliz.

Agarre su polla hacia la entrada de mi culo, y empecé a empujar mi cadera.

¡¡¡¡¡¡¡JOOOOOODEEEEEERRRRR!!!!!!! era como un palo ardiendo por el culo, pero si retrocedía es posible que Alberto se negara a continuar, así que aguante, además, la sensación detenerlo dentro de mi compensaba cualquier dolor.

-          Ve lento -me decía- despacio, grandote, no quiero hacerte daño.

Hasta en esos momentos era dulce, no hizo más que tranquilizarme, seguí bajando, pensé que me partiría por la mitad, dos pequeñas lagrimas se agolparon en la comisura de mis ojos, pero llegue al final, la tenía toda dentro de mí, me incline para besarle mientras el dolor iba descendiendo.

Entonces me comencé a mover como había visto en las películas, el dolor seguía, cuando su polla rozaba contra mi esfínter al entrar y salir, pero también llego el placer, a oleadas, cuando la hundía, se extendía por todo mi cuerpo. Alberto cerraba los ojos y empezaba gemir de placer, cogí mi polla y empecé a pajearla, primero despacio para ir poco a poco aumentando, mientras que yo amoldaba los movimientos de mi cadera con los de mi paja.

Buaaaa, era increíble, la paja era monumental, pero el placer que me producía su follada era de otro mundo, no podía imaginar que fuera así, me habría quedado así toda mi vida, a pesar del dolor, porque sentía a Alberto totalmente mío. Pero empecé anotar que me iba a venir.

-          Me voy a correr, no aguanto más – dije-

Y eso hice, y fue como una manguera, no paraban de salir chorros sobre la cara, el pecho y el abdomen de Alberto. Mientras, él empezó a bobearme más fuerte, notando que también se iba a correr, sentí que llevara condón habría deseado notar su corrida en mi culo. Me acerque a comer su boca mientras él se venía, probé una gota de mi semen que le había salpicado en los labios, sabia… raro, no mal, solo raro, pero lo que yo quería eran sus labios, de los que no me separe mientras su respiración se iba pausando.

Estuvimos así pegados más de 20 minutos, yo sobre él, aunque casi desde el principio Alberto se quedo dormido, y fui yo el que le besaba. Lo recosté en mi cama, le quite el condón y le limpie con cuidado de no despertarle, se le veía tan hermoso así dormido, relajado sin todas las penas que lo rodeaban.

Tras eso fui al baño, el culo me ardía, y fui a echarme un poco de agua para ver si bajaba el escozor. Tras hacer esto me fui a la cama, Alberto estaba durmiendo como un tronco, me tumbe a su lado.

Había sido realmente increíble, pero en el fondo un dolor se extendía por mi cuerpo, y no era el de mi culo que mañana no me dejaría sentarme, si no por lo que había hecho, sabiendo que el corazón de Alberto, era total e irremediablemente de Oscar, uno de mis mejores amigos. El no se dio cuenta, pero entre sus gemidos y jadeos se le escapaba “Oscar, te quiero”. Note que una lágrima rodaba por mi mejilla.

-          Te quiero Alberto

Me acerque y le di un tierno beso en los labios y me fui a dormir.